Louise Michel, Educadora (1830-1905) En Nueva Caledonia. Fuente Wikipedia |
A Louise Michel la nacieron en la primavera de 1830, hija natural de una sirvienta y un terrateniente (o del hijo del patrón). Disfrutó de una infancia feliz y recibió una educación esmerada y liberal. Leyó a Voltaire y a Rousseau. Soñó con ser poeta y estudió magisterio, pero no pudo ejercer en la escuela pública por negarse a jurar bajo el imperio de Napoleón III. Eso no le impidió abrir escuelas libres en las que desarrolló una pedagogía innovadora, insistiendo en la responsabilidad y participación del alumnado y escribiendo piezas teatrales que interpretaban sus alumnas. En 1850 le escribió a Víctor Hugo, y ya mantuvieron correspondencia hasta el final de los días del célebre escritor de Los miserables.
En 1856 se traslada a París. Abre escuela en Montmartre y luego en la calle Oudot con unas sesenta alumnas en 1870. Publica textos y poemas bajo el seudónimo de Enjolras, personaje de Víctor Hugo. Enseña ciencias naturales y lee a Darwin y a Claude Beernard mientras colabora con el semanario Le Droit des femmes. Frecuenta los ambientes socialistas y revolucionarios, pugnando activamente por la independencia de la mujer trabajadora.
Tras la derrota de Napoleón III en la Guerra franco-prusiana, asumirá importantes responsabilidades en la defensa de la capital y será protagonista de la Comuna de París, primer gobierno autogestionario de la clase obrera en el mundo, primero como presidenta del Comité de Vigilancia de un distrito. Encabeza la manifestación de mujeres que impide que los cañones de los comuneros caigan en manos de los Versalleses, logrando la confraternización del pueblo y la soldadesca.
Durante los meses de la Comuna organiza comedores infantiles y orfanatos laicos, idea la formación de escuelas profesionales y combate en las barricadas, ejerciendo de enfermera, reclutando mujeres para conducir ambulancias y liderando un batallón femenino. Se entregó a los Versalleses para obtener la liberación de su madre, que amenazaban con fusilar. Tras la victoria de los tropas del gobierno francés de Versalles, su compañero sentimental Teófilo Ferré fue ejecutado en noviembre de 1871. Luisa le dedicará el poema "Los claveles rojos". La "Loba roja" es condenada por un consejo de guerra a diez años de destierro en los campos inhóspitos de Nueva Caledonia, tras cumplir veinte meses en prisión.
En la colonia francesa permaneció siete años. En Nueva Caledonia se empapó de la ideas anarquistas de Nathalie Lemel, encuadernadora y líder de la Unión de Mujeres en la Comuna. Corrieron rumores de una unión lésbica entre las dos. Luisa estudió y recogió datos de la flora y la fauna, que envió al Instituto Geográfico de París. Se acercó a los canacos, tenidos y temidos por antropófagos. Aprende su lengua y monta una escuela tomando partido por los nativos en la revuelta de 1878. Incluso tuvo tiempo y fuerzas para fundar un periódico: Petites affiches de la Nouvelle-Callèdonie y para publicar la Leyendas y canciones de gestas canacas. En 1878 se le permitió retomar su labor docente en la isla de Noumea como maestra de hijos de los deportados.
Con la amnistía de los comuneros regresa a París en 1880 ovacionada por la multitud y convertida en leyenda: "La Virgen Roja". Su obra La miseria publicada por entregas alcanza enorme éxito. Imparte charlas y conferencias y participa en mítines en los que enarbola por primera vez la bandera negra libertaria, desmarcándose del autoritarismo socialista. Encabeza una manifestación de desempleados que acaba en el saqueo de tres panaderías y es condenada a seis años de prisión. En la cárcel se mostrará activa en defensa de las prostitutas a las que considera víctimas de explotación social.
Fue amnistiada por el presidente de la III República y en 1887 se declara contra la pena de muerte. Un año después es víctima de atentado, herida en la cabeza se niega a denunciar al agresor. Recuperada, sus discursos incendiarios provocan desórdenes y es arrestada y luego liberada. Por temor a que la internen en un manicomio, se exilia en Londres donde gestionará una escuela libertaria. A su regreso a Francia en 1895 funda Le Libertaire con Sebastián Faure.
En 1896 participó en Londres en el Congreso obrero en el que se produjo la ruptura entre marxistas y anarquistas. En 1897 fue detenida y expulsada de Bélgica por sus actividades revolucionarias. Todavía a principios del siglo XX, ya septuagenaria, supervisa la publicación de su abundante obra literaria y da conferencias por toda Francia. Fallece de una pulmonía en enero de 1905 en un hotel de Marsella. Miles de personas acudieron a su funeral en París.
Se había convertido en un icono del anarquismo, del feminismo, pero merece también ser considerada una autoridad pedagógica del movimiento obrero y del liberalismo social en general, como un ejemplo de altruismo y activismo comprometido a favor de los menesterosos. Seguramente sus poemas, leyendas y cuentos merecerían más atención. Hoy se dice que su novela La miseria profetiza la crisis social de los suburbios franceses de las grandes ciudades en nuestros días. Algunas escuelas francesas llevan su nombre y una estación de metro de París. Durante la guerra incivil española, dos batallones de brigadistas internacionales se llamaron "Luise-Michel".
Louise Michel, de Guardia Nacional |
Debió de ser en los últimos años del siglo XIX, cuando Alejandro Sawa, el "Hiperbólico andaluz" de las Luces de Bohemia de Valle-Inclán, asistió a una conferencia de la educadora francesa y famosa revolucionaria en el boulevard des Capucines de París, entre un público que nuestro poeta caracteriza de "mundano" y, por consiguiente, poco apropiado para que la "conferencista" pudiera ensayar "esos aletazos que desde el ras de lo innoble le levantaban, tantas veces, hasta las cimas de lo absoluto" (Iluminaciones en la sombra, 1910).
La conferencia duró dos horas y Sawa describe a Luisa Michel como una leona encerrada en un gallinero. Dice de ella que no era mujer, sino llama; pequeñita, demacrada, toda ojos, iluminada;
"sus manos parecían gozar de familiaridades con el rayo, y en la constante convulsión del cuerpo había algo de los estremecimientos sagrados de las pitonisas"... "la palabra 'amor' fluía de sus labios con la misma abundancia que el agua de los manantiales".
Su corazón, templo universal de la misericordia.
Reconoce Sawa que las palabras de revuelta de la activista francesa fueron un buen tónico o cordial para su corazón herido...
"¡Una noche de fiebre en que mi exaltación fue tanta que juzgué hacedera la empresa de unir en comunión de amor a todos los hombres!"
Eso sucedió cuando ya el romanticismo idealista, ácrata y bohemio, ejemplarizante o maldito, periclitaba.
Interesantísima entrada. Tengo que entonar un mea culpa porque no había oído hablar de este personaje volcánico y fascinante. Sin duda tenía dentro de sí una fuerza de la naturaleza desatada, un sentido ético ejemplar y una inteligencia privilegiada, por no hablar de la vocación humanitaria inquebrantable que la llevó a abrazar la causa de todos los desheredados de la tierra. Ya podíamos tomar buen ejemplo. Mil gracias al autor por descubrirnos a esta gigantesca figura.
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