domingo, 18 de agosto de 2013

KFK: LA LITERATURA ABISAL

Adrienne Mesurat,  J. Green, KFK
Carlos Ferreiro Cota, Karlos, con K, como a él le gusta identificarse, es un artista integral. Comenzó con el dibujo y recaló después en el coleccionismo de pintura de jóvenes talentos. Vive inmerso en el cine, la música y la estética más cuidada. Y escribe unos relatos extraordinarios, que dan cuenta de experiencias humanas radicales. Como su obra gráfica, su escritura ha experimentado un sabio proceso de maduración. Ha conseguido elaborar cuidadosamente su constante disfrute de las artes visuales y la música, y sus extensas lecturas literarias y acerca del Holocausto, en una síntesis original que traslada a sus narraciones. Después de transitar por sus caminos artísticos previos, ha encontrado su lugar definitivo en la literatura para dar rienda suelta a toda su creatividad.


Marie, Opiniones de un payaso, H. Böll, KFK
Anne, Moderato Cantabile, M. Duras, KFK













Sinestesias artísticas

Contra lo que podría sugerir ese sendero zizagueante, existe una fuerte coherencia en las búsquedas artísticas de Karlos. En su período formativo solía condensar en imágenes sus impresiones como lector. Sentía como una necesidad transformar los personajes de sus novelas predilectas en caras o rasgos aislados. El rostro es, para él, el grado máximo de la expresividad de la persona. Con esa idea ilustró con sus dibujos El lobo estepario de Hermann Hesse, Molloy de Samuel Beckett, las heroínas de la novela religiosa francesa (François Mauriac, Julien Green), y las obras de Stephan Zweig o Heinrich Böll. Dibujaba en sanguina o con tonos negros-grisáceos, que evocan las etapas del séptimo arte que más le interesan, el cine mudo y en blanco y negro. Sin saber cómo, aquellos rostros fragmentarios se fueron estilizando cada vez más, hasta transformarse en la simplicidad absoluta de la línea: unos pájaros abstractos, nómadas del pensamiento. Pero se trató de una época fugaz, puramente transicional. Mientras duró su primera época, aquellos personajes dibujados apelaban a sus propias ideas, lo atrapaban en la maraña de sus contradicciones. Y la forma que tenía de solucionarlas era capturando sobre el papel esos “espejos narrativos” en que le gustaba abismarse. Como ofrenda de gratitud, les concedía un plus de vida fuera de los libros. Pero, afortunadamente, Karlos se encuentra ya en una fase de su vida en que no tiene que recurrir a que otros creen por él, porque hace tiempo que encontró la salida para su pasión creadora.
Carmina Burana, C. Orff, KFK
Catulli Carmina, C. Orff, KFK














La Italiana, I. Murdoch, KFK
Harry Haller, El lobo estepario, H.Hesse, KFK
















Miniaturas literarias
 Cuando murió su padre, Karlos empezó a escribir movido por una necesidad imperiosa: entender mejor su vida, interpretar las enormes complejidades de nuestro mundo, aprovechando para ello que su “maleta” ya estaba suficientemente cargada de experiencias vitales. Así que cambió los carboncillos y los difuminos por el bolígrafo negro, fetichismo de un artista enamorado de la caligrafía oriental, que persigue “dibujar” las palabras. En su rincón favorito de la casa, en silencio absoluto y rodeado de cierta oscuridad, Karlos crea mundos literarios en miniatura. Como hacía con sus dibujos, sigue condensando sus intuiciones creativas en toques sutiles, pinceladas sueltas que esbozan los rasgos de cada personaje. Deja a esos “hijos” suyos que se adueñen de la situación, que se le impongan. Él se limita a tirar del hilo para que se hagan presentes de todo. Pero no les da nombre, a veces solo les pone apelativos refinados porque, como él mismo afirma, son “aristócratas de sus sentimientos”.

Marte, Los Planetas, Holst, KFK


Niños y mayores
 Karlos no desdeña la literatura infantil. Tiene escritos cuentos con títulos tan sugerentes como Historia de la línea recta que se bañó en el Danubio azul y se convirtió en curva, o ¿A que sí que sabes qué animal es? Pero son los relatos para mayores los que ocupa la mayor parte de su producción. A mí sus seres imaginarios me recuerdan las Ideas platónicas. Son encarnaciones del Bien, la Belleza o la Verdad. Pero, confrontados con situaciones límite, se transforman en personajes rotundos, capaces de demostrar su auténtica humanidad.


Sin título, M.Frairot
Conciencia, Señor Bordel
















Música y sombras a la caída de la tarde
En los relatos de Karlos, los personajes femeninos siempre tienen mucha más expresividad. Con sus gestos y objetos característicos se dan a conocer al lector de una manera más abierta. Los personajes masculinos, en cambio, son esclavos de una tradición educativa de sentimientos contenidos, reprimidos, estereotipados. La mujer escapa de sus estrechos márgenes con más libertad. En el hombre, el sentimentalismo todavía nos resulta ridículo.
Las carnes:El saltamontes, C. Marachian( Hamlet)
La divergente,C. Marachian(Hamlet)
















Por el general, sus historias acontecen a la caída de la tarde, entre luces y sombras. Como pensaba Chopin, el crepúsculo es una hora fértil para la sensibilidad más exacerbada. El espíritu descansa entonces del ajetreo de las tareas cotidianas. Los lieder son el hilo conductor de sus sentimientos, la guía de viaje necesaria para que personaje alcance el centro de su laberinto. Ese es otro de esos rasgos minimalistas que le sirven eficazmente para delinear la identidad de sus protagonistas. Así sucede con Sebe de Abades, una bailarina judía prisionera en Auschwitz que, como la inmensa mayoría de sus compañeras de carne y hueso en ese infierno, conscientemente escogió afrontar el destino de la cámara de gas antes que abandonar a su hijo. Mientras espera desnuda que llegue el momento de la muerte, con la Berceuse de Chopin de fondo, rememora nostálgicamente para su pequeño todos los momentos felices de su vida: sus triunfos en los escenarios, el amor correspondido, la dicha de la maternidad… Es un monólogo casi sin pausas, como el flujo incesante de la conciencia que nunca se detiene.
Autorretrato, V.Otero
El sol, RFG
















Las narraciones de Karlos siempre están llenas de hallazgos fonéticos, de palabras aliteradas que se transforman unas en otras, produciendo audaces giros de significado. El autor trabaja con especial esmero esos juegos de vocabulario, que prefiguran las situaciones narrativas más importantes y que, junto con el lied, son una de las principales señas que personalizan su quehacer literario.


A Karlos Ferreiro no le interesan en sí las atrocidades del holocausto, tema en boga en nuestros días, sino la forma tan extrema en que ese acontecimiento cuestionó todos los grandes logros alcanzados hasta el siglo XX, hijo de la Ilustración, con sus descubrimientos científicos y su arte excelso de los que tan orgullosos estábamos. En realidad, apenas nos habíamos alejado unos metros de las cavernas. Pese a esa triste conclusión, siempre hay en los cuentos de Karlos un mensaje de esperanza. En Eternamente…, lo trae la ilusión de una nueva tierra a la que Sebe quiere entrar alegre y bella, triunfando sobre el mal, la fealdad y la muerte. El autor tiene publicado este extraordinario relato en el blog que lleva ese mismo título, el cual evoca la palabra final de la Canción de la Tierra de Gustav Mahler. Os invito a todos a visitarlo y disfrutarlo en este enlace http://eternamentekfk.blogspot.com.es/2013/08/eternamente.html.



Sin decir nada, M. Santorum

2 comentarios:

  1. Me alegra haber conocido nuevas facetas de nuestro amigo Karlos. Felicidades por tu obra, un abrazo,
    M

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  2. Retratos con alma. Os enlazo en mis redes sociales. Habrá que leer a Karlos Ferreiro...

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