lunes, 23 de junio de 2014

OSTRAS Y CHAMPÁN. EL ENCUENTRO ENTRE MARILYN MONROE, KAREN BLIXEN Y CARSON McCULLERS

Hace poco descubrí una foto de Marilyn Monroe con la baronesa Karen Blixen-Finecke, la autora de Memorias de Africa. Me asaltó la duda de qué podían compartir dos personalidades tan diferentes. Ilusionada con la posibilidad de que Norma Jean Baker hubiera alcanzado, por fin, junto a la célebre narradora danesa, el respeto y consideración intelectual que siempre anheló, decidí investigar los antecedentes del encuentro. Ocurrió en una fría tarde de febrero de 1959, en la casa victoriana que tenía la novelista Carson McCullers con vistas al río Hudson en Nyack, Nueva York. Allí se cumplió el deseo más ferviente de Karen Blixen durante su primera y única visita a América: conocer a Carson, su  escritora favorita, y a la bella e inteligente Marilyn. Varias fotos atestiguan este encuentro improbable pero absolutamente seductor para la imaginación. Porque, ¿qué tenían en común la anciana escritora, la glamurosa estrella y la excéntrica autora sureña? Lo relata con gran talento Eve Goldberg en Lunch with Carson, que es la base principal para esta entrada.


lunes, 16 de junio de 2014

THEODORA CRAKAW KROEBER, ANTROPÓLOGA


Theodora Cracaw Kroeber (Krakie, como la llamaban sus amigos), nació en Colorado en 1897. Estudió en la Universidad de California, Berkeley y, en 1920, obtuvo la titulación en Psicología clínica. Tras quedarse viuda muy joven, con 26 años, decidió dar un giro a su vida y comenzó a estudiar a estudiar Antropología en Berkeley. Allí conoció Alfred Kroeber, que también era viudo, y se casaron en 1925 al terminar el semestre. Fueron una de esas afortunadas parejas de antropólogos, como Margaret Mead y Gregory Bateson. En opinión de Julian Steward, fueron un matrimonio muy feliz, y Theodora fue la esposa ideal para un antropólogo. Ella siempre sintió una inmensa empatía con los mitos indios, que reescribió con inmensa sensibilidad y cercanía humana. Así lo demuestra The Inland Whale (1959) y sus diversos libros sobre Ishi, fieles a los registros antropológicos conservados y que evocan con nostalgia la cultura Yahi perdida para siempre. Ishi in Two Worlds se publicó en 1961, un año después de la muerte de Kroeber, y fue un inmenso éxito editorial, traducido a numerosas lenguas. 

Después vinieron Ishi, Last of his tribe (1964), un lírico relato para jóvenes (con ese título se han hecho también dos películas, en 1978 y 1992, esta última con John Voight en el papel de Kroeber); The Hunter Ishi (1962); e Ishi, the Last Yahi. A Documentary History, publicado en 1979, el año de la muerte de Theodora.

jueves, 12 de junio de 2014

A LA SOMBRA DEL HOMBRE SALVAJE. REFLEXIONES EN NEGATIVO SOBRE EL PATRIARCADO OCCIDENTAL

Hace poco publiqué en el blog de Antropología Tinieblas en el corazón un texto acerca de una antiquísima tradición europea de pintorescas mascaradas de hombres salvajes, que desfilan en las festividades desde el nuevo año hasta la primavera. En ellas el protagonismo masculino es absoluto. En un mapa geográfico que abarca desde la península ibérica hasta los países del este, siempre en zonas donde la naturaleza boscosa y el medio de vida rural son predominantes, podemos asomarnos a un pasado arcaico donde la ausencia de la mujer es muy elocuente. Durante ese recorrido, en el "negativo" que se adivina en las espléndidas fotografías de Charles Fréger y en  los textos explicativos que acompañan su libro Wilder Mann, intuimos que la mujer de las zonas agrícolas se vio sometida históricamente a una violencia extrema. Era objeto de raptos y violaciones por tribus vecinas, a desfloraciones rituales, a jóvenes que esperan en las puertas de sus casas ser escogidas por varones que se identifican con la fuerza animal del oso, el macho cabrío...Cualquier desviación sobre la norma transformaba a la mujer en monstruo.Tal vez se pueda aprovechar en este blog sobre mujer ese texto escondido sobre la sumisión femenina detrás de la historia del hombre salvaje.
WILDER MANN. EL SALVAJE EUROPEO
Babugeri,  un hombre salvaje de Bulgaria


Tendemos a pensar en el salvaje como una figura que apareció en nuestro imaginario colectivo a   raiz del contacto de Occidente con otros pueblos, fundamentalmente tras el descubrimiento del Nuevo Mundo. Sin embargo, los estudios del antropólogo mexicano Roger Bartra sobre el mito del salvaje muestran que se trata de un arquetipo con un profundísimo calado histórico. En realidad, la identidad cultural de Grecia, Roma, el mundo cristiano medieval y el Renacimiento pudo definirse gracias a que existía un Otro imaginario, el Salvaje, que servía de referente negativo al hombre civilizado, como un espejo deformante en que este podía mirarse y reconocerse como miembro de su propia sociedad. Bartra evidencia que toda fase del progreso cultural y político en Occidente ha tenido un contrapunto salvaje, que moraba en las fronteras de la civilidad. Esa figura especular del salvaje se ha mantenido inalterable en sus rasgos básicos a lo largo de milenios, mientras que otras de sus características se han ido adaptando a los sucesivos cambios. Esa  identidad sustancial es lo que mantiene vigente la función del mito del salvaje como polo opuesto al hombre civilizado. Nos vamos a ocupar aquí de un momento concreto en esa larguísima trayectoria mítica, el de Wilder Mann, el hombre salvaje de los bosques europeos, examinando los antecedentes históricos que desembocaron en esa figura y profundizando en su increíble pervivencia hasta nuestros días.

domingo, 1 de junio de 2014

Emperatrices bizantinas

Teodora con sus siervos. Mosaico de Rávena. Siglo VI.

El Imperio Romano sobrevivió en oriente durante más de mil años. En 330, Constantino, primer emperador cristiano, funda una "Nueva Roma", Constantinopla, primer centro cultural hasta que en 1453 los turcos otomanos acaben definitivamente con el Imperio Bizantino. Entonces, según Gibbon, 120.000 manuscritos impropios de la fe de Mahoma fueron apilados y quedaron flotando en el mar hasta hundirse... ¡Y la mayoría de los libros fueron quemados! -aseguró Constantino Láscaris.

La historia del Imperio Bizantino nos resulta hoy tan misteriosa como extraña, a pesar de que salvaron gran parte del legado clásico del que nos nutrimos. Pero su papel fue decisivo, tanto en la supervivencia de la cultura pagana antigua, como en la del cristianismo, al que sirvió de escudo durante siglos, frente al Islam.

El imperio bizantino es nuestro vínculo con la cultura clásica, sin su aportación seguramente no tendríamos las obras de Platón, Aristóteles, Herodoto, Tucídides o Arquímedes... Los bizantinos fueron grandes y orgullosos bibliófilos... Temistio, en 357, elogiaba la posibilidad de la creación de una biblioteca imperial para conservar a los clásicos. Miguel Pselos, neoplatónico, se jactaba de la biblioteca de su madre... Cuando la Iglesia de Bizancio censuraba una obra, casi nunca era de autores clásicos. El caos vino con la cuarta cruzada y el saqueo de Constantinopla en 1204. Fue entonces cuando se perdió la obra de Safo y de otros clásicos.

Aunque las mujeres lo tenían más difícil para acceder a la sapiencia o el poder, no faltaron algunas con suficiente coraje y talento como para saber, escribir y gobernar. De un puñado de mujeres con imperio trata esta entrada.