lunes, 29 de junio de 2020

LILLIAN BASSMAN: LA LENTE FEMENINA


Lillian Bassman es una extraordinaria fotógrafa norteamericana con una trayectoria vital verdaderamente sorprendente. Toda una estrella de la fotografía de la moda entre los años 50 y 60, con el advenimiento de una nueva estética en los 70 se retiró decepcionada y destruyó gran parte de su obra. Pero como el argumento de una emocionante película, veinte años después reencontró gran cantidad de negativos con los que volvió a ser el centro de atención de los grandes modistos, consiguiendo el reconocimiento unánime del valor artístico de su maravillosa producción. Repasaremos aquí algunos hitos de su biografía y obra para descubrir por qué su nombre figura entre los más grandes de la historia de la fotografía.


El periodo formativo
Lillian Bassman nació en 1917 en Nueva York. Era hija de emigrantes rusos que habían llegado a Estados Unidos en 1905. Lillian recordaba a sus padres como librepensadores y bohemios en su estilo de vida. Los niños dormían “en colchones sobre el suelo cubiertos por telas africanas. Tan solo se nos exigía dos cosas: que plancháramos nuestros uniformes y que nos laváramos el pelo los sábados. Por lo demás, éramos libres como pájaros”. Esa libertad marcaría para siempre la visión artística de Lillian, que se las arregló para experimentar incansablemente y ser siempre fiel a sí misma, aun sometida a las rígidas normas de trabajo que le imponían desde la dirección de las revistas de moda.

Su vocación más temprana fue la danza, que tuvo que abandonar por una lesión. Pero también de esta experiencia extrajo un valioso elemento estético para su futuro trabajo. Con frecuencia sus fotografías intentan captar la fugacidad del movimiento de las ropas de las modelos, que se asemejan a bailarinas. Una belleza grácil y evanescente que, a veces, se nos antoja más allá de los límites humanos.
Con 15 años, sus desprejuiciados progenitores le permitieron irse a vivir con el joven fotógrafo Paul Himmel, igualmente de origen ucraniano. La pareja se casó en 1935 y compartirían su vida común nada menos que durante 77 años. Aunque la actividad profesional de Paul no llevó a Lillian, inicialmente, a interesarse por la fotografía, resulta claro que le proporcionó la necesaria familiaridad con la cámara y el revelado para atreverse después a manejarlos sin estudios previos. Y aunque fue un amor algo tardío, Lillian nunca abandonó la fotografía, a diferencia de Paul, que desde los años setenta la dejó para ejercer como psicoterapeuta.

Otra gran influencia en su obra fue la pintura. Lillian y Paul estudiaron a los grandes maestros clásicos en museos y exposiciones, y en su trabajo fotográfico resulta innegable la huella de la elegante belleza de los retratos manieristas, con sus cabezas ladeadas, los cuellos de cisne, delicadamente alongados, y la gestualidad teatral de las manos. No en vano el pintor favorito de Lillian era El Greco. Aunque los retratos de moda de Lillian y Paul eran los preferidos del público, nada puede compararse, para mí, a la serena y sensual expresión de la modelo en la foto “Boticelli Girl”, desnuda y con el cabello al viento, como en “El Nacimiento de Venus” pero en versión morena. Es obra de Paul Himmel y retrata a una bailarina del New York City Ballet, Patricia MacBride.

Un elemento más, concurrente en la definición de su personalísimo quehacer artístico, fue su formación en diseño textil. Para pagar sus estudios, Lillian trabajó como modelo a tiempo parcial, acudiendo a clases nocturnas de ilustración de moda. Así se entiende fácilmente que  acabara trabajando en revistas de este género, un negocio en auge en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y que coadyuvó a conformar un nuevo orden de ideas respecto de la identidad y el papel social de la mujer americana. Y, como veremos, la visión artística de Lillian contribuyó en una considerable medida a su liberación sexual.

La experiencia en Harper´s Baazar
De la mano de su profesor en la Textile High School, el también ruso Alexey Brodovitch , en 1941 Lillian comenzó a trabajar como becaria en diseño textil para Harper´s Baazar Junior, destinada a las usuarias más jovenes. En 1945 ya se había convertido en directora de arte, y no dejaba pasar la ocasión para dar minuciosas instrucciones de revelado para mejorar el impacto de las fotografías. Hasta que acabó metiéndose ella misma en el cuarto oscuro. En 1947 Brodovitch le propuso que se atreviese a fotografiar y, aprovechando la ausencia de su amigo el fotógrafo Rick Avedon, quien se marchaba a París a cubrir los desfiles de la temporada, Lillian utilizó su estudio y su equipo. El entrenamiento fue tan fructífero que, en 1948, ya tenía su primer encargo publicitario y para 1951 ya había abierto el prestigioso estudio Bassman- Himmel junto con su marido. Ambos se dedicaron a la fotografía de moda para importantes firmas con gran éxito hasta 1971.





Pero aún no hemos dicho qué hacía tan especial el trabajo de Lillian. Su fotografía se caracterizaba por unos fuertes contrastes entre el blanco y el negro, utilizando los difuminados y las estelas de luz para crear una sensación de cuerpos etéreos, vaporosos, casi mágicos. También encontramos desenfoques y atrevidísimos ángulos de cámara que ofrecían imágenes verdaderamente insólitas y de enorme sofisticación. Quería que sus figuras interactuaran con el fondo y el entorno. En ellas había al mismo tiempo estatismo y movimiento. Pero su aportación artística fue absolutamente revolucionaria en la fotografía de lencería. Hasta entonces la pacata sociedad norteamericana solo había tolerado modelos robustas y sin rostro, embutidas en sólidas fajas y sujetadores cónicos. A Lillian ese estilo le parecía espantoso y pidió que las modelos de lencería fuesen las mismas que lucían elegantemente los vestidos. La agente Eileen  Ford accedió pero bajo la condición de que las modelos no resultasen reconocibles, para no perjudicar sus carreras. 

En realidad, ese handicap se convirtió en la clave del éxito de sus imágenes, llenas de misterio y glamour. Había en ellas  una sensibilidad diferente y rompedora, que animaba a las mujeres a mostrar más abiertamente su sensualidad femenina: “Soy un ojo de mujer para los sentimientos más íntimos de otras mujeres”, dijo la autora, como si fuera una chamán, algo muy propio de la sensibilidad profética de los grandes artistas.

Y, más aún, Bassman casi consiguió lo imposible en arte, expresar ese instante fugaz en el cual lo que percibimos con la mirada comienza a desaparecer delante de nuestros ojos. En palabras de Rick Avedon, “Lillian hizo visible ese desgarrador espacio invisible entre la apariencia y la desaparición de las cosas”.

Los años oscuros
Ya cumplidos los 50, cuando ya se había permitido cuestionar y transgredir la mayoría de las reglas que regían el oficio fotográfico, Lillian tuvo que soportar el cambio radical en el modo en que se trabajaba en el mundo de la moda. Eran los años 70 y las modelos ya no eran aquellos cisnes elegantes que ella fotografió a punto de echar a volar, sino niñas jovencísimas, exageradamente maquilladas y con provocadores peinados, según la nueva estética. En ese escenario, la fotógrafa ya no era la estrella principal, la directora del proceso, sino que entraba a trabajar, como una más, entre los restantes profesionales, con menos autonomía y sin el tiempo que ella deseaba para obtener sus impecables resultados. También el blanco y negro quedaba lejos de los colores chillones que tan bien caracterizaron a esa década psicodélica. Nada ha de extrañarnos, entonces, que Lillian se sintiera fuera de lugar en esa nueva generación que estaba tomando las riendas en el negocio de la moda y decidiera abandonar la fotografía profesional para siempre. Tan radical fue su decisión que destruyó gran cantidad de negativos y guardó en bolsas muchos otros para arrojarlos a la basura, aunque ni siquiera se molestó en hacerlo. Simplemente las dejó abandonadas. Tan decepcionada estaba de todo aquello que durante más de 20 años había sido el centro de su vida profesional. Su esposo llegó a la misma conclusión. Tras la limpieza total de su estudio, lo cerraron y, durante las dos siguientes décadas, ambos se dedicaron a otros menesteres. Bueno, en realidad Lillian siguió con la fotografía, pero casi como una aficionada que empieza su trabajo desde cero. Además de fotografiar grietas en el suelo, que siempre le fascinaron, se pasó al color y a los modelos masculinos, todo un giro copernicano en su estilo. Fotografiaba a los culturistas que veía desde su casa en la playa y luego trabajaba las imágenes deformando la musculatura al estilo de Francis Bacon.

El retorno de una gran artista
A mí me gustaría saber más acerca de la vida de Lillian entre 1971 y 1990, ese período que podríamos llamar los años oscuros de la artista. Para mí esta claro que ni ella ni Paul Himmel creían que su obra fotográfica tuviera un valor artístico perdurable. De ser así, nunca habrían destruido su trabajo. Así que simplemente se sentían profesionales de un oficio que habían abandonado y al que no pensaban volver jamás. De hecho, Himmel pasó a ganarse la vida con la psicología. Pero el destino también comete a veces graciosas travesuras y, para suerte de todos nosotros, aquellas bolsas de basura fueron recogidas por un asistente de Lillian, quien las depositó en  la antigua cochera del piso del matrimonio en el Upper East Side. Allí permanecieron olvidadas hasta que las encontraron mientras limpiaban la cochera para alquilarla. Pero ello no supuso ninguna novedad en la vida de Lillian, que las trasladó al desván. Sin embargo, en uno de sus viajes desde Londres, el historiador de arte Martin Harrison se topó con los negativos, que lo dejaron deslumbrado. Por ello aconsejó a Lillian que retomara su carrera. Ella al principio no se tomó la idea demasiado en serio, pero al final su orgullo profesional pudo más y la llevó a trabajar sus viejas fotografías con las más modernas técnicas de laboratorio. Se dedicó a reinterpretar su obra ya sin condicionantes profesionales, cara a cara con el arte, acentuando los aspectos oníricos, poéticos  y casi místicos de sus imágenes. Aquellas dos décadas de silencio no habían sido en vano, nunca transcurre nada en nuestras vidas que no nos lleve un paso más allá, y la vida de Lillian Bassman me parece el ejemplo más elocuente de ello. Si por algo se caracteriza especialmente su trabajo es por la permanente experimentación de nuevas posibilidades, su afán incansable de encontrar un lenguaje fotográfico que le permitiera dar cuerpo a sus ideas. Así resumía ella misma su papel en la historia: “Mi contribución ha sido la de fotografiar el mundo de la moda plasmando los sentimientos de una mujer vistos por los ojos de otra”.

 Cuando se divulgó su trabajo en 1993, John Galliano no tardó en reivindicar su extraordinario valor. Pronto llegaron las exposiciones en Europa (Hamburgo, Londres, París…), los premios y los reconocimientos públicos, y los encargos de las grandes firmas. Lillian, cercana a cumplir 80 años, volvía a reinar en el mundo de la moda. Paradojas de la vida, a esta mujer tan poco convencional, que supo reflejar como nadie la elegancia más lujosa, le gustaba vestir pantalones y camisetas, hasta el punto de que, algunas veces, le denegaron el acceso a los centros de moda donde debía trabajar. Hoy es un referente imprescindible para el estilo vintage. Hasta su muerte en 2012, con 84 años, esta infatigable artista siguió trabajando y experimentando las nuevas posibilidades de la fotografía digital y el photoshop. Toda una lección para nosotros.










 Fuentes consultadas:
 - Atitar, Mokhtar. “Lillian Bassman, la mirada fría de la moda”. El País. Web. 16/6/2014.
-Bas, Borja. “El tesoro de Lillian Bassman”.El País. Web.16/6/2014.
-González, Jose Angel. “Lillian Bassman, lo mejor de Photoespaña”. 29/5/2014. Web. 27/12/2014.
-“Lillian Bassman.The Darkroom of Loewe”. 11/7/2014. RevistaMetal. Web.27/12/2014.
-“Lillian Bassman”. En.Wikipedia. Web. 16/06/2014.
-“Lillian Bassman”. Staley-Wise Gallery. Web. 16/6/2014.
-“Lillian Bassman revive de la mano de Loewe”. El Mundo. Web. 16/6/2014.
-“Lillian Bassman. Pinceladas”. Photoespaña. Web. 16/6/2014.

miércoles, 24 de junio de 2020

PIONERAS. Figuras de la Residencia de Señoritas en la Edad de Plata de la cultura española

El centenario de la Residencia de Señoritas, "hermana" aventajada de la Residencia de Estudiantes


Hace poco más de 100 años se creó el grupo femenino de la Residencia de Estudiantes: la Residencia de Señoritas, el primer centro creado para fomentar la educación superior de las mujeres en España. La Residencia de Señoritas y el Lyceum Club Femenino Español, fundado en 1926, se convirtieron en referencias principales para el núcleo de mujeres que alcanzaron protagonismo en la cultura española de los años 20 y 30 del siglo pasado. En el madrileño barrio de Chamberí, donde se ubicaron los diferentes edificios de la Residencia de Señoritas, se mostró la exposición Pioneras, dividida en dos escenarios. Por una parte, en los muros exteriores de uno de los edificios que albergaron la Residencia de Señoritas, en la actual sede de la Fundación José Ortega y Gasset, se expusieron una selección de imágenes alusivas a la historia y labor en favor de la educación de la mujer en este centro.
Por otro lado, en el Centro Cultural Galileo se relataba el avance de las mujeres en la esfera social, política y económica de la España del primer tercio del siglo XX, a través de las biografías de 30 mujeres que destacaron en ese período. Las aportaciones de esas protagonistas a las artes, el deporte, la educación, la política, las humanidades y las ciencias contribuyeron al avance de su sociedad y las convirtieron en referentes para otras mujeres.


Pioneras ante un camino difícil
Los 30 nombres elegidos por los encargados de la exposición Pioneras, dentro de un núcleo que fue mucho más amplio y que se intentó representar a través de esa reducida pero importantísima muestra, forman un elenco imprescindible dentro de las mujeres que destacaron en el panorama intelectual y artístico de la Ia Edad de Plata de la cultura española.

La imagen que sirvió de emblema a la exposición se inspira en una viñeta publicada en The New York Times en 1920 que, sobre el título “ The Sky is Now her Limit” (el cielo es ahora su límite) mostraba a una mujer cargada con un yugo y dos pesados cubos de agua al pie de una escalera y, en los peldaños, los diferentes desempeños que, desde la esclavitud-el más bajo- a la Presidencia-el más alto-, podía alcanzar la mujer a partir de ese momento. Su autor, Bushnell, celebraba así la ratificación de la 19ª enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América, que permitía el voto de las mujeres: con la imagen de una pionera en la base de una escalera preparada para un ascenso sin límites, pero sin desuncirse del peso que dificultaría la subida.
Laboratorio Foster

Treinta pioneras españolas



Carmen de Burgos-Colombine (1867-1932), escritora
 Periodista, pedagoga y escritora, fue uno de los personajes femeninos más destacados en las primeras décadas del siglo XX. Autora de novelas, ensayos, artículos de prensa, conferencias y numerosas traducciones, se implicó, a través de sus escritos y de diferentes asociaciones, en la lucha por los derechos de la mujer, el divorcio, el sufragio femenino y la paridad civil. Trabajó para diversos diarios nacionales, como Diario Universal, La Correspondencia de España, El Heraldo de Madrid y ABC. Carmen de Burgos fue la primera corresponsal de guerra en España, al cubrir el conflicto con Marruecos de 1909.






Josefina Carabias  (1908-1980), periodista
 Estudió Derecho y se inició en el mundo de la prensa con una entrevista a Victoria Kent, en la revista Estampa. Trabajó como cronista parlamentaria en diarios como Ahora y La Voz en los años 30, así como en La Palabra, programa informativo de la radio española. Finalizada la Guerra Civil, comenzó a escribir para el diario Informaciones, que años más tarde la envió como corresponsal a Washington  (1954), lo que la convertía en una de las primeras corresponsales en el extranjero. Pocos años después, en 1959, fue corresponsal del Diario Ya en París. Además del periodismo, se dedicó también a la traducción y escribir libros de reportajes, novelas y biografías.



Victoria Kent (1892-1987), política y jurista
 Se doctoró en Derecho en 1924 y, a partir de ese año, ejerció como abogada. Se hizo muy popular en 1931 por ser también pionera en intervenir ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, en defensa de Álvaro de Albornoz, para el que consiguió la absolución. En 1931 fue elegida diputada de las Cortes constituyentes por Madrid. En mayo de ese mismo año, el presidente de la República, Aniceto Alcalá-Zamora, la nombró Directora General de Prisiones, convirtiéndose en la primera mujer española en ocupar un cargo público. Tras su paso por París y México, ya en el exilio de Nueva York, dirigió la revista Ibérica (1954-1974), influyente órgano de la oposición antifranquista.



Clara Campoamor (1888-1972), política y jurista
Fue, junto con Victoria Kent, una de las primeras abogadas en ejercicio y una de las tres mujeres elegidas diputadas en las Cortes constituyentes de 1931 donde defendió, contra posturas en las que primaba la coyuntura política del momento, el derecho al sufragio para las mujeres. El testimonio de todo este episodio lo recogió en 1936 en su libro Mi pecado mortal. El voto femenino y yo. Fue conferenciante asidua de la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, siempre en torno a los derechos de la mujer y la igualdad jurídica. Durante sus años de exilio se dedicó a traducir, a dar conferencias y escribir diversas obras, entre ellas, El pensamiento vivo de Concepción Arenal.





Margarita Nelken (1894-1968), escritora
Escritora, periodista, crítica de arte, publicó varios libros sobre la situación de la mujer en España, el primero en 1919, La condición social de la mujer en España. Su estado actual, su posible desarrollo. Tuvo una brillante carrera política: resultó elegida en las elecciones de octubre de 1931, en las de noviembre de 1933 y en febrero de 1936. Fue la única mujer que obtuvo las tres actas parlamentarias durante la segunda República. Asimismo, fue la única diputada estuvo presente en la última reunión de las Cortes republicanas que se celebró en España el 1 de febrero de 1939, en los subterráneos del Castillo de Figueras. En México, donde se exilió, sobresalió también como crítica de arte y periodista.






Concha Espina (1869-1955), escritora
A través sus obras, la escritora cántabra defendió los derechos de la mujer y la promoción de la mujer en la vida pública. Colaboró en diversos periódicos como El Correo Español de Buenos Aires y en España con La Libertad ABC de Sevilla y El Diario Montañés. Obtuvo numerosas distinciones y honores, como los premios otorgados por la Real Academia Española a La Esfinge Maragata (1914) y Tierras del Aquilón (1924), o el Premio Nacional de Literatura de 1927, por Altar Mayor. En 1924, fue nombrada hija predilecta de Santander. Fue candidata al Premio Nobel de Literatura en tres ocasiones consecutivas: 1926, 1927 y 1928.








María de Maeztu (1881-1948), pedagoga
 Fue alumna de Unamuno y discípula de Ortega y Gasset. Tras ampliar estudios en diferentes países europeos, en 1915 fue nombrada directora de la Residencia de Señoritas y en 1918 directora de la Sección Preparatoria del Instituto-Escuela. Brillante oradora, impartió conferencias y asistió a congresos y reuniones por todo el mundo. En 1919 fue nombrada doctora honoris causa por el Smith College (EEUU). En 1926 fue la primera presidenta del Lyceum Club. Fue la primera mujer que formó parte del Patronato de la Junta para Ampliación de Estudios, además de Consejera de Instrucción Pública, miembro de la Asamblea Nacional y profesora de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Central.





Ana María Gómez González-Maruja Mallo (1902-1995), pintora
 Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, relacionándose con artistas y escritores como Salvador Dalí, Concha Méndez, Federico García Lorca, Luis Buñuel, María Zambrano, Miguel Hernández o Rafael Alberti. Su primera exposición fue organizada por Ortega y Gasset en los salones de Revista de Occidente (1928): fue un éxito y el punto de partida de su brillante carrera. Viajó a París con una beca de la Junta para Ampliación de Estudios. Allí tuvo la oportunidad de conocer a pintores como Magritte, Ernst o Miró y a poetas como André Bretón Paul Éluard. Tras un exilio de 25 años en Argentina y en otros países americanos, regresó a España y se instaló en Madrid. Durante los últimos años de su vida recibió múltiples homenajes y reconocimientos.





María Gutiérrez Blanchard- María Blanchard (1881-1932), pintora
Fue una de las pintoras más importantes de la vanguardia española e internacional. Artista de enorme talento, profundo sentido del arte y poderosa personalidad, su arte pasó por varias etapas siempre marcadas por su genio y personalidad única. Tras dos estancias previas, en 1919 se estableció definitivamente en París. En la década siguiente obtuvo gran éxito y reconocimiento en los ambientes artísticos europeos. María Blanchard es una de las grandes figuras de la pintura española contemporánea. Prueba de ello es que los más grandes pintores, poetas e intelectuales de la época se sintieron subyugados por su arte.






María Zambrano (1904-1991), filósofa
María Zambrano es una de las principales figuras del pensamiento español del siglo XX. Destaca por la originalidad de su pensamiento y su aportación en pro de la renovación de la filosofía occidental. Discípula de José Ortega y Gasset, tuvo contacto con importantes personalidades de la época como Manuel García Morente, Federico García Lorca, Julián Besteiro, Rosa Chacel o Xavier Zubiri. Participó en las tertulias de Revista de Occidente y colaboró en diversos periódicos. Desde 1931, fue profesora auxiliar de la Cátedra de Metafísica en la Universidad Central. Durante su largo exilio publicó sus obras filosóficas más importantes. Ya al final de su vida obtuvo numerosos reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, en su primera edición (1981) y el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, en 1988.






Zenobia Camprubí (1887-1956), traductora
Vivió parte de su juventud en Estados Unidos donde se educó. En 1916 se casó con el p
oeta Juan Ramón Jiménez. Realizó las primeras traducciones al español de la obra de Rabindranath Tagore. Fue también una estrecha colaboradora y antóloga de la obra de su marido y también ella misma escritora. Colaboró con la Residencia de Señoritas y con el Lyceum Club. Mujer emprendedora e independiente, a través de diversas iniciativas contribuyó a difundir la cultura española en los ambientes intelectuales Estados Unidos. Una de sus más conocidas iniciativas fue el negocio de arte y artesanía que abrió en Madrid, llamado Arte Popular Español.







María de la O Lejárraga -María Martínez Sierra (1874 -1974), escritora
Personalidad influyente y polifacética, fue maestra, escritora, dramaturga y periodista. En 1918 fue la figura más relevante de la Unión de Mujeres de España. Participó como conferenciante en las actividades de la Residencia de Señoritas y fue activa socia del Lyceum Club. En 1931 crea la Asociación femenina para la Educación Cívica. Perteneció al Partido Socialista Obrero Español. En 1933 fue elegida diputada por Granada y designada vicepresidenta de la Comisión de Instrucción Pública. Es autora de textos teatrales, libretos, cuentos, ensayos, libros autobiográficos y novelas.








Rosa Sensat (1873-1961), pedagoga
Se la reconoce como la principal impulsora de la renovación de la escuela pública catalana durante las primeras décadas del siglo XX. Fue directora desde su creación de la Escuela del Bosque, en Montjuic (1914). Su papel resultó fundamental en el proceso de renovación pedagógica de la época, impartiendo conferencias en España y Europa. Sus viajes al extranjero le permitieron conocer otros modelos educativos y entrar en contacto con algunos de los especialistas más destacados de su época. Ocupó cargos directivos en las principales asociaciones y entidades educativas de Cataluña. En 1930 pasó a dirigir el Grupo escolar Milà i Fontanals. Entre sus obras destaca Hacia la nueva escuela, en 1934.








María Goyri (1874-1954), escritora
Fue una de las primeras universitarias españolas. Licenciada en Filosofía y Letras en 1896, se doctoró en 1909. Colaboró en la Revista Popular con una sección titulada “Crónicas femeninas” donde escribió artículos en defensa de la igualdad de las mujeres en el acceso a la educación. Fue profesora en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, en la Residencia de Señoritas y en  el Instituto-Escuela. Con su marido, Ramón Menéndez Pidal, colaboró estrechamente en la tarea ingente de recopilar y estudiar el Archivo del Romancero. También se ocupó de estudiar la obra de otros autores, en particular la de Lope de Vega. Publicó sobre estos temas varios libros y artículos en las más prestigiosas revistas nacionales y extranjeras.









Encarnación Aragoneses- Elena Fortún (1886-1952), escritora
Una de las escritoras de literatura infantil y juvenil más conocidas en España. En 1928 creó el célebre personaje de Celia Gálvez de Montalbán. La historia de esta niña madrileña, imaginativa y que miraba desconfiada el mundo de los adultos, obtuvo un gran éxito y fue protagonista de una larga serie de novelas. Además de Blanco y Negro, Elena Fortún colaboró en otras revistas como Cosmópolis o Crónica, y en algunas infantiles como Macaco y El perro, el ratón y el gato. La autora creó otros famosos personajes como Cuchifritín y Matonkiki. En sus libros, Elena Fortún mostraba su conocimiento de la psicología infantil y una novedosa habilidad para conectar con los niños.










Concha Méndez (1898-1996), escritora
Publicó su primera obra, Inquietudes, en  1926. Dos años más tarde, Surtidor y, en 1930, Canciones de mar y tierra. En sus primeras obras se aprecia la influencia de Rafael Alberti y Federico García Lorca. Casada en 1932 con el poeta Manuel Altolaguirre, juntos trabajan como impresores y editores publicando, a través de diferentes sellos, a autores clásicos y modernos, colecciones de poesía y revistas. Todavía en la década de los 30 publicó dos nuevos poemarios, Vida a vida y Niño y sombras, así como varias obras de teatro. En sus años de exilio en Cuba y México publicó nuevos libros. Sus Memorias habladas, memorias armadas, editadas por su nieta, son un magnífico testimonio de su extraordinaria personalidad.




Rosa Chacel (1898-1994), escritora
 Estudió en la Escuela de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En sus años de formación frecuentó las tertulias de la Granja del Henar y Pombo y el Ateneo de Madrid, donde dio su primera y polémica conferencia: “La mujer y sus posibilidades “. Casada con el pintor Timoteo Pérez Rubio, residió en Italia entre 1922 y 1927. De nuevo en Madrid, participa en los círculos de Revista de Occidente y La Gaceta literaria, y colabora en esas y en otras publicaciones. En 1930 aparece su primera novela Estación: Ida y vuelta. Tras la Guerra Civil continuó su actividad literaria en el exilio, donde publicó algunas de sus principales novelas, así como ensayos y traducciones. Obtuvo el Premio de la Crítica por Barrio de Maravillas (1976), el Premio Nacional de las Letras (1987) y el Premio Castilla y León de las Letras, en 1990, así como  la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes en 1993.




María Moliner (1900-1981), lexicógrafa
“La mujer que escribió un diccionario”, dijo de ella Gabriel García Márquez. Su nombre se identifica con su gran obra, el Diccionario de Uso del español. Licenciada en Historia, se formó como filóloga y léxicógrafa. Desarrolló una labor muy activa en la política bibliotecaria de la década de los años 30. En 1952, el regalo de su hijo Fernando del Learner´s Dictionary of Current English, le hizo reflexionar sobre la posibilidad de realizar un texto que pudiera colmar las deficiencias del DRAE. La idea era hacer “un pequeño diccionario… en dos añitos “. Tardó más de 15 años en componer su diccionario. La edición original fue publicada en 1966-67 por la editorial Gredos.





Carmen Baroja (1883-1950), escritora y etnóloga
 Hermana del escritor Pío y del pintor Ricardo Baroja y madre del antropólogo Julio Caro Baroja y del director de cine y escritor Pío Caro Baroja. Participó activamente en la fundación del Lyceum Club Femenino, presidido por María de Maeztu, y en el teatro de cámara El Mirlo Blanco. Escribió artículos y libros como El encaje en España, resultado del trabajo museístico y de investigación que desarrolló en la catalogación de piezas para el Museo Histórico Textil. Además de relatar la historia del encaje desde sus inicios hasta su mecanización en el siglo XX, el libro explica su función como fuente de ingresos para las mujeres. Una de sus obras más famosas son sus singulares memorias tituladas Recuerdos de una mujer de la generación del 98.







Matilde Ucelay (1912-2008), arquitecta
 Fue la primera arquitecta en España. Ingresó en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Madrid en el año 1931 y terminó la carrera en 1936, un año antes de lo previsto. En 1936 fue la única mujer miembro de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. A pesar de las dificultades que tuvo que afrontar, incluida la depuración que sufrió en 1940 y que le impidió ejercer su profesión durante cinco años, tuvo una extensa vida profesional en la que realizó alrededor de 120 proyectos entre los años 1940 y 1981. Su trayectoria fue reconocida con el Premio Nacional de Arquitectura en 2004.








Pilar Careaga (1908-1993), ingeniera industrial
Fue la primera mujer española en licenciarse en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, en 1929. Generó estupor su decisión de realizar sus prácticas de último curso en la cabina de una locomotora de vapor, siendo la primera mujer española en conducir un tren. Confesó que esta era su vocación desde los tres años. Aun así, no ejerció la profesión, prefiriendo dedicarse a la carrera política. Colaboró e impulsó la revista Acción Española y fue candidata por Vizcaya de Renovación Española en 1933. En este campo ocupó varios cargos, llegando ser alcaldesa de Bilbao y una importante figura política de la época.






Margarita Comas (1892-1973), científica y pedagoga
Titulada por la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio de Madrid y profesora de Ciencias Naturales de la Escuela Normal de Maestras de Santander, Margarita Comas inició en 1921 sus estudios en la Facultad de Ciencias. Durante dos años realizó investigaciones biológicas en la Sorbona de París, para su tesis doctoral, y fue una de las primeras doctoras en Ciencias Naturales (1928). Publicó en prestigiosas revistas nacionales e internacionales y ejerció de profesora en distintas escuelas y universidades. Figura destacada en el campo de la pedagogía, tuvo un papel fundamental en la introducción de la didáctica de las Ciencias en España.








Elisa Soriano (1891-1964), médica
Doctora en oftalmología, fue una de las fundadoras de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, en 1918 y miembro activo de la Juventud Universitaria Femenina, de la que fue presidenta. Una de sus preocupaciones fue conectar estas asociaciones con otras organizaciones de carácter internacional. En 1928 ganó por oposición una plaza como médico en la marina mercante y ese mismo año creo, con un grupo de colegas, entre las que se encontraban la doctora Arroyo de Márquez y Concepción Alexandre, la Asociación de Médicas Españolas.





Margot Moles (1910-1953), deportista
Conocida como “la reina del de esquí del Guadarrama”, fue la primera española en participar en unos Juegos Olímpicos de Invierno, en Garmisch-Partenkirchen. Combinó sus grandes victorias en esquí alpino con la práctica de otros deportes, donde también destacó con plusmarcas nacionales: especialmente en los lanzamientos, en atletismo y en natación. Sus éxitos se completaron con la difusión del deporte femenino español en la sociedad de su tiempo. Eran muy seguidos sus entrenamientos en los campos de deportes de la Residencia de Estudiantes, el Stadium de la Ciudad Universitaria o las pistas de esquí de Guadarrama.




Margarita Xirgú (1888-1969), actriz y empresaria teatral
Fue una de las grandes actrices teatrales españolas del siglo XX. Interpretó obras de los principales autores españoles y extranjeros. Destacó sobre todo por sus papeles trágicos y su figura está asociada especialmente a las obras de Federico García Lorca por sus brillantes interpretaciones de las mismas. El éxito en Barcelona, en 1935, de Doña Rosita la soltera fue extraordinario. Tuvo una destacada carrera internacional e interpretó también papeles en el cine. Asimismo fue importante su faceta de directora y empresaria teatral, primero en España y posteriormente en Chile, Uruguay y Argentina. En Montevideo dirigió la Escuela de Arte Dramático, desde su fundación en 1949, y dirigió varios teatros de América Latina.







Encarnación López Júlvez, La Argentinita (1895-1945), bailarina y coreógrafa
Su primera actuación en público fue con apenas ocho años. A partir de entonces, se la conoció por La Argentinita, para distinguirla de la también célebre Antonia Mercé, la Argentina. Colaboró en múltiples proyectos con poetas, músicos e intelectuales de la época. En la década de los 20 grabó un disco de Canciones populares españolas en el que colaboró con Federico García Lorca. En los años 30 creó su Compañía de Bailes Españoles, un ambicioso proyecto en el que colaboraron músicos y pintores de vanguardia y que supuso la renovación y difusión internacional del baile español a través de sus actuaciones por toda Europa y América.







María Guerrero (1867-1928), actriz
 Actriz dramática española. Obtuvo grandes éxitos en la escena española y europea de la época. Debutó en 1885 en el Teatro de la Comedia de Madrid, y en 1890 ya era primera actriz del Teatro Español. En 1894 creó su propia compañía, integrando importantes nombres de la escena. Hizo numerosas giras por países europeos y americanos, inaugurando teatros en Uruguay y Argentina. También contribuyó a la creación del Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires. Obtuvo numerosas distinciones, como la como las de Hija Predilecta de Madrid y la Gran Cruz de Alfonso XII.









María Bernaldo de Quirós Bustillo (1898-1983), aviadora
Fue la primera mujer en obtener el título de aviadora concedido por la Escuela del Real Aeroclub de España de Getafe, el 24 de noviembre de 1928,17 años más tarde que la primera licencia del país. Marcó un hito en la aviación como pionera a los mandos de un avión. Fue también la primera instructora de formación y entrenamiento de futuros pilotos. Desde 1936 abandonó el pilotaje de aviones aunque mantuvo siempre su carnet de aviadora.










Elisa María González-Álvarez López-Chícheri, Lilí Álvarez (1905-1998) tenista
Practicó con éxito varios deportes ante su nombre está ligado sobre todo al tenis, donde obtuvo sus mejores resultados. Además de esta disciplina, practicó patinaje, esquí, alpinismo, equitación, hockey y automovilismo. En el tenis, Lilí Alvarez fue pionera con un juego atrevido y dinámico, llegando a ser la jugadora más importante de España en 1920. Entre 1926 y 1928 consiguió disputar tres finales consecutivas en el torneo de Wimbledon y una en dobles femeninos en Roland Garros . Fue considerada la segunda mejor jugadora del mundo después de Helen Willis. También fue escritora y periodista internacional.







Aurora Villa (1913-2002), deportista
 Pionera del deporte femenino español. Sus mayores éxitos están ligados al atletismo, siendo campeona y plusmarquista de España en diferentes pruebas. En el año 1931 logró la mejor marca mundial en el lanzamiento de martillo. Destacó además en esquí, baloncesto, piragüismo y natación, donde batió varios récords nacionales. Practicó también la pedagogía del deporte, enseñándolo a los alumnos del Instituto-Escuela. Al margen de la carrera deportiva, Aurora Villa estudió Medicina y también en este campo fue pionera, especializándose en oftalmología por la Universidad de Londres.






La voz de las mujeres


Las mujeres, como autoras o protagonistas de las publicaciones periódicas, habían tenido hasta principios del siglo XX una existencia anecdótica y de curiosidad. Sus firmas se escondían en siglas o en seudónimos: Cecilia Bohl de Faber firmaba como Fernán Caballero en el siglo XIX y Carmen de Burgos, 50 años más tarde, lo hacía como Colombine.
Las reformas en la prensa tras la ley de 1883 y el avance del mundo femenino en la sociedad, cambiaron el panorama de las publicaciones de actualidad. Aparecieron cada vez más asiduamente nombres de mujeres firmando las columnas, los reportajes y las entrevistas, y algunas de ellas hicieron del periodismo su ocupación principal, como la propia Carmen de Burgos, María Luz Morales o Josefina Carabias, o escribieron en la prensa como plataforma para sus carreras profesionales e intelectuales, como Emilia Pardo Bazán o las hermanas Nelken.
El acceso cotidiano de las mujeres a papeles sociales y profesionales cada vez más relevantes, provocó un aluvión de información sobre este nuevo rol del mundo femenino en las páginas de los principales periódicos y revistas y reservó muchos espacios en las recién nacidas emisiones  radiofónicas. Las conquistas y avances de cada pionera fueron sacadas sacados a la luz de las imprentas con grandes titulares que, en muchas ocasiones, sirvieron de reclamo y guía para que otras mujeres siguieron el camino iniciado.
Este avance causó también el nacimiento de numerosas publicaciones de prensa femenina especializada, debidas al asociacionismo emergente en esos primeros años del siglo XX, a la lucha por los derechos de las mujeres y al recién nacido feminismo. Títulos como Mundo Femenino, La Voz de las Mujeres o El Pensamiento femenino son ejemplos de numerosas cabeceras que poblaron el mundo del periodismo en su etapa más dorada de la historia de España.

La Residencia de Señoritas 


El grupo femenino de la Residencia de Estudiantes abrió sus puertas en octubre de 1915. Dirigido por María de Maeztu, la Residencia de Señoritas fue el primer centro creado en España para fomentar la educación superior de las mujeres.
Desde los dos edificios que originalmente ocupó en la calle Fortuny, la Residencia de Señoritas creció hasta ocupar los 12 edificios y pabellones con los que contaba en 1936. Así, mientras que en su primer curso alojó a 30 alumnas, en 1936 tenía alrededor de trescientas residentes.
El grupo femenino de la Residencia, dependiente de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, contó para su desarrollo con la colaboración de una entidad norteamericana creada también para promover la educación de las mujeres, el International Institute for Girls in Spain.
La Residencia de Señoritas se convirtió en uno de los lugares de referencia de la cultura protagonizada por mujeres de su tiempo. Es sumamente significativo el progresivo aumento en el porcentaje de universitarias que se produjo entre su alumnado.

Fueron residentes Victoria Kent, Josefina Carabias, Marina Romero o Dorotea Barnés. María Goyri, María Zambrano y Maruja Mallo formaron parte de su profesorado. En sus actividades participaron pioneras como Clara Campoamor, Zenobia Camprubí o María Lejárraga, además de nombres internacionales como los de Marie Curie, Gabriela Mistral, María Montessori o Victoria Ocampo.

El Lyceum Club Femenino 
En 1926 un grupo de mujeres se reunieron en los salones de la Residencia de Señoritas para crear el Lyceum Club Femenino. Su primera presidenta fue María de Maeztu y en su primera junta directiva figuraron, entre otras, Isabel Oyarzábal, Victoria Kent y Zenobia Camprubí.

El Lyceum Club nació a imagen y semejanza de otros clubes de mujeres que habían ido surgiendo por diversas ciudades europeas y americanas, siguiendo el modelo del primero de todos ellos, creado en 1903 por la escritora británica Constance Smedley en Londres.
Como señaló María Teresa León, una de sus socias, el Lyceum Club nació para adelantar el reloj de España. Durante sus años de existencia, y con no poca oposición y polémica por parte de los sectores más reaccionarios, el Lyceum Club organizó un amplio abanico de actividades: conferencias, exposiciones, funciones teatrales, conciertos, fiestas… etc. y constituyó un espacio singular en el que las mujeres tomaron conciencia de su entidad como colectivo y se organizaron para reclamar un espacio propio en la cultura y la sociedad de su tiempo.
Las socias del Lyceum debían ser mujeres activas en las artes, las ciencias, en actividades sociales o estar en posesión de títulos académicos. Carmen Baroja, María Martos, Zenobia Camprubí, María Goyri, María Lejárraga, Isabel Oyarzábal, Victoria Kent, Clara Campoamor, María de Maeztu, Concha Méndez, Ernestina de Champourcin, Elena Fortún, María Teresa León o Carmen Conde fueron algunas de las socias del Lyceum.


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Tuve la oportunidad de visitar la exposición Pioneras en mayo de este año y desde los primeros instantes me ilusionó la idea de poder compartir la experiencia con todas las personas que no la hubiesen podido ver.
He transcrito los textos de los paneles con unas mínimas adaptaciones y he buscado fotos. A eso se ha limitado mi labor, porque el trabajo divulgativo que habían hecho los organizadores era inmejorable. Como puede imaginarse, no están todas las que deberían estar pero las que figuran son muy destacadas. Algunas de ellas nos son poco conocidas, aunque han fallecido en fechas recientes, porque se vieron obligadas a vivir en el exilio por sus implicaciones políticas durante la República, o bien porque al régimen franquista no le interesó airear los éxitos deportivos de unas mujeres que, según su retrógrada ideología, debían estar "en casa y con la pata quebrada". Es evidente que hay mucho más que contar de todas estas grandísimas figuras, que emocionan por sus enormes triunfos profesionales en una época en que navegaban con todo el viento en contra, pero poner los treinta nombres juntos, en su diversidad de actividades y logros, permite ver que no fueron personalidades aisladas sino parte de un movimiento muy activo y que, lamentablemente, se cortó de raiz casi 40 años. Me gustaría que disfrutarais de la experiencia tanto como yo.