1_ Preludio en re
menor
Cuenta la leyenda que cuando Goebbels enseñó a Hitler una
copia de Blancanieves y los siete
enanitos, el dictador lloraba de rabia mientras se lamentaba, “¿por qué
nosotros no podemos hacer esto?” (Hitlers Traum von Micky Maus,
Cuando Hitler soñaba con Mickey,
documental de Heinz Tischmeyer, 1999). A partir de entonces, ya comenzada la
Segunda Guerra Mundial, el ministro de propaganda tuvo el encargo de organizar
estudios de animación en Alemania que imitasen el estilo Disney, con el afán de
superar lo que Hitler había visto ese extraño día de 1937.
Sin embargo, desde el advenimiento del Tercer Reich en 1933,
los animadores más geniales de Alemania se habían visto forzados a dejar su
país, estigmatizados, como sucedía con los artistas de Vanguardia, con la
etiqueta de artistas degenerados:
Hans Richter y Oskar Fischinger, maestros de la animación abstracta, emigraron
a EEUU para continuar, no sin altibajos, sus respectivas carreras –Fischinger
llegó a ser una inspiración para la Fantasía
de Walt Disney, aunque jamás se le reconoció en créditos–. Lotte Reiniger,
animadora de siluetas, y su marido Carl Koch, también padecerían la suerte del
exilio después de haber dado a luz el primer largometraje de animación europeo,
y el más antiguo que se conserva: Las aventuras del príncipe Achmed (Die Abenteuer des Prinzen Achmed, 1926).
Título principal de la película Las aventuras del príncipe Achmed (1926)
En sintonía con esos seis
grados de separación en la cultura occidental que hacían de 1922 la
efeméride común del matrimonio de Fritz Lang con Thea Von Harbou (padres de Metrópolis), la denuncia de H.G. Wells
del nacionalismo exacerbado y sus peligros, la escritura del Ulises de Joyce y la muerte de Proust, o
la reunión de Dalí, Lorca y Buñuel en la madrileña Residencia de Estudiantes,
es también en torno a esa fecha mágica, bullente de actividad cultural,
descubrimientos científicos y tensión política, cuando la casualidad quiere que Lotte comience la
realización del mencionado filme, un icono del cine Art Decó –es imposible no
pensar en Erté al ver sus estilizadas imágenes–, pero también una muestra del triunfo de la voluntad de un
reducidísimo grupo de artistas que doblegaron la materia para darle duración en
el tiempo. Sin embargo, veamos antes cómo Lotte llegó a este punto crucial de
la historia de la animación.
La joven Lotte Reiniger