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martes, 11 de junio de 2019

MÚSICA Y ANIMACIÓN: "IMPROMPTU"(2017), UN CORTOMETRAJE ANIMADO DE MARÍA LORENZO.

El pasado mes de febrero se inauguró en Torrevieja (Alicante) una estupenda exposición para dar a conocer los materiales utilizados por la animadora María Lorenzo (Alicante, 1977) en su cortometraje Impromptu, que fue preseleccionado para los premios Goya en su penúltima edición.  Es una obra de una estética arrolladora, que arrastra al espectador con un torbellino de imágenes bellísimas acompañadas por la música siempre apasionada de Frederic Chopin. Pero además de ello, el corto de María Lorenzo tiene un enorme interés divulgativo porque dialoga con los grandes maestros de la historia del cinematógrafo y las imágenes que los hicieron famosos. La obra está dividida en cinco partes, cada una con una melodía y un referente distintos, que nos llevan de la mano a conocer a esos pioneros un tanto olvidados que el cortometraje de María Lorenzo pretende homenajear en un estilo muy poco convencional. Para que os hagáis un poco a la idea de  en qué consiste esta original propuesta, os pongo el enlace a un corto vídeo:https://www.youtube.com/watch?v=tlEebb7e6IE



En la exposición que tuvimos la suerte de ver en Torrevieja pudimos aprender mucho sobre esos geniales inventores, artistas y sus maravillosas creaciones técnicas y estéticas anteriores a 1895, y por eso creo que merece la pena perpetuar aquí esa información para beneficio de todos. Siempre me ha apenado que solo unos pocos afortunados puedan disfrutar de las exposiciones, que casi siempre tienen una fecha de caducidad, cuando somos tantos los hambrientos de belleza y saber, así que vamos a compartir aquí con todos vosotros los textos y las fotografías de la exposición. Espero que os gusten y os interesen. Abajo, tras las referencias históricas, encontraréis la galería de imágenes de la exposición y aquí añado un enlace para ver el trailer del corto, que cuenta con un amplio palmarés en festivales.
https://vimeo.com/222723816

PRELUDIO


En esta primera parte, bajo la hipnótica evocación del estudio 1 del Opus 25 ("Arpa eólica") de Chopin, son dos las figuras que el corto nos trae a la memoria: el belga Joseph Plateau (1801-1883) y el austriaco Simon von Stampfer. Por primera vez y, no lo olvidemos, por separado, ambos aplicaron la teoría de la persistencia de la visión para crear dispositivos que permitían contemplar las imágenes en movimiento. Está claro que el espíritu de los tiempos clamaba por estos inventos.El cine había que inventarlo.




Joseph-Antoine Ferdinand Plateau fue un físico belga interesado en demostrar la teoría de la persistencia de la visión que Peter Mark Roget había propuesto en torno a 1829. En 1832 Plateau inventó el Fenaquistiscopio, un aparato precinematográfico en forma de disco atravesado por ranuras, que incluía los primeros dibujos animados de la Historia.
Plateau centró buena parte de sus estudios de fisiología óptica en la percepción de los colores y en el efecto post-imagen, es decir, la persistencia de los estímulos luminosos en la retina, y determinó que su duración es de una décima de segundo: ese es el mecanismo por el cual podemos percibir la sensación de movimiento a partir de imágenes fijas durante la proyección de una película.
Curiosamente, en la misma fecha en que Plateau inventa su Fenakistiscopio, otro inventor y matemático austríaco, Simon Von Stampfer, crea exactamente el mismo aparato, el Estroboscopio, basándose en el mismo principio de Roget, y de ahí que al resultado de sugerir movimiento a partir de imágenes fijas se le llame también efecto estroboscópico.


La primera parte de Impromptu, muy adecuadamente titulada “Preludio”, está dedicada al Fenaquistiscopio de Plateau, y está realizada íntegramente a partir de 16 discos con diferentes motivos animados.



II. SERPENTINA

Esta es la parte más densa en cuanto a referencias a la historia del cinematógrafo y está acompañada por el estudio nº 2 del Opus 25 ( "Las abejas") de Chopin.



Eadweard Muybridge (1830-1904), seudónimo de Eadweard James Muggeridge, fue un fotógrafo e investigador británico. Cambió su nombre al emigrar a EEUU en 1851. Sus experimentos sobre la cronofotografía sirvieron de base para el posterior invento del cinematógrafo.
En 1872 una polémica enfrentaba a los aficionados a los caballos en California. Leland Stanford, ex gobernador del Estado y poderoso magnate, sostenía que había un instante durante el galope en que el caballo no apoyaba ningún casco en el suelo, mientras que su colega James Keene, presidente de la bolsa de valores de San Francisco, afirmaba lo contrario. Stanford encargó a Muybridge que fotografiase el movimiento de su caballo de carreras, pero no fue hasta abril de 1873 que Muybridge logró producir un negativo donde se reconocía la silueta del caballo en rápido movimiento. Para ello inventó un obturador mecánico similar a una guillotina que cae, con el que lograba un tiempo de exposición de 1/500 de segundo.
Muybridge siguió con sus experiencias en el rancho de Stanford, ideando una nueva técnica a partir de una batería fija con 24 cámaras para impresionar placas secas de fotografía, lo que le permitió realizar cientos de cronofotografías del movimiento humano y animal. Este legado ha sido de inestimable ayuda para los animadores que vinieron después, y también una gran inspiración para los fotográfos europeos Jules Marey y Ottomar Antschütz.


Asimismo, Muybridge quiso dar forma de espectáculo a sus investigaciones y creó el Zoopraxicopio, un aparato que permitía proyectar sus imágenes en movimiento, partiendo del mismo principio del Fenaquistiscopio de Plateau —lo que sugeriría a Thomas Alva Edison la posibilidad de unir música e imagen en un mismo invento. Numerosas escenas de la segunda parte de Impromptu, “Serpentine”, están inspiradas en los trabajos de Muybridge. Por cierto, el camaleónico Gary Oldman tendrá pronto en cartel una película sobre este interesantísimo creador.




Étienne Jules Marey (1830- 1904, sí, por increíble que parezca, coinciden sus coordenadas biográficas con las del anterior creador) fue un médico, fotógrafo e investigador francés. Desde 1863 perfeccionó su “método gráfico” para analizar con polígrafos el caminar del ser humano y del caballo. Sus resultados fueron muy sugestivos para  Stanford y Muybridge, y a su vez, los trabajos de Muybridge animaron a Marey a proseguir sus investigaciones mediante la fotografía.
En 1882 Marey mejoró el “revólver fotográfico” del astrónomo Jules Janssen, haciendo que tomase hasta 12 exposiciones por segundo. En 1882 Marey abrió la Estación Fisiológica del Bois de Bologne, con Georges Demenÿ como asistente. Allí inventó una cámara de placa fija cronomatográfica equipada con un obturador de tiempo, que le permitía combinar en una placa de cristal imágenes sucesivas de un movimiento. En 1888 Marey decidió reemplazar la placa de cristal por una larga tira de papel sensible a la luz, antecedente de la primera película fotográfica de celuloide, que empezó a utilizar en 1890.
Entre 1890 y 1900, Marey realizó un número considerable de películas donde se analizaba el movimiento de atletas y animales. Sus trabajos fueron ampliamente difundidos por la prensa internacional y sirvieron de inspiración para Thomas Alva Edison y para los hermanos Lumière. Varias de estas secuencias, con gimnastas, caballos, perros y gatos, aparecen reproducidas en animación en la segunda parte de Impromptu, “Serpentine”, en la que igualmente encontraréis influencias, refernias y homenajes a los autores y movimientos que vamos a seguir comentando.
En 1893 Marey presentó en la Revue Générale des Sciences su película cronofotográfica La ola, una secuencia de fotografías que mostraba el romper de una ola contra un acantilado. La quinta parte de Impromptu, “LA OLA”, está inspirada por esta secuencia de fotografías.




Ottomar Antschütz (1846-1907) fue un inventor y fotógrafo alemán pionero en la realización de diferentes prototipos de cámaras para representar el movimiento, y en 1888 patentó un obturador que permitía tomar fotos a una milésima de segundo.
Realizó estudios fotográficos de maniobras militares y de animales en zoológicos, y desde 1899 fue fotógrafo del káiser Guillermo II. En 1887 construyó el Electrotaquiscopio, que consistía en una rueda giratoria con fotos hechas sobre placas de vidrio, iluminadas por detrás, que permitía ver las imágenes en movimiento mediante un visor. Este aparato alcanzó una gran difusión en ferias, y en 1893 fue presentado en la Exposición Universal de Chicago.
El método fotográfico de Antschütz, sin embargo, no difería del creado por Eadweard Muybridge, ya que también utilizaba baterías de cámaras yuxtapuestas para obtener sus cronofotografías. 


William Kennedy Laurie Dickson (1860-1935) fue un director cinematográfico, fotógrafo e ingeniero brito-francés. Creció en Reino Unido, pero se trasladó a EEUU para buscar fortuna con la compañía de Thomas Edison. Dickson, que era fotógrafo aficionado, recibió el encargo de investigar cómo registrar el movimiento en la película fotográfica, igual que el fonógrafo registra el sonido. La visita de Edison y Dickson a la Exposición Universal de París de 1889, donde conocerán de primera mano la cronofotografía de Marey, jugará un importante papel a la hora de solucionar varios problemas técnicos. En 1890 Dickson creó una cámara y un visor que utilizaba largas tiras de película para capturar el movimiento en fotogramas individuales, y este invento, patentado en 1891, recibió el nombre de Kinetoscopio.


En la década de 1890, los salones con Kinetoscopios —una especie de salas de recreativos del estilo de los Arcade— hicieron furor como entretenimiento popular en Norteamérica. Las máquinas funcionaban con una moneda, y las películas se veían dentro de la máquina, a través de un visor. También era posible escuchar música y sonido a través de auriculares, ya que la patente del fonógrafo también pertenecía a Edison. Las películas que se veían eran de diverso carácter y se grababan en el estudio Black Maria de New Jersey, el primer estudio de cine, establecido por Edison en 1894. Allí Dickson filmó desde herreros anónimos haciendo su trabajo hasta artistas de circo americano y de variedades, como la imitadora de Loïe Fuller en América, Anna Belle, o la gran bailaora almeriense CarmencitaMerece la pena ampliar un poco la información sobre estas irrepetibles bailarinas

Carmen Dauset Moreno (1868-1910), más conocida como Carmencita, fue una bailaora española afincada en Estados Unidos. Artista precoz, en 1882 ya estaba dando espectáculos por todo el país e incluso ofreció eventos en Francia y Portugal. Fue en la Exposición Universal de París de 1889 donde un importante agente le propone actuar en Nueva York; tras varios intentos, en 1891 actúa en el Madison ante 8.000 personas y cosecha un gran éxito.
Carmencita posó para los más cotizados pintores de la época —como John Singer Sargent—, se realizaron anuncios publicitarios con su imagen, e incluso fue invitada por Thomas Edison para ser filmada en el estudio Black Maria. La película resultante, Carmencita, nos permite considerar a la bailaora de origen almeriense como la primera estrella femenina de cine. La película tiene un importante valor histórico y está conservada por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Varias escenas de la segunda parte de Impromptu, “Serpentine”, así como el cartel del cortometraje, toman como inspiración la película de Kinetoscopio que le realizó William K. L. Dickson en 1894.

En cuanto a Marie Louise Fuller (1862-1928), más conocida como Loïe Fuller, fue una bailarina, actriz, productora y escritora estadounidense que adquirió gran fama al derivar su espectáculo de danza hacia los efectos visuales, empleando tejidos que flotaban y luces multicolores. Bailarina autodidacta, trabajó principalmente en Europa, creando cerca de 130 coreografías entre la que destacan su Danza de la serpentina y Danza del fuego (1890). Además de fascinar a fotógrafos y artistas del Impresionismo —como el pintor Toulouse-Lautrec y el escultor Auguste Rodin—, su efigie en movimiento se convertirá en todo un icono del Modernismo.
Loïe Fuller, sin embargo, se resistió durante un tiempo a ser filmada por cámaras de cine, por lo que las películas de Danza de la Serpentina que grabó Dickson se realizaron con su imitadora en América, Anna Belle. Incluso Segundo de Chomón graba en 1902 en su estudio de Barcelona su propia versión de la Danza de la serpentina, a partir de una actriz anónima. Solo permitió que la filmasen directamente los hermanos Lumière en 1896, dando lugar a una bella grabación que ha inspirado varios momentos de esta segunda parte.


En la actualidad, Loïe Fuller es recordada por sus aportaciones a las artes escénicas, ya que fue capaz de anticipar importantes conceptos de los espectáculos multimedia actuales, y es frecuentemente homenajeada por diversas artistas, desde la “performer” alemana Claudina, hasta la bailarina de “burlesque” Vicky Butterfly.


Y, por supuesto, no faltan tampoco referencias a la bohemia de Montmartre y a su edición barcelonesa en esta segunda parte de Impromptu.Els Quatre Gats fue un cabaret y restaurante que en tan solo seis años se convirtió en uno de los lugares de referencia del Modernismo catalán. Fue reinaugurado con el mismo nombre en la década de 1970.
Entre los impulsores del local estaban los pintores Santiago Rusiñol y Ramon Casas, entre otros. Allí se celebraban tertulias, exposiciones de arte, veladas musicales y literarias, y espectáculos de variedades y sombras chinescas. Pablo Ruiz Picasso celebró allí su primera exposición individual.


Para dar a los dibujos de Impromptu una personalidad gráfica coherente con la época que se quería reflejar, se eligieron obras de artistas que se reunieron en torno a este dinámico local, destacando sobre todo los dibujos del joven Pablo Picasso, los maravillosos retratos de Ramon Casas, y las caricaturas de Ricard Opisso, en los que reflejaban la vida con toda su expresión y movimiento.

III. ROSTROS


Georges Demenÿ (1850-1917) fue un inventor, realizador y gimnasta francés. En 1874 se inscribió en el curso de fisiología de Étienne Jules Marey, y se convirtió en su ayudante y cofundador de la Estación Fisiológica. Su trabajo de investigación fotográfica despegó en 1888, y en 1892, Demenÿ presentó una patente para el Phonoscope, un aparato para discos de vidrio de 42 cm. de diámetro para proyectar una secuencia de fotos. Demenÿ soñaba con la comercialización de la cronofotografía y fundó la Compañía Phonoscope, en la que Marey no quiso participar.
En 1894, después de inventar una nueva cámara cronofotográfica, Demenÿ produce un centenar de escenas de Phonoscope con temas cotidianos, como bailarinas, llegadas del tren a la estación o escenas familiares, muy del gusto de los Impresionistas —y que anunciarían los primeros temas del cine—. Demenÿ también tenía la intención de que su invento sirviera para ayudar a aprender a hablar a los sordomudos: por esta razón grabó varias películas con varios modelos —incluyéndose a él mismo— vocalizando exageradamente. Demenÿ mostró su invento a Louis Lumière, pero éste no aparentó interés por el mecanismo. Por el contrario, el empresario Leon Gaumont sí adquirió su cámara Bioscope (Phonoscope cambiado el nombre) para dar inicio a su ambiciosa productora de cine en 1895. La película El hada de las coles (1896), filmada por Alice Guy Blaché, se grabó con una cámara de Demenÿ.


La tercera parte de Impromptu, “Rostros”, al ritmo sincopado del Opus 10 ("Cromático") de Chopin, es un interludio dedicado a los experimentos de Demenÿ, y en particular a sus “portraits vivants”, ya que Demenÿ creía firmemente que los retratos del futuro serían móviles, o no serían.

IV. EL HOMBRE DEL TREN

Esta es quizás la parte más lírica y narrativa de Impromptu y está dedicada a Louis Aimé Augustin Le Prince (1842-1890?) y está acompañada musicalmente por el Opus B I 130 de Chopin. Fue un artista e inventor francés, considerado por muchos historiadores como el verdadero padre del cine, registrando sus primeras imágenes en movimiento en octubre de 1888, con la película grabada sobre papel La escena del jardín de Roundhay, con una máquina de su propia creación. Sus películas eran muy breves, de apenas 18 fotogramas, pero reflejaban momentos de la vida corriente, como esta escena de jardín con personas, un vivaz acordeonista, o escenas del tráfico de la calle en Leeds, Reino Unido, donde vivió durante un tiempo.
Por desgracia, las películas de Le Prince estaban filmadas sobre papel, no sobre celuloide, por lo que nunca pudieron ser proyectadas. Le Prince desapareció misteriosamente en septiembre de 1890, a bordo de un tren entre Dijon y París, sin que su cuerpo o su equipaje fuesen encontrados. Se dirigía a Estados Unidos para presentar públicamente su invento.
La enigmática desaparición de Le Prince —sobre la que se han vertido hasta cinco teorías diferentes, una de ellas apuntando a un posible complot de Thomas Edison—, así como la perturbadora belleza de sus grabaciones supervivientes, son el motivo que inspiró la cuarta parte de Impromptu, “El hombre del tren”, donde se sugiere con una narración abierta la desaparición de un cineasta de entresiglos.

Oscar-Claude Monet (1840-1926) fue un pintor francés y uno de los fundadores del movimiento artístico del Impresionismo. Precisamente, el término “Impresionismo” deriva del título de su obra Impresión, sol naciente (1872), que formó parte del Salon des Refusés de 1874. En torno a 1890, a la vez que se estaban consolidando la fotografía secuencial y el cine, Monet desarrolló el concepto de “series”, en las que un mismo motivo es pintado repetidas veces con distinta iluminación, como hace con la Catedral de Ruan (1892-1895), si bien antes, en 1877, había pintado numerosas veces la estación de tren de Saint Lazare —un tema de la vida moderna, la llegada del tren, que también sería filmada por los hermanos Lumière, continuadores del Impresionismo con sus películas documentales—. En la década de 1890 también comienza a trabajar en el jardín de su casa en Giverny, con estanques de nenúfares que pintaría una y otra vez hasta su muerte.


Los nenúfares de Monet, que se pintan ante la cámara, que emergen del agua y se abren, animados, ante nuestros ojos, son el tema inicial de la cuarta parte de Impromptu, “El hombre del tren”, un motivo visual paisajístico que fue elegido para encajar con el ritmo y el sentimiento del tema musical de Chopin, dividido en movimientos muy diferentes entre sí.


V.LA OLA
Ya nos hemos referido arriba a Marey como inspirador de esta última y apoteósica parte del corto, que nos deja con ganas de mucho más. La música que le sirve de soporte es el estudio 12  del Opus 25("Océano") de Chopin. Nada podía ser más apropiado.



 GALERÍA DE IMÁGENES DE LA EXPOSICIÓN

















No podemos terminar el repaso a las aportaciones del corto de María Lorenzo, en el que la música es la verdadera coprotagonista de la imagen, hasta el punto de que ambas forman un tejido inseparable, sin hacer mención al compositor y a su talentoso intérprete, István Székely.
Fryderyk Franciszek Chopin fue un compositor y virtuoso pianista polaco, considerado uno de los más importantes de la historia de la música, y uno de los mayores representantes del Romanticismo musical.


La música de piano de Frédéric Chopin fue la elegida para ilustrar Impromptu por su plasticidad y potencial evocador. Los Estudios (Opus 10, 25, y BI 130) de Chopin tienen una gran relevancia porque no sólo debían servir a los estudiantes para perfeccionar su técnica —a base de insistir en un motivo musical determinado—, sino que fueron las primeras composiciones de su género que también se consideraron grandes obras de arte. De esta manera, cada uno de los Estudios elegidos planteaba un reto o dificultad particular a la hora de plantear la animación y la narrativa de cada fragmento del cortometraje.
El criterio para seleccionar los Estudios que aparecen en Impromptu fue que tuviesen fuerza expresiva y que juntos conformasen un todo con diferente ritmo. El gran concertista húngaro Isaac István Székely interpretó las piezas elegidas para este cortometraje. Isaac István Székely es profesor fundador del Centro “Franz Listz” de perfeccionamiento para talentos especiales en La Nucia (Alicante).



Algunos datos biográficos sobre la autora:



María Lorenzo Hernández es profesora de animación en la Universidad Politécnica de Valencia. Fue nominada a los Goya en 2016 por su cortometraje La noche del abismo (2015). También ha dirigido los cortos Retrato de D. (2004), La flor carnívora (2009) y el proyecto colectivo El gato baila con su sombra (2012).Sobre todo esto y mucho más encontraréis información en esta página:https://anthropocinema.blogspot.com/p/maria-lorenzo-animadora-y-ensayista.html

domingo, 7 de enero de 2018

"IMPROMPTU" (2017), LA EMOCIÓN EN MOVIMIENTO. Un nuevo diálogo con María Lorenzo

Impromptu (2017), la emoción en movimiento.Un nuevo diálogo con María Lorenzo.
En Ateneas ya hemos tenido la oportunidad de conversar con la pintora y realizadora María Lorenzo (Alicante, 1.977), en diversas ocasiones anteriores, para hablar de sus cortos de animación y de otras cuestiones relacionadas con la creación artística e incluso también acerca la reflexión teórica sobre la misma, para la que nuestra interlocutora está especialmente cualificada por su condición de docente e investigadora. Y llega de nuevo el momento de recuperar ese interesante diálogo para hablar de su fascinante nueva obra, Impromptu (2.017), que gira en torno a los orígenes del cine y la historia de la animación, temas que se encuentran entre los favoritos de la autora. Aquí podéis degustar un pequeño anticipo de esta joya para saber un poco de qué vamos a tratar: https://vimeo.com/222723816


P: María, tu corto tiene cinco partes bien diferenciadas pero la sensación que produce en el espectador es de una fuerte unidad de conjunto. ¿Cómo concebiste la estructura de esta obra?

Un poco por causalidad y por intuición. La forma de producirlo fue haciendo un pequeño corto tras otro, sin tener siquiera decidido al 100% cuáles serían los temas musicales que faltaban por tratar. Pero sí tenía una vaga idea de lo que quería desde que conocí varias historias apasionantes sobre el origen del cine, el cine antes de los Lumière. Hoy en día la gente vuelve a conocer los elementos precinematográficos, como el zootropo y el fenaquistiscopio, y me apetecía hacer algo con ellos. El movimiento rotatorio me recordaba al estudio nº 13 de Chopin, “Arpa eólica”, del Opus 25, el primero que aparece en la película. Y, naturalmente, el estudio 24 del mismo Opus, “Océanos”, también me pedía a gritos que lo animase desde que vi el Atlántico en Gijón y grabé varios vídeos de olas. Muchas veces, hasta que no encuentras la inspiración en cosas de la vida diaria, no decides comenzar algo.


P: La música siempre ha estado muy presente en tus trabajos previos pero, esta vez, puede afirmarse que llega a constituir el propio tejido narrativo de la obra. ¿Por qué escogiste precisamente como compositor a Chopin?

Probablemente por inercia. Porque sus Estudios son algunas de mis obras favoritas para piano y las conocía desde hacía mucho tiempo. Son obras conocidas, pero muchas de ellas no llegan a ser “clásicos populares” (como sí lo son, en cambio, algunos de sus valses y nocturnos), y esto da más margen para proponer algo nuevo, es un lienzo donde todavía no han pintado otros. Por otro lado, la música de piano tiene algo en nuestro imaginario que nos remite al origen del cine, a los primeros pases de cinematógrafo; y además, la idea de que fuesen Estudios, y no otro tipo de obra, me daba el pretexto para hacer pequeños “estudios” animados, donde cada parte del corto me servía para superar un determinado reto o dificultad.


P: Como la mayoría somos profanos en los primeros y complejos balbuceos del cine, sería estupendo que nos hablases un poco de los referentes fílmicos históricos que te sirven de punto de referencia para cuatro de las partes del corto, como las imágenes de las famosas bailarinas Carmencita y Loïe Fuller, pero también otras historias mucho más oscuras y apasionantes como la del prometedor pero malogrado Louis Le Prince.

Pues sí, aparte de los elementos precinematográficos, como el Taumatropo, el Fenakistiscopio, el Zootropo, el Praxinoscopio, procedentes todos de las observaciones ópticas de comienzos del siglo XIX, a partir de las primeras fotografías secuenciales que se realizan en la década de 1870, comienzan a cundir nuevas ideas que van más allá de los juguetes ópticos o de la investigación científica. Aún nadie pensaba en el cine, pero estaba ahí: el futuro de la imagen en movimiento era la fotografía animada. Edward Muybridge es el gran pionero en este campo: se trataba de un fotógrafo al que Leland Stanford, millonario americano, encargó una investigación fotográfica para determinar si había algún momento del galope del caballo en el que todos sus cascos estuviesen en el aire. Todo comenzó con una apuesta caprichosa… Y por eso se ven tantas fotografías de caballos galopando en esa época. Muybridge inventó un sistema para realizar fotografías múltiples, pero con diferentes cámaras, puestas en batería. No se trataba de nada que nos recuerde a películas: eran fotos independientes sobre placas emulsionadas, pero con estos mimbres realizó centenares de estudios del movimiento humano y animal, que inspiraron a muchos seguidores, como el austríaco Ottomar Anschütz y el francés Jules Marey.


Muybridge también se planteó la posibilidad de transformar en espectáculo los resultados de sus fotografías, por medio de su proyección pública con un aparato llamado Zoopraxicopio, donde se limitaba a calcar las mismas fotografías que había tomado, creando bucles de movimiento. Entonces fue cuando contactó a Edison, que había inventado el fonógrafo, con la idea de crear un espectáculo AUDIOVISUAL. Sus ideas eran adelantadas a su tiempo. Edison tomó nota, pero en vez de colaborar con él, apremió a su ayudante William Dickson para que inventase otra cosa: el Kinetoscopio. Se trataba de un aparato que instalaron en Arcades, en salas de recreativos, por así decirlo, donde, por una moneda, podías ver una película corta y a la vez escuchar sonido con unos audífonos. De alguna forma, el Kinetoscopio era heredero de los antiguos peep-box o cajas para mirar que llevaban los feriantes.


La película de Carmencita bailando es de 1894, y fue grabada en el estudio Black Maria de Edison, después de que abordase el problema de cómo tomar fotografías sobre una película continua; algo que el fotógrafo francés Marey había solucionado junto con su ayudante Demenÿ, creadores de las primeras películas cronofotográficas (como “La ola”, que se proyectó públicamente en 1891). Si tenemos en cuenta que los Lumière “inventaron” el cine en 1895, es evidente que había otros muchos investigadores buscando lo mismo. Incluso hubo un “Cinematógrafo” patentado en 1892 por Leon Bouly, aunque no tuvo dinero para renovar la patente, que perdió a favor de los Lumière.
Mención aparte merece Louis Le Prince, sí. En 1888 consiguió grabar pequeñas películas de 17 fotogramas, sobre cinta de papel. El papel no permitía que se hiciera una proyección, por lo que siguió trabajando para solucionar ese problema, sin éxito. En cualquier caso, en 1890, cuando se dirigía en tren de Dijon a París, camino a exhibir públicamente su invento en EEUU, Le Prince desapareció misteriosamente. Su hermano lo esperó inútilmente en París. Esto ha dado lugar a muchas especulaciones, sin estar demostrada ninguna. Por eso me parecía interesante sugerir esta idea en la cuarta parte de la película: contar una historia enigmática, inacabada, que el espectador pudiese completar a su gusto, como una pintura impresionista.


P: Impromptu parece representar un giro en tu carrera. Tus historias anteriores contaban con líneas argumentales muy elaboradas y complejas, como en la bellísima La noche del océano/La nit de l ´oceà (2015), sobre un relato lovecraftiano de Robert H. Barlow, de cuya adaptación te encargaste tú misma, o en la muy original Retrato de D. (2.004), en cuyo texto desarrollabas uno de los hilos que Bram Stoker dejó sin tejer en Drácula (1.897). También salió de tu mano el guión de una preciosa e intimista obra de tintes oníricos, La flor carnívora (2.009). Sin embargo, tu nuevo corto descansa plenamente en la música y el movimiento. ¿Esa ausencia de la palabra, es, tal vez, tu manera de evocar las etapas iniciales del cine y de rendir homenaje a quienes tuvieron que lidiar con un lenguaje cinematográfico tan diferente al que ahora estamos acostumbrados?

No ha sido algo tan intencionado. Necesitaba hacer algo diferente y gratificante, menos planificado que en casos anteriores (pero sin llegar al extremo de El gato baila con su sombra [2.012], que fue un proyecto más colectivo). Picasso, cuando creó el Cubismo, se centró en la forma y echó fuera el color. Recortar elementos siempre da más libertad, te permite centrarte en otras cosas. En Impromptu no hay apenas narración (a excepción una vaga narrativa en su cuarta parte), pero eso no significa que no haya sentimiento, al contrario: la música despierta muchas sensaciones, que me han dictado cómo animar el movimiento y qué formas elegir; realizar este montaje poco a poco me ha permitido sentirlo y disfrutarlo cada día, una experiencia mucho menos frecuente en proyectos con mayor planificación y división del trabajo.


P: He podido comprobar que, mientras que el público en general tiene totalmente asimilados los principios de la animación convencional- la que puede verse en la televisión y en el cine-, está, en cambio, poco familiarizado con un producto tan elaborado y artístico como la animación “de autor” que tú realizas. Quizá tenderíamos a pensar que la diferencia entre la animación que podemos ver en series y películas y en estas otras obras mucho más artesanales es correlativa a la que existe entre la producción llevada a cabo en unos grandes estudios de animación y la que hace un animador o animadora, sin ayuda externa, lidiando con sus ideas geniales en su cuarto de dibujo. Pero, en realidad, ¿necesitas contar con muchos colaboradores para llevar a cabo tu trabajo? ¿Y cuánto tiempo se invierte en la producción de este tipo de cortos?

Las nuevas tecnologías, por un lado, han acercado al cine de animación a personas del ámbito de la ilustración y muchos otros artistas; pero también han multiplicado la cantidad de perfiles profesionales técnicos que son necesarios para hacer una buena producción. Yo personalmente delego trabajo cuando no puedo solucionar algo por mí misma, o cuando no tengo el equipamiento o el conocimiento preciso (caso de técnicos de sonido, empleo de ciertos programas, etc.) Un corto cuesta tanto tiempo y dinero como tú quieras. Si no tienes prisa en hacerlo… Piensa en Alexander Petrov animando él solo El viejo y el mar durante tres años, pintando al óleo. Sencillamente, hay cosas que las puedes delegar, y otras no. Para este trabajo, que es el segundo que produzco junto con Enrique Millán, he contado con algunos viejos conocidos, como mi buen amigo y ex-alumno "veterano" Sergio Pilán, que fue mi colaborador en La noche del océano y en esta ocasión se ha ocupado de los títulos de créditos y de los episodios intermedios; y también he contado con ex-alumnos recién salidos de la Facultad de Bellas Artes, como los que forman la start-up Pterodactive, que me han ayudado principalmente con la parte digital de la animación.


P: A propósito de equipos de producción, en alguna medida Impromptu recuerda a aquel exitoso proyecto colectivo que coordinaste en 2012, El gato baila con su sombra, una genial rememoración del cine clásico de terror. ¿Piensas que esta animación artística, por sus propias características de corta duración y de su lenguaje narrativo tan peculiar, conecta más fácilmente con el público no especializado cuando invita más a la emoción que a la reflexión teórica?

Sin emoción no hay conexión. Un corto puede tener un contenido muy filosófico o intelectual, pero hace falta que te emocione algo: el movimiento, la música, el color… Son los componentes que nos hablan de manera sutil. Y un corto es para toda la gente: si tiene un subtexto interesante, una historia paralela, podrá decir cosas diferentes a las personas que estén convenientemente iniciadas; pero también tiene que poder decir algo incluso a un niño. Y me da la sensación de que esa es la diferencia fundamental entre un buen corto y muchas de las obras que se ven hoy en día en los museos de arte contemporáneo: si al ver un corto solo puedes quedarte con la idea de “no lo he entendido”, se ha fracasado. El objetivo no consiste en contar una historia, sino en transmitir algo.


P: A pesar del escaso tiempo transcurrido desde su finalización, tu nueva obra fue preseleccionada para los Goya en otoño pasado. Es ya la tercera vez que has entrado en ese importante y difícil palmarés, la última incluso como finalista con La noche del océano (La nit de l´oceà). Impromptu se estrenó en España en el Festival de Alcalá, después de hacerlo internacionalmente en Canterbury. Y tenemos que felicitarte por el premio muy recientemente obtenido en un concurso norteamericano, el 1st Expression Art Movie Film Festival. ¿Cómo vives la presencia de tus cortos en los festivales de cine?

Pues si me invitan a ir, como hicieron en Alcalá, sí la vivo… Conseguir selecciones es muy gratificante, porque lo más importante, después de hacer la película (ya es bastante importante en sí), es que llegue a un público. Sí, podrían llegar por internet, pero no es lo mismo: ver cualquier corto en un cine es una experiencia única, cada vez más rara, y hay que apoyarla.


P: Tú eres profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia, que es una excelente cantera de jóvenes animadores y animadoras. De hecho, junto con Impromptu, también fue preseleccionado el corto The Neverending Wall, de Silvia Carpizo, alumna egresada del Master de Animación de la UPV en el que tú impartes docencia. ¿En qué medida participan la Politécnica, la Filmoteca y la propia Generalitat Valenciana en la promoción y difusión de vuestro trabajo?

Uf, responder esa pregunta es casi un Máster… Voy a dar la respuesta simplificada. Las películas calificables para ir a los Goya solo las pueden producir empresas cinematográficas. La UPV no es una empresa cinematográfica, pero en nuestra Facultad hay espacios creados para apoyar a la creación y al emprendimiento: despachos donde pueden trabajar equipos pequeños. Muchos alumnos egresados encuentran en esos espacios su primera oportunidad laboral, pero ellos deben ser autónomos, o al menos una persona del equipo. El cortometraje de Silvia, que no es un corto de estudiante sino un trabajo profesional, se produjo en uno de estos espacios, contando además con una coproducción externa. Yo realicé este corto y La noche del océano gracias a Enrique Millán, mi productor. Estos trabajos han contado con ayudas a la producción audiovisual; en nuestro caso, la ayuda vino de Cultur Arts, Generalitat Valenciana. La Filmoteca (en realidad, Institut Valencià de l’Auviodisual – IVAC) es un organismo implicado en la organización de estas ayudas, pero funciona de manera independiente: lo que ellos hacen también es elaborar anualmente un catálogo audiovisual, el programa Curts, una selección de los mejores cortos valencianos, a los que pueden concurrir todas las producciones de la comunidad, incluso trabajos de escuela, y los distribuyen ampliamente por festivales.
Maria Lorenzo y Silvia Carpizo, dos grandes creadoras 
P: Además de tu actividad docente, pintas cuadros espléndidos, escribes artículos sobre tu disciplina, diriges una estupenda revista, Con A de Animación, participas en festivales y en foros internacionales altamente especializados, lo que te obliga a viajar con cierta frecuencia y, además y sobre todo, eres madre de una niña pequeña. ¿Cómo se consigue llevar adelante tantas, tan diversas y tan difíciles tareas sin morir en el intento? Y, ¿cómo se alimentan unas de otras?

Trabajar en la Universidad da cierta flexibilidad horaria y me considero una privilegiada por ello. No todo el mundo puede decir lo mismo. Por otro lado, tengo el apoyo incondicional de Enrique, que siempre está ahí. Y creo que si todo el tiempo me dedicase a hacer lo mismo me aburriría mucho, así que está bien tocar las distintas ramas de un mismo espectro. Te abre la mente, en el sentido que te permite mirar más allá de tus propios límites. Impromptu nunca se me habría ocurrido si no fuera porque imparto Historia de la animación. Todo empezó cuando quise hacer un pequeño documental docente para reforzar temas vistos en clase; y ahora, Impromptu me la piden algunos profesores de cine para ponerla en sus clases...


P: Los creadores rara vez desveláis las claves de vuestros nuevos proyectos pero no puedo resistir la tentación de preguntarte por tu próximo trabajo. Aunque hace realmente poco tiempo que has terminado Impromptu, y ahora toca seguir su presencia en los festivales, ¿estás ya en pleno brainstorming para el próximo corto? Seguro que imaginar cómo será es un proceso casi tan apasionante como llevarlo a efecto.

Gonzalo Suárez decía, a propósito de Remando al viento, que cuando conoció la historia de Mary Shelley, ésta se le aparecía por todas partes, como a ella su monstruo literario en la película. Concebir un proyecto es siempre una historia muy personal, y por lo menos en mi caso disfruto con ello. Sí, ahora veo cierta historia por todas partes, estoy en fase recolectora. Es, como dice Punset, la “antesala de la felicidad”. Pero después de realizar una película, que siempre es un proceso que requiere voluntad, viene la parte menos agradecida, que es la distribución en festivales, cuyos resultados pueden ser mejores o peores de lo que uno espera. Esa es la parte donde estoy ahora con Impromptu, pero no dejo que sea lo único que se trague mi energía.


* * *

Como siempre, María, ha sido un placer conversar contigo. Quienes hacemos Ateneas te deseamos muchos y grandes éxitos con Impromptu, una obra realmente original y magnífica, que cuenta con la brillante interpretación al piano de Isaac István Székely.
Y, como estoy segura, para quienes os acerquéis por primera vez a esta creadora, que os habrá picado la curiosidad conocer de primera mano su atractiva obra, os pongo primero el enlace a algunos de los vídeos de la autora en los que explica, de manera sencilla, algo tan difícil como el proceso de creación de Impromptu. Luego, los enlaces a sus cortos anteriores y, después, los de las entradas precedentes en Ateneas en las que María Lorenzo ha sido nuestra invitada, en las que comentamos ampliamente los diferentes aspectos de sus obras y también algunos de sus interesantes estudios sobre animación. No os perdáis este estupendo material. De verdad merece la pena dedicarle un ratito.


Sobre la creación y difusión de Impromptu:

En cuanto al acceso a los anteriores cortos:

-link aRetrato de D.”, la historia de un pintor que vendió su alma para alcanzar la gloria artística: https://vimeo.com/5743368
-link a "La flor carnívora", una historia del amor y la soledad femenina:
-link a "El gato baila con su sombra": http://vimeo.com/39226286
-link a dos trailers deLa noche del océano”: https://vimeo.com/113905114 y https://vimeo.com/110086080
La maravillosa música que suena en el primero es obra del compositor Armando Bernabeu Lorenzo y los estupendos efectos especiales en el segundo, de Martí Guillem.
-link a una preciosa y lírica creación temprana, La pantera de Rilke: https://vimeo.com/8410614



También podéis visitar la web de la autora: http://www.depdib.upv.es/mlorenzo
Con su curriculum muy completo y multitud de enlaces a sus trabajos teóricos: http://grupoanimacion.upv.es/portfolio/maria-lorenzo/

Enlaces a las entrevistas anteriores: