Dialogamos nuevamente
en ATENEAS con María Lorenzo, para que nos cuente todos los detalles de su
último cortometraje de animación.
En tus cortos anteriores, Retrato de
D. y La flor carnívora, animabas
tus propios guiones. Sin embargo, La noche del océano se basa en un cuento del mismo nombre de Robert H. Barlow, un autor
con un enorme talento pero que permanece a la sombra de su mentor, el
célebre Lovecraft. ¿Qué te ha llevado a escoger precisamente
ese texto para tu nuevo cortometraje?
ML: Puede que el texto me escogiera a mí. En 2002, antes
de haber comenzado ninguno de los otros cortos, me compré varios libros de
Lovecraft que llevaban ilustraciones de H.R. Giger en la portada. A Giger lo
habíamos conocido en unas lecciones de doctorado sobre Anatomía y Morfología Estética,
y en estas clases incluso habíamos visto Alien
(una película de lo más lovecraftiana). Así que sentí curiosidad por el
escritor. Pero cuando leí La noche del océano
en su volumen de “relatos inéditos” (en realidad, escritos de sus amigos mayormente),
este relato me llamó la atención más que ningún otro. Parecía distinto al
estilo general de Lovecraft porque en su literatura siempre se comienza
intuyendo lo fantástico, y en el desenlace se confirma. Pero en este cuento,
no: lo fantástico es una posibilidad, pero, sea cierta o no, la única certeza
que nos queda, la de que el mar nos recuerda diariamente, es que un día será lo
único que siga moviéndose en este planeta.