Dialogamos nuevamente
en ATENEAS con María Lorenzo, para que nos cuente todos los detalles de su
último cortometraje de animación.
En tus cortos anteriores, Retrato de
D. y La flor carnívora, animabas
tus propios guiones. Sin embargo, La noche del océano se basa en un cuento del mismo nombre de Robert H. Barlow, un autor
con un enorme talento pero que permanece a la sombra de su mentor, el
célebre Lovecraft. ¿Qué te ha llevado a escoger precisamente
ese texto para tu nuevo cortometraje?
ML: Puede que el texto me escogiera a mí. En 2002, antes
de haber comenzado ninguno de los otros cortos, me compré varios libros de
Lovecraft que llevaban ilustraciones de H.R. Giger en la portada. A Giger lo
habíamos conocido en unas lecciones de doctorado sobre Anatomía y Morfología Estética,
y en estas clases incluso habíamos visto Alien
(una película de lo más lovecraftiana). Así que sentí curiosidad por el
escritor. Pero cuando leí La noche del océano
en su volumen de “relatos inéditos” (en realidad, escritos de sus amigos mayormente),
este relato me llamó la atención más que ningún otro. Parecía distinto al
estilo general de Lovecraft porque en su literatura siempre se comienza
intuyendo lo fantástico, y en el desenlace se confirma. Pero en este cuento,
no: lo fantástico es una posibilidad, pero, sea cierta o no, la única certeza
que nos queda, la de que el mar nos recuerda diariamente, es que un día será lo
único que siga moviéndose en este planeta.
El relato no menciona a Chtulhu ni a los
primigenios; se adivinan, pero creo que esta fábula es muy versátil y los
supuestos monstruos que el protagonista cree ver pueden ser también un
resultado evolutivo, o el efecto de una mutación por la contaminación que va al
mar. Y este tema se actualiza periódicamente: cuando estaba a punto de empezar
el proyecto fue cuando ocurrió el desastre de Fukushima, en marzo de 2011, y
pensé lo pertinente que era realizar una fábula ecológica. Es un cuento bello y
terrorífico: es una historia donde no sucede nada, pero que te deja desconcertado.
Como he dicho, aunque la primera vez leí el cuento
sin ser muy consciente de que en realidad no era de Lovecraft, supe de
inmediato que quería animarlo. Fue después, al empezar a investigar, cuando
descubrí la tragedia de la vida de su verdadero autor, Barlow, algo que me impresionó mucho.
Quizá el título de esta entrada, Lovecraft en el Mediterráneo, necesite una pequeña explicación. Has trasladado el escenario original de Florida a los espacios de nuestro mar, como pueda ser Valencia, quizá la Costa Brava y, sobre todo, Torrevieja. Continuamos…
El protagonista
de tu reciente creación se llama Nowan, como el pintor de Retrato de D., que “inauguró una nueva era en la historia del arte”
con sus radicales innovaciones. ¿Qué novedades técnicas y artísticas aporta La
noche del océano a tu trayectoria profesional?
ML: Es importante aclarar que, a efectos de producción, era
muy tentador llamar “Nowan” (no-one,
“nadie”) a este personaje; primero, era útil porque el personaje del relato no
tenía nombre; y segundo, era adecuado porque, como Nowan, el protagonista es también un pintor.
Y la época en que vive (los años veinte) se aproxima un tanto a la de Nowan (la
Belle Époque y en adelante). Pero, naturalmente, no es una segunda parte de Retrato de D. ni nada parecido.
Lo que sí comparten ambas películas es el carácter
“artístico” —algo que en La flor
quedaba en segundo plano porque me importaron más el ritmo, el sonido, la
animación del dibujo y la narración en sí—. En Retrato de D. y La noche del océano la estética es primordial, porque se está contando una
historia intencionalmente a través de la pintura; y en La noche, además, el estilo varía de plano en plano, como si viéramos
la historia a partir del diario en imágenes del protagonista. En septiembre de
2011, mientras pasaba dos semanas enseñando animación en la Accademia de Belle
Arti de Palermo, recobré la costumbre de dibujar en cuadernos, y eso se
traspasó a la película, cuyo guion estaba adaptando en ese momento. También
grabé bastantes vídeos allí, de forma que se puede reconocer la costa de Cefalú
(Sicilia) en algunas secuencias; otras veces, lo que puede verse son enclaves
costeros de la costa valenciana ya desaparecidos, como el Balneario de Las
Arenas, o el reconstruido Muelle de la Sal de Torrevieja. El lugar donde se
ubica la acción es claramente imaginario.
Para mí la combinación de técnicas pictóricas
(acuarela, gouache, pastel) y montaje digital ha sido la “novedad” en mi forma
de trabajar. Pero, el procedimiento no es novedoso en sí, porque hace ya tiempo
que las técnicas de animación artística y tradicional se han revitalizado
gracias al montaje digital. Por otro lado, las variaciones en la dirección
artística, es decir, el cambio de lenguaje visual de plano en plano tampoco es
nuevo: la animación documental, como la serie Cuentos de viejos, el cortometraje Madagascar carnet de voyage o el largometraje Crulic, viaje al más allá también lo emplean; se trata de un recurso
de la animación documental, pero yo lo utilizo para narrar una ficción: un
relato testimonial, enunciado en primera persona, pero indudablemente inventado.
Un rasgo especialmente destacable en tu
nueva producción es el uso narrativo de la música. Por ejemplo, utilizas la
maravillosa canción Who en una
especie de videoclip para mostrar, a través del cuaderno de dibujos del pintor,
la alegría despreocupada de los elegantes lugares de veraneo.
Háblanos del papel de la música en tu obra
y de la aportación de la estupenda partitura de Armando Bernabeu Lorenzo,
con quien repites colaboración.
ML: En verdad mi primera elección para sonorizar la
película era el maravilloso tema Brazilia,
de Chick Corea y Gary Burton, pero después de mucho indagar sobre sus derechos no
recibí respuesta de su representante; y llegué a la conclusión de que tampoco me
habrían salido baratos. Pero, en medio de todo esto, en 2012, realicé la coordinación
y montaje de El gato baila con su sombra,
donde la música de Armando tiene tantísimo poder, por lo que vi una clara
alternativa: Armando compuso un tema musical extraordinario, quizá menos
perturbador que Brazilia (que es más
vanguardista), pero parece lleno de ternura y comprensión hacia la grandeza de
lo que ve el personaje principal. Es un tema que te arrulla como una madre, y
que te está anunciando algo que es más grande que tú mismo.
No hay que olvidar tampoco los efectos de sonido de
Martí Guillem, que tuve muy presentes desde las primeras versiones del montaje.
Accedí por casualidad a los archivos de sonido que había elaborado para unas
cortinillas animadas de su padre, Miquel Guillem, mi profesor. Esas cortinillas
se presentaron al público en la entrega de Medallas de San Carlos, el mismo día
que murió Miquel: 15 de diciembre de 2011. Los sonidos de las distintas
cortinillas mezclaban ecos, gongs, cosas que giraban, gorgoteos, chirridos…
Todas esas cosas que Martí sabe armonizar como si fueran música. Y los empleé
en el montaje provisional para que diesen fuerza a las escenas de tensión. Es
la primera vez que he dispuesto de una sonorización tan profesional: Martí puso
los sonidos de todo el corto —excepto el doblaje, claro está—, y se empleó
mucho para las escenas de lo sobrenatural, dotándolas de un carácter muy
abstracto.
Tanto el tema de Armando como los sonidos de Martí
se pueden apreciar en este tráiler, el tercero y definitivo tras la selección
del cortometraje en el programa Curts
20’15’’ de la Comunitat Valenciana:
Por otro lado, la canción Who la introduje bastante pronto en
el montaje para dar vida a esos dibujos documentales del veraneo en la playa,
en una época concreta y reflejando un estilo de vida específico. Es una
dilación musical que da mucha vida y ritmo al montaje, una costumbre que tengo
desde Retrato de D. (con el recorrido
nocturno de Nowan y su visión a través de las gafas rojas), donde lo narrativo
se esfuma y nos dejamos llevar simplemente por lo que vemos, sea cómico o
bello. Creo que casi todas las películas que me gustan tienen una secuencia por
este estilo.
No sé qué va a ser lo próximo que anime. Tengo la
sensación de haber cerrado un ciclo que comencé hace mucho, así que
probablemente me dedique a hacer animación no narrativa: películas donde los
protagonistas sean el dibujo, el movimiento y la música.
Por
cierto, me gustaría proponer un descanso en la entrevista para que veáis un
vídeo resumen de las habilidades animadoras de María, al ritmo irresistible del
grupo Electric Six: Danger! High voltage
Tuvísteis un gran éxito con El gato baila con su sombra, una “jam”
animada muy visual que fue seleccionada por la revista Fotogramas como uno de los mejores cortometrajes de 2012.
Precisamente las animaciones colectivas fue el tema del “keynote” o discurso
con el que inauguraste el Congreso Internacional sobre Animación e Ilustración
CONFIA el pasado 10 de abril, en la preciosa ciudad portuguesa de Braga.
Háblanos de tu participación en ese importante evento y de la recepción que en
él ha tenido el estreno de La noche del océano.
ML: Para mí era la tercera vez que participaba
como ponente en CONFIA, que es un congreso anual, rarísimo en su género,
organizado por Paula Tavares y su equipo del Instituto Politécnico do Cávado e
do Ave (Portugal). Se trata de un encuentro académico para los estudiosos de la
imagen animada y de la ilustración, por lo que a menudo las ponencias tienen un
enfoque práctico. Normalmente un “keynote” o lección inaugural tiene un enfoque
teórico y muy generalista, pero yo quise ofrecer una visión panorámica sobre un
género muy singular, el de las “jams” animadas, que tanto gustaban a Miquel
Guillem, a quien ya he nombrado. Él mismo coordinó dos “jams” animadas, Flamencos/as y Kisses.
Antes de fallecer, 2011, llegó a participar en El gato baila con su sombra, por
lo que fue su última creación, una serie de autorretratos que aparecen en la
película como un rostro en movimiento. La ponencia del CONFIA acababa con este
homenaje a Miquel. Flamencos/as y Kisses pueden verse en estos enlaces:
María Lorenzo durante su intervención en CONFIA 2015, frente al autorretrato animado de Miquel Guillem |
El tercer y último día del CONFIA estuvo
dedicado a la proyección de películas animadas, entre ellas, los cortometrajes
premiados en el Cinanima de Espinho (Portugal) y otras producciones del país. La noche del océano era la película invitada al pase, por
así decirlo, de forma que pude compartirla allí en su estreno portugués con los
estudiosos y profesionales que habían presentado sus artículos en el congreso.
Fue muy emocionante.
El marino que no
podía volver al mar: una imagen
melancólica encontrada al azar, al grabar documentación en la costa de
Torrevieja.
Hasta la fecha, la película ha sido
proyectada también en el Festival de Animación de Atenas (marzo), y está
programada en los festivales Animasivo (México) y Cinema Jove (Valencia), que
tendrán lugar en junio. Además, el IVAC-La Filmoteca la ha seleccionado para su
catálogo audiovisual de 2015. Pero lo que me pareció realmente sorprendente fue
encontrar un festival especializado en la narrativa lovecraftiana, al que por
supuesto enviamos el corto y fue seleccionado: el HP Lovecraft Film Festival,
que se celebra en dos sedes, San Pedro (California) y Portland (Oregón, EEUU).
Y afortunadamente, el primer galardón que ha ganado ha sido precisamente allí,
en la edición de San Pedro, donde ha recibido el Premio del Jurado.
Trofeo del HP Lovecraft Film Festival:
Chtulhu, el que sueña bajo el mar.
¡Fantásticas noticias! Mi más sincera
enhorabuena.
Para terminar, quería poner de relieve que
el relato de Barlow tiene un punto de vista subjetivo me recuerda un poco a Otra vuelta de tuerca de Henry James. El
lector sigue la historia a través de los ojos del protagonista y no se llega a
saber si lo que está viendo es lo que de verdad sucede o un reflejo de su mente
agotada por el trabajo. En tu adaptación, además, consigues rizar el rizo, ya
que el espectador sigue las vicisitudes del relato del pintor no solo a través
de su monólogo interior, sino, muy especialmente, a través de los incesantes
dibujos y pinturas plasmados en su cuaderno de dibujos. Esta propuesta tuya,
que es un pretexto perfecto para la experimentación formal en animación, me
parece verdaderamente original como recurso narrativo y le da un toque
distintivo a tu adaptación de la historia de Barlow, donde el pintor no pinta
sino que solo observa. También me parece muy meritoria tu selección de los
fragmentos del relato, que es bastante largo, para construir tu cortometraje.
Háblanos de ese difícil trabajo como directora-guionista, con el que consigues
transformar la palabra en imágenes, algo que a mí me resulta casi mágico.
ML: Realmente, escribir una historia para la
pantalla es una cosa, y adaptar una obra preexistente es otra. La noche del océano es un relato bastante extenso, y muy
psicológico. Para mí, su atractivo reside en la belleza de las descripciones y
en el terror latente. Lo primero es fácil de imaginar, pero lo segundo es
especialmente difícil de transmitir. Todo comenzó al estudiar el texto
original: marqué con un color las ideas y descripciones que podían transmitirse
con imágenes, y con otro color las frases que me parecían más decisivas para
comprender el relato: ésas serían la voz en off. El paso siguiente consistió en
hacer un premontaje con la voz en off grabada y una música provisional que
permitiera dotar de ritmo a una serie de imágenes de vídeo que había grabado
como documentación: escenas de la vida submarina, escenas de costa, olas
rompiendo… todo aquello que el personaje principal también hubiera podido ver.
Y después yo debía ejecutar los dibujos que hablaban por el personaje, en
primera persona, como si fuera el diario de su estancia allí, y animarlo. De
alguna forma, en este proceso, te transformas en el personaje. Yo también
dibujo constantemente en blocs; y el miedo del personaje es también el mío: no
estamos destinados a perdurar. No habría elegido esta historia si no
compartiera el sentido final de lo que cuenta. Y conforme avanza el proyecto,
los montajes y versiones se suceden, se depuran, se eliminan cosas y se
introducen otras; y normalmente lo que más se depura es precisamente todo lo
verbal, se trata de reducir al mínimo la voz en off para no robarle su poder a
las imágenes.
Muchísimas gracias por compartir en
ATENEAS tantos detalles interesantes de tu proceso creativo. La animación tiene
muchos secretos que merece la pena descubrir para entender y disfrutar más este
género cinematográfico, y siempre es un placer que los explique una artista con
tanto talento como María Lorenzo. Hasta pronto. Y para quienes os quedéis con
ganas de saber más sobre Robert H. Barlow, en sus facetas literaria y
antropológica, sobre el fascinante relato La
noche del océano y muchos más
detalles sobre su adaptación fílmica, podéis seguir leyendo en los siguientes
artículos, escritos por la propia María Lorenzo y con mi participación en el
aspecto relativo a la Antropología. El segundo enlace incluye el acceso a
sendos trailers del corto. No os los perdáis.
Los dibujos y pinturas necesarios para producir La noche del océano fueron objeto de una exposición en la sala Vista Alegre de Torrevieja, el mes de febrero de 2015. Aquí puede leerse una de las reseñas de la exposición, para el periódico local inglés Costa Blanca News, escrita por Barry Wrigth:
María Lorenzo ya ha sido protagonista de sendas entradas en Ateneas, en las que se explica con detalle su trayectoria profesional. Para quienes no las conozcáis, incluyo igualmente los enlaces:
Una entrevista muy necesaria para seguir la exitosa trayectoria de María, gran artista, pero sobre todo una mente inquieta, dispuesta a seguir experimentando y compartiendo con todos su visión personal y su maestría.
ResponderEliminarUn abrazo para ambas
Muchas gracias Mª Ángeles, un abrazo!
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