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viernes, 8 de marzo de 2024

MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR






"No sé qué dulzura tiene esta triste vida,
que aunque sea con trabajos y desdichas la apetecemos"

María de Zayas y Sotomayor. Desengaño tercero.

CUARTO DESENGAÑO

Corre la primera mitad del siglo del barroco, tiempos de Felipe III "el Piadoso" y de Felipe IV "el rey Planeta"... 

Don Martín, joven caballero y noble galán de buen juicio y entendimiento, navega de vuelta a España tras hacer méritos en las guerras napolitanas. Canta los amores de una prima con la que quiere casar. Mas quiso la fortuna (cruel enemiga del descanso) que una terrorífica tormenta hiciera naufragar su nave. Tras destrozarse contra los escollos de una tierra desconocida, don Martín y un compañero se agarran a unas tablas y saltan a la concavidad de una enorme roca para ponerse al resguardo de las mortíferas olas. Amainado el temporal, aún les quedan fuerzas para nadar hasta la playa. Desde allí siguen una senda que les conduce a un castillo...

El señor de aquel palacio-fortaleza les acoge con hospitalidad. Están en Gran Canaria. Dos doncellas y cuatro esclavas blancas, herradas en los rostros, ponen luz, manteles y menaje para la mesa en la que repondrán sus fuerzas Martín y su colega invitados por el anfitrión.  En lugar de los perros que esperaban ver salir de un portón bajo, que había estado cerrado con llave, acude una mujer joven, desnutrida, sin color, pero todavía hermosa, que maravillosamente sería preciosa de no estar en un estado tan lastimoso. La criatura da pena y parece moribunda, marcha encogida cubierta con una saca basta y ceñida con una soga. En sus finas y ebúrneas manos una negra calavera. Se aproxima gimiendo, sollozando, y ven que se esconde como una perra dócil bajo la mesa, donde los señores le echarán las piltrafas de su cena.



Poco después de este siniestro espectáculo, Martín ve salir por otra puerta mayor a otra mujer más negra que el azabache con fiera faz de demonio, narices romas como las de los perros bracos y boca de león. Va vestida lujosamente de un raso de oro encarnado, adornada con un enorme collar de perlas que contrastan vivamente con su piel, de sus brazos cuelgan pulseras diamantinas, en su cabeza luce algunas flores y piedras de valor, esmeraldinas sortijas en sus dedazos. El dueño del castillo le toma de la mano con solemne cortesía y la sienta a la mesa junto a sí.



No hay que decir que Martín y su amigo se quedan boquiabiertos. No quieren ofender al hospedante... Este dice llamarse Jaime de Aragón y estar dispuesto a explicar las razones del extraño episodio que los huéspedes acaban de contemplar. Lo hará por primera vez. 

Empieza por una extraña aventura que le acontece en una lejana ciudad. Una viuda rica se enamoró de él y pagó espléndidamente sus favores sexuales, pero él no sabía con quien se acostaba, pues era conducido a su casa por un criado, con los ojos vendados. Gozó con ella tan dulces favores e intensos placeres con el comercio de sus carnes en la obscuridad, que sin verla se enamoró de ella. Cuando una noche encendió desobediente la luz en la estancia en que transcurrían sus encuentros, los ojos también pudieron disfrutar la hermosura que habían disfrutado otros sentidos. Pero aquella rebeldía pudo suponer su perdición.

A sabiendas de que los españoles no saben guardar secretos, Lucrecia, princesa de Erne, que así se llamaba la fogosa viuda, mandó unos sicarios para matar a don Jaime, antes de que su honor cayera por los suelos. No consiguieron asesinarle de milagro. Aún malherido consiguió espolear su caballo y poner tierra de por medio. Para salvar su vida huyó de aquellas obscuras glorias. Pero no podía olvidar el rostro de Lucrecia (¿una atracción-repulsión que le ponía?). Pasaron los años y en una ceremonia religiosa vio aquel mismo rostro en el de una desconocida, Elena, que así se llama la que roe huesos y mendrugos como perra bajo la mesa. Pobre aunque de origen noble, don Jaime la adoró y no dudó en esposarla. 

Se arrullaron, se mimaron, disfrutaron de respetos y ternuras durante un tiempo. Don Jaime acogió a un primo de Elena, igual de pobre pero con talento, a fin de que pudiera cursar estudios religiosos. Pero hete aquí que después de un ausencia obligada, ilusionado con volver a recobrar el abrazo de su idolatrada esposa, la sirvienta negra (ahora la señora de la casa) le soltó que la joven estaba en contubernio con su primo. Se acreditaba como fidelísima sirvienta, hija de una pareja de esclavos africanos de los padres de don Jaime, inteligente y persuasiva: "Sabe Dios la pena que tengo en llegar a decirte esto; que no es justo que pudiendo remediarlo, por callar yo, vivas tú engañado y sin honra". 

Aún sin pruebas físicas, Don Jaime la creyó y, ciego de furiosa cólera, quemó vivo al primo traidor, reservando su craneo asado para que le sirviera de vaso en que beber los acíbares de su adulterio, a Elena, "como bebió en su boca las dulzuras".



Dos años hacía que maltrataba a Elena y la tenía encerrada como a una mala bestia, no ofreciéndole otra cosa que pajas por cama ni otra compañía que la tristisima calavera. Y así quería seguir tratándola Don Jaime hasta que entregara su alma pecadora a Dios, ofreciéndole de paso el espectáculo de la esclava aborrecida, adornada con sus galas, dueña y señora en lugar principal de la mesa, pues al hidalgo le parece poco castigo asesinarla inmediatamente por su adulterio y desea reparar su "honor" con crueldad extrema.

Perplejos, marchan Don Martín y su compañero a reposar y al poco les desvelan unos gritos pelados de la negra, clamando al cielo y pidiendo confesión porque siente que se muere. Es cristiana convencida y teme el castigo divino, por eso revela que levantó falso testimonio contra su señora. Era ella y no Elena quien estaba prendida del primo y le andaba persuadiendo para que fuese su amante. Como el muchacho sólo tenía cuidados familiares para con su prima y no hacía caso de la pasión de la negra, y como esta tuvo unas impertinencias con la señora y fue castigada y azotada por ello, también castigada por el primo, pensó en vengarse de los dos, muy despechada, y por eso esperó a Don Jaime para difamar y calumniar a su señora... Ruega ahora perdón y a Don Jaime que devuelva a la Elena a su legítimo y bien merecido estado, pues está padeciendo sin culpa.

Don Jaime desesperado va por Elena, abre la perrera, pero la encuentra muerta. Los caballeros le contienen y desarman porque hace amago de suicidarse. Al fin enloquece y no hay manera de devolverle la salud...

***

He reventado el argumento de uno de los diez relatos de desengaños amorosos del segundo volumen de las novelas cortas que publicó María de Zayas y Sotomayor en Barcelona (1647). La conclusión que saca la escritora de su relato es la siguiente:

"En lo que toca a crueldad, son los hombres terribles, pues ella misma los arrastra, de manera que no aguardan a segunda información; y se ve asimismo que hay mujeres que padecen inocentes, pues no todas han de ser culpadas, como en la común opinión lo son. Vean ahora las damas si es buen desengaño considerar que si las que no ofenden pagan, como pagó Elena, ¿qué harán las que siguiendo sus locos devaneos, no solo dan lugar al castigo, mas son causa de que infaman a todas, no mereciéndolo todas? Y es bien mirar que, en la era que corre, estamos en tan adversa opinión con los hombres, que ni con el sufrimiento los vencemos, ni con la inocencia los obligamos".

***



De la vida de María de Zayas y Sotomayor (1590-1661?) sabemos bien poco, que vivió en la primera mitad del siglo XVII, que pertenecía a la aristocracia madrileña, que admiraba y era admirada por Lope de Vega. Publicó dos colecciones de novelas cortas, en Zaragoza (1637) y Barcelona (1647), veinte en total, diez por cada colección. Puede que fuese hija de un caballero de la Orden de Santiago, Fernando de Zayas, nacido en Madrid en 1566. 

Añoraba Doña María los tiempos gloriosos de los Reyes Católicos, del emperador Carlos I y del prudente Felipe II. Era consciente de la decadencia de España. Defiende el derecho de las mujeres a la cultura y el poder político. Los desengaños amorosos que relata advierten de los engaños masculinos. Trata el erotismo femenino con seriedad y sorprendente libertad. Tilda la educación que venía dándose a las mujeres de castradora, la cual, por añadidura, manifiesta el temor de los varones a la competencia del otro sexo.

Es sorprendente que María de Zayas sea tan poco conocida y mencionada en los manuales de historia literaria, siendo sin embargo considerada por la crítica como la mejor novelista de su siglo después de Cervantes. Sus diálogos tienen gran vivacidad, ensarta motivos diversos con habilidad, maneja con soltura diversos tonos y emplea un lenguaje sencillo sin rehuir expresiones populares y descartando el alarde culterano, aunque es evidente que era mujer culta. 

Describe con perspicacia los estados anímicos (con harta frecuencia patéticos) de sus personajes, adentrándose incluso en el mundo onírico. Escribió versos que a veces incluye en sus prosas y se conserva una comedia suya: La traición de la amistad, protagonizada por Fenisa, incorregible coqueta que multiplica sus conquistas, donjuan femenino que ama a varios galanes a la vez porque declara tener un corazón "capaz de albergar un millón de amadores", pues "tantos quiero cuantos miro". Acaba sola y es castigada por engañar a una amiga (gran pecado contra la sororidad de la que Zayas es apóstol).

***

Entre 1620 y 1665, las novelas cortas estuvieron de moda. Se hacían eco de la "novella" italiana, del Decamerón de Boccaccio y de la tradición cortesana provenzal. En España contaba además la tradición del "ejemplo", del cuento de raíz oriental, de la historia narrada o "patraña" (Timoneda). Cervantes conjugó ambas tradiciones en el título mismo de sus Novelas ejemplares (1613). María de Zayas prefería no usar el título "novela" para sus producciones, pues le parecía un nombre desprestigiado, prefería el de "Maravillas" o "Desengaños". Sin embargo su primera colección se titulará Novelas amorosas y ejemplares, tal vez por indicación del editor, si quería aprovechar la exitosa estela abierta por las Novelas ejemplares de Cervantes. La Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto se titulará Desengaños amorosos. Alicia Yllera es responsable de una magnífica edición crítica de esta última parte (Cátedra, 2021).

En el siglo XVII vieron la luz pública una serie de novelas picarescas que tenían por protagonistas a mujeres, La Pícara Justina (Fco. Lope de Úbeda), La Hija de Celestina (Salas de Barbadillo) La Garduña de Sevilla (Castillo Solorzano), en las que se muestra que en bellaquerías, desparpajo y maldad, la mujer es igual y tan buena como el hombre. A las tradiciones que he señalado hay que añadir además el influjo de la novela bizantina con su repertorio de viajes, tempestades, cautiverios, amores románticos, aventuras. Tanto en esta como en la ya caduca novela de caballerías importa sobre todo la acción, pero los eventos de las novelas de caballerías sucedían en un pasado lejano y ambiguo, en una geografía fantástica que distanciaba al lector, que buscaba sobre todo imaginación y entretenimmiento como olvido del mundo cotidiano, de sus preocupaciones y miserias.

María de Zayas quiere también suscitar admiración con historias fantásticas que consigue hacer verosímiles gracias a su indiscutible habilidad artística, los elementos mágicos que incluye en sus novelitas: pactos con el diablo, apariciones de difuntos, sueños premonitorios..., explican el éxito de la autora en en siglo XVIII, cuando se pone de moda la novela gótica. Se ha hablado del "realismo" de Zayas, y en efecto podemos describir su prosa como realista si la comparamos con las novelas de caballerías, no obstante, la confusión sueño-realidad es elemento predilecto del barroco en esta estética de la admiración que cultiva con tanta perspicacia como maestría la autora, a la que interesa, no sólo denunciar las injusticias y crueldades machistas, sino también lo extraordinario, lo extremo y hasta lo grotesco y desagradable.

El tema principal es la pasión amorosa y sus estragos, o el desencanto de la mujer enamorada y descuidada por su marido, desarrollados a lo largo de una pluralidad de peripecias que va tejiendo en una cascada de relatos. Una sorprendente característica de estos cuentos es que están ayunos de happy end, de final feliz. Sólo en dos de las veinte novelas, las protagonistas acaban felices y comiendo perdices. La mayoría acaba huyendo del mundo y buscando la tranquilidad del retiro conventual (en los conventos de la época abundaban las mujeres cultas), o muriendo, sobre todo en la segunda parte: Desengaños.

El amor es pasión arrolladora, sensual y lúbrica, más que elaboración platónica, y María de Zayas lanza sobre dicha pasión una mirada desilusionada. En los hombres, el amor parece reducirse a un deseo de posesión física que, una vez satisfecho, pronto causa hastío. Sólo las mujeres son fieles y constantes en sus sentimientos. Tras la galantería y cortesía mundanas se esconde un teatro de engaños que concluye en desencanto.

La fuerza de las obras de María de Zayas se ha encontrado sobre todo en su pesimismo. Mme. de la Fayette en La princesa de Cleves (1678) es su análoga gala. Hoy, María de Zayas, como sor Juana Inés de la Cruz es considerada una pionera del activismo feminista con los consiguientes anacronismos entrañados por tal consideración... "Va a ser una voz femenina la que airada arremete en todos los frentes" contra la lamentable condición social de la mujer. Escribe Oliva Blanco que en María de Zayas se advierte un obsesivo deseo de defender a las mujeres, de denunciar la opresión que sufren por parte de los hombres y el trato que reciben. La autora de los Desengaños se adelanta así a muchas de las proposiciones que planteará Feijoo en su Discurso XVI de su Teatro crítico universal (1726-1740).

En su época, la "cuestión femenina" presentaba dos facetas: la reivindicación del derecho de la mujer a la cultura y la exigencia de libertad a la hora de escoger marido. La figura de la mujer literata, humanista e intelectual, no era nueva. En el siglo anterior Francisca de Nebrija sustituyó a su padre Antonio  en la Universidad de Alcalá de Henares y Lucía Medrano ocupó una cátedra en la Universidad de Salamanca.



Desde luego la protesta de María contra la marginación cultural y la crueldad masculina es temprana, pero un tanto timorata. El principal deseo de la autora de los Desengaños es defender la honra de las mujeres. Reprocha por eso a los hombres su general denigración de las hembras, que las condenen a todas por algunas que yerran, así como el hecho de ser ellos, en muchos casos, la causa del mal de las mujeres. Declara repetidas veces que las almas no tienen sexo. En una de sus novelas exhorta al varón a preferir por compañera a la mujer inteligente, antes que a la boba coqueta. Reprocha con vehemencia el que se excluya a las mujeres de las letras y de las armas, afeminándolas más de la cuenta. He aquí su apelación directa a los hombres:

"Yo aseguro que si entendierais que también había en nosotros valor y fortaleza, no os burlaríais como os burláis; y así por tenernos sujetas desde que nacimos, van enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas, ruecas, y por libros, almohadillas" (Primera parte: La fuerza del amor). 

En El prevenido engaño, Violante aborrece casarse porque teme perder la libertad de que gozaba hasta entonces. Sin embargo, la postura de María Zayas es ambigua en cuanto a la libertad de la mujer para escoger marido, si bien interpreta la infidelidad femenina como efecto del abandono por parte del esposo y retrata a las mujeres cruelmente castigadas por la incompresión o por los injustificados y posesivos celos masculinos. 

"María de Zayas nos ha dejado una impresionante imagen de los sexos en lucha" (Alicia Yllera). Sin embargo, en su prosa se mezcla el incipiente feminismo con el aristocratismo y la añoranza del pasado. Acepta el más estricto código del honor, patrimonio de la nobleza, lo que a ojos modernos parece en contradicción con la defensa de las mujeres. Defiende el buen nombre de las mujeres porque cree a pies juntillas en el principio de la honra, asociado a la castidad femenina en un tiempo en que la literatura exageraba un concepto que tenía fuertes apoyos en la defensa celosa de la limpieza de sangre y de la pureza del linaje. Tal concepto tenía una dimensión moral y social: dependía de la opinión de los demás y era particularmente exigente con las mujeres. María de Zayas no retrocede ante la oportunidad de sus personajes para salvar la honra mediante la ocultación, el disimulo o ante la ocasión de repararla mediante la venganza. Como aristócrata, desvincula la honra del dinero. Los nobles no se vienen abajo por haber perdido su hacienda, sino su honra o su amor. Añora el mundo caballeresco en que los caballeros servían a las damas conservando su espíritu guerrero, porque cuanto ve es ya engaño y decadencia, no sólo española, sino general. 

La corte es para Zayas un caos de confusión y es por eso por lo que el convento ofrece  a las mujeres interesadas por el estudio, mejor que el matrimonio, un ambiente propicio. Incita a las doncellas a la desconfianza: "En cuanto a la crueldad con las desdichadas mujeres, no hay que fiar en hermanos ni maridos, que todos son hombres" (Inocencia castigada)

***

José García López, en su Historia de la Literatura Española (1972) considera a doña María de Zayas una de las figuras más importantes de la novela corta de ambiente cortesano. Celebra sus aciertos psicológicos y su orientación feminista. El elemento patético y la audacia de ciertas situaciones da a sus relatos un inconfudible tono barroco.

Las novelas cortas cortesanas, tras el espaldarazo cervantino de las Ejemplares y con el lejano modelo del cuento renacentista boccacciano constituyeron la auténtica literatura de masas del siglo XVII, si es que podemos hablar de "masa" para referir a una minoría burguesa y aristocrática de preponderancia femenina y suficientemente culta para solazarse con la lectura privada.

El marco general de sus dos colecciones de cuentos es entretener el ocio de una damita convaleciente, que acabará entrando en un convento. Los infortunados amores que las historias ejemplifican determinan su decisión final de apartarse de la mundanal mentira. De este modo se establece una relación originalísima entre el marco general de las novelas, enlazadas entre sí, de los desengaños que describen, y la decisión final de Lisis, la anfitriona en cuyo salón se cuentan las historias. Menéndez Pidal vio en ese tono desengañado, rebelde, trágico y de fuerte denuncia feminista, "un mucho de velado autobiografismo" imposible de verificar, pues contamos con escasos datos sobre su vida. Con María de Zayas la novela cortesana cobra una perspectiva nueva en que la mujer irrumpe como autora, ya no se presenta sólo como creía ser, es decir, como el hombre deseaba que fuera, sino que da testimonio artístico de su potente talento y ambición...



Bibliografía principal


María de Zayas. Desengaños amorosos, Ed. de Alicia Yllera, Cátedra, 2021.
- Novelas ejemplares y amorosas o Decamerón español, Alianza, 1968.
Ramón Menéndez Pidal. Historia de la cultura española. El siglo del Quijote, II, pg. 492.
Oliva Blanco Corujo. La polémica feminista en la España Ilustrada, Almud 2010.

 



lunes, 6 de septiembre de 2021

*NADA* DE CARMEN LAFORET. ANTROPOLOGÍA Y FEMINISMO (I)



1.- INTRODUCCIÓN.-

      Tanto Platón como Levi-Strauss nos advierten de los peligros de escribir libros; el primero (Carta VII), porque una vez dados al público, no  pueden defenderse de los ataques de quienes los leen, ya que siempre dicen lo mismo, y las interpretaciones varían con los lectores; el segundo, porque su autor, tenido como "padre de la criatura", no se encuentra siempre en el mismo punto intelectual que cuando lo hizo; evoluciona, se transforma y no debe verse obligado a responder de estos "hijos" y su aventura por el mundo (Mito y Significado).

    Carmen Laforet optó por el silencio tras su gran éxito con Nada (1944), con la que ganó la Primera Edición del Premio Nadal, un hecho muy raro, al tratarse de una mujer y muy joven en un país todavía con las heridas abiertas de la guerra y precipitándose a un largo período de oscurantismo y roles prescritos, y no precisamente el de escritora era el más señalado para las mujeres. Sin embargo, la novela ha tenido un gran recorrido y reconocimiento, sobre todo la novedad de su narración - poniéndose como ejemplos esta obra y La Familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela de la nueva narrativa de posguerra en España - , donde casi no hay acción y sí mucha reflexión, donde la protagonista casi no aparece, y de la que conocemos sobre todo su corriente de conciencia, y de su aspecto o acciones por lo que dicen los demás de ella. Esta vaguedad e indefinición hizo posible que la novela superase la censura franquista, gracias al dictamen del censor: "Novela insulsa, sin estilo ni valor literario alguno. Se reduce a describir cómo pasó un año en Barcelona en casa de sus tíos una chica universitaria sin peripecias de relieve". El censor demostró que no había entrado en los planteamientos de la novela. Hoy tenemos una amplia variedad de perspectivas desde las que abordarlas, tales como su relación con el método de estudio antropológico o - la que haría palidecer de rabia al censor - o su interpretación como novela feminista.

2.- LA AUTORA, LA OBRA Y LAS CIRCUNSTANCIAS.


    El personaje de la novela, Andrea, es en muchos aspectos un trasunto de su autora, quien nació en Barcelona en 1921, en el piso de sus abuelos, y donde vivió hasta los dos años de edad, cuando se traslada a Las Palmas de Gran Canarias porque su padre, arquitecto de profesión, encontró trabajo allí. En 1934 su vida sufrió un gran revés, ya que su madre muere, y su padre se casará con la peluquera de su esposa, una verdadera madrastra para los niños. También Andrea había pasado dos años de su infancia en la casa de los abuelos, había perdido a su madre, y el personaje de Angustias, su controladora tía y guardiana de la moral, es un reflejo de la nueva mujer de su padre.

     Tanto Carmen como Andrea muestran pronto su rebeldía y sus intenciones de enfrentarse a la vida por sí mismas: Andrea cuenta en la novela que, al morir su madre, se fue a vivir con los parientes de esta a un pueblo - sin más datos - y que fumaba para conseguir que la dejaran como imposible y la mandaran a Barcelona a estudiar. Según se recoge en la biografía Carmen Laforet. Una mujer en fuga, de Anna Caballé e Isabel Rolón, la novelista chantajeó moralmente a su padre para que la dejara ir a estudiar Filosofía y Letras a Barcelona, objetivo que consigue, y donde llega a casa de sus parientes, una ruina de tiempos mejores, con la mella de la guerra entre sus muros - la pérdida de espacio , el amontonamiento de trastos y el cuarto de baño, lleno de desconchones y humedades, que a Andrea se le antojan la imagen misma de la locura - y sobre todo, en sus habitantes. Tanto Andrea como Carmen cuentan con una pensión mensual de 200 pesetas para su manutención. Esta escasez de medios llevó a Carmen Laforet a presentarse a un premio literario convocado por el Frente de Juventudes en 1942, ya que no tenía dinero para un abrigo. Ganó el premio, y así consiguió la prenda.

     El último día de la convocatoria del Premio Nadal, Carmen manda el manuscrito de Nada, y contra pronóstico ( es mujer, su perspectiva es femenina y recoge la frustración de la sociedad de la posguerra), gana a los 23 años las 5000 pesetas con las que está dotado y ser el libro más vendido de 1945. De repente, alguien que no tenía intenciones de dedicarse a la literatura, se ve inmersa en este mundo donde era una extraña. Y además, con el enfado de su familia, que se ve reflejada en los personajes y situaciones de la novela.

     No se puede decir que haya nada escandaloso en la obra para su época - recordemos que el censor la dejó pasar por "insulsa" - , pero tampoco es fácil clasificarla en ninguna etiqueta literaria, ya que puede verse como una novela realista, tremendista, existencialista...todo ello al mismo tiempo y sin cumplir con todos los requisitos de cada una de ellas. Pero hay otra etiqueta que le cuadra: la de novela feminista, ya que la protagonista es una muchacha que se enfrenta a la vida por sí misma, que quiere descubrir el mundo ella misma sin falsas concepciones románticas de esperar al hombre que le proporcione el sustento. Este planteamiento es feminista, una corriente que en España había llegado a tener cierto predicamento durante la II República, pero que crecía imparable en Europa y Estados Unidos.

      Pero esta novela admite, así mismo, otra lectura diferente: es un ejemplo del trabajo de campo antropológico, ya que Andrea observa a Barcelona, la Universidad, sus gentes y parientes como una cultura desconocida, un mundo del que no conoce las reglas de juego y al que se enfrenta para estudiarlo. El relato de Andrea se ajusta exactamente a lo que van Beck ( ver entrada de el blog Tinieblas en el corazón:  http://anthropotopia.blogspot.com.es/2015/11/marcel-griaule-y-la-revision-posmoderna.html) describe :"todo relato antropológico es, en sí mismo, una narración, un cuento sobre otros cuentos construido por el antropólogo y sus colaboradores, producto de una interacción bicultural". Por esta razón en la novela la figura de la narradora casi no aparece: observa, registra, describe, pero no interfiere en gran manera en el devenir de los acontecimientos.

             A.- NADA  COMO NOVELA FEMINISTA.




         1.- FEMINISMO.-

               Feminismo es un término político que se refiere al reconocimiento de la subordinación histórica y cultural de las mujeres y la toma de conciencia de la necesidad de actuar para acabar con ello. En Wikipedia encontramos la definición:" El feminismo es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objeto la reivindicación de los derechos femeninos, así como cuestionar la dominación y la violencia de los varones sobre las mujeres y la asignación de roles sociales según el género.

    Entre los logros sociales del feminismo se cuentan el voto femenino, la igualdad ante la ley y los derechos reproductivos, y haber impulsado el reconocimiento de la igualdad de derechos para minorías étnicas y la mejora de las condiciones laborales. En su vertiente intelectual ha ejercido influencia sobre la Teoría Crítica, dando lugar a los Estudios de Género.

      Según Celia Amorós, la lucha por la igualdad de las mujeres es la lucha por entender a los seres humanos en términos iguales, sin distinción de género. Sus orígenes se remontan a la Ilustración, cuando las mujeres comenzaron a reivindicar su derecho a ser educadas como los varones, y a que se reconocieran sus derechos, ya que en la Declaración de Derechos del Hombre y los ciudadanos habían quedado fuera. Un hito importante fue la Declaración de Derechos de la Mujer de Seneca Falls, en 1848 - un estudio completo sobre este particular se encuentra en la siguiente entrada: http://esprituycuerpo.blogspot.com.es/2011/12/1848-seneca-falls-la-rebelion-de-las.html , y cuenta como figuras destacadas a Mary Wollstonecraft y al filósofo John Stuart Mill. En esta denominada "primera ola" la lucha es por la igualdad de derechos, no ya de las mujeres, sino también por la abolición de la esclavitud y acabar con el sufragio restringido.Para la mujeres se pedía la igualdad dentro de los contratos, el matrimonio y el derecho a la propiedad. A finales del siglo XIX el objetivo principal fue conseguir el voto.La "segunda ola" - a partir de los años 60/70 del siglo XX -se centrará en acabar con las desigualdades políticas, sociales y culturales.

       En España se reconoció el sufragio femenino en la Constitución de 1931, durante la II República, aunque en las elecciones a Cortes Constituyentes de ese mismo año (junio), las mujeres ya pudieron presentarse como candidatas. La primera vez que se puso en práctica el sufragio universal en España fue en las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933. Tras la Guerra Civil y la dictadura, ya no se pudo ejercer el derecho a voto, y el papel de la mujer prescrito por el régimen es el de "ángel del hogar", una relegación de la mujer al espacio doméstico y a las "labores propias de su sexo", y una subordinación total al varón. Desde este enfoque, y tal como recuerda el personaje de la tía Angustias en Nada, la mujer sólo cuenta con dos salidas "honrosas" en la vida: el matrimonio o profesar en una orden religiosa. Esta misma opinión se materializa en la novela en el personaje de Gerardo, un compañero de clase que encuentra a Andrea deambulando por las calles una tarde, e insiste en acompañarla a casa, ya que las mujeres "no deben andar solas por la ciudad".


 2.- LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES.


    El planteamiento original de la novela de Laforet es que la protagonista sea una chica joven que va a la Universidad a estudiar para subsistir por si misma, y con muy pocos sueños románticos en la cabeza, ya que el régimen franquista no piensa que haya que instruir a la mujer en la sabiduría, sino solo en aquellos aspectos necesarios para su labor como ama de casa y cuidadora de la prole. Por ello, el franquismo volvió a entender la educación como antes de la II República, aunque su fundamente ideológico lo encontramos hasta en el mismo Rousseau, quien en su Emilio afirma:
"dar placer (a los hombres), serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, criarlos de jóvenes, cuidarlos de mayores, aconsejarlos, consolarlos, hacerles agradable y dulce la vida, esos son los deberes de las mujeres en todos los tiempos, y lo que se les ha de enseñar desde la infancia".
Esta idea es compartida por la Iglesia Católica, que ve en la mujer el papel cohesionador de la familia, por lo que no necesitaba ser instruida intelectualmente más allá de su función de buena ama de casa y cuidadora.

      En 1857 la conocida como "Ley Moyano" (Ley de Instrucción Pública) establece currículos separados para ambos sexos, quedando el de la mujer circunscrito a :1)Labores propias de su sexo. 2)Elementos de dibujo aplicado a esas mismas labores. 3)Ligeras nociones de Higiene Doméstica. Para los hombres se daba preparación para la Agricultura, Industria, Comercio, Geometría, Dibujo Lineal, Agrimensura, Física e Historia Natural.

        En 1876, la Institución Libre de Enseñanza apuesta por la educación femenina y la coeducación:
(La Institución)"...Juzga la conducción como uno de los resortes fundamentales para la formación del carácter moral, así como de la pureza de las costumbres, y el más poderoso para acabar con la actual inferioridad de la mujer, que no empezará a desaparecer hasta que aquélla se eduque, en cuanto se refiere a lo común humano, no sólo como, sino con el hombre".  Así es como encontramos a finales del siglo XIX a las primeras mujeres en España cursando bachillerato y llegando a la Universidad. La primera mujer que realizó un examen de grado para la Licenciatura en Medicina fue Mª Dolores Aleu Riera, el 20 de abril de 1882, en la Universidad de Barcelona.

     Un caso aparte en los estudios de las mujeres lo constituyen la preparación para realizar un examen y ejercer como parteras y comadronas. El estudio al respecto se encuentra en la entrada: http://mujeresparalahistoria.blogspot.com.es/2014/10/un-espacio-casi-femenino-comadronas.html.

         Tras unos años de varios avances y retrocesos, se llega al siglo XX con un aumento en el número de mujeres cursando Bachillerato, y todavía muy pocas accediendo a la universidad ( en el curso 1927/28 eran un 4,2% de  mujeres universitarias en total), procediendo en su mayoría de familias cuyo cabeza se dedicaba a profesiones liberales, como era el caso de Carmen Laforet.

    Con la II República se apuesta por una educación laica, pública, gratuita y mixta (incluido el currículo ) a todos los niveles, aunque la coeducación será eliminada durante el segundo bienio republicano, de la mano de Gil Robles y la CEDA, que vuelve a la segregación por sexos en el aula. Esta legislación siguió vigente hasta que se promulgó la primera Ley de Educación del franquismo en 1945. Así encontramos a nuestra protagonista, Andrea, llegando a la Universidad, aunque no es lo más frecuente en su época. Tampoco lo es que quiera vivir de su sueldo, tal como le expone a Pons cuando éste le pregunta qué hará al terminar la carrera; ella admite no saberlo, pero piensa que acabará dando clase. Son éstos algunos de los elementos que nos llevan a inscribir a novela como "feminista". Pero hay algunos más.

3.- VIRGINIA WOOLF Y ALGUNOS TEXTOS FEMINISTAS.


               En la Introducción a Nada, de la editorial Austral (Barcelona 2012), Rosa Navarro Durán, al hablar de la ausencia de confidencias de la protagonista, afirma que: "En A Room of One's Own"(1929), Virginia Woolf ya dijo de la narración femenina que habitualmente se había asociado a la confidencia:"El impulso a la autobiografía quizá ya se haya consumido. Quizá ahora la mujer está empezando a utilizar la escritura como un arte, no como un medio de autoexpresión"Así sucede plenamente en Nada". (p 45).Esta tangencia es tan solo una pequeña parte de las coincidencias entre ambas obras y alguna otra de la autora británica, tales como un relato caracterizado por exponer una corriente de conciencia, que las acerca a James Joyce o Joseph Conrad.

               Virginia Woolf (1882-1941), escritora original en ficción y ensayo, es descubierta por el movimiento feminista a partir de los años 70, siendo precisamente A Room of One's Own una obra encumbrada desde esta perspectiva, ya que expone las dificultades de la mujer para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.

                    En este ensayo, la autora británica explica que va a dar una conferencia sobre Mujer y Ficción, y narra el proceso de elaboración de la misma. Cuenta cómo va a "Oxbridge" (mezcla de Oxford y Cambridge) a buscar material, conocimiento para preparar el texto, y allí, por el hecho de ser mujer, encuentra que se le prohíbe la entrada a la biblioteca y la capilla. Cenando en el colegio de mujeres, contrapone mentalmente la riqueza y enorme inversión en los colegios de hombres y la austeridad y parquedad del de las mujeres; incluso hace una curiosa referencia a la comida servida en ambos: la de los hombres rebosa de carne y platos elaborados, mientras la de las mujeres está llena de verduras y platos menos apetitosos; llega a pensar que la dieta de la mujer no es adecuada para alcanzar un gran nivel intelectual, coincidiendo en ello con algunos planteamientos del materialismo cultural de la Antropología (un ejemplo de esta corriente es Marvin Harris). Y de estos hechos, Woolf pasa a reflexionar sobre el porqué. Y llega a la conclusión de que son los hombres quienes manejan la riqueza en el mundo, ya que las mujeres no heredan de sus madres ni dejan herencias a sus hijas, ni hacen negocios con el dinero, ni lo gestionan ellas mismas. Son los hombres quienes realizan todos los movimientos de capitales, y por ello, invierten en sus colegios y universidades, para formarse y seguir siendo ellos quienes manejen las riquezas y los capitales; son ellos quienes mantienen la sabiduría como un patrimonio propio. Así, no es de extrañar que en el siguiente capítulo, cuando Woolf va al Museo Británico a buscar libros para preparar la conferencia, se vea disminuida en su pericia para tomar notas de algunos libros, frente a un estudiante que parece que trabaja con gran provecho. La autora piensa que él ha sido instruido para hacer eso, mientras ella - y las mujeres en general - no lo han sido.Y además constata otra realidad: hay mucha literatura sobre las mujeres escrita por hombres, pero no hay literatura sobre hombres escrita por mujeres. Y sobre lo que dice lo que los hombres escriben sobre las mujeres, es todo afirmado con poca base, y las opiniones son contradictorias. Descubre un libro que la enoja sobre todos, una obra titulada La inferioridad mental, moral y física de la mujer, de un tal "Profesor von X" (al negarle el nombre intenta rebajarlo, hacerlo perder su identidad, su individualidad). Piensa: ¿por qué es la mujer inferior?, y su conclusión se convierte en la metáfora central de la obra: las mujeres son espejos fantásticos que tienen el poder de reflejar la imagen del hombre dos veces el doble de su tamaño; es decir, si la imagen de la mujer se disminuye - se califica como "inferior", la del hombre termina teniendo un tamaño doble, magnificado. Por ello la mujer se entiende en el feminismo como el "otro disminuido", una imagen necesaria para que resalte la del hombre, como en un juego de fondo y figura. Esta misma imaginería se usa para entender la relación entre la metrópoli y las colonias: los habitantes de las segundas son presentados como "inferiores", "salvajes" o "incivilizados" para sostener el discurso colonial de la "necesidad" de civilizarlos y salvarlos de la barbarie.

   


           La metáfora será muy productiva en la crítica literaria feminista, en la cual los espejos y las ventanas son entendidos como elementos que deforman la imagen de la mujer dentro de la sociedad y mantienen la ilusión del poder y la dominación masculina, ya que dividen y prescriben espacios: interior - exterior; público - privado; doméstico - público. Tanto en Nada  como en The New Dress, un relato corto de Woolf, los espejos son elementos importantes en las tramas.

            La tesis de la obra A Room of One's Own es que las mujeres necesitan dinero propio y una habitación - un espacio exclusivo, no el propio espacio doméstico donde se realizan las tareas socialmente prescritas para las mujeres - para poder dedicarse a la escritura. Es una exigencia rompedora para la época, que clama por el reconocimiento de la entidad de la mujer más allá de su papel de cuidadora del hogar y de los demás y abre las puertas a salidas vitales más allá del matrimonio, y a su necesidad de cultivar su intelecto, tal como lo hacen los hombres.

            La tesis de esta entrada es que estos elementos se encuentran íntegramente en Nada de Carmen Laforet, tal como vamos a demostrar a continuación.

4.- NADA, A ROOM OF ONE'S OWN Y THE NEW DRESS, TRES OBRAS FEMINISTAS.-




         Andrea, la protagonista de Nada, maneja dinero propio a causa de su orfandad. También Virginia Woolf, en A Room... cuenta que vive de la herencia de una tía, lo que le permite vivir como quiera, comer cuando quiera y, sobre todo, no tener que casarse para subsistir, y no tener un hombre "al que odiar" y que le marque qué debe pensar u opinar. La herencia de Andrea no es tan generosa como la de Woolf, pero también le permite no tener que intimar con compañeros como Gerardo, quien la acompaña a casa para que no deambule sola por las calles, y quien le dará su primer beso - que le produjo "gran asco" a Andrea- tras citar a Schopenhauer sobre la inferior inteligencia de las mujeres. Si Andrea no tuviera medios para vivir por si misma..¿habría encontrado tan desagradable el interés de un hombre por ella?

         Pero, incluso por encima de Virginia Woolf, Andrea tiene acceso a la educación superior, y ella sí se maneja bien entre libros y diccionarios, estudia con interés y aprovechamiento, y le sirve para superar algún desengaño, porque sabe que su sustento vendrá del estudio, y no del matrimonio.

         Estas similitudes entre ambas autoras se hacen más relevantes al comparar Nada con el relato The New Dress.

          En el relato de Woolf, la protagonista, Mabel Waring, es invitada a una fiesta, a la que acude con un vestido diseñado por ella misma, siguiendo el patrón de una revista antigua, ya que no tenía dinero suficiente para hacerse uno a la moda, y además, pensó que no estaría mal "ser ella misma". Pero al llegar a la fiesta, se siente insegura al compararse con las demás invitadas y en el punto de mira de toda la gente. Se refugia en un sofá apartado y se mira en un espejo, sintiéndose cada vez más miserable y fuera del mundo alegre y desenfadado a su alrededor. Su único consuelo es recordar pasajes de Shakespeare. Finalmente, sale de su inseguridad pensando que al día siguiente irá a la biblioteca a sumergirse en algún buen libro y vivir así por sí misma, sin mirarse en el espejo de la opinión de los demás. Se despide mintiendo: diciendo que lo ha pasado muy bien, mientras recuerda las palabras de Shakespeare: "Mentiras. Mentiras. Mentiras".

             En Nada, Andrea es invitada a una fiesta en casa de Pons, uno de sus compañeros de clase y amigo - y quien la introdujo en el mundo masculino y bohemio del estudio de Guixols -, miembro de la clase acomodada de Barcelona y que demuestra interés por Andrea como mujer. Andrea, con sus 200 pesetas mensuales tampoco tiene dinero para gastar en vestidos, y por ello "con  las manos un poco temblorosas trataba de peinarme con esmero y de que apareciese bonito mi traje menos viejo, cuidadosamente planchado para la fiesta". Al igual que Mabel Waring, Andrea va ilusionada a la fiesta, pensando en el cuento de Cenicienta, ya que va a entrar en un mundo de abundancia, frente a la carestía de su casa de la calle Aribau, y de relaciones con gente mundana. Pero el cuento de Cenicienta no es similar al de Andrea: ella no busca un príncipe azul, sino que se encuentra un poco incómoda por el interés demostrado por Pons hacia ella, por su insistencia en que acudiera; ella tan solo desea poder llegar a tener algún interés por él. Y la quiebra entre Cenicienta y Andrea viene precisamente por sus zapatos, que no pasaron el examen de la madre de Pons al recibirla, ya que eran "viejos y gastados" (un interesante análisis de los zapatos y el cuento de Cenicienta se encuentra en la entrada: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2012/12/pies-de-loto-dorado.html ).


            La entrada de Andrea a la fiesta es como la de Mabel Waring: ambas se sienten inseguras y desplazadas en un ambiente mundano y festivo, y también Andrea encuentra un espejo en el que mirarse: "...Me vi en un espejo blanca y gris, deslucida entre los alegres trajes de verano que me rodeaban. Absolutamente seria entre la animación de todos y me sentí un poco ridícula. Pons había desaparecido de mis horizontes visuales. Al fin, cuando la música lo invadió todo con un ritmo de fox lento, me encontré completamente sola junto a una ventana, viendo bailar a los otros". Al cabo de una hora o dos vuelve a ver a Pons, y ella siente que se desmorona todo lo que había imaginado y reflexiona: "(...)Mi amigo - que me había suplicado tanto, que me había llegado a conmover con su cariño - aquella tarde, sin duda se sentía avergonzado de mi...Quizá había estropeado todo la mirada primera que dirigió su madre a mis zapatos ...o era quizá´culpa mía. ¿Cómo podía yo nunca entender la marcha de las cosas?".

      Entonces la madre de Pons lo llama para que vaya con ella, y se disculpa torpemente por haberla abandonado. En ese momento Andrea - como Mabel - toma las riendas de su propio destino y corta la ridícula escena que se desarrolla: "...Mira, en realidad, yo no quería venir a tu fiesta. Yo quería solamente felicitarte y marcharme, ¿sabes?...Sólo que cuando tu madre me saludó, yo estaba tan confusa...Ya ves, ni siquiera he venido vestida a propósito. ¿No te has fijado que he traído unos viejos zapatos de deporte?¿No te has dado cuenta?"

    Acaba diciendo mentiras, como Mabel Waring, pero es que Andrea, previamente ha descubierto la metáfora de las mujeres de las que hablaba Virginia Woolf en A Room.. "Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste únicamente en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz. No en mirar, no en escuchar venenos y torpezas de los otros, sino en vivir plenamente el propio goce de los sentimientos y las sensaciones, la propia desesperación y la alegría. La propia maldad o bondad...(p 238-9) Es decir, en dejar de ser un espejo que refleje la imagen que el hombre proyecta sobre ella y dejar de devolver la imagen del hombre magnificada.


       Hasta aquí llegamos con el análisis de la novela Nada  de Carmen Laforet, que, por lo anteriormente expuesto no dudamos en calificar como una novela feminista. Pero no es esta la única lectura que podemos hacer de ella. También admite un análisis desde la Antropología Social y Cultural que abordaremos en una entrada posterior.

domingo, 28 de febrero de 2021

SUFRAGISMO. La gran batalla por el voto de las mujeres en la primera ola del feminismo

La película Sufragistas (2015) es un estupendo referente para conocer más de cerca las denodadas luchas de las mujeres en el Reino Unido para conseguir la igualdad política, y para descubrir cómo, en el curso de esas batallas, el sistema patriarcal violentó de manera intolerable los cuerpos y mentes de las activistas que le plantaron cara durante la primera ola del feminismo. En la entrada anterior María Ángeles Boix examinaba la pugna por los derechos civiles en Estados Unidos en torno a la figura de Shirley Chisholm en una fase ulterior del movimiento (http://anthropotopia.blogspot.com.es/2016/03/chisholm-y-la-lucha-por-los-derechos.html ). Ahora vamos a retroceder casi 60 años para fijar nuestra mirada en la Vieja Europa, en el período verdaderamente agitado que precedió a la Primera Guerra Mundial.
Sufragistas, la película

El filme narra la historia de Maud Watts, una humilde trabajadora de una lavandería industrial. El relato comienza en Londres en 1912, un año clave en la evolución del feminismo temprano en Inglaterra. Mientras sale de la fábrica a hacer un recado, Maud presencia cómo, en medio de una algarada callejera, una de sus compañeras de trabajo, Violet Miller, rompe cristales en protesta por las condiciones políticas y sociales de las mujeres. Poco después tiene lugar una investigación en el Parlamento sobre la situación laboral de las trabajadoras, como trámite previo a la decisión sobre el derecho al voto femenino. Cuando Violet, que debía acudir a testificar, no puede hacerlo porque su marido la maltrata para impedírselo, Maud saca fuerzas de flaqueza y decide presentarse ella misma. Su testimonio resulta realmente conmovedor. Gracias a esa experiencia, descubre dentro de sí una fuerza y una rebeldía contra su situación de las que antes no había sido consciente. Al final, el Parlamento se muestra insensible a las declaraciones que habían puesto de relieve unos tremendos abusos sociolaborales sobre las clases trabajadoras. Cuando las mujeres congregadas en Parliament Square se enteran de la injusta negativa del legislador, organizan una protesta masiva durante la cual son golpeadas y arrestadas por la policía. Maud pasa una semana entre rejas y allí conoce a Emily Davison, una activista próxima a la líder del movimiento, Emmeline Pankhurst.

Emmeline Pankhurst en una alocución
Durante su encierro tiene también ocasión de conocer más de cerca la lucha heroica que se está llevando a cabo, y crece su adhesión a la causa. Sin embargo, cuando retorna a su casa, su esposo Sony le reprocha duramente la vergüenza que su detención ha acarreado a la familia, así como haber dejado abandonado a su pequeño hijo. Maud le promete que no se meterá en nuevos líos pero, cuando la invitan a una reunión secreta con la carismática Emmeline, no duda en acudir al lugar. A la salida los policías se encuentran apostados para atraparlas. A modo de escarnio, conducen de vuelta a Maud en el furgón, mientras los vecinos, escandalizados, atisban la escena a través de las persianas. Esta vez el marido la echa de casa sin contemplaciones.

Una portada satirizando a las sufragetes
 Aunque intenta seguir viendo a su hijo a escondidas, y en el trabajo pretende que nada ha sucedido, el supervisor la despide nada más ver su foto en los periódicos etiquetada como sufragista. Movida por un súbito arrebato, Maud quema a su jefe con la plancha. Es su forma de desahogarse por todos los años de continuos abusos sexuales que ha tenido que soportar. A pesar de la gravedad de los hechos, el inspector de la policía le ofrece la libertad a cambio de información sobre los movimientos de la célula terrorista, acuerdo que Maud simula aceptar. Sony continúa prohibiéndole que vea a su hijo, invocando en su respaldo la ley. Ello hace que Maud sea aún más consciente de la necesidad de actuar para conseguir cambiar esa injusta legislación. Al final, como Sony no puede ocuparse del hijo, lo entrega en adopción, lo que destroza el corazón de Maud. Sin lazos familiares que la aten, se lanza al activismo más radical, colocando bombas en buzones e interviniendo en el cable de telégrafos. Nuevamente es encarcelada junto con sus compañeras tras colocar una bomba en la residencia de verano del Primer Ministro Lloyd George. En protesta por la falta de reconocimiento de su condición de presas políticas, Maud inicia una huelga de hambre, y la institución carcelaria reacciona sometiéndola a una brutal alimentación forzada. Cuando la policía presiona a la prensa para que no informen sobre estas acciones violentas de las sufragistas, con el fin de evitar proporcionarles la publicidad que éstas buscan, la organización planea actuaciones aún más drásticas para atraer la atención a la causa. Así, acuden al derby de Epsom, al que asiste el rey Jorge V, pero sólo logran entrar al recinto Maud y Emily Davison. Esta decide actuar por su cuenta y se lanza a la pista de carreras, donde es arrollada por los caballos.

La película finaliza con escenas reales de su funeral, una larguísima comitiva de mujeres engalanadas con los signos de su militancia, y después, una relación de las fechas en que se consiguió el voto para las mujeres en los distintos países,entre las que se pueden señalar:
- Nueva Zelanda, en 1893
- Australia, en 1895
- Finlandia, en 1906
- Estados Unidos: en 1869 en el estado de Wyoming, en 1870 en el estado de Utah y, en los estados del sur, en 1919
-en el Reino Unido, en 1918

-en España, en la Constitución de 1931
El voto femenino en Francia aún tendría que esperar hasta 1944, en los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial.

Suffragettes y Suffragists
El título de la película en inglés, Suffragette, ofrece una pista muy importante acerca del concreto tipo de sufragismo al que se refiere. En castellano se pierde fácilmente esa referencia porque no disponemos de dos palabras diferentes para traducir esos dos conceptos distintos. Aunque el objetivo de ambos sufragismos era el mismo, empoderar a las mujeres gracias al derecho al voto, como trampolín hacia la igualdad política, los métodos de una y otra organización fueron muy diferentes. Con el término sufragetes nos referimos a un grupo de activistas que usaban medios violentos para conseguir el derecho al voto femenino, mientras que las sufragistas trabajaban dentro de la legalidad y en el marco de los partidos políticos.


Para comprender plenamente los motivos de escisión entre ambos grupos, debemos remontarnos unas décadas antes de 1912. En 1876 se fundó la sociedad “Los Derechos de las Mujeres”, que en 1883 se transformó en la “Sociedad para el Sufragio de las Mujeres”. Millicent Fawcett, que llegaría a ser la principal líder del movimiento sufragista, constituyó en 1897 una organización con el mismo fin, la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino (en siglas, NUWSS), que pretendía actuar con medios pacíficos para obtener el voto para las mujeres. Ante la falta de avances en su programa de actuación, en 1903 Emmeline Pankhurst (1858-1928), oponente de Fawcett, fundó una nueva organización, la Unión Social y Política de las Mujeres (Women’s Social and Political Union, en siglas WSPU). Su objetivo era luchar por la igualdad entre hombres y mujeres mediante el derecho al voto y, a través del mismo, alcanzar una efectiva paridad en materia de derechos de la persona, familia y propiedad (divorcio, derechos hereditarios…) A diferencia de la NUWSS de Fawcett, sólo admitía entre sus filas a mujeres y, además, sentó como principio la actuación al margen de los partidos políticos, porque consideraba que solo las utilizaba para respaldar las propuestas de los parlamentarios, sin hacer un esfuerzo real para otorgarles el derecho al voto. Al principio, las tácticas de la WSPU fueron pacíficas, a través de mítines y concentraciones ante el Parlamento, pero su postura se radicalizó ante el fracaso de las sucesivas propuestas legislativas dirigidas a reconocer el sufragio femenino. En 1905 diversas sufragistas fueron arrestadas por gritar consignas a su favor. Ello desencadenó una riada de detenciones en protesta, porque las detenidas preferían ser encarceladas antes que pagar la multa que se les exigía. Éste es el origen del término “suffragette”, que utilizó por primera vez el Daily Mail en 1906 para menospreciar a estas activistas. Sin embargo, estas aceptaron gustosamente el calificativo, que les permitía diferenciarse de las “suffragists”, que actuaban integradas dentro del sistema que les negaba sus derechos. Siempre ingeniosas, hasta hicieron un juego de palabras con el término, “suffraGETtes”, para resaltar no sólo que querían el sufragio sino que lo iban a conseguir (GET).

Un ejército de sufragistas
Emmeline deseaba dirigir “un ejército sufragista en el campo de batalla” y así lo demostró en 1908, cuando 500.000 activistas se reunieron en Hyde Park para asistir a uno de sus mítines. Ante la indiferente respuesta del Parlamento, 12 sufragetes se personaron en su sede con la intención de pronunciar allí un discurso pero la policía las expulsó. Tras ello, Edith New y Mary Leigh se dirigieron a la residencia del Primer Ministro en el número 10 de Downing Street y no dudaron en arrojar piedras a las ventanas, por cuyo delito fueron condenadas a dos meses de prisión. En el juicio, Emmeline recordó a los jueces cómo los agitadores políticos varones también habían tenido que romper muchas ventanas en el pasado antes de conseguir derechos civiles que entonces se consideraban ya incuestionables.

Tras la derrota del Partido Liberal en 1910, de la que la izquierda culpó a la WSPU por su falta de apoyo, se presentó una propuesta de ley favorable al voto femenino, la Conciliation Bill. Durante su tramitación, la WSUP acordó suspender los actos violentos pero, ante el fracaso de las negociaciones, el 18 de noviembre de 1910, 300 mujeres se manifestaron en Parliament Square, enfrentándose a la policía. El grupo estaba dirigido por Emmeline y por la princesa india Sophia Duleep Sigh, que era una de las activistas más encendidas de la época. El primer ministro Lord Asquith se negó a recibirlas. Por orden de Churchill, a la sazón secretario de Estado, la policía agredió a las manifestantes, resultando arrestadas 119 personas. El escándalo se conoció como el Black Friday, aunque ahora el mercado se ha apropiado de ese nombre para estimular las ventas de temporada.

A causa de la debilidad física de las mujeres a la hora de hacer frente a los asaltos de las fuerzas del orden, Emmeline decidió que debían recibir clases de defensa personal. Para ello contó con la ayuda de Edith Garrud, una extraordinaria mujer experta en áreas artes marciales que, ya desde 1908, venía actuando como entrenadora de las sufragistas.
Huelgas de hambre


Los hechos narrados en la película se refieren a una nueva propuesta legislativa, la que se realizó en marzo de 1912, un año crucial en la lucha por que se produjo un viraje hacia tácticas más agresivas: las sufragetes se encadenaron a rejas, incendiaron buzones, pusieron bombas…. En efecto, cuando la propuesta fracasó, como tantas veces antes, Emmeline ordenó que se retomasen las protestas violentas. En respuesta, la policía realizó una redada en las oficinas de la WSUP y Emmeline fue detenida y condenada. En la prisión de Holloway llevó a cabo su primera huelga de hambre, una vía de protesta que ya había puesto en práctica en 1909 Marion Wallace Dunlop. La intención de esta fue conseguir que se reconociese a las sufragtes la condición de presas políticas. La cuestión no era baladí para los fines de su lucha. Si se las situaba en la segunda o tercera división penitenciaria, no podían disfrutar de las ventajas de que gozaban los presos políticos de la primera división, como recibir visitas o tener a su disposición medios para escribir libros o artículos. Pero no existía un criterio uniforme entre los tribunales sentenciadores a la hora de conceder un determinado nivel penitenciario a las sufragetes, de manera que no siempre se las ubicaba en la primera división. La WSPU realizó una campaña con ese fin pero el gobierno británico no estaba dispuesto a que la organización utilizase las prisiones como escaparate para su programa reivindicatorio. El caso es que, después de 91 horas de huelga y ante el temor de que Marion Dunlop se convirtiera en una mártir para el movimiento, además de obligar al Estado a abonar una indemnización por su muerte, el Secretario de Estado ordenó su liberación por motivos médicos.

Ante ello, las demás prisioneras se apresuraron a forzar su situación poniéndose igualmente en huelga de hambre, lo que se convirtió en una respuesta generalizada entre las sufragetes encarceladas. Además de publicidad, conseguían volver mucho antes a la línea de combate. El gobierno ordenó entonces que las huelguistas fuesen alimentadas a la fuerza. Pankhurst escribió que la prisión "se convirtió en un lugar de horrores y tormentos. Escenas repugnantes de violencia tenían lugar a cada hora del día, mientras los doctores iban de celda en celda efectuando su horrible trabajo”. Éste consistía en alimentar a las huelguistas por vía nasal u oral, utilizando para ello unas mordazas de acero que conseguían mantenerlas con la boca abierta. Atadas a sillas y sometidas a una fuerza considerable, el proceso debía de resultar dolorosísimo. Emmeline escribió en su diario que nunca conseguiría olvidar el sufrimiento de las mujeres, con los gritos que taladraban sus oídos. Muchas sufrían a corto plazo daños en los sistemas circulatorio, digestivo y nervioso, e incluso pleuritis o neumonía por defectuosa colocación del tubo y, a largo plazo, arrastraban unos sufrimientos físicos y psíquicos perdurables, como puede verse en la película que le sucede a Maud Watts, que también hace huelga de hambre.

La ley del gato y el ratón
Después de un amplio debate sobre los aspectos implicados en la cuestión, en 1910 Churchill corrigió las reglas relativas a las divisiones carcelarias, permitiendo a las presas sufragistas de la segunda y tercera división disfrutar de ciertos privilegios de la primera, habida cuenta que no se encontraban encerradas por crímenes graves. Ello puso fin a las huelgas de hambre durante dos años. Sin embargo, tras la detención de Pankhurst en 1913, a la vuelta de una gira de conferencias por Estados Unidos, volvieron a recrudecerse los incidentes. Entonces el gobierno respondió con la Prisoners Act, con arreglo a la cual las huelguistas de hambre eran liberadas de manera temporal en el momento en que su estado de salud se resentía de manera grave, volviendo a ser encarceladas cuando se habían recuperado.

Esta norma, que también exculpaba al ejecutivo por las eventuales muertes de las huelguistas, fue conocida popularmente con el nombre de "la ley del gato y el ratón". Es cierto, el gobierno jugaba con las prisioneras forzándolas a que abandonaran su protesta. Muchas volvían hacer huelga de hambre en cuanto las reintegraban a la cárcel. Pero la nueva ley limitó los casos de alimentación forzada a quienes habían cometido delitos muy graves. Por otro lado, las autoridades se aseguraban de que las sufragetes estuvieran tan débiles y enfermas que no pudieran asistir a mítines y otros actos mientras se hallaban fuera de su custodia.

Pero a las astucias del gobierno la WSPU respondió con no menos inteligencia. Emmeline encargó la formación de un cuerpo de élite compuesto por 30 integrantes, que fue conocido con los nombres de Bodyguard (las "guardaespaldas"), las "Jiujitsuffragettes" o las "Amazonas". Su objetivo era impedir que las sufragetes fugitivas fueran nuevamente arrestadas y conducidas a prisión. Escondidas en lugares secretos, Edith Garrud las entrenaba en técnicas de jiujitsu y en el uso de los bastones indios para golpear a los policías asaltantes. Las Bodyguard mantuvieron una serie de singulares combates cuerpo cuerpo con la policía que fueron muy comentados por la prensa. También protagonizaron espectaculares fugas bajo disfraz. Para ellas, los periodistas acuñaron otro término, las "suffrajitsu", por sus técnicas de autodefensa, sabotaje y subterfugio.

No obstante, su militancia se suspendió durante la Primera Guerra Mundial, pues en el Emmeline decidió que, por razones patrióticas, debían apoyar al gobierno británico en la contienda contra Alemania. Su apoyo fue premiado con la inmediata liberación de todas las sufragetes.
Por fin, el derecho al voto
Ya casi al término de la contienda mundial, en 1918, se aprobó la Representation of the People Act, que reconoció el derecho de voto a las mujeres mayores de 30 años que cumplieran unas determinadas condiciones de riqueza (propietarias o arrendatarios con una renta anual mínima) o que contaran con una educación superior (diplomadas en universidades). Gracias a esa ley, pudieron votar 8.400.000 mujeres, solo las pertenecientes a las clases media y alta. La razón para la asimetría de voto entre mujeres (30 años) y hombres (21 años) residió en el temor que tenía el Parlamento de que el voto femenino desestabilizase el sistema político. Debido a la Gran Guerra, se había producido una elevada mortandad entre los varones militarizados, de manera que las mujeres habrían podido convertirse en la mayoría de los votantes de no existir esa restricción.

Finalmente, 10 años después, en 1928, se aprobó el voto incondicionado para hombres y mujeres ingleses de 21 años. Emmeline había muerto sólo unos meses antes y no pudo presenciar este gran triunfo para el esfuerzo de toda su vida. Siempre nos quedará la duda de si las tácticas violentas de las sufragetes aceleraron o en realidad ralentizaron este proceso histórico. Las conexiones causales entre los fenómenos políticos y sociales de este largo y convulso período son tan complejas que nunca lo sabremos.
Personajes de la historia


Maud Watts, la protagonista a la que interpreta magistralmente Carey Mulligan, es una figura totalmente inventada, aunque resulta totalmente verosímil como resumen de muchas vidas reales. Maud es una joven que toma conciencia progresiva de las injusticias sociopolíticas y económicas que soportan las mujeres de su época y que un poco de manera accidental se ve envuelta en el devenir de los acontecimientos. Finalmente encuentra su refugio en la hermandad solidaria de las sufragetes y sigue con ellas su trágico destino.
Edith Ellyn, la activista encarnada por Helena Bonham-Carter, esta inspirada en parte en dos figuras reales: Edith Garrud, la instructora de artes marciales, y Edith New, otra sufragete a la que hemos hecho alusión más arriba. La actriz presionó para que, en homenaje a estas mujeres, se cambiara el nombre inicialmente pensado para su personaje, Caroline, la farmacéutica fabricante de bombas, por el de Edith.
El personaje que interpreta Natalie Press, Emily Davison, es históricamente fidedigno. El 4 de junio de 1913 se convirtió en una de las principales mártires de la causa sufragista cuando quizá intentaba colocar la banderola con el lema "Voto para las mujeres" en el caballo del rey Jorge, que participaba en la carrera y se encontraba presente en el evento. En la película se deja abierta la pregunta acerca de si Emily, en realidad, se suicidó para atraer publicidad hacia la causa.

Aunque Meryl Streep tiene una corta intervención en la película, su papel como la carismática en Emmeline Pankhurst es verdaderamente sensacional, como es costumbre en esta fabulosa actriz. La película refleja bien el modo de vida nómada que la líder de las activistas se vio obligada a adoptar desde 1907, cuando vendió su casa en Manchester y pasó a vivir en la clandestinidad, alojada en hoteles y en casas de simpatizantes, dando conferencias y alentando en la lucha a las sufragetes. En esa tarea la acompañó su hija Christabel, mientras que Adele y Sylvia se distanciaron de los planteamientos violentos y militaristas de su madre. El fervor que despertaba Emmeline entre sus seguidoras era tal que, en 1914, en protesta por su encarcelamiento, Mary Richardson acuchilló La Venus del espejo de Velázquez en la National Gallery de Londres.
Una crítica que se ha hecho a la película escrita por Abi Morgan y dirigida por Sara Gavron, aunque en general ha sido muy aplaudida, es que se limita a reflejar el activismo de las mujeres burguesas y blancas, sin incluir a las de otras razas. Las autoras se han defendido argumentando que la emigración femenina en el período 1911 a 1913 fue escasa en el Reino Unido y que no tenían una implicación tan clara en las luchas por los derechos civiles. Pero lo cierto es que hay una excepción muy importante, la de la princesa india Sophia Duleep Sigh (1876-1948), hija de un maharaja del Punjab y ahijada de la reina Victoria. Seguramente gracias a estos importantes vínculos nunca fue detenida pero estuvo presente en el Black Friday, mano a mano con Emmeline, vendió ejemplares del periódico Suffragette y participó muy activamente en acciones políticas en pro del derecho al voto tanto en Gran Bretaña como en su país de origen.

La historia que nos cuenta Suffragette es indudablemente dura. Nos habla de un pasado de lucha dolorosa en el que no se suelen detener los manuales de Historia. Me parece un filme necesario para aprender qué camino tan dificultoso tuvo que recorrerse para llegar a donde hoy estamos. Estos nombres, Emmeline Pankhurst, Millicent Fawcett, Emily Davison, Edith Garrud, Edith New, la princesa Sigh, merecen un hueco en nuestro almacén de conocimientos. Muchas mujeres anónimas tuvieron que pagar un precio altísimo para que nosotros podamos disfrutar de una igualdad siquiera relativa. A las que se atrevieron a protestar las tildaron inmediatamente de locas, una estrategia para silenciar sus voces, como pone de relieve Elaine Showalter en The Female Malady: Women, Madness, and English Culture, 1830-1980. Sus cuerpos fueron también violentados, para impedirles ejercer su libertad de expresión, cuando pretendieron hacer huelga de hambre. Nunca deberíamos olvidar la deuda de gratitud que tenemos contraída con su entrega.
Fuentes consultadas:
-Goodman, Lizbeth: Literature and Gender. Routledge, 1996

-Truffaut-Wong, Olivia: Is Edith in "Suffragette" based on a real person?.22-10-2015. Web. 4-3-2016. 
-Emmeline Pankhurst.Wikipedia.Web.4-3-2016
-Black Friday.Wikipedia.Web.7-3-2016
- Sophia Duleep Sigh.Wikipedia.Web.7-3-2016
-Sufragete.Wikipedia.Web.4-3-2016
-Suffragette.Wikipedia.Web.4-3-2016
-Suffragette (film).Wikipedia.Web.4-3-2016