domingo, 20 de septiembre de 2015

MARJORIE TOPLEY, UNA ANTROPÓLOGA EN EL LEJANO ORIENTE

Marjorie Topley examinando unos textos
Retomamos la serie de biografías de antropólogos con una figura poco conocida pero muy especial: Marjorie Topley, una pionera en el campo de la investigación  antropológica realizada en China. A pesar de haber introducido nuevos métodos de trabajo en la disciplina durante un momento crucial para su transformación, la posguerra, su nombre no figura entre los grandes de la disciplina. Un motivo adicional para prestarle aquí toda la atención que merece.
Un tortuoso camino hacia la Antropología
Marjorie Doreen Wills nació en Londres en 1.927. De pequeña quería ser arqueóloga y tal era su ilusión que hasta se atrevió a escribir a uno de los más famosos egiptólogos de la época, sir Flinders Petrie (1.853-1.942), para pedirle su consejo. El lord le contestó que sólo siendo hombre y rico podría dedicarse a la arqueología. Tras esa descorazonadora y disuasoria opinión, Marjorie se quedó durante un tiempo sin un objetivo claro en su vida. Tuvo también la mala suerte de vivir su adolescencia durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de su innegable inteligencia, no logró superar el examen de escolaridad y sólo encontró, como salida profesional, aprender taquigrafía y mecanografía. Aquel callejón sin salida le causaba tanta infelicidad que el director del centro donde cursaba sus estudios le ayudó a entrar en el City of London College. Allí obtuvo un premio con el que pudo pagar sus estudios superiores, lo cual le permitió preparar su examen de acceso a la prestigiosa London School of Economics (LSE), a la que consiguió entrar. Todo un éxito para alguien a quien se le había negado el certificado más básico.

domingo, 6 de septiembre de 2015

EL DISCURSO DE LA REINA. Retórica y poder en la Inglaterra isabelina

The Rainbow portrait
Isabel I (1533-1603) fue reina de Inglaterra e Irlanda entre 1558 y 1603, un larguísimo periodo de gobierno durante el cual se produjo la expansión cultural conocida como The Golden Age, la Edad de Oro inglesa. Fue un tiempo de guerras pero también de lujo y extravagancia en la corte inglesa. Vio el apogeo de escritores prodigiosos como Shakespeare, y de arrojados exploradores como Francis Drake o Walter Raleigh, que expandieron los territorios de Inglaterra en ultramar. Pero al tiempo que Inglaterra crecía como potencia naval y asentaba su peso político como estado frente al imperio español, también se ensanchó la brecha entre las clases altas y la capa más baja de la sociedad, cada vez más pobre; la monarquía imponía una feroz censura y, a medida que pasaban los años y la reina no designaba un sucesor, proliferaron los complots para hacerse con el poder. El último fue el del conde de Essex, que veremos la gran importancia que tuvo en la forja del último discurso de la reina. En conjunto, pues, fue una etapa de brillantes luces pero también de lúgubres sombras.