En Ateneas ya
hemos tenido la oportunidad de conversar con la pintora y realizadora
María Lorenzo (Alicante, 1.977), en diversas ocasiones
anteriores, para hablar de sus cortos de animación y de otras
cuestiones relacionadas con la creación artística e incluso también
acerca la reflexión teórica sobre la misma, para la que nuestra
interlocutora está especialmente cualificada por su condición de
docente e investigadora. Y llega de nuevo el momento de recuperar ese
interesante diálogo para hablar de su fascinante nueva obra,
Impromptu (2.017), que gira en torno a los
orígenes del cine y la historia de la animación, temas que se
encuentran entre los favoritos de la autora. Aquí podéis degustar
un pequeño anticipo de esta joya para saber un poco de qué vamos a
tratar: https://vimeo.com/222723816
P: María, tu corto
tiene cinco partes bien diferenciadas pero la sensación que produce
en el espectador es de una fuerte unidad de conjunto. ¿Cómo
concebiste la estructura de esta obra?
Un poco por causalidad y
por intuición. La forma de producirlo fue haciendo un pequeño corto
tras otro, sin tener siquiera decidido al 100% cuáles serían los
temas musicales que faltaban por tratar. Pero sí tenía una vaga
idea de lo que quería desde que conocí varias historias
apasionantes sobre el origen del cine, el cine antes de los Lumière.
Hoy en día la gente vuelve a conocer los elementos
precinematográficos, como el zootropo y el fenaquistiscopio, y me
apetecía hacer algo con ellos. El movimiento rotatorio me recordaba
al estudio nº 13 de Chopin, “Arpa eólica”, del Opus 25, el
primero que aparece en la película. Y, naturalmente, el estudio 24
del mismo Opus, “Océanos”, también me pedía a gritos que lo
animase desde que vi el Atlántico en Gijón y grabé varios vídeos
de olas. Muchas veces, hasta que no encuentras la inspiración en
cosas de la vida diaria, no decides comenzar algo.
P: La música siempre
ha estado muy presente en tus trabajos previos pero, esta vez, puede
afirmarse que llega a constituir el propio tejido narrativo de la
obra. ¿Por qué escogiste precisamente como compositor a Chopin?
Probablemente por
inercia. Porque sus Estudios son algunas de mis obras favoritas para
piano y las conocía desde hacía mucho tiempo. Son obras conocidas,
pero muchas de ellas no llegan a ser “clásicos populares” (como
sí lo son, en cambio, algunos de sus valses y nocturnos), y esto da
más margen para proponer algo nuevo, es un lienzo donde todavía no
han pintado otros. Por otro lado, la música de piano tiene algo en
nuestro imaginario que nos remite al origen del cine, a los primeros
pases de cinematógrafo; y además, la idea de que fuesen Estudios, y
no otro tipo de obra, me daba el pretexto para hacer pequeños
“estudios” animados, donde cada parte del corto me servía para
superar un determinado reto o dificultad.
P: Como la mayoría
somos profanos en los primeros y complejos balbuceos del cine, sería
estupendo que nos hablases un poco de los referentes fílmicos
históricos que te sirven de punto de referencia para cuatro de las
partes del corto, como las imágenes de las famosas bailarinas
Carmencita y Loïe Fuller, pero también otras historias mucho más
oscuras y apasionantes como la del prometedor pero malogrado Louis Le
Prince.
Pues sí, aparte de los
elementos precinematográficos, como el Taumatropo, el
Fenakistiscopio, el Zootropo, el Praxinoscopio, procedentes todos de
las observaciones ópticas de comienzos del siglo XIX, a partir de
las primeras fotografías secuenciales que se realizan en la década
de 1870, comienzan a cundir nuevas ideas que van más allá de los
juguetes ópticos o de la investigación científica. Aún nadie
pensaba en el cine, pero estaba ahí: el futuro de la imagen en
movimiento era la fotografía animada. Edward Muybridge es el gran
pionero en este campo: se trataba de un fotógrafo al que Leland
Stanford, millonario americano, encargó una investigación
fotográfica para determinar si había algún momento del galope del
caballo en el que todos sus cascos estuviesen en el aire. Todo
comenzó con una apuesta caprichosa… Y por eso se ven tantas
fotografías de caballos galopando en esa época. Muybridge inventó
un sistema para realizar fotografías múltiples, pero con diferentes
cámaras, puestas en batería. No se trataba de nada que nos recuerde
a películas: eran fotos independientes sobre placas emulsionadas, pero con estos mimbres realizó centenares de estudios del movimiento
humano y animal, que inspiraron a muchos seguidores, como el
austríaco Ottomar Anschütz y el francés Jules Marey.
Muybridge también se
planteó la posibilidad de transformar en espectáculo los resultados
de sus fotografías, por medio de su proyección pública con un
aparato llamado Zoopraxicopio, donde se limitaba a calcar las mismas
fotografías que había tomado, creando bucles de movimiento.
Entonces fue cuando contactó a Edison, que había inventado el
fonógrafo, con la idea de crear un espectáculo AUDIOVISUAL. Sus
ideas eran adelantadas a su tiempo. Edison tomó nota, pero en vez de
colaborar con él, apremió a su ayudante William Dickson para que
inventase otra cosa: el Kinetoscopio. Se trataba de un aparato que
instalaron en Arcades, en salas de recreativos, por así decirlo,
donde, por una moneda, podías ver una película corta y a la vez
escuchar sonido con unos audífonos. De alguna forma, el Kinetoscopio
era heredero de los antiguos peep-box o cajas para mirar que llevaban
los feriantes.
La película de
Carmencita bailando es de 1894, y fue grabada en el estudio Black
Maria de Edison, después de que abordase el problema de cómo
tomar fotografías sobre una película continua; algo que el
fotógrafo francés Marey había solucionado junto con su ayudante
Demenÿ, creadores de las primeras películas cronofotográficas
(como “La ola”, que se proyectó públicamente en 1891). Si
tenemos en cuenta que los Lumière “inventaron” el cine en 1895,
es evidente que había otros muchos investigadores buscando lo mismo.
Incluso hubo un “Cinematógrafo” patentado en 1892 por Leon
Bouly, aunque no tuvo dinero para renovar la patente, que perdió a
favor de los Lumière.
Mención aparte merece
Louis Le Prince, sí. En 1888 consiguió grabar pequeñas películas
de 17 fotogramas, sobre cinta de papel. El papel no permitía que se
hiciera una proyección, por lo que siguió trabajando para
solucionar ese problema, sin éxito. En cualquier caso, en 1890,
cuando se dirigía en tren de Dijon a París, camino a exhibir
públicamente su invento en EEUU, Le Prince desapareció
misteriosamente. Su hermano lo esperó inútilmente en París. Esto
ha dado lugar a muchas especulaciones, sin estar demostrada ninguna.
Por eso me parecía interesante sugerir esta idea en la cuarta parte
de la película: contar una historia enigmática, inacabada, que el
espectador pudiese completar a su gusto, como una pintura
impresionista.
P: Impromptu
parece representar un giro en tu carrera. Tus historias anteriores
contaban con líneas argumentales muy elaboradas y complejas, como en
la bellísima La noche del océano/La
nit de l ´oceà (2015), sobre un relato lovecraftiano de
Robert H. Barlow, de cuya adaptación te encargaste tú misma, o en
la muy original Retrato de D. (2.004), en cuyo
texto desarrollabas uno de los hilos que Bram Stoker dejó sin tejer
en Drácula (1.897). También salió de tu mano
el guión de una preciosa e intimista obra de tintes oníricos, La
flor carnívora (2.009). Sin embargo, tu nuevo corto
descansa plenamente en la música y el movimiento. ¿Esa ausencia de
la palabra, es, tal vez, tu manera de evocar las etapas iniciales del
cine y de rendir homenaje a quienes tuvieron que lidiar con un
lenguaje cinematográfico tan diferente al que ahora estamos
acostumbrados?
No ha sido algo tan
intencionado. Necesitaba hacer algo diferente y gratificante, menos
planificado que en casos anteriores (pero sin llegar al extremo de El
gato baila con su sombra [2.012], que fue un proyecto más
colectivo). Picasso, cuando creó el Cubismo, se centró en la forma
y echó fuera el color. Recortar elementos siempre da más libertad,
te permite centrarte en otras cosas. En Impromptu no hay
apenas narración (a excepción una vaga narrativa en su cuarta
parte), pero eso no significa que no haya sentimiento, al contrario:
la música despierta muchas sensaciones, que me han dictado cómo
animar el movimiento y qué formas elegir; realizar este montaje poco
a poco me ha permitido sentirlo y disfrutarlo cada día, una
experiencia mucho menos frecuente en proyectos con mayor
planificación y división del trabajo.
P: He podido comprobar
que, mientras que el público en general tiene totalmente asimilados
los principios de la animación convencional- la que puede verse en
la televisión y en el cine-, está, en cambio, poco familiarizado
con un producto tan elaborado y artístico como la animación “de
autor” que tú realizas. Quizá tenderíamos a pensar que la
diferencia entre la animación que podemos ver en series y películas
y en estas otras obras mucho más artesanales es correlativa a la que
existe entre la producción llevada a cabo en unos grandes estudios
de animación y la que hace un animador o animadora, sin ayuda
externa, lidiando con sus ideas geniales en su cuarto de dibujo.
Pero, en realidad, ¿necesitas contar con muchos colaboradores para
llevar a cabo tu trabajo? ¿Y cuánto tiempo se invierte en la
producción de este tipo de cortos?
Las nuevas tecnologías,
por un lado, han acercado al cine de animación a personas del ámbito
de la ilustración y muchos otros artistas; pero también han
multiplicado la cantidad de perfiles profesionales técnicos que son
necesarios para hacer una buena producción. Yo personalmente delego
trabajo cuando no puedo solucionar algo por mí misma, o cuando no
tengo el equipamiento o el conocimiento preciso (caso de técnicos de
sonido, empleo de ciertos programas, etc.) Un corto cuesta tanto
tiempo y dinero como tú quieras. Si no tienes prisa en hacerlo…
Piensa en Alexander Petrov animando él solo El viejo y el mar
durante tres años, pintando al óleo. Sencillamente, hay cosas que
las puedes delegar, y otras no. Para este trabajo, que es el segundo que produzco junto con Enrique Millán, he contado con algunos viejos conocidos, como mi buen amigo y ex-alumno "veterano" Sergio Pilán, que fue mi colaborador en La noche del océano y en esta ocasión se ha ocupado de los títulos de créditos y de los episodios intermedios; y también he contado con ex-alumnos recién salidos de la Facultad de Bellas Artes, como los que forman la start-up Pterodactive, que me han ayudado principalmente con la parte digital de la animación.
P: A propósito de
equipos de producción, en alguna medida Impromptu
recuerda a aquel exitoso proyecto colectivo que
coordinaste en 2012, El gato baila con su sombra, una
genial rememoración del cine clásico de terror. ¿Piensas
que esta animación artística, por sus propias características de
corta duración y de su lenguaje narrativo tan peculiar, conecta más
fácilmente con el público no especializado cuando invita más a la
emoción que a la reflexión teórica?
Sin emoción no hay
conexión. Un corto puede tener un contenido muy filosófico o
intelectual, pero hace falta que te emocione algo: el movimiento, la
música, el color… Son los componentes que nos hablan de manera
sutil. Y un corto es para toda la gente: si tiene un subtexto
interesante, una historia paralela, podrá decir cosas diferentes a
las personas que estén convenientemente iniciadas; pero también
tiene que poder decir algo incluso a un niño. Y me da la sensación
de que esa es la diferencia fundamental entre un buen corto y muchas
de las obras que se ven hoy en día en los museos de arte
contemporáneo: si al ver un corto solo puedes quedarte con la idea
de “no lo he entendido”, se ha fracasado. El objetivo no consiste
en contar una historia, sino en transmitir algo.
P: A pesar del escaso
tiempo transcurrido desde su finalización, tu nueva obra fue
preseleccionada para los Goya en otoño pasado. Es ya la tercera vez
que has entrado en ese importante y difícil palmarés, la última
incluso como finalista con La noche del océano (La nit de
l´oceà). Impromptu se estrenó en
España en el Festival de Alcalá, después de hacerlo
internacionalmente en Canterbury. Y tenemos que felicitarte por el
premio muy recientemente obtenido en un concurso norteamericano, el
1st Expression Art Movie Film
Festival. ¿Cómo vives la presencia de tus cortos en los
festivales de cine?
Pues si me invitan a ir,
como hicieron en Alcalá, sí la vivo… Conseguir selecciones es muy
gratificante, porque lo más importante, después de hacer la
película (ya es bastante importante en sí), es que llegue a un
público. Sí, podrían llegar por internet, pero no es lo mismo: ver
cualquier corto en un cine es una experiencia única, cada vez más
rara, y hay que apoyarla.
P: Tú eres profesora
en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de
Valencia, que es una excelente cantera de jóvenes animadores y
animadoras. De hecho, junto con Impromptu,
también fue preseleccionado el corto The Neverending Wall,
de Silvia Carpizo, alumna egresada del Master de Animación de la UPV
en el que tú impartes docencia. ¿En qué medida participan la
Politécnica, la Filmoteca y la propia Generalitat Valenciana en la
promoción y difusión de vuestro trabajo?
Uf, responder esa
pregunta es casi un Máster… Voy a dar la respuesta simplificada.
Las películas calificables para ir a los Goya solo las pueden
producir empresas cinematográficas. La UPV no es una empresa
cinematográfica, pero en nuestra Facultad hay espacios creados para
apoyar a la creación y al emprendimiento: despachos donde pueden
trabajar equipos pequeños. Muchos alumnos egresados encuentran en
esos espacios su primera oportunidad laboral, pero ellos deben ser
autónomos, o al menos una persona del equipo. El cortometraje de
Silvia, que no es un corto de estudiante sino un trabajo profesional,
se produjo en uno de estos espacios, contando además con una
coproducción externa. Yo realicé este corto y La noche del
océano gracias a Enrique Millán, mi productor. Estos trabajos
han contado con ayudas a la producción audiovisual; en nuestro caso,
la ayuda vino de Cultur Arts, Generalitat Valenciana. La Filmoteca
(en realidad, Institut Valencià de l’Auviodisual – IVAC) es un
organismo implicado en la organización de estas ayudas, pero
funciona de manera independiente: lo que ellos hacen también es
elaborar anualmente un catálogo audiovisual, el programa Curts, una
selección de los mejores cortos valencianos, a los que pueden
concurrir todas las producciones de la comunidad, incluso trabajos de
escuela, y los distribuyen ampliamente por festivales.
Maria Lorenzo y Silvia Carpizo, dos grandes creadoras |
P: Además de tu
actividad docente, pintas cuadros espléndidos, escribes artículos
sobre tu disciplina, diriges una estupenda revista, Con A
de Animación, participas en festivales y en foros
internacionales altamente especializados, lo que te obliga a viajar
con cierta frecuencia y, además y sobre todo, eres madre de una niña
pequeña. ¿Cómo se consigue llevar adelante tantas, tan diversas y
tan difíciles tareas sin morir en el intento? Y, ¿cómo se
alimentan unas de otras?
Trabajar en la
Universidad da cierta flexibilidad horaria y me considero una
privilegiada por ello. No todo el mundo puede decir lo mismo. Por
otro lado, tengo el apoyo incondicional de Enrique, que siempre está
ahí. Y creo que si todo el tiempo me dedicase a hacer lo mismo me
aburriría mucho, así que está bien tocar las distintas ramas de un
mismo espectro. Te abre la mente, en el sentido que te permite mirar
más allá de tus propios límites. Impromptu nunca se me
habría ocurrido si no fuera porque imparto Historia de la animación.
Todo empezó cuando quise hacer un pequeño documental docente para
reforzar temas vistos en clase; y ahora, Impromptu me la piden
algunos profesores de cine para ponerla en sus clases...
P: Los creadores rara
vez desveláis las claves de vuestros nuevos proyectos pero no puedo
resistir la tentación de preguntarte por tu próximo trabajo. Aunque
hace realmente poco tiempo que has terminado Impromptu,
y ahora toca seguir su presencia en los festivales, ¿estás ya en
pleno brainstorming para el próximo corto? Seguro que imaginar cómo
será es un proceso casi tan apasionante como llevarlo a efecto.
Gonzalo Suárez decía, a
propósito de Remando al viento, que cuando conoció la
historia de Mary Shelley, ésta se le aparecía por todas partes,
como a ella su monstruo literario en la película. Concebir un
proyecto es siempre una historia muy personal, y por lo menos en mi
caso disfruto con ello. Sí, ahora veo cierta historia por todas
partes, estoy en fase recolectora. Es, como dice Punset, la “antesala
de la felicidad”. Pero después de realizar una película, que
siempre es un proceso que requiere voluntad, viene la parte menos
agradecida, que es la distribución en festivales, cuyos resultados
pueden ser mejores o peores de lo que uno espera. Esa es la parte
donde estoy ahora con Impromptu, pero no dejo que sea lo único
que se trague mi energía.
* * *
Como siempre, María, ha
sido un placer conversar contigo. Quienes hacemos Ateneas te
deseamos muchos y grandes éxitos con Impromptu, una
obra realmente original y magnífica, que cuenta con la brillante interpretación al piano de Isaac István Székely.
Y, como estoy segura,
para quienes os acerquéis por primera vez a esta creadora, que os
habrá picado la curiosidad conocer de primera mano su atractiva
obra, os pongo primero el enlace a algunos de los vídeos de la
autora en los que explica, de manera sencilla, algo tan difícil como
el proceso de creación de Impromptu. Luego, los
enlaces a sus cortos anteriores y, después, los de las entradas
precedentes en Ateneas en las que María Lorenzo ha sido
nuestra invitada, en las que comentamos ampliamente los diferentes
aspectos de sus obras y también algunos de sus interesantes estudios
sobre animación. No os perdáis este estupendo material. De verdad
merece la pena dedicarle un ratito.
Sobre la creación y
difusión de Impromptu:
- El making of “del minuto” que habéis podido ver arriba, a ritmo de jazz: https://vimeo.com/221493008
- El making of de Preludi, la primera parte que compone el corto: https://vimeo.com/219978521
- Work in progress: https://vimeo.com/211569986
- Mucha más información sobre el corto en su página de Facebook: https://www.facebook.com/impromptu.shortfilm/
En cuanto al acceso a los
anteriores cortos:
-link a
“Retrato de D.”, la
historia de un pintor que vendió su alma para alcanzar la gloria
artística: https://vimeo.com/5743368
-link a "La
flor carnívora", una historia del
amor y la soledad femenina:
-link a "El
gato baila con su sombra":
http://vimeo.com/39226286
-link a dos trailers
de “La noche del océano”:
https://vimeo.com/113905114
y https://vimeo.com/110086080
La maravillosa música
que suena en el primero es obra del compositor Armando
Bernabeu Lorenzo y los estupendos efectos especiales en el
segundo, de Martí Guillem.
También podéis
visitar la web de la autora:
http://www.depdib.upv.es/mlorenzo
Con su
curriculum muy completo y multitud de enlaces a sus trabajos
teóricos:
http://grupoanimacion.upv.es/portfolio/maria-lorenzo/
Enlaces a las
entrevistas anteriores:
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