Benjamina fue una niña que nació en la Sierra de Atapuerca
(Burgos), hace unos 530.000 años, aquejada de una gravísima malformación fetal.
Pertenecía a la especie Homo heidelbergensis, un escalón evolutivo intermedio entre
el Homo antecessor y los neandertales. Lo increíble de su caso es que, a pesar
de las extremas condiciones de vida de estos homínidos, la discapacidad de la
pequeña Benjamina no fue motivo para que la abandonaran a una muerte segura.
Antes bien, cuidaron de ella hasta el final de sus tristes días. Esta es una
historia emocionante de solidaridad en la era de las cavernas que nos cuenta la
Paleoantropología.
1. El hallazgo de Benjamina
En el yacimiento de la Sima de los Huesos en Atapuerca se
han encontrado restos bastantes completos de 32 individuos de la especie Homo
heidelbergensis, que vivió en el Paleolítico medio. Entre ellos se cuenta un
cráneo infantil, el nº 14, descubierto en las campañas de excavación de 2001 y
2002. Aunque inicialmente se pensó que correspondía a un chico, sus gráciles
rasgos acabaron de convencer a los investigadores de que se trataba de una
niña, que tendría alrededor de diez años cuando falleció. La reconstrucción de
los fragmentos de su cráneo revela que padecía una rara enfermedad, la
craneosinostosis. Consiste en que las fontanelas, las suturas entre las
diferentes partes del cráneo, se cierran antes de tiempo, ocasionando tanto una
asimetría de la cabeza como deformidades cerebrales y retraso psicomotor.
Benjamina (nombre que, en hebreo, quiere decir “la más querida”), no podía
valerse por sí misma y, a pesar de ello, logró sobrevivir más de diez años en
unas condiciones medioambientales verdaderamente adversas. La conclusión no
puede ser otra que, hace más de medio millón de años, los miembros de esta
especie estaban dispuestos a cargar con sus congéneres discapacitados en sus
continuos desplazamientos trashumantes, y a renunciar a parte de su escasa
dieta para ayudar a los miembros más desvalidos del grupo.