jueves, 15 de diciembre de 2016

LA MUJER ÍBERA

Actualmente la lengua íbera es todavía un misterio. Nuestro conocimiento no es nulo pero sí bastante escaso. Por ello, para acercarnos al mundo íbero tenemos que hacer uso de los antiguos textos de los historiadores griegos y latinos. Otra fuente fundamental es el análisis de los restos arqueológicos (tanto los objetos que han sido descubiertos como los restos humanos). De todos estos estudios, se ha deducido que la mujer íbera desempeñaba un papel fundamental en la sociedad tanto en el ámbito familiar, como madre y esposa, como en la vida pública. Gracias a las representaciones cerámicas, sabemos que algunas mujeres participaron en festividades importantes y en rituales religiosos.

El papel de la mujer en la sociedad ibérica todavía es un tema de debate. En los sistemas parentesco patrilineales, tan característicos de los antiguos pueblos del Mediterráneo, la mujer desempeñaba, desde un punto de vista tradicional, un rol secundario y dependiente del varón. En lo concerniente al mundo ibérico hay cada vez más datos para valorar su papel en los distintos ámbitos públicos y privados, más allá de la esfera doméstica. Por lo general, la mujer era el elemento imprescindible en la reproducción de la estructura familiar, transmitiéndose con ella el linaje y el vínculo sanguíneo de generación en generación. Mientras que corresponde al hombre la transmisión de derecho o vínculo hereditario, al menos en las sociedades patriarcales que parecen ser las predominantes en el espacio ibérico.
Fotografía de Miguel Florian
Para un correcto enfoque conviene apuntar que la función de la mujer íbera en la sociedad no era tanto una cuestión de género sino de estatus. Si la mujer pertenecía a la aristocracia o poseía la suficiente riqueza, su poder e influencia en los terrenos socio-político, económico y religioso igualaba al del hombre.

Pese a ser dependientes del padre y del marido tras el matrimonio, estas mujeres eran quienes otorgaban el prestigio y el poder a las familias. Según el historiador romano Salustio, ellas también tenían el derecho a elegir a sus propios esposos. Si la mujer pertenecía a la aristocracia, no dudaba en escoger al mejor guerrero. Además, eran las íberas quienes recibían las herencias y planeaban los matrimonios de sus hijos.


¿Cuál era el papel de la mujer en Iberia?
La función principal de la mujer era el de protectora del hogar, un rol muy estimado por la sociedad y considerado de gran importancia debido a la alta mortalidad infantil y las continuas guerras. El hombre, en cambio, encarnaba el poder político y militar. Como hemos dicho anteriormente, las mujeres influyentes y adineradas también participaron en la política en los conocidos "consejos de mujeres".
La mayoría de mujeres, aparte de cuidar con esmero sus hogares, trabajaban en el campo junto a los hombres. De hecho, el historiador griego Estrabón dijo de ellas: "Las mujeres trabajan en la tierra, paren en el mismo campo y después siguen trabajando". En situación de guerra, las mujeres debían tomar a su cargo toda la casa, los campos y los ganados (independientemente de su condición social).
En los escritos de Salustio, se hace mención a mujeres que también formaron parte del mundo del comercio y la producción de tejidos. De hecho, las actividades domésticas como la costura constituían una tarea exclusivamente femenina. Así lo demuestra la aparición de agujas, placas de hueso y demás instrumentos para hilar en las tumbas femeninas. De hecho, existió más de una gran empresaria en la península ibérica.

La religión desde un punto de vista femenino: diosas y sacerdotisas
Dama de Baza
La mujer íbera estaba relacionada con el mundo irracional, místico e incluso mágico. Muchas de ellas, fueron importantes sacerdotisas. Las íberas eran consideradas las mediadoras entre el hombre y los antiguos dioses. Se cree que el sacerdocio estaba compuesto principalmente por mujeres. En las ceremonias religiosas, la relación entre hombre y mujer era igualitaria. Incluso, si el rito religioso estaba destinado a una diosa, la mujer se encontraba en una relación de superioridad frente al varón. Se cree que en el panteón de los dioses íberos, había una gran variedad de divinidades femeninas.
Los lugares donde se llevaban a cabo los ritos religiosos eran muy variados. Las ceremonias se realizaban en espacios naturales como cuevas o simas y en templos. En todos estos santuarios existían exvotos con forma de mujer. A veces eran representadas con pechos y otras veces como mujeres encintas. En el Cerro de Santos (Albacete) se encontraron grandes esculturas de sacerdotisas. La gran mayoría de estos espacios sagrados se han asociado con diosas de la naturaleza y de la fertilidad (algunas de ellas influenciadas por la cultura griega y fenicia).
La mujer también formaba parte del lenguaje iconográfico en torno a la muerte. Se cree que su papel en los rituales de tránsito hacia el más allá era esencial. Ejemplos son las imágenes que encontramos ciertos pilares-estela o los restos del santuario ibérico de Coímbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia).
Otro dato importante es que la prostitución sagrada estaba consentida. Esta práctica provenía de Oriente y las mujeres que la efectuaban tenían un gran prestigio en la sociedad.


Mujeres guerreras
A través de la arqueología, se ha llegado a la conclusión de que la civilización ibérica, por lo general, estaba muy jerarquizada y era conocida por su carácter belicoso. A pesar de que los ejércitos estaban formados principalmente por hombres, algunas mujeres también participaron en la guerra. Los historiadores clásicos consideraron "heroica" la participación de la mujer en las guerras contra los púnicos y contra los romanos.

Exvotos íberos con figuras femeninas
Matriarcados en la península ibérica
Los antiguos pueblos de nuestra península eran muy diversos. Los íberos, nombrados anteriormente, se encontraban en el sur y en el levante de la península y a pesar de no tener un origen Indo-Europeo, se vieron muy influenciados por estos pueblos (romanos, griegos…) y por otras civilizaciones del Mediterráneo como los cartagineses y los fenicios. Es por ello, que la sociedad íbera tiene aspectos en común con todos estos visitantes y colonizadores. Una de las características principales de estas sociedades es que eran patriarcales.
Al igual que ellos, los pueblos celtas del norte y del centro peninsular (cántabros, astures, galaicos, celtíberos…) también fueron regidos principalmente por los hombres.

Sin embargo, en el norte de Iberia, existía un pueblo de origen pre-Indo-Europeo de carácter matriarcal: el pueblo vascón.

El matriarcado consistía en una sociedad en la que la influencia predominante en el carácter colectivo del pueblo es la femenina. En las sociedades matriarcales, las madres y las ancianas encabezaban la familia y tomaban las decisiones más importantes. Sin embargo, estas antiguas sociedades no estaban dirigidas única y exclusivamente por mujeres, si no que reinaba la igualdad. La idea de la existencia de sociedades matriarcales en el norte durante la época prerromana se fundamenta, en parte, a las dudosas fuentes historiográficas de Estrabón.

Una religión de carácter matriarcal: la mitología de Vasconia

La mitología vasca se extiende por tres territorios: Euskadi, Navarra y el País Vasco francés. Tiene unas características que la convierten en una mitología única y apasionante:
  1. De origen matriarcal: la mitología vasca tiene una deidad suprema femenina, Mari. Mari es conocida como "la diosa madre". Las mujeres eran consideradas las creadoras de vida. Por eso, abundaban las deidades femeninas como Ilargi, la diosa luna.
  2. Tiene un carácter animista: las plantas, los animales y todos los elementos geográficos tienen su propia vida y su alma. Existe un antiguo proverbio vasco que dice: "Izena duenak,izana du", que significa: "Todo lo que tiene su nombre tiene su ser, existe".
  3. Los dioses no son ajenos a la creación, sino que forman parte de ella. Según la tradición, Mari representa a los fenómenos meteorológicos y a los animales (cuyas variadas formas adopta).  Se piensa que esta diosa podía ser la reencarnación de Ama-Lurra (madre tierra), creadora de nuestro entorno natural. Es por eso que en las religiones de carácter matriarcal no encontramos divinidades celestes. Todo proviene de la gran madre tierra.
  4. Es una religión pacífica: no existen los dioses de la guerra, ni batallas entre deidades ni más seres mitológicos. Solo existían seres malignos que causaban terror al pueblo. Estos seres eran la parte opuesta y complementaria de los seres benévolos.
  5. Es una mitología cercana a los seres humanos: muchos dioses vascos, a pesar de tener poderes sobrenaturales, se relacionaban con los mortales.