Silvia Carpizo (Valencia, 1983) es una de las más
brillantes animadoras procedentes de esa cantera inagotable de talentos que es
la Universitat Politècnica de València.
Silvia ha llevado la animación española a lo más alto con sus dos rompedores
cortos: la deslumbrante ópera prima Alienation (2013) y el
multipremiado The Neverending Wall (2017). En Ateneas
queremos conocerla mejor como persona y como artista y, por eso, es un
enorme placer para nosotros que nos conceda esta entrevista, en la que
intentaremos desvelar algunos de los detalles de su interesante trayectoria
artística y de su singular proceso creativo.
A. De tu currículo sorprende descubrir que
hayas pasado de una disciplina teórica como es la Historia del Arte a dar lo
mejor de ti en las bellas artes aplicadas. Creo que tu caso demuestra que ver muros
entre disciplinas es un error que entorpece la posibilidad de alcanzar mejores
logros intelectuales. Y, por otra parte, tu trayectoria me recuerda esos
senderos en zigzag tan productivos en busca del “elemento” a los que se refiere
Ken Robinson en su conocido libro acerca del talento. ¿Cómo y cuándo
descubriste que la animación era lo tuyo?
S. C. Hola, Encarna, en primer lugar estoy encantada
de realizar esta entrevista y me siento afortunada que hayas considerado
conocer más mi trabajo, a través de tus preguntas para formar parte de tu
magnifico e interesante blog. Por ello, gracias. Ahora, en relación a tu
primera pregunta, y como bien señalas, es cierto que vengo de un ámbito teórico
pero la producción artística siempre estuvo en mí, no en un sentido académico
sino más de un modo natural, más bien autodidacta. Desde siempre escribí y
dibujé y experimenté con el arte. Mi primera opción de estudios siempre fueron
las bellas artes pero consideré la historia del arte como principal título
académico, por el fuerte cimiento que te otorgan estos estudios. Te permiten
ver el arte desde el otro lado, el teórico, mientras que yo siempre lo ejercí
de un modo práctico. Por eso me pareció esa opción sumamente interesante y
pensé que me formaría y complementaría mejor que solo con la producción
artística. Y no me equivoqué. Estoy orgullosa de mis estudios ya que me han
dado muchísimo y lo siguen haciendo. Han sido y son un entrenamiento brutal
desde el punto de vista visual y estético, que el estudio unilateral de las
bellas artes, en mi opinión, no me habría brindado. La teoría me ofrece millones
de referencias visuales que manejo inconscientemente y me ayudan a tomar las
mejores decisiones a la hora de plantearme ideas, proyectos o a la hora de
dirigir un equipo, para la realización de un cortometraje, aun siendo novel en
esto último. La animación, puede decirse, me encontró a mí. Me di cuenta, tras
dar muchos tumbos en diferentes ámbitos laborales, que las dos cosas que más me
apasionan en la vida y que me describen, que constituyen mi forma de vida, son
el arte y contar historias. Y la Animación consigue unir estas dos formas únicas
de expresión, así que es el modo ideal para mí, el que me permite expresar sin
límites lo que quiero contar, rompiendo los soportes clásicos, como el papel,
el lienzo o la propia realidad. La Animación es imaginación pura y, gracias al
medio audiovisual, permite contar a los demás las locuras que nos preocupan,
que nos inquietan o simplemente aquellas que se nos pasan por la cabeza, con
total libertad a través del arte ya no solo en movimiento sino vivo. Así que
sí, estoy definitivamente atrapada en la magia de esta disciplina artística. Pero,
ojo, sin límites, siempre experimentando, se puede realizar animación y
utilizarla transversalmente con la fotografía, la imagen real y/o otras
técnicas artísticas. No soy dibujante, ni pintora, ni animadora total y
exclusivamente. Intento no encasillarme en nada que me ponga límites a la
experimentación del arte; toda expresión artística es mi base y lo que quiero
contar, mi desarrollo, mi narración, es el resto.
A. A mí también me fascina la
interdisciplinariedad, así que me parece sumamente fértil tu planteamiento. Por
otra parte, tú cursaste el máster de Animación en la Politècnica de València y, en el marco del mismo, participaste en El
gato baila con su sombra, un proyecto colectivo coordinado por María
Lorenzo que fue considerado uno de los mejores cortos de 2012. Háblanos de tu
aportación a esa obra y sobre qué buscabas y qué aportó ese máster a tu
carrera profesional.
S. C. Sí, realicé el máster de animación de la Universitat Politécnica de València y,
en cierto modo, este cambió el curso de mi historia y fue una de las decisiones
más importantes de mi vida porque, sin él, no estaría aquí, ahora mismo. El
máster me abrió los ojos y fue el punto de partida de todo lo que realicé
después. Me enseñó las enormes posibilidades de la animación como expresión
artística y me proporcionó un bagaje artístico de carácter práctico tras el
cual ya no hubo vuelta atrás. Conocí a personas de una enorme riqueza
profesional y personal, que primero fueron mis profesores para después
convertirse en grandes amigos que no han dejado de apoyarme y motivarme. Este
es el caso de María Lorenzo, que me dio la gran oportunidad de trabajar en su
bonito proyecto “El gato baila con su sombra”. Ella es una artista que aprecio
muchísimo, que se ha hecho a sí misma desde el talento que posee, pero lo mejor
de ella es lo grandísima persona que es, noble y autentica, que no se anda con
tonterías. Es directa e integra y de esas cualidades se aprende y son las que
te hacen ser mejor persona. Personas como ella son las relaciones que se deben
mantener en la vida, las que se quedan. Trabajar en su proyecto para mí fue un
modo de decirme que me valoraba, y eso es algo que no se olvida, sobretodo
cuando estas empezando. Esos apoyos son vitales y, por ello, María y ese
proyecto fueron importantes para mí y lo siguen siendo. Fue un trabajo
colaborativo con más animadores, súper estimulante, muy espontáneo y creativo.
Teníamos que elegir unos fotogramas de cine clásico y reinterpretarlos con el
concepto de la sombra de un gato, a través de la rotoscopia libre. Es decir,
los fotogramas eran la base pero después, la intervención en ellos, autónoma.
Me gustó muchísimo experimentar con ese encargo. Mi objetivo fue disfrutarlo y,
aunque la aportación fue breve, me gusta señalarlo en mi currículo porque, como
antes comenté, fue importante para mí. Siempre diré que el máster me otorgó
mucho y siempre lo nombraré como mentor principal de mi trayectoria, señalando
a mis tres personas preferidas a las que también me acercó: mis ex profesores,
ahora amiguísimos, que siempre me alentaron y lo siguen haciendo, María Lorenzo,
Miguel Vidal y Sara Álvarez (risas). Parece una oda más que una contestación,
pero es como lo siento de verdad verdadera.
A. Coincido plenamente contigo en que tus tres
mentores merecen ese homenaje y ese emotivo recuerdo. Bueno, seguimos con las
preguntas. El corto de animación es un producto enormemente experimental,
altamente creativo y que, quizá por un estereotipo que tenemos sobre el arte y
los artistas, asociamos al talento juvenil novel y al amateurismo. ¿Cuál es tu
opinión acerca del espinoso debate sobre la exigencia de no profesionalización
en la animación de cara a obtener ayudas económicas?
S. C. Pues me parece, como bien has señalado, que
es un estereotipo muy evidente. El arte es una profesión, no un hobby, y la animación
es una disciplina a la que le dedicas muchísimas horas de tu tiempo, tu
esfuerzo y tu creatividad y eso es una actividad profesional de todas, todas.
Es insultante que aún se piense que los artistas deben vivir del aire porque, sobre
todo en este país, tratan tu elección como un capricho superficial. Es cierto
que es difícil de entender qué es lo que nos motiva a crear para la parte de la
sociedad que no siente esa motivación o ese impulso. Pero la cuestión es que aunque
no lo entiendan, que no lo harán, al menos deben respetarlo, de igual modo que
se respeta a un arquitecto o a un abogado y eso sólo se consigue si se concibe
la práctica artística, en general, y la realización de cortometrajes de
animación en particular, como una profesión. Creo que la realización de
cortometrajes profesionaliza a los numerosos artistas que participan en ellos,
que aportan su tiempo e ilusión. Entonces, la pregunta es: ¿por qué no deberían
cobrar por ello? ¿Por qué sí lo hacen los productores, distribuidores y demás
agentes que participan en la producción de la obra y los autores de las mismas
no? Es un sin sentido, todos viven de los creadores pero los creadores no viven
de nada si no tienen otra profesión que les dé estabilidad económica, y eso no
es justo. Y desde las instituciones esto debería cambiar ya mismo. Una subvención
debe permitir al autor obtener una remuneración y no ser una mera justificación
de producción, que se estrella contra montones de barreras burocráticas.
A. Pues sí que hay que cambiar muchos planteamientos
en esto de la animación “por amor al arte”. La Antropología Urbana investiga
las maneras en que las personas experimentamos la ciudad en sus distintas
dimensiones. Sin duda, el grafiti y el muralismo urbano son algunas de las
formas más palpitantes que tienen los urbanitas para interactuar con su medio
espacial y con sus semejantes. La editorial Gredos incluso recopiló en un
volumen los fascinantes grafitis pompeyanos, que para mí son como instantes de
vida congelados en el tiempo. ¿Qué es lo que te atrae a ti de esta forma de
expresión artística, hasta el punto de haberla hecho el tema de tus dos cortos
y parte de tus señas de identidad como artista?
S. C. El Arte del Grafiti es una disciplina
artística que siempre me ha interesado por numerosas razones: la pasión que
implica la intervención mural; su carácter efímero, su aspecto temporal, su
frescura; por su simbolismo; la emoción pura en su concepción; por el
sentimiento de rechazo que provoca en una sociedad a veces demasiado
anquilosada y que vive, sin darse cuenta, encerrada en innumerables parámetros
estandarizados; por la imprevisibilidad del momento, la acción espontánea y
prohibida; su relación con el medio urbano; su gratuidad… Como ves, muchos
aspectos que valoro. Para mí es sin duda un arte que comunica a través de todos
sus elementos y esa es la finalidad imprescindible que toda disciplina
artística exige. Por ello el arte del grafiti tiene derecho a llamarse arte con
mayúsculas, al lado de las denominadas obras de autor de disciplinas mayores
como la pintura o la escultura. Además hay que destacar, como bien has mencionado
en la pregunta, que existe un claro paralelismo entre los cambios sociales y
los cambios hacia este tipo de arte efímero y principalmente urbano, ambos
participes de la transformación del entorno. Es por ello que este lenguaje artístico me resulta atractivo para
transformarlo en algo más, convirtiendo el arte efímero en arte permanente,
vivo y de gran fuerza simbólica y visual de la mano del cine de animación, transformándolo
en lo que yo denomino Animación Mural. Me gusta jugar sobre las obras, crear
narraciones, introducir elementos propios, otorgarles vida, porque me lo piden.
Es decir, hay obras murales que no me dicen nada, no las visualizo a través de
la animación. Pueden ser buenísimas obras pero no me comunican, no me susurran
que les de algo más. En cambio otras lo piden a gritos y comienzo a visualizar
ya las escenas en movimiento, siempre otorgando un gran respeto hacia sus
autores, a los que intento convertir en colaboradores de la obra, como
diseñadores de personajes o concept
artists, haciéndolos partícipes de la obra final. De hecho, si no obtengo
sus permisos no intervengo aunque la ley lo ampare, al tratarse de obras que
pierden sus derechos de autor al realizarse en vías públicas (ley que no
comparto en absoluto). Pero esa autoría que la ley no reconoce yo sí lo hago y
no trabajo si los artistas no me dan su permiso colaborativo.
A. Por supuesto, esto es otra cuestión más a
reformar. Silvia, has obtenido hasta ahora una infinidad de reconocimientos por
tus magníficos trabajos. Háblanos de tu experiencia en los festivales y si los
encuentros con otros creadores en estos foros son un acicate para nuevas obras
y para crear redes de actuación común en un ámbito tan especializado como el
vuestro.
S. C. Participar en Festivales y acudir a ellos
es fundamental. Como tú misma señalas son un importante acicate para establecer
contactos, para crear futuras colaboraciones o encargos.
En Animación te das cuenta que somos una gran
familia, que además año tras año siempre coincidimos en ellos, convirtiéndonos
con el paso del tiempo, muchos de nosotros, también en amigos. La animación, aún
considerándola, en mi opinión, una técnica cinematográfica, es un mundo
diferente al de los realizadores del cine de ficción porque nos movemos en la
creación imaginativa y ellos se mueven desde la limitación de la realidad. Cuando
quieren romper ese límite en la ficción, ahí intervenimos los animadores, para
hacer realidad lo irreal dentro de su ficción. Por eso grandes películas y
cortometrajes de ficción cuentan con importantes departamentos de animación.
Pero cuando nos reunimos solo los animadores nos entendemos mejor, porque
nuestra disciplina principal es el arte, y los festivales se convierten en un
reencuentro esperado, en el que pasamos las horas hablando nuestro propio
lenguaje animado. Pero ya no sólo es eso. Incluso tenemos la necesidad de
realizar mesas redondas, debates y encuentros que presenten nuestras
inquietudes y derechos en un mundo audiovisual en el que, en este país, les
cuesta incluirnos como arte cinematográfico. No somos un género, somos una
técnica cinematográfica y dentro de esta hay números géneros: comedia, terror,
drama, experimental, etc., exactamente igual que en el cine de ficción. Dentro
del sector de la animación estamos utilizando los festivales y los encuentros
para conseguir que empiecen a reconocernos estos derechos ( Salón de rechazados
del cine de animación, por ejemplo, es una iniciativa surgida tras las últimas
nominaciones de los Premios Goya 2018, en donde autores que habíamos sido
preseleccionados como María Lorenzo con Impromptu,
Fernando Pomares con Morning Cowboy y
yo misma con The Neverending Wall,
entre otros increíbles trabajos, no logramos pasar de la preselección, quedando
en entredicho la valoración final porque los cortos finalmente nominados eran
cortometrajes que apenas habían tenido una trayectoria en festivales, frente a
la larga trayectoria de los nuestros, siendo por tanto una valoración que dio
más peso a los contactos y a los amiguismos que a la calidad, y esto no es una
opinión, es un comentario totalmente objetivo. La calidad es calidad, guste o
no, pero esos apoyos turbios sabemos que son algo muy frecuente en nuestro
país. Desde el sector de la animación quisimos mostrar nuestro desacuerdo
formando este evento paralelo a los Premios Goya, premios que año tras año infravaloran
nuestro trabajo, dejando fuera grandes proyectos por no tener apoyos finales
suficientes, en un sistema de votación arcaico y partidista. Poco a poco, desde
iniciativas independientes y de autor, vamos haciendo camino y fuerza para que
esto cambie. Por tanto, los Festivales, además de ser lugares que permiten la
exhibición de nuestros trabajos, así como puntos de encuentro con compañeros de
la animación, también se transforman en foros importantes, en donde fijar
objetivos y acciones que luchen por nuestros intereses ante los numerosos
vacíos institucionales que, por desgracia, nos encontramos aún en nuestro
sector.
A. Todo mi apoyo a ese Salón de Rechazados y a
los brillantes trabajos que acoge. Y encuentro muy interesante categorizar la
animación como técnica y no como género, algo en lo que no había pensado pero
en lo que creo que tienes toda la razón. Revoluciona la perspectiva con la que
miramos. Y hablando de revolucionarias, Virginia Woolf, en Una habitación
propia (1929) abrió un debate que todavía no se ha cerrado acerca de si la
creatividad femenina tiene un lenguaje propio y distintivo que la caracterice.
La autora, lógicamente, se refería a la literatura pero yo hago extensiva la
pregunta a la animación, especialmente teniendo en cuenta que has trabajado en
equipos en que las mujeres han sido mayoría: ¿Tú encuentras rasgos que apunten
a un estilo de animación típicamente femenino? ¿Consideras que tu condición de
mujer es un elemento relevante a la hora de llevar a cabo tu trabajo y si debe
incidir en su valoración?
S. C. En mi caso, nunca he baremado el porcentaje
de feminidad en mis trabajos y creo que tienen rasgos femeninos por el simple
hecho de ser yo misma una mujer, va intrínseco a ello. Ahora, en cuanto a
conceptualmente, no distingo por género, creo que mis trabajos realizados hasta
ahora no se pueden encuadrar por estos rasgos. Los elementos que utilizo son
preocupaciones o inquietudes sociales, englobando a toda la sociedad, tanto a hombres
como a mujeres y, aunque vivimos en una sociedad altamente patriarcal en la que
siguen realizándose abusos contra nuestro género, no es una inquietud que hasta
el momento haya expresado artísticamente. Me he movido en términos más
universales como el ritualismo, la alineación, las injusticias, el control
social, las barreras, etc., aunque no descarto hacerlo, porque me considero
feminista y defensora de la igualdad. Y es un tema que actualmente me preocupa
bastante, debido a los últimos acontecimientos que hemos vivido en nuestro
país. Por otro lado, sí apoyaré siempre la inclusión femenina y más en el
sector de la animación, que está altamente masculinizado y no porque no existan
mujeres con gran talento, porque las hay y muchísimas, sino porque no se les
otorga la visibilidad que deberían tener. En esto también hay un techo de
cristal y son los hombres, en su mayoría, los que están en los puestos de responsabilidad
y son ellos los que, a veces, no confían en el talento femenino para encomendar
los puestos de dirección. Pero nosotras tenemos que crear esa confianza en
nosotras mismas. Por eso, en el momento que tuve la posibilidad de contratar a
un equipo, lo hice así: confié en animadoras pero no por su género sino por su
talento. Casualmente fueron mujeres en su mayoría las que lo conformaron, y así
les di visibilidad.
En cuanto a tu última pregunta, el género no
debe nunca incidir en la valoración porque estaríamos incurriendo en otro tipo
de discriminación. Hay que conseguir que desaparezcan esos criterios que, aunque
en ocasiones nos favorezcan, subrayan la persistencia de la gran barrera de
distinción por géneros que todavía existe y señalan por desgracia que aún hay
un largo camino para conseguirlo.
En los proyectos que realice mi visión
femenina siempre estará presente, por mi condición de mujer, pero también
podría existir en obras realizadas por hombres, esa sería la meta ideal.
A. ¡Cuántos temas apasionantes para debatir:
el artista andrógino (que también defendía Virginia Woolf), la discriminación
positiva y sus afiladas aristas…! Tendremos que pensar en una nueva entrevista
para abordarlos con todo el detenimiento que se merecen, Silvia.
Atendiendo al plano técnico, ¿podrías
explicarnos, para los que somos absolutamente profanos en la materia, en qué
consiste la técnica del paperless y qué significa trabajar en animación
2D frente a la pujanza de la animación tridimensional?
S. C. Sí, claro. Paperless es el uso de la técnica tradicional de animación, capa
por capa pero sin papeles sino con el uso de software digitales, especializados
para animación como Toon Boom o Tv paint. Es decir, los papeles, capa por capa,
no existen físicamente pero sí de un modo virtual. Tú dibujas sobre la pantalla
del programa utilizando capas que simulan los papeles, se dibuja
tradicionalmente sin el uso de símbolos ni programas de postproducción como “after
effects”, sino dibujo tras dibujo. Puedes trabajar desde 12 dibujos por segundo
hasta 24, creando gran cantidad de dibujos que, después, de un modo automático,
con la ayuda de los programas, crean la sensación de movimiento, la animación.
La Animación 2D tiene una vertiente artística muy fuerte y, como tal, tiene gran
versatilidad, frente a la animación 3D, que depende del software utilizado.
Digamos que la animación 3D es 75% técnica y 25% creatividad, frente a la
animación 2D que es lo contrario, 75% creatividad y 25% de técnica. Por eso los
que venimos de un ámbito artístico siempre estaremos en su mayoría al lado del
2D.
A. Después de leer algunas entrevistas que te
han hecho y más aún con tus respuestas en esta misma, me parece que no sólo
eres una creadora muy original sino también una persona que reflexiona profunda
y muy críticamente sobre el significado y alcance cultural de la animación y de
tu propia obra. Por eso me gustaría que hablases un poco sobre Seele, el
protagonista de The Neverending Wall, cuyo nombre significa “alma” en
alemán, algo que parece tener ciertas resonancias espirituales o, al menos,
humanistas. Tengo entendido que te has inspirado en el expresionismo alemán
para diseñar la figura y, más en particular, en el personaje del sonámbulo
Cesare de El gabinete del Dr. Caligari (1920), interpretado por Conrad
Veidt.
S. C. Sí, así
es. Me interesa mucho llevar a cabo esa reflexión y creo que es importante que
la tenga. Esto seguramente se deba a mi formación como historiadora del arte y
también a la pasión por la literatura que siempre he tenido. Disfruto muchísimo
con esa parte, la preproducción, la investigación, la búsqueda del por qué de
la obra, qué y cómo quiero transmitirlo, narrarlo, qué referentes tengo, etc.
Es la parte en la que más cómoda me siento, sacar líneas conceptuales, significados,
crear simbolismos, escribir una y otra vez el guión, introducir elementos,
darles peso, que no estén por estar, que no sea sólo una búsqueda estética. Eso
no me interesa nada. Lo que quiero trasmitir debe decir algo, no solo
mostrarse. De otra forma para mí no tendría sentido. Y Seele forma parte de
esto. Le quise dar ese nombre que significa alma en alemán porque para mí era
una silueta negra, sin rostro, sin traje, sólo una sombra. Como nuestros
interiores, todos iguales. Representa al propio espectador, a nosotros, a lo
que somos como seres humanos y lo que nos diferencia. Partí de la premisa que
esa sombra representaba la búsqueda que todo ser humano necesita emprender para
encontrar su libertad interior, a pesar de los muros que nos impongan. Siempre
la silueta estará acompañada y se interrelacionará en su camino con el arte, el
elemento distintivo de la esencia humana y que representa la lucha de la
emancipación contra la opresión.
Estéticamente,
quise que fuera un personaje de inspiración expresionista como bien señalas,
porque el expresionismo tiene ese fondo de grito ahogado y desgarrado del
contexto que les tocó vivir a los artistas que se engloban en ese estilo, de
época convulsa, donde los sentimientos resurgían trasmitiéndose a su máxima expresión
dramática a través del arte y Seele, tenía que trasmitir eso mismo, esa misma
sensación, porque el contexto en donde se sitúa el personaje de mi cortometraje
es un escenario altamente convulso, al igual que lo era el contexto de estos
artistas. Concretamente, del personaje de Cesare me interesaba su estética,
angulosa, lineal y teatral, quería que el personaje representara a la humanidad
pero también que representara su dualidad, la parte oscura que todos poseemos y
que nos impulsa a cometer las injusticias que llevamos a cabo contra nosotros
mismos. Como Cesare, un durmiente sin sentido pero cruelmente
humano.
A. ¿Qué clase de diálogo (artístico,
filosófico…) has querido entablar con Escif y con los muralistas berlineses
cuya obra está presente en The East Side Gallery? Ya has comentado que,
a pesar de no estar legalmente obligada, les pediste permiso antes de
incorporar su trabajo como referente de tus obras, lo cual nos recuerda la
postura ética que debe mantener todo artista. Y, por otro lado, tengo
curiosidad por saber si a ellos les ha gustado tu obra.
S. C. El dialogo con estos artistas es
profundamente filosófico, porque intento hacer frente a grandes cuestiones
humanas, esas que como sociedad nos inquietan: ¿Qué es la libertad? ¿Somos
totalmente libres? ¿Porque nos dejamos controlar por contratos sociales? ¿Somos
realmente buenos de manera natural? ¿Es el arte el único medio auténtico de
expresión? Es algo que me obsesiona, y estas cuestiones siempre planearán en
mis obras. Me interesan porque estas grandes cuestiones no tienen respuesta, son
preguntas que sacan lo peor y lo mejor de nosotros mismos. La obra de Escif es
muy franca, muy clara, con conceptos directos, con “zascas” a los errores
sociales. Desde la simpleza estética dice muchísimo, comunica un mundo de
interrogantes, nos coloca ante verdades
sociales incómodas y esto es lo que a mí realmente me interesa. A veces vivimos
y no nos conocemos, no reflexionamos, nos movemos como el rebaño, sin
cuestionar nuestras acciones, sus repercusiones y esto es lo que, básicamente,
en mi opinión, nos ha llevado a la superficialidad emocional y social y a la pérdida
cada vez más de empatía hacia los demás, el egoísmo de este siglo. No pretendo
dar lecciones, porque yo me incluyo en este siglo y en estas acciones egoístas,
como todas las personas del mundo mundial, pero sí me gusta provocar la
conciencia, crear pausas reflexivas hacia lo que somos o cómo vivimos. Por eso encontré
el trabajo de Escif muy en la línea de mis inquietudes expresivas. Del mismo
modo, con los autores de la East Side
Gallery comparto ese dialogo filosófico, aunque también me llamó
poderosamente la atención la fuerza expresiva de un arte surgido en una etapa
convulsa de nuestra historia occidental, el de un grupo de artistas que
plasmaron la emoción pura sobre uno de los símbolos más opresores del siglo XX.
Esa emoción estaba llena de vida y esa fue una de las razones que me decidió a
darle esa vida a través de la animación. Y, bueno, como te comenté en una
pregunta anterior, el respeto hacia sus obras para mi es primordial y, por
tanto, el permiso para intervenirlas es indispensable. Es un trabajo
colaborativo y, si no lo obtengo, el proyecto pierde el sentido y no se lleva a
cabo. Tanto Escif como los artistas de la East
Side Gallery me ofrecieron ese permiso y no fue difícil obtenerlo, porque
se sintieron halagados e interesados. Y sí, claro que conocen las obras, yo
misma se las hice llegar y estoy francamente muy contenta, porque a todos ellos
les gustaron muchísimo. Escif, por ejemplo, me comentó que le provocaba una
sensación súper interesante e incluso le divertía ver su obra con vida. El
discurso del cortometraje lo entendió y compartió, por lo que me sentí
satisfecha. De hecho, seguimos comunicándonos y le voy contando los proyectos
en los que estoy trabajando. Y con los artistas de la East Side Gallery también mantengo el contacto a través de
Facebook, y siguen los logros del cortometraje con gran alegría. También, al
ser conscientes del aspecto efímero de sus obras, se sienten agradecidos al
lograr mantenerlas a través de la imagen audiovisual, y esto último es uno de
los principios por los que me interesa trabajar el arte mural urbano,
transfigurarlo en permanente. Me parece algo poético. Es como atrapar un
impulso temporal en algo más eterno.
A. Tu trabajo es realmente muy original pero,
ya lo dijo el rey Salomón hace 3000 años, “No hay nada nuevo bajo el sol”. Me
gustaría que nos hablases de tus influencias y referentes principales en
animación.
S. C.
(Risas) Eso es muy cierto, no existe nada original, las ideas siempre tienen
numerosas influencias. En mi caso son aquellos que, de alguna manera, me han
influenciado en el modo de comunicar algo cinematográficamente, en donde todos
los elementos narrativos se basan en conceptos desarrollados a través y dentro
de la propia narración de la obra. Son fragmentos que en sí mismos cuentan
pequeñas historias, que conforman en su conjunto una idea que resume la
intencionalidad de la obra cinematográfica. En una obra animada, esta
comunicación visual está siempre apoyada en dos aspectos básicos de la
interpretación dibujada: el acting y el timing, todo ello sujeto
a la estructura o composición de la propia narración, que puede tener o no un
orden lógico, pero que sobretodo debe dar sentido a ese tagline final.
El tipo de obra
que me atrae es aquella en la que pueden haber uno, dos, tres personajes, o
multitud, pero eso no es definitorio, ni importante. Son simplemente hilos
conductores que llevarán al espectador hasta alcanzar una conclusión final,
abierta a su propia interpretación del mensaje, lo que puede coincidir o no con
lqs intenciones dramáticas en la narración. Lo importante es seducir al
espectador con el discurso visual. Esa es la finalidad de mi proceso creativo.
Si no lo consigo, a mi entender, he fracasado.
Me seducen todas aquellas
obras cinematográficas en las que el guión rompe con el esquema narrativo
convencional, películas que demuestran que el cine no solo trasmite por el
argumento sino por el modo de contar la historia. Esos atributos narrativos, en
algunos autores, constituyen un punto de cercanía muy intenso para el
espectador.
Mis referentes en
animación son autores como Raimmund Krumme, cuyo dominio del espacio trasmite
una gran fuerza visual que transporta al espectador, sin darse cuenta, a la
trama de lo que quiere contar; Hayao
Miyazaki, cuya calidad es exquisita y cuyos guiones descansan en conceptos
bellos y profundos, conceptos que inducen hacia la reflexión o hacia la contemplación
de las propias emociones; Isabel Herguera y su poética comprometida; Theodore
Ushev, por la potencia de su imagen, cargada de dramatismo estético; y
muchísimos y muchísimas más de los que aprendo cada día y que a veces tengo muy
cerca, como mis exprofesores, grandes artistas.
En cine de
ficción destacaría un conjunto de películas que me marcaron. Son películas
únicas, que a veces no son consideradas obras cumbre de la cinematografía pero
que, sin duda, destacan en el tratamiento de sus guiones: If... (1968), con
guión de David Sherwin, porque es transgresora y no sigue ningún ritmo clásico
de narración; 2001 Odisea del espacio (1968), con guión de Stanley Kubrick y
Arthur C. Clarke, que consigue que el espectador articule cada uno de los hilos
argumentales para llevarlo hacia una profunda reflexión filosófica, es
realmente brillante; o Picnic at Hanging Rock (1975), con guión de Cliff Green,
por el significado oculto muy al estilo lynchiano, en una forma de relato que
se balancea entre la ambigüedad y la realidad.
A. Excelentes propuestas
para (re)descubrir. Por mi parte, vengo comprobando desde hace tiempo que el
gran público desconoce el trabajo tan sorprendente que lleváis a cabo los
realizadores de cortos de animación pero que, cuando descubren vuestra obra, la
respuesta es verdaderamente entusiasta. ¿Qué se te ocurre que podría hacerse
para sacar a la animación de autor de los ámbitos especializados y acercarla a
un público cada vez más amplio?
S. C.
Eso sería genial y en cierto modo lo hacemos, pero desde un ámbito individual o
con el apoyo de instituciones privadas o públicas, como la Universitat Politècnica de València. En concreto, es de valorar la
labor que se lleva a cabo desde el Departamento de Dibujo y de Animación de su
Facultad de Bellas Artes, el cual intenta dar mayor visibilidad a los excelentes
trabajos que se realizan en este sector, apoyando a sus alumnos de postgrado y
a los egresados que se dedican a la animación e invitando a grandes
profesionales, nacionales o internacionales, a participar en charlas o mesas
redondas, con el fin de acercar las últimas producciones al público interesado.
Otras instituciones que apoyan favorablemente al sector en Valencia son el
Instituto Valenciano de Cinematografía o la Filmoteca, que organiza
interesantes ciclos de cine de animación a lo largo del año. Pero aunque estos
esfuerzos son fundamentales, solo acaban llegando a minorías. Lo interesante
sería que llegaran a la gente de la calle, para romper con ese conocido
estereotipo, tan dañino, de que la animación es sólo para público infantil, y
que no va más allá de las series televisivas, Disney, Pixar y Dreamworks. Si la
gente la conociera más, se sorprendería, aprendería y la amaría. Tienes que
estar familiarizado o interesado en ello para saber que tiene como
destinatario, por igual, a adultos y a niños. Por ejemplo, mi trabajo, como el
de otros muchos animadores, se dirige principalmente a un público adulto, con temáticas
de todo tipo, versa sobre problemas universales que se pueden contar desde la
experimentación, hasta incluso por medio de la narración clásica. Lo importante
es aquello que se quiere contar y la animación es el mejor medio para hacerlo,
por muchas razones pero, sobre todo, por su fuerza visual y libertad creativa.
Lo que hace tan especial al cine de animación con respecto al cine de imagen
real es que no hay límites, todo es posible. Tan sólo por este motivo debería
tener su espacio, tendría que ser apreciado y respetado como el que más dentro
del ámbito cinematográfico. La animación es cine puro, imagen en movimiento,
es arte y creación total.
Es cierto que el
cortometraje tiene menor visibilidad y, en concreto, el animado, que centra su
exhibición casi en exclusividad en los festivales de cine. Este es el modo más
generalizado pero existen otros canales, muy en menor medida, donde pueden
alcanzar una difusión más amplia, como los canales de televisión, con espacios
dedicados al cortometraje, o intervenciones culturales generalmente urbanas,
galerías, museos, instituciones públicas o privadas, en las cuales se programen
obras audiovisuales. Pero, para que esto cambie, el arte y la cultura deberían
tener una posición más central en la cultura en este país y así alcanzarían un
lugar respetado en la sociedad, como ocurre con otros sectores. Se debe
trabajar en ello, cada día, sin olvidar la necesidad del apoyo de la Industria
y el Estado para que cada vez se considere a la animación como una disciplina
artística tan digna como otra cualquiera, además de realizar una previsión
futura más seria, ya que cada vez tiene más importancia en una economía y
sociedad tecnológica, como ocurre en otros países, como Francia.
La animación no
sirve, solo, para la publicidad, los efectos visuales para el cine de imagen
real, ni es exclusiva de los grandes estudios de animación tan conocidos por el
gran público. Es muchísimo más. En Valencia, por ejemplo hay una fuerte cantera
en este campo. Estoy convencida que cada vez haremos más ruido e intentaremos
que se nos vea más y mejor y si para ello hay que hacerlo todo con nuestros
esfuerzos, lo haremos, somos incansables. Si no, no nos dedicaríamos a la
animación (risas).
Bueno, ya habéis visto qué genial persona y
artista es Silvia Carpizo. Llena de ideas creativas, rompedora, apasionada,
comprometida, valiente, sin pelos en la lengua, “thought-provoking” y muy
generosa con su tiempo. Gracias por el que nos has dedicado y por compartir con
nosotros tus reflexiones tan intensas. Sigue siempre así. Te deseamos
muchísimos éxitos. Estoy segura de que los vas a conseguir, tú sola o en
colaboración con alguna de esas otras animadoras tan interesantes del panorama
actual. Tengo altas expectativas respecto a ese semillero de talentos que es la
Politècnica de Valencia. Y para
terminar, quisiera recomendar a todos la lectura del artículo “Diario de
producción de un cortometraje”, relativo a The Neverending Wall, en
el número 7 de la revista Con A de Animación, de 2017, una
publicación esencial para tomarle el pulso a las innovaciones que se están
llevando a cabo en la disciplina. No os perdáis los enlaces para degustar las
maravillosas obras de nuestra entrevistada. La música es sensacional en todos ellos. ¡Hasta pronto, Silvia!
-Alienation: https://www.youtube.com/watch?v=k35CDpl4BrY
-The Neverending Wall: https://www.youtube.com/watch?v=ovYpoi0taCc