Phillis
Wheatley (1753-1784), a quien actualmente consideramos la madre de la
literatura afroamericana, nació en el área de los actuales Senegal y Gambia.
A los siete años de edad, fue capturada y sometida a la esclavitud. Fue llevada al continente americano en 1761, donde en el puerto de Boston (Massachusetts) la compraron y fue convertida al cristianismo.
Su
nombre, Phillis, proviene de la goleta
en la que fue transportada de África a América y su apellido, Wheatley, de John
y Susanna Wheatley, la familia de comerciantes que decidió comprarla como
sirvienta y doncella personal.
Una
vez instalada en su nuevo hogar, los Wheatley no tardaron en descubrir la inteligencia de su nueva sirvienta y por ello se aseguraron de que recibiera una buena
educación. Prácticamente fue considerada
un miembro más de la familia. Junto a los gemelos, Nathaniel y Mary, estudió
teología, filosofía, astronomía y literatura; además de estudiar inglés y las
lenguas clásicas.
Bajo
la influencia de la Biblia, los clásicos y escritores ingleses como John Milton
y Alexander Pope, la joven africana comenzó a escribir poesía. John y Susanna
Wheatley, quienes admiraban su talento, la animaron a recitar sus poemas en las
reuniones sociales. En aquellas reuniones, el público quedaba perplejo ante el
ingenio de Phillis. No debemos olvidar que en la América colonial estaba
caracterizada por el racismo y el esclavismo (este último más notable en los
estados del sur, donde se necesitaba mano de obra para las plantaciones). Así
que muchos invitados allí presentes no podían creer con facilidad que una
persona negra (a la que, por lo general, se le consideraba mental y moralmente
inferior) fuera capaz de escribir poemas tan exquisitos.
Es por ello que Phillis Wheatley fue sometida a un duro interrogatorio en el que dieciocho dignatarios de Nueva Inglaterra, entre ellos el gobernador de Massachusetts, reconocieron, finalmente, su inteligencia y consideraron que tenía la suficiente destreza para haber escrito aquellos poemas. Este hecho supuso el primer reconocimiento en la historia de EEUU de la igualdad intelectual entre blancos y negros.
Es por ello que Phillis Wheatley fue sometida a un duro interrogatorio en el que dieciocho dignatarios de Nueva Inglaterra, entre ellos el gobernador de Massachusetts, reconocieron, finalmente, su inteligencia y consideraron que tenía la suficiente destreza para haber escrito aquellos poemas. Este hecho supuso el primer reconocimiento en la historia de EEUU de la igualdad intelectual entre blancos y negros.
Phillis
Wheatley fue la tercera mujer (después
de Anne Bradstreet y Mary Rowlandson) que publicó un libro en los Estados
Unidos. Su obra Poems on Various Subjects
fue publicada en 1773, dos años antes de que comenzara la guerra por la
independencia de los Estados Unidos.
Su
obra es considerada uno de los primeros ejemplos de la literatura afroamericana
y fue utilizada por los abolicionistas
para negar la inferioridad artística de los africanos. Durante muchos años, sus poemas fueron más
valorados desde el punto de vista histórico que del literario. No obstante, hoy
en día sus poesías son analizadas y estudiadas en los institutos y universidades
de gran parte del mundo.
En
su obra poética, admirada por Voltaire y George Washington, la religión y la moral son
temas fundamentales; pero también la autora dedica unos versos a su infancia en
su tierra natal y a la esclavitud.
Estrategias
de auto-representación como medio para luchar contra el racismo del S.XVIII
Su
poema On Being Brought from Africa to
America es uno de los pocos que gira en torno a la esclavitud. En él, la
autora hace uso de la auto-representación y de la ironía retórica para acabar con los
prejuicios que existían sobre su raza en aquella sociedad:
“Fue
la gracia en la que me trajo desde mi tierra pagana,
le
enseñó a mi ignorante alma a entender
que
hay un dios, que hay un salvador también:
Antes
no he buscado ni conocía la redención.
Algunos
ven a nuestra oscura raza con ojo desdeñoso,
“Su color es un hito diabólico.”
Recordad,
cristianos, negros, tanto como Caín,
podrían
ser refinados y unirse al angélico tren”
Si leemos los primeros cuatro versos de manera
superficial, parece que la autora sienta gratitud por haber sido introducida en
la sociedad americana y así haber podido abrazar la única fe verdadera: el
cristianismo. En el primer cuarteto Wheatley se muestra así misma como una
persona ignorante e ingenua, al igual que el resto de paganos de su tierra
natal.
Lejos de infravalorar a la población africana,
siente una profunda lástima de que no conozcan el cristianismo. Así, expresando
este sentimiento y adoptando un tono inofensivo, consigue agradar al público
occidental y cristiano. Debemos tener en cuenta que en la América del siglo
XVIII, aparte de la creencia sobre la inferioridad mental de la raza negra, también existía el pensamiento de que los africanos eran malvados y corruptos
por naturaleza debido al color de su piel: “Su
color es un hito diabólico”. Así, en el segundo cuarteto, la poeta adopta
un tono acusatorio y reivindicativo en el cual desafía el prejuicio racial a
través de la alusión a la injusticia: “Algunos
ven nuestra raza con ojo desdeñoso”. Las palabras: cristianos, negros y Caín aparecen juntas en el séptimo verso
para mostrar que tanto blancos como negros eran descendientes de Adán y Eva;
por tanto, herederos del pecado original, pero igualmente ambos podían redimir
sus pecados y ser salvados por dios. De hecho, si leemos el poema en inglés las
palabras Cain y cane forman un juego de palabras que hace que el lector asocie a
los seres humanos con la caña de azúcar, ambos susceptibles de purificación
(la caña se convierte en azúcar refinada y los seres humanos purificamos
nuestra alma).
Phillis
Wheatley y la revolución americana
Por
lo general, la poesía política de Phillis Wheatley ha sido ignorada a lo largo
del tiempo. No obstante, su poema To His
Excellency General Washington, dedicado a George Washington, ha despertado
cierto interés entre los críticos literarios debido a la destreza de la autora
a la hora de adaptar la poesía neoclásica al contexto de la revolución
americana (1765-1783).
El
poema fue enviado (junto a una humilde carta en la que Phillis pedía disculpas
por su atrevimiento) a George Washington, quien había sido nombrado
recientemente comandante jefe de los ejércitos de América del Norte. A pesar de
sus importantes ocupaciones, Washington decidió enviar una carta a la escritora
en la que la invitaba a conocerse personalmente en su sede de Cambridge,
Massachusetts, y le agradecía haberle dedicado uno de sus poemas. Se conocieron
en marzo de 1776, siete años antes de que acabara la guerra de la
independencia.
El
poema sigue las convenciones de la poesía neoclásica, ya que la autora hace uso del
pareado heroico, del tono grandilocuente y de la mitología clásica (invoca a las
musas y menciona a dioses clásicos) para hablar de los rebeldes y de la guerra.
Sin embargo, mientras Wheatley crea esta atmósfera épica, subvierte sutilmente
los objetivos grandiosos de su alabanza explícita recurriendo a la ironía
cuando se refiere a América como “el
cielo de la libertad que defendió la raza”, aun cuando había sido el país que la había esclavizado y
todavía mantenía bajo la esclavitud a tantas personas de ascendencia africana e
indígena.
Últimos años
Últimos años
Phillis se convirtió en una escritora reconocida. Viajó a Inglaterra en 1773
junto a Nathaniel Wheatley y allí conoció a un número de notables como Benjamin
Franklin, el conde de Darthmouth y el alcalde de Londres. Además, recibió una
copia de Paradise Lost de John
Milton, la traducción de Don Quijote de Smollett, y Selina Hastings, condesa de
Huntingdon y famosa misionera abolicionista, le mostró su apoyo para que
continuara publicando poemas. Ese mismo año Phillis Wheatley regresó a América, donde compró su libertad
y publicó Poems of a Various Subjects,
Religion and Moral.
Sin embargo, tras conseguir la libertad, su vida no mejoró. Phillis sufrió una depresión tras la muerte de John y Susanna Wheatley. Años después, contrajo matrimonio con un negro liberto llamado John Peters. Aunque ambos fuesen personas ambiciosas, no lograron conseguir un empleo que les proporcionase una buena calidad de vida. Phillis solía quedarse en casa haciéndose cargo de sus tres supuestos hijos mientras su marido buscaba trabajo.
Tras la muerte de sus tres hijos y caer en la más absoluta pobreza, John Peters abandonó a Phillis. Aun así, ella nunca se rindió. Empezó a trabajar como sirvienta mientras seguía escribiendo poesía.
Pero ni el trabajo ni sus poemas le proporcionaron la prosperidad económica que necesitaba, por lo que falleció a los 31 años. Los poemas que escribió durante este periodo se han perdido.
Legado
En 1778, el poeta afroamericano, Jupiter Hammon, compuso una oda a Wheatley. El autor nunca se menciona a si mismo en el poema, pero tal parece que eligiendo a Wheatley como motivo, estaba reconociendo su origen común.
Sin embargo, tras conseguir la libertad, su vida no mejoró. Phillis sufrió una depresión tras la muerte de John y Susanna Wheatley. Años después, contrajo matrimonio con un negro liberto llamado John Peters. Aunque ambos fuesen personas ambiciosas, no lograron conseguir un empleo que les proporcionase una buena calidad de vida. Phillis solía quedarse en casa haciéndose cargo de sus tres supuestos hijos mientras su marido buscaba trabajo.
Tras la muerte de sus tres hijos y caer en la más absoluta pobreza, John Peters abandonó a Phillis. Aun así, ella nunca se rindió. Empezó a trabajar como sirvienta mientras seguía escribiendo poesía.
Pero ni el trabajo ni sus poemas le proporcionaron la prosperidad económica que necesitaba, por lo que falleció a los 31 años. Los poemas que escribió durante este periodo se han perdido.
Legado
En 1778, el poeta afroamericano, Jupiter Hammon, compuso una oda a Wheatley. El autor nunca se menciona a si mismo en el poema, pero tal parece que eligiendo a Wheatley como motivo, estaba reconociendo su origen común.
El autorretrato en las obras de Phillis Wheatley y Olaudah Equiano: Estrategias de autorrepresentación
ENCARNA LORENZO
ENCARNA LORENZO
Los elementos visuales y textuales de los libros publicados por Phillis Wheatley (c.1753-1784) y Olaudah Equiano (c.1745-1797), ambos autores afroamericanos coetáneos y que influyeron en el movimiento abolicionista, ofrecen una imagen exótica pero también fiable de sus autores, contribuyendo así a contrarrestar los estereotipos raciales todavía tan arraigados en el siglo XVIII .
La manera más sencilla de examinar cómo se representaron Wheatley y Equiano es a través de los grabados que aparecen en los frontispicios de sus libros. Wheatley se representa sentada ante una mesa en la que puede verse un libro sin título, lo que podría interpretarse como una alegoría de la literatura. Lleva el pelo recogido en una cofia, signo tanto de modestia femenina como del tocado obligatorio para una esclava, condición que todavía tenía en 1773, como señalaba la inscripción alrededor del óvalo: "Servidora Negra del Sr. John Wheatley". Sin embargo, podría haber una razón más sugerente para su pose y vestimenta: con ese tocado y su actitud contemplativa, Phillis se asemeja a las antiguas Sibilas, guardianas de la llama de la sabiduría, un modelo pictórico frecuente desde el Barroco que contribuyó a dignificar a las mujeres artistas.
Mientras que Wheatley trata de presentarse como una verdadera rareza -una esclava negra sin estudios que se atreve a escribir poesía, un género difícil debido a la medida y la rima, y por las alusiones a las obras clásicas que solo eran capaces de abordar los hombres-, Equiano aparece como un caballero rico y refinado, con vestimenta elegante. Su retrato muestra a un hombre hecho a sí mismo que ha conseguido ganar su libertad y el ascenso social por medio de su inteligencia y esfuerzo. Mira a los ojos de los lectores de manera honesta, y porta la Biblia en su mano abierta por los Hechos de los Apóstoles 4.12, lo que es un guiño a los cristianos y, al mismo tiempo, una forma de revestir su persona y su obra con la autoridad de las Sagradas Escrituras.
En el título de la "Narración interesante" de su vida (1789) aparece tanto con el nombre de Olaudah Equiano, elegido por él mismo después de su manumisión -un acto que producía una profunda transformación de la condición social de los antiguos esclavos- como con el nombre de Gustavus Vassa que su dueño le impuso, añadiendo a este el apodo de "el Africano". El color de su piel junto con su aspecto europeo, y el uso simultáneo de los dos nombres, resaltaba su identidad dividida, aspecto menos visible en el caso de Wheatley.
Al comparar sus obras también aparecen similitudes y diferencias significativas entre la auto-representación de uno y otro escritor. Phillis Wheatley describe su origen en una "tierra pagana", y muestra gratitud por su redención religiosa. "On Being Brought" (Poems on Various Subjects, Religious and Moral, 1773), de los que ya ha hablado antes Marina Ivorra, demuestra que ha aprehendido la verdadera esencia del cristianismo a pesar de ser una esclava humilde, lo que la hace sentirse moralmente superior a los que solo son cristianos de nombre pero no de corazón y de actos. Tanto en ese poema ("Recuerda a los cristianos") como en "A la Universidad de Cambridge, en Nueva Inglaterra" ("Una etíope te dice que eres tu mayor enemigo"), denuncia la falsa fe cristiana. "¡Oh, vosotros, cristianos nominales!", dirá Equiano en su Narrativa, 167-168, porque sólo un falso cristiano aceptaría la esclavitud. Ambos escritores, presentándose como moralistas, compartían un objetivo político, la defensa de la campaña abolicionista.
Wheatley y Equiano estaban orgullosos de su identidad africana pero de diferentes maneras. Como ya hemos visto, Phillis se refiere a sí misma como "Etíope", aspecto que es relevante en un doble sentido: primero, como una conexión con varios personajes piadosos en el Antiguo Testamento; Y, en segundo lugar, porque los etíopes pertenecieron a un pueblo amado por los dioses griegos, como Wheatley sabía a través de la incomparable traducción que Alexander Pope había hecho de la Ilíada. Marsha Watson señala que en Terencio, el famoso comediógrafo romano, también un esclavo negro que compró su libertad, Wheatley encontró el vínculo que necesitaba entre las tradiciones africana y greco-romana. La poeta afirma su parentesco con ambas genealogías y se muestra a sí misma como la Musa Mnemosine, la Memoria, el recuerdo vivo de su pueblo largamente oprimido. Esta es la razón por la que se llama a sí misma la "venturosa Africana en su gran empeño" ("On Recollection").
Como conclusión, Wheatley y Equiano invocaron repetidamente su herencia africana, afirmando su identidad distintiva dentro de la sociedad norteamericana. Lejos de las habituales imágenes derogatorias de los negros desnudos y arrodillados, mostraban una imagen refinada y un intelecto cultivado a pesar de su falta de educación formal. Sobre todo, se presentaron como verdaderos cristianos contra la hipocresía social de ese tiempo. Mientras Equiano cuenta la difícil historia de una persona que asciende en la escala social desde lo más bajo, un antihéroe en la estela de la tradición picaresca española, la elevada poesía neoclásica de Wheatley se centró en su inspiración divina y su misión sagrada, como una nueva Sibila.
Domenichino, Sibila de Cumas |
Al comparar sus obras también aparecen similitudes y diferencias significativas entre la auto-representación de uno y otro escritor. Phillis Wheatley describe su origen en una "tierra pagana", y muestra gratitud por su redención religiosa. "On Being Brought" (Poems on Various Subjects, Religious and Moral, 1773), de los que ya ha hablado antes Marina Ivorra, demuestra que ha aprehendido la verdadera esencia del cristianismo a pesar de ser una esclava humilde, lo que la hace sentirse moralmente superior a los que solo son cristianos de nombre pero no de corazón y de actos. Tanto en ese poema ("Recuerda a los cristianos") como en "A la Universidad de Cambridge, en Nueva Inglaterra" ("Una etíope te dice que eres tu mayor enemigo"), denuncia la falsa fe cristiana. "¡Oh, vosotros, cristianos nominales!", dirá Equiano en su Narrativa, 167-168, porque sólo un falso cristiano aceptaría la esclavitud. Ambos escritores, presentándose como moralistas, compartían un objetivo político, la defensa de la campaña abolicionista.
Wheatley y Equiano estaban orgullosos de su identidad africana pero de diferentes maneras. Como ya hemos visto, Phillis se refiere a sí misma como "Etíope", aspecto que es relevante en un doble sentido: primero, como una conexión con varios personajes piadosos en el Antiguo Testamento; Y, en segundo lugar, porque los etíopes pertenecieron a un pueblo amado por los dioses griegos, como Wheatley sabía a través de la incomparable traducción que Alexander Pope había hecho de la Ilíada. Marsha Watson señala que en Terencio, el famoso comediógrafo romano, también un esclavo negro que compró su libertad, Wheatley encontró el vínculo que necesitaba entre las tradiciones africana y greco-romana. La poeta afirma su parentesco con ambas genealogías y se muestra a sí misma como la Musa Mnemosine, la Memoria, el recuerdo vivo de su pueblo largamente oprimido. Esta es la razón por la que se llama a sí misma la "venturosa Africana en su gran empeño" ("On Recollection").
Estatua dedicada a Phillis en Washington |
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
-Gibert,
Teresa: American
Literature. Madrid,
Ed. universitaria Ramón Areces, 2009
-
Gibert, Teresa: A
Study Guide for
American
Literature. Madrid,
Ed. Universitaria Ramón Areces, 2010
-Carretta,
Vincent. Olaudah Equiano: African
British Abolitionist and Founder of the African American Slave
Narrative.
2007. Literature OnLine http://literature.proquest.comezproxy.uned.es
-Watson,
Marsha: A
Classic Case: Phillis Weatley and Her Poetry.
1996. Literature OnLine http://literature.proquest.comezproxy.uned.es
Un trabajo de Marina, sobre todo, y yo de complemento, que intenta hacer vindicar la memoria de esta portentosa poeta, desconocida en lengua castellana pero que hizo su lucha contra las injusticias de todo tipo de su época con una inteligencia descomunal y un arma más poderosa que la espada, la palabra. Su vida fue realmente muy trágica. Maravillosa Phillis, en cuanto vaya a Washington, lo primero que haré será visitar tu estatua.
ResponderEliminarNo sabia de esta dama, pero es muy interesante su historia y su valentía increible
Eliminarimpresionante historia.Hasta donde puede llegar la injusticia humana solo por el color de la piel.
EliminarOjalá esta historia se haga más viral y hagan una película en donde se pueda conocer a nivel mundial.
Muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn juego coral interesantísimo de estos dos personajes imprescindibles en la literatura y en la lucha por lis derechos civiles. La poesía de Wheatly es ciertamente regibada, y su toque de amarga ironía la hacen un arma poderosa. El caso de Equiano es diferente, más fantástico y un poco dado a la exageración. No obstante, además del mérito literario, están sus figuras pioneras.
ResponderEliminarPero hay algo inquietante al contrastarlos: mientras Equiano consigue su libertad y su vida camina hacia la riqueza- en parte debido a su matrimonio-, Phillis Wheatly se ve abocada a la pobreza, el olvido y la miseria, al ser su matrimonio entre un igual. Esa " expulsión" de los círculos acomodados e intelectualmente avanzados quizás fuera debida a que era mujer, y negra, y una sociedad como la de la América esclavista no estaba dispuesta a abrirle las puertas a una persona como ella, una vez desaparecidos sus patronos blancos. Tampoco tuvo mayores pidibilidades de casarse con un blanco que la mantuviera en esos círculos sociales e intelectuales, ya que las esclavas negras se mantenían, en una doble moral, como queridas o simplemente se usaban como juguete sexual, pero no conseguían el status de esposa. Y el mercado laboral se les reducía a labores del hogar con poco sueldo. Así, Wheatly, mujer y negra, doblemente discriminada, a pesar de sus grandes dotes literarias.
Yo también iría y lloraria ante su estatua.....uno por que soy sensitivo y otro por el dolor del mundo tenebroso en que estamos de pasada.....
ResponderEliminarUna historia real de lo que Dios puede hacer con su creación.
ResponderEliminarLinda historia la de Phillis pero muy dramatica su vida.Mujer valiente y muy talentosa.
ResponderEliminarDefinitivamente ésta historia me a conmovido..tanto sufrir para terminar sola Pobre y sin sus hijitos...
ResponderEliminarMuchísimas gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarTremenda mujer víctima de las taras sociales.
ResponderEliminarMis respetos para ella.