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martes, 10 de abril de 2018

LAS SORGINAS, SACERDOTISAS DE LA DIOSA MARI

                                    POR MARINA IVORRA
A partir de las tumbas excavadas en Europa que datan entre el 30.000 y el 8.000 a.C, se ha podido hablar de la existencia de una mitología matriarcal ya en el Paleolítico Superior. El hecho de que, en muchas sepulturas, el cadáver se encuentre enterrado en posición fetal, parece apuntar hacia la concepción de la Tierra como madre, así como a la creencia en un renacimiento futuro tras el retorno a la posición originaria en su seno. Las numerosas figurillas de pequeño tamaño conocidas como "Venus Paleolíticas" (entre las que destacan las Venus de Willendorf y la de Lespugue) que representan a mujeres desnudas o semidesnudas, con los rasgos sexuales muy acentuados, podrían tener un sentido mágico y religioso relacionado con la potencia de la generación y la fertilidad, tanto de la humanidad como del resto de la naturaleza, encarnada en figuras femeninas. Las Venus Paleolíticas son las antecesoras de las diosas-madres del Neolítico y precedentes  de todas las diosas de la fecundidad, ya se llamen Ishtar, Astarté, Tanit, Isis o Hathor de épocas históricas. En estas figuras se condensa una interpretación que concede a la naturaleza las características del ser humano, de tal modo que queda personificada como madre. Los misterios de la vida y de la muerte, que van asociados a esta naturaleza divinizada, tienen un carácter femenino, por lo que se puede comprender que en este contexto sea la mujer la que ejerce de intermediaria con el cosmos, así como la responsable de garantizar la comunicación dentro del grupo y de socializar a los niños. 
La antigua religión vasca es una de las pocas religiones matriarcales que consiguió sobrevivir a la invasión Indo-Europea, teniendo así un gran valor desde el punto de vista histórico y cultural.
A mediados del siglo XX, el antropólogo y sacerdote José Miguel de Barandiarán recopiló los mitos, relatos y leyendas de esta milenaria religión, que fueron conservados a lo largo de los siglos por la tradición oral. Cuando Barandiarán comenzó a estudiar este paganismo, que seguía vigente de modo más o menos difuso en la mentalidad popular vasca, se vio sorprendido por el hecho de que gran parte de las informaciones que recibía estaban relacionadas de un modo u otro con la figura de Mari, diosa principal del panteón vasco.
José Miguel de Barandiarán en su casa de Ataun, Guipúzcoa
Barandiarán llegó así a la conclusión de que la antigua religión vasca tenía un carácter matriarcal, centrándose principalmente en la figura de la diosa Mari, la cual se encontraba íntimamente vinculada con la Madre Tierra. Otra deidad fundamental del panteón vasco es Sugar, el consorte de la diosa Mari, capaz de cambiar de forma, tomando generalmente la forma humana o la reptil ya sea como serpiente o como dragón. 
Como ya hemos dicho, la mitología vasca tiene sus raíces en la Prehistoria. Tiene un carácter ctónico, es decir, las deidades habitan en el interior de la Tierra y no en el cielo. Desde el Paleolítico, el interior de la Tierra, las cuevas, han sido lugares de rituales y de culto, además de ser el espacio donde se enterraba a los difuntos. Por ello, en las antiguas creencias vascas, el interior de la Tierra es morada de espíritus de los antepasados y hogar de la mayoría de las deidades. De hecho, se creía que la diosa Mari vivía en el interior las cavernas.  
Se piensa que la antigua sociedad vascona era matriarcal y, aunque las relaciones sociales hombre-mujer eran de igualdad, la sociedad era matrifocal: la mujer era capaz de crear vida y por eso, las madres actuaban como eje vertebrador de cada grupo humano. No es de extrañar que, por eso, en la antigua religión de los vascones abundasen las deidades femeninas como Mari, Ama Lurra (Madre Tierra), Ilargi (la diosa Luna) o Amandrea (la abuela Sol) y que las mujeres desempeñaran un rol fundamental en el ámbito religioso. Los rituales más importantes eran llevados a cabo por sacerdotisas, conocidas como "sorginak". 
Para los antiguos vascones "sorgin" significaba "hacedora de creaciones/nacimientos". Esta palabra está compuesta por "sortu" (crear/nacer) y el sufijo -gin (hacedor-a). Las sorginas eran las encargadas de los santuarios de la diosa. Uno de los más conocidos es Sorginetxe, que se encuentra en Arritzala, Álava. Además, estas mujeres eran las encargadas de sanar a través del conocimiento de las hierbas y de traer a los niños al mundo, siendo así las principales curanderas y matronas.
Las sorginas irradiaban el "Adur", la energía que mueve el cosmos, a los niños que traían al mundo dándoles la vida. Uniéndolos a través de la irradiación del "Adur" a la diosa Mari, a la madre tierra, de la que provienen todos los seres o, como se decía en la antigua religión: "izena daukan guztia"("todo lo que tiene nombre,vive").
Sorginetxe,Arritzala,Álava

¿Qué ocurrió con las Sorginas tras la entrada del cristianismo en el País Vasco?
La palabra "sorgin" tomó el significado de "bruja" cuando las autoridades eclesiásticas quisieron acabar con la religión vasca, asociándola con la brujería y el satanismo.
Hacia el año 1500 se abrieron diferentes procesos contra los brujos y brujas de la sierra de Amboto, en el Señorío de Vizcaya, donde se encontraba la cueva en la que vivía Mari, llamada también "la dama de Amboto". 
Según los cristianos, en este lugar las sorginas adoraban al diablo, en forma de macho cabrío. Sin embargo, las sacerdotisas no rendían culto a Satanás, sino a Akerbeltz ("Aker" macho cabrío y "beltz" negro), divinidad que representaba la sexualidad y la falicidad masculina. Akerbeltz estaba al servicio de Mari y las sorginas. Mantenía una relación complementaria con la diosa, ya que era la divinidad encargada de fecundarla, fertilizando así nuestro mundo. La Santa Inquisición consideró la Sierra de Amboto como uno de los principales focos de brujería en España y, por tanto, había que acabar con él. 
En 1517 se publicó un tratado sobre las supersticiones (Tractatus de Superstitionibus) de Martín de Arles, canónigo de Pamplona. Parece que este tratado se había escrito en el siglo anterior y se refería a las brujas del Reino de Navarra. Este libro recoge la idea tradicional de la iglesia católica de que los actos que realizan las "brujas" son producto de la ilusión provocada por el diablo. Así, poco a poco algunas divinidades de la antigua religión como Akerbeltz fueron convirtiéndose en seres demoníacos y las sacerdotisas se transformaron en horribles brujas, siervas del diablo.
Fueron constantes los procesos por brujería durante más de un siglo. Uno de los más importantes fue el de Zugarramurdi (Navarra), a pocos kilómetros de la frontera con Francia, en el año 1610, en el que más de 300 sorginas y creyentes de la religión vasca fueron torturados, procesados y ajusticiados.
Es probable que los tan mentados encuentros de brujas no fueran más que bailes nocturnos al son de txistus y atabales o, a lo sumo, prácticas de drogadicción con alucinógenos como la belladona y el beleño. El lugar pasó a la historia, sin embargo, como la "catedral del diablo" y capital de la brujería española. "Aquelarre" (de "Aker" macho cabrío y "larre" prado o campo) se convirtió en la palabra éuskara mejor conocida mundialmente.
En realidad, al igual que en otras partes de Europa, en el País Vasco perduraron distintas ceremonias y reuniones, unas más sagradas que otras, a las que acudía un número reducido de participantes (sorginak), mientras que en otras tomaba parte toda la comarca. Estos encuentros, relacionados con las cosmovisiones animistas, propias de todo pueblo indígena, eran la antítesis de los cultos tristes, grises y culpabilizantes que quería imponer la Iglesia. La alegría y el goce, características intrínsecas de la vida con mayúsculas, formaban parte de muchas de estas celebraciones y esto fue algo que las mentes inquisidoras del catolicismo pusieron mucho empeño en destruir.
Representación de la diosa Mari
La religión vasca como tal se perdió el siglo XVII, con la persecución de las sorginas. Sin embargo, influyó de manera notable en el cristianismo ya que los antiguos mitos y leyendas de los vascones se fusionaron con la religión católica. La evangelización del País Vasco fue mucho más efectiva cuando los cristianos empezaron a utilizar la figura de la Virgen María para sustituir a la diosa Mari. Los cristianos llamaron a la virgen "Andra Mari" (Señora Mari) y, gracias al gran parecido de este nombre con el de la antigua diosa, sus cultos se unieron. Todas las iglesias de las vírgenes que existen en el País Vasco eran antiguas zonas de culto a Mari. Lo mismo ocurrió con los santos cristianos. Por ejemplo, el culto de Argia (divinidad de la luz) pasó a ser el de Santa Clara, llamada en euskera Deun Argia. 
Las sorginas tampoco cayeron en el olvido. Muchas mujeres, tras su conversión al cristianismo, siguieron ejerciendo el papel de curanderas y matronas en las áreas rurales. Además, las sorginas son personajes esenciales del folklore vasco y su cultura popular. Existen numerosos cuentos, leyendas y canciones sobre las sorginak. Incluso, en la actualidad, encontramos varios topónimos en el País Vasco y Navarra que les hacen referencia,como por ejemplo "Sorginaren Txabola" (Chabola de la Hechicería) en Elvillar, Álava o Sorginzubi (Puente de la Bruja) en Abaurrea Alta, Navarra, entre otros. 

BIBLIOGRAFIA:
Libros:
"Mitología vasca: todo lo que tiene nombre, es"(Andrés Ortiz-Osés, Luís Garagalza)
Links:
https://santuariodelalba.wordpress.com/2014/10/03/las-sorginas-sacerdotisas-de-mari/
http://mitologiadevasconia.amaroa.com/leyendas



sábado, 10 de febrero de 2018

LA MUJER A TRAVÉS DE LA POESÍA ANGLOSAJONA: WULF AND EADWACER



Wulf and Eadwacer es un antiguo poema anglosajón conocido por su difícil interpretación. Sólo se han conservado diecinueve versos  que se encuentran en el libro de Exeter, una famosa antología de poesía anglosajona que se escribió en el siglo X. Se cree que las obras que recopila fueron escritas entre los siglos VIII y X en las regiones centrales y del norte de Inglaterra. A pesar de su brevedad, este poema se considera una de las obras más difíciles de traducir correctamente. De hecho, es la única obra del libro de Exeter que los expertos en la traducción del inglés antiguo al inglés moderno no han podido traducir por completo. Benjamin Thorpe (1782-1870), erudito en el idioma anglosajón y de la mitología nórdica en inglés, admitió que era incapaz de comprender totalmente su significado y, por ello, se le ha calificado como un enigma.

Poema original
Estudios posteriores intentaron hallar las raíces de “Wulf and Eadwacer”. Algunos investigadores han deducido que esta pequeña elegía podría ser un fragmento de un poema más largo, probablemente del cuento de “Wulfdietrich” o del “Hildebrandslied”, obras fundamentales de la literatura germánica medieval.  Sin embargo, algunos filólogos e historiadores piensan que podría tratarse de un monólogo lírico completo mucho más antiguo, independiente de otras obras literarias y que podría haber sido escrito en la Inglaterra anglosajona precristiana. 
Wulf and Eadwacer” a menudo es comparado con otro poema anónimo del Libro de Exeter llamado “The Wife’s Lament”, una elegía con la misma temática que fue escrita probablemente entre los siglos VI-VII. Al igual que “Wulf and Eadwacer”, la originalidad de este poema estriba en que la voz poética es femenina. No se sabe si fue una mujer quien lo escribió. De ser así, es destacable porque supondría que en la época anglosajona había mujeres que tenían en algunos casos acceso a la cultura. Si por el contrario, estos poemas hubieran sido escritos por un hombre, pero con un “yo poético” femenino ficticio, sería igualmente remarcable por la empatía y la capacidad de impersonación que demuestra el escritor.  Se ha llegado incluso a pensar que podrían haber sido compuestos por la misma persona. 

Contexto histórico y lingüístico

Tras la retirada de las regiones romanas de Britania en el año 449, las islas fueron invadidas y colonizadas por las tribus germánicas, siendo los principales pueblos los jutos, los anglos y los sajones. Los jutos provenían de la isla de Jutlandia, en la actual Dinamarca mientras que los anglos y los sajones procedían de Alemania (los anglos de Schleswig-Holstein y los sajones de la Baja Sajonia, en el noroeste del país). La tradicional división de estas tribus proviene de la obra de Beda, “Historia eclesiástica”, completada en el año 731 y de la Crónica anglosajona, que recoge la información de la tradición oral.

En Inglaterra, la lengua anglosajona sustituyó a la lengua celta. El anglosajón, también conocido como inglés antiguo, pertenece a la familia de las lenguas germánicas occidentales, concretamente a la rama anglo-frisia. Es por ello que cuando leemos textos escritos en esta lengua le encontramos un mayor parecido con el alemán o con las lenguas escandinavas que con el inglés actual, influenciado de manera notoria por el francés tras la Conquista Normanda del siglo XI. Pondremos un ejemplo para que se entienda con mayor claridad:

Inglés antiguo
Alemán                   
Inglés
gente = Leod
preguntar = fregnan
prisionero = Haftling
pobre = earm
tomar = niman
otoño = Haerfest
gente = Leute
preguntar = fragen
prisionero = Häftling
pobre = arm
tomar = nehmen
otoño = Herbst
gente = people
preguntar = question
prisionero = prisoner
pobre = poor
tomar = take
otoño = autumn

Además del vocabulario, la sintaxis del inglés antiguo es muy similar a la del alemán moderno. Ambos idiomas forman parte del grupo de las lenguas sintéticas, es decir son lenguas basadas en un sistema de declinación, en el que los morfemas que se añaden a las palabras indican las funciones de éstas dentro de la oración; mientras que el inglés moderno es una lengua analítica, expresando las relaciones sintácticas y gramaticales mediante artículos, preposiciones y verbos auxiliares. Por esa razón, cuando leemos poemas en inglés antiguo, es imprescindible estudiar las declinaciones.
El anglosajón no era una lengua homogénea. Existían diferencias en el vocabulario y la pronunciación entre una localidad y otra. Los dialectos principales eran el dialecto de Norte Umbría, el de Kent, el mercio y el sajón occidental. Del único que encontramos una colección de textos escritos es de este último. El sajón occidental era considerado la lengua de la literatura. Es por ello que todas las obras en inglés antiguo que conocemos están escritas en este dialecto.
Los anglosajones, además de una lengua y una cultura diferentes, trajeron consigo su propia religión, basada en el culto a los antiguos dioses germánicos, siendo el dios principal Woden/Wotan, el equivalente escandinavo Odín. La evangelización y la conversión de los reinos anglosajones comenzaron a finales del siglo VI. Sobre esta época se piensa que se escribió “The Wife’s Lament” ya que la desesperación y la tristeza que transmite la voz poética no están compensadas por el mensaje de esperanza típico de la predicación cristiana.
Libro de Exeter
La crítica histórica se limita al estudio del libro de Exeter, a falta de otras fuentes históricas de la época. Los historiadores comparan las diversas obras que contiene el libro para intentar contextualizarlas. A pesar de que esta antología poética ha pertenecido a la catedral de Exeter la mayor parte de su existencia, no todos los poemas que se encuentran en su interior tienen una temática cristiana., como es el caso de “Wulf and Eadwacer”, descrito siempre como un poema secular. La ausencia de los temas cristianos refuerzan la teoría de que esta elegía y “The Wife’s Lament” fueran escritas por el mismo autor. 
Temática de “Wulf and Eadwacer
Ha habido múltiples interpretaciones acerca del significado del poema. La crítica más convencional sugiere que es una historia de amor imposible entre dos amantes separados por las rivalidades entre sus clanes. Sin embargo, esta triste historia de amor tiene diferentes interpretaciones. La más convencional es que Eadwacer es el captor de la mujer, otras, sin embargo, lo muestran como su marido o como su padre. Independientemente del papel de Eadwacer, en todas las versiones la separación es mantenida bajo amenazas violentas del propio pueblo o clan. La narradora, llorando de pena por estar lejos de Wulf, encuentra algo de consuelo cuando éste puede visitarla. No obstante es un consuelo agridulce porque las visitas son breves y esporádicas. Bajo este enfoque se piensa que el autor podría ser una mujer. Por otro lado, esta elegía ha sido interpretada como una metáfora entre la relación de la parte salvaje del ser humano y la parte racional. Desde este punto de vista, Wulf podría representar la parte salvaje del ser humano que la sociedad quiere que reprimamos.  
Dolores Frese, especialista en literatura medieval, argumenta que la angustia de la voz poética no es la de una mujer separada de su amante, sino la de una madre a la que han apartado de su hijo. Esta teoría es la menos respaldada por la crítica literaria. 
Poema traducido al español
Él es para mi gente como si alguien les trajera un sacrificio;
desean matarlo, si él viene como una amenaza.
Es deferente a nosotros. 
Wulf está en una isla, yo estoy en otra.
Esta isla rodeada por pantanos, es segura.
Existen sobre esa isla hombres sedientos de sangre;
ellos quieren matarlo, si él viene como una amenaza.
Es diferente a nosotros.
Vagan mis pensamientos tras mi Wulf con esperanzas lejanas,
siempre cuando caía la lluvia y me sentaba a llorar tristemente,
cuando el valiente guerrero de batallas me tomaba en sus brazos,
para mí había placer en eso, pero también era doloroso.
Wulf, mi Wulf, sus esperanzas por ti me han causado enfermedad,
tus pocas visitas, ha hecho mi espíritu pesaroso, no del todo hambriento.
¿Has escuchado, Eadwacer?
Un lobo lleva a nuestro vergonzoso cachorro a los bosques.
El hombre fácilmente puede separar
lo que nunca ha estado unido, 
pero nuestro canto está unido.

Wulf and Eadwacer y el papel de la mujer anglosajona en la sociedad

La crítica literaria moderna comenta el aparente maltrato o la exclusión de la mujer en la sociedad anglosajona. En la actualidad, el tema de los roles y estereotipos de género es constantemente debatido, especialmente en lo que respecta a las relaciones de poder y la mujer. Como la mayoría de la poesía anglosajona fue escrita por hombres, conocidos como scops, los críticos piensan que la mujer no tenía importancia en la Inglaterra anglosajona, ya que sus experiencias y sus versiones de los hechos fueron ignoradas o silenciadas. Sin embargo, analizando en mayor profundidad los poemas anglosajones como “Beowulf” y “Wulf and Eadwacer” observamos que la mujer era fundamental para mantener la paz y la estabilidad entre los diferentes reinos.

Los roles que desempeñaba la mujer anglosajona dependían de su estatus social dentro de su comunidad o clan. Como en la mayoría de las culturas del mundo, su papel principal era el de madre, esposa y cuidadora del hogar.

La mujer anglosajona no solo tenía la posibilidad de elegir a su marido libremente sino que también tenía derecho a poseer tierras y otros bienes. Por ello, algunos hombres obsequiaban a la mujer con la que deseaban casarse con tierras y propiedades. Este regalo se conocía como Morgengifu (regalo de la mañana), y servía como medio para persuadirle a aceptar la propuesta de matrimonio. Salvo los esclavos, las parejas tenían el mismo derecho a la propiedad, así que marido y mujer compartían todas sus pertenencias y, en el caso de ser miembros de la aristocracia, repartían las riquezas de manera igualitaria.

En la sociedad anglosajona también existían los matrimonios concertados. En algunas ocasiones, los matrimonios eran organizados para mantener la paz entre dos clanes, pero aun así la mujer tenía la opción de rechazar la propuesta. La mujer que decidía acceder a este compromiso se conocía como “peace weaver” o “tejedora de paz”. Las tejedoras de paz se casaban con un hombre que pertenecía a una tribu enemiga para sellar la paz. Según Helwig, a través del nacimiento, la mujer teje la paz, una vez que su sangre había sido mezclada con la de otra tribu.  

Los matrimonios concertados no siempre eran exitosos y, por ello, la pareja podía divorciarse. En la Inglaterra anglosajona, la mujer podía quedarse con los bienes y permanecer con sus hijos. Incluso podía abandonar el hogar junto a ellos. Por ejemplo, en el conocido poema épico “Beowulf”, una princesa danesa llamada Hildeburh decide actuar como tejedora de paz, casándose con Finn de Frisia, señor de los fineses. Tras la muerte en batalla de su esposo y el asesinato de familiares de ambas partes, abandona la tierra de su marido y regresa a su hogar junto a los suyos. El personaje femenino de “Wulf and Eadwacer” podría tratarse también de una tejedora de paz, quien se lamenta por haber sido separada del hombre del que estaba enamorada tras haber dejado atrás su tierra natal para casarse con Eadwacer, al que es incapaz de amar. En la sociedad anglosajona, la tejedora de paz era considerada una especie de heroína, capaz de sacrificar su felicidad por el bien de su pueblo.

Sin embargo, la crítica actual está lejos de halagar el rol de estas mujeres. Helen Damico las comparó con las valkirias, las divinidades femeninas encargadas de elegir a los más heroicos de aquellos caídos en combate y llevarlos al Valhalla, donde los convertirían en einherjer, espíritus guerreros que combaten contra las fuerzas del mal. Una vez allí, las valkirias los cuidaban, curaban sus heridas, los deleitaban con su belleza y les servían hidromiel. Las tejedoras de paz eran destinadas a una vida de subordinación a su marido y a su reino. Jane Chance en su obra “Woman as a Hero in Old English Literature” muestra a la tejedora de paz como una mujer condenada a un matrimonio fallido, lleno de desdicha. Según Chance, tanto las protagonistas de “The Wife’s Lament” y “Wulf and Eadwacer” podrían tratarse de mujeres adúlteras y, en el caso de la última, su relación podría haber sido descubierta. 

La poca información que ha llegado a nuestros días sobre la vida de aquellas mujeres ha sido a través de la representación de los personajes femeninos en la literatura. “Wulf and Eadwacer” podría ser uno de los pocos testimonios de una de las tantas tejedoras de paz que hubo en la Inglaterra anglosajona.

BIBLIOGRAFIA:

Libros:

Albert C.Bauch, Thomas Cable: “A History of the English Language
Richard Hogg: “An Introduction to Old English
Jane Chance: “Woman as a Hero in Old English Literature
María del Carmen Guarddon Anelo: “Diachrony and Typology of the English Language through the Texts
Ángeles de la Concha Muñoz, Marta Cerezo Moreno: “Ejes de la literatura medieval y renacentista

Artículos:
Petra Procházková: “Female Characters in Beowulf
Anthea Rebecca Andrade: “The Anglo Saxon Peace Weaving Warrior
Stephanie Singh: “The Importance of Women in Anglo-Saxon Society as Portrayed through Literature



miércoles, 12 de abril de 2017

PHILLIS WHEATLEY Y LA LUCHA DE LA MUJER AFROAMERICANA


Biografía

Phillis Wheatley (1753-1784), a quien actualmente consideramos la madre de la literatura afroamericana, nació en el área de los actuales Senegal y Gambia.

A los siete años de edad, fue capturada y sometida a la esclavitud. Fue llevada al continente americano en 1761, donde en el puerto de Boston (Massachusetts) la compraron y fue convertida al cristianismo.

Su nombre, Phillis,  proviene de la goleta en la que fue transportada de África a América y su apellido, Wheatley, de John y Susanna Wheatley, la familia de comerciantes que decidió comprarla como sirvienta y doncella personal.


Una vez instalada en su nuevo hogar, los Wheatley no tardaron en descubrir la inteligencia de su nueva sirvienta y por ello se aseguraron de que recibiera una buena educación.  Prácticamente fue considerada un miembro más de la familia. Junto a los gemelos, Nathaniel y Mary, estudió teología, filosofía, astronomía y literatura; además de estudiar inglés y las lenguas clásicas.  

Bajo la influencia de la Biblia, los clásicos y escritores ingleses como John Milton y Alexander Pope, la joven africana comenzó a escribir poesía. John y Susanna Wheatley, quienes admiraban su talento, la animaron a recitar sus poemas en las reuniones sociales. En aquellas reuniones, el público quedaba perplejo ante el ingenio de Phillis. No debemos olvidar  que en la América colonial estaba caracterizada por el racismo y el esclavismo (este último más notable en los estados del sur, donde se necesitaba mano de obra para las plantaciones). Así que muchos invitados allí presentes no podían creer con facilidad que una persona negra (a la que, por lo general, se le consideraba mental y moralmente inferior) fuera capaz de escribir poemas tan exquisitos.




 Es por ello que Phillis Wheatley fue sometida a un duro interrogatorio en el que dieciocho dignatarios de Nueva Inglaterra, entre ellos el gobernador de Massachusetts, reconocieron, finalmente, su inteligencia y consideraron que tenía la suficiente destreza para haber escrito aquellos poemas. Este hecho supuso el primer reconocimiento en la historia de EEUU de la igualdad intelectual entre blancos y negros.

 Poesía

Phillis Wheatley fue la tercera mujer (después de Anne Bradstreet y Mary Rowlandson) que publicó un libro en los Estados Unidos. Su obra Poems on Various Subjects fue publicada en 1773, dos años antes de que comenzara la guerra por la independencia de los Estados Unidos.
Su obra es considerada uno de los primeros ejemplos de la literatura afroamericana y  fue utilizada por los abolicionistas para negar la inferioridad artística de los africanos. Durante muchos años, sus poemas fueron más valorados desde el punto de vista histórico que del literario. No obstante, hoy en día sus poesías son analizadas y estudiadas en los institutos y universidades de gran parte del mundo. 

En su obra poética, admirada por Voltaire y George Washington, la religión y la moral son temas fundamentales; pero también la autora dedica unos versos a su infancia en su tierra natal y a la esclavitud.  

Estrategias de auto-representación como medio para luchar contra el racismo del S.XVIII

Su poema On Being Brought from Africa to America es uno de los pocos que gira en torno a la esclavitud. En él, la autora hace uso de la auto-representación  y de la ironía retórica para acabar con los prejuicios que existían sobre su raza en aquella sociedad:  

“Fue la gracia en la que me trajo desde mi tierra pagana,
le enseñó a mi ignorante alma a entender
que hay un dios, que hay un salvador también:
Antes no he buscado ni conocía la redención.
Algunos ven a nuestra oscura raza con ojo desdeñoso,
“Su color es un hito diabólico.”           
Recordad, cristianos, negros, tanto como Caín,
podrían ser refinados y unirse al angélico tren” 

Si leemos los primeros cuatro versos de manera superficial, parece que la autora sienta gratitud por haber sido introducida en la sociedad americana y así haber podido abrazar la única fe verdadera: el cristianismo. En el primer cuarteto Wheatley se muestra así misma como una persona ignorante e ingenua, al igual que el resto de paganos de su tierra natal.


 Lejos de infravalorar a la población africana, siente una profunda lástima de que no conozcan el cristianismo. Así, expresando este sentimiento y adoptando un tono inofensivo, consigue agradar al público occidental y cristiano. Debemos tener en cuenta que en la América del siglo XVIII, aparte de la creencia sobre la inferioridad mental de la raza negra, también existía el pensamiento de que los africanos eran malvados y corruptos por naturaleza debido al color de su piel: “Su color es un hito diabólico”. Así, en el segundo cuarteto, la poeta adopta un tono acusatorio y reivindicativo en el cual desafía el prejuicio racial a través de la alusión a la injusticia: “Algunos ven nuestra raza con ojo desdeñoso”. Las palabras: cristianos, negros y Caín aparecen juntas en el séptimo verso para mostrar que tanto blancos como negros eran descendientes de Adán y Eva; por tanto, herederos del pecado original, pero igualmente ambos podían redimir sus pecados y ser salvados por dios. De hecho, si leemos el poema en inglés las palabras Cain y cane forman un juego de palabras que hace que el lector asocie a los seres humanos con la caña de azúcar, ambos susceptibles de purificación (la caña se convierte en azúcar refinada y los seres humanos purificamos nuestra alma). 

Phillis Wheatley y la revolución americana


Por lo general, la poesía política de Phillis Wheatley ha sido ignorada a lo largo del tiempo. No obstante, su poema To His Excellency General Washington, dedicado a George Washington, ha despertado cierto interés entre los críticos literarios debido a la destreza de la autora a la hora de adaptar la poesía neoclásica al contexto de la revolución americana (1765-1783).

 Este poema se escribió en 1775, un año antes de que se declarara la independencia de los Estados Unidos.  Se publicó en The Virginian Gazette y en The Pennsylvania Magazine en 1776, cuando el filósofo político, Thomas Paine, era su editor. 

El poema fue enviado (junto a una humilde carta en la que Phillis pedía disculpas por su atrevimiento) a George Washington, quien había sido nombrado recientemente comandante jefe de los ejércitos de América del Norte. A pesar de sus importantes ocupaciones, Washington decidió enviar una carta a la escritora en la que la invitaba a conocerse personalmente en su sede de Cambridge, Massachusetts, y le agradecía haberle dedicado uno de sus poemas. Se conocieron en marzo de 1776, siete años antes de que acabara la guerra de la independencia.



 En este poema, la autora muestra su admiración hacia el general Washington y su apoyo a la guerra y al movimiento independentista. Por ello,  no duda en transmitirle su mensaje esperanzador de que los patriotas (partidarios de la independencia) ganarían la guerra a los leales (aquellos que se mantenían fieles a la corona británica). 

El poema sigue las convenciones de la poesía neoclásica, ya que la autora hace uso del pareado heroico, del tono grandilocuente y de la mitología clásica (invoca a las musas y menciona a dioses clásicos) para hablar de los rebeldes y de la guerra. Sin embargo, mientras Wheatley crea esta atmósfera épica, subvierte sutilmente los objetivos grandiosos de su alabanza explícita recurriendo a la ironía cuando se refiere a América como “el cielo de la libertad que defendió la raza”, aun cuando había sido el país que la había esclavizado y todavía mantenía bajo la esclavitud a tantas personas de ascendencia africana e indígena.  

Últimos años 

Phillis se convirtió en una escritora reconocida. Viajó a Inglaterra en 1773 junto a Nathaniel Wheatley y allí conoció a un número de notables como Benjamin Franklin, el conde de Darthmouth y el alcalde de Londres. Además, recibió una copia de Paradise Lost de John Milton, la traducción de Don Quijote de Smollett, y Selina Hastings, condesa de Huntingdon y famosa misionera abolicionista, le mostró su apoyo para que continuara publicando poemas. Ese mismo año Phillis Wheatley regresó a América, donde compró su libertad y publicó Poems of a Various Subjects, Religion and Moral. 

Sin embargo, tras conseguir la libertad, su vida no mejoró. Phillis sufrió una depresión tras la muerte de John y Susanna Wheatley. Años después, contrajo matrimonio con un negro liberto llamado John Peters. Aunque ambos fuesen personas ambiciosas, no lograron conseguir un empleo que les proporcionase una buena calidad de vida. Phillis solía quedarse en casa haciéndose cargo de sus tres supuestos hijos mientras su marido buscaba trabajo.

Tras la muerte de sus tres hijos y caer en la más absoluta pobreza, John Peters abandonó a Phillis. Aun así, ella nunca se rindió. Empezó a trabajar como sirvienta mientras seguía escribiendo poesía.
Pero ni el trabajo ni sus poemas le proporcionaron la prosperidad económica que necesitaba, por lo que falleció a los 31 años.  Los poemas que escribió durante este periodo se han perdido.

Legado

En 1778, el poeta afroamericano, Jupiter Hammon, compuso una oda a Wheatley. El autor nunca se menciona a si mismo en el poema, pero tal parece que eligiendo a Wheatley como motivo, estaba reconociendo su origen común. 




El autorretrato en las obras de Phillis Wheatley y Olaudah Equiano: Estrategias de autorrepresentación
                                                                                                                          ENCARNA LORENZO
Los elementos visuales y textuales de los libros publicados por Phillis Wheatley (c.1753-1784) y Olaudah Equiano (c.1745-1797), ambos autores afroamericanos coetáneos y que influyeron en el movimiento abolicionista, ofrecen una imagen exótica pero también fiable de sus autores, contribuyendo así a contrarrestar los estereotipos raciales todavía tan arraigados en el siglo XVIII .


La manera más sencilla de examinar cómo se representaron Wheatley y Equiano es a través de los grabados que aparecen en los frontispicios de sus libros. Wheatley se representa sentada ante una mesa en la que puede verse un libro sin título, lo que podría interpretarse como una alegoría de la literatura. Lleva el pelo recogido en una cofia, signo tanto de modestia femenina como del tocado obligatorio para una esclava, condición que todavía tenía en 1773, como señalaba la inscripción alrededor del óvalo: "Servidora Negra del Sr. John Wheatley". Sin embargo, podría haber una razón más sugerente para su pose y vestimenta: con ese tocado y su actitud contemplativa, Phillis se asemeja a las antiguas Sibilas, guardianas de la llama de la sabiduría, un modelo pictórico frecuente desde el Barroco que contribuyó a dignificar a las mujeres artistas.

Domenichino, Sibila de Cumas
Mientras que Wheatley trata de presentarse como una verdadera rareza -una esclava negra sin estudios que se atreve a escribir poesía, un género difícil debido a la medida y la rima, y por las alusiones a las obras clásicas que solo eran capaces de abordar los hombres-, Equiano aparece como un caballero rico y refinado, con vestimenta elegante. Su retrato muestra a un hombre hecho a sí mismo que ha conseguido ganar su libertad y el ascenso social por medio de su inteligencia y esfuerzo. Mira a los ojos de los lectores de manera honesta, y porta la Biblia en su mano abierta por los Hechos de los Apóstoles 4.12, lo que es un guiño a los cristianos y, al mismo tiempo, una forma de revestir su persona y su obra con la autoridad de las Sagradas Escrituras.


En el título de la "Narración interesante" de su vida (1789) aparece tanto con el nombre de Olaudah Equiano, elegido por él mismo después de su manumisión -un acto que producía una profunda transformación de la condición social de los antiguos esclavos- como con el nombre de Gustavus Vassa que su dueño le impuso, añadiendo a este el apodo de "el Africano". El color de su piel junto con su aspecto europeo, y el uso simultáneo de los dos nombres, resaltaba su identidad dividida, aspecto menos visible en el caso de Wheatley.
Al comparar sus obras también aparecen similitudes y diferencias significativas entre la auto-representación de uno y otro escritor. Phillis Wheatley describe su origen en una "tierra pagana", y muestra gratitud por su redención religiosa. "On Being Brought" (Poems on Various Subjects, Religious and Moral, 1773), de los que ya ha hablado antes Marina Ivorra, demuestra que ha aprehendido la verdadera esencia del cristianismo a pesar de ser una esclava humilde, lo que la hace sentirse moralmente superior a los que solo son cristianos de nombre pero no de corazón y de actos. Tanto en ese poema ("Recuerda a los cristianos") como en "A la Universidad de Cambridge, en Nueva Inglaterra" ("Una etíope te dice que eres tu mayor enemigo"), denuncia la falsa fe cristiana. "¡Oh, vosotros, cristianos nominales!", dirá Equiano en su Narrativa, 167-168, porque sólo un falso cristiano aceptaría la esclavitud. Ambos escritores, presentándose como moralistas, compartían un objetivo político, la defensa de la campaña abolicionista.
Wheatley y Equiano estaban orgullosos de su identidad africana pero de diferentes maneras. Como ya hemos visto, Phillis se refiere a sí misma como "Etíope", aspecto que es relevante en un doble sentido: primero, como una conexión con varios personajes piadosos en el Antiguo Testamento; Y, en segundo lugar, porque los etíopes pertenecieron a un pueblo amado por los dioses griegos, como Wheatley sabía a través de la incomparable traducción que Alexander Pope había hecho de la Ilíada. Marsha Watson señala que en Terencio, el famoso comediógrafo romano, también un esclavo negro que compró su libertad, Wheatley encontró el vínculo que necesitaba entre las tradiciones africana y greco-romana. La poeta afirma su parentesco con ambas genealogías y se muestra a sí misma como la Musa Mnemosine, la Memoria, el recuerdo vivo de su pueblo largamente oprimido. Esta es la razón por la que se llama a sí misma la "venturosa Africana en su gran empeño" ("On Recollection").


Como conclusión, Wheatley y Equiano invocaron repetidamente su herencia africana, afirmando su identidad distintiva dentro de la sociedad norteamericana. Lejos de las habituales imágenes derogatorias de los negros desnudos y arrodillados, mostraban una imagen refinada y un intelecto cultivado a pesar de su falta de educación formal. Sobre todo, se presentaron como verdaderos cristianos contra la hipocresía social de ese tiempo. Mientras Equiano cuenta la difícil historia de una persona que asciende en la escala social desde lo más bajo, un antihéroe en la estela de la tradición picaresca española, la elevada poesía neoclásica de Wheatley se centró en su inspiración divina y su misión sagrada, como una nueva Sibila.

Estatua dedicada a Phillis en Washington
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
-Gibert, Teresa: American Literature. Madrid, Ed. universitaria Ramón Areces, 2009
- Gibert, Teresa: A Study Guide for American Literature. Madrid, Ed. Universitaria Ramón Areces, 2010
-Carretta, Vincent. Olaudah Equiano: African British Abolitionist and Founder of the African American Slave Narrative. 2007. Literature OnLine http://literature.proquest.comezproxy.uned.es
-Watson, Marsha: A Classic Case: Phillis Weatley and Her Poetry. 1996. Literature OnLine http://literature.proquest.comezproxy.uned.es

jueves, 15 de diciembre de 2016

LA MUJER ÍBERA

Actualmente la lengua íbera es todavía un misterio. Nuestro conocimiento no es nulo pero sí bastante escaso. Por ello, para acercarnos al mundo íbero tenemos que hacer uso de los antiguos textos de los historiadores griegos y latinos. Otra fuente fundamental es el análisis de los restos arqueológicos (tanto los objetos que han sido descubiertos como los restos humanos). De todos estos estudios, se ha deducido que la mujer íbera desempeñaba un papel fundamental en la sociedad tanto en el ámbito familiar, como madre y esposa, como en la vida pública. Gracias a las representaciones cerámicas, sabemos que algunas mujeres participaron en festividades importantes y en rituales religiosos.

El papel de la mujer en la sociedad ibérica todavía es un tema de debate. En los sistemas parentesco patrilineales, tan característicos de los antiguos pueblos del Mediterráneo, la mujer desempeñaba, desde un punto de vista tradicional, un rol secundario y dependiente del varón. En lo concerniente al mundo ibérico hay cada vez más datos para valorar su papel en los distintos ámbitos públicos y privados, más allá de la esfera doméstica. Por lo general, la mujer era el elemento imprescindible en la reproducción de la estructura familiar, transmitiéndose con ella el linaje y el vínculo sanguíneo de generación en generación. Mientras que corresponde al hombre la transmisión de derecho o vínculo hereditario, al menos en las sociedades patriarcales que parecen ser las predominantes en el espacio ibérico.
Fotografía de Miguel Florian
Para un correcto enfoque conviene apuntar que la función de la mujer íbera en la sociedad no era tanto una cuestión de género sino de estatus. Si la mujer pertenecía a la aristocracia o poseía la suficiente riqueza, su poder e influencia en los terrenos socio-político, económico y religioso igualaba al del hombre.

Pese a ser dependientes del padre y del marido tras el matrimonio, estas mujeres eran quienes otorgaban el prestigio y el poder a las familias. Según el historiador romano Salustio, ellas también tenían el derecho a elegir a sus propios esposos. Si la mujer pertenecía a la aristocracia, no dudaba en escoger al mejor guerrero. Además, eran las íberas quienes recibían las herencias y planeaban los matrimonios de sus hijos.


¿Cuál era el papel de la mujer en Iberia?
La función principal de la mujer era el de protectora del hogar, un rol muy estimado por la sociedad y considerado de gran importancia debido a la alta mortalidad infantil y las continuas guerras. El hombre, en cambio, encarnaba el poder político y militar. Como hemos dicho anteriormente, las mujeres influyentes y adineradas también participaron en la política en los conocidos "consejos de mujeres".
La mayoría de mujeres, aparte de cuidar con esmero sus hogares, trabajaban en el campo junto a los hombres. De hecho, el historiador griego Estrabón dijo de ellas: "Las mujeres trabajan en la tierra, paren en el mismo campo y después siguen trabajando". En situación de guerra, las mujeres debían tomar a su cargo toda la casa, los campos y los ganados (independientemente de su condición social).
En los escritos de Salustio, se hace mención a mujeres que también formaron parte del mundo del comercio y la producción de tejidos. De hecho, las actividades domésticas como la costura constituían una tarea exclusivamente femenina. Así lo demuestra la aparición de agujas, placas de hueso y demás instrumentos para hilar en las tumbas femeninas. De hecho, existió más de una gran empresaria en la península ibérica.

La religión desde un punto de vista femenino: diosas y sacerdotisas
Dama de Baza
La mujer íbera estaba relacionada con el mundo irracional, místico e incluso mágico. Muchas de ellas, fueron importantes sacerdotisas. Las íberas eran consideradas las mediadoras entre el hombre y los antiguos dioses. Se cree que el sacerdocio estaba compuesto principalmente por mujeres. En las ceremonias religiosas, la relación entre hombre y mujer era igualitaria. Incluso, si el rito religioso estaba destinado a una diosa, la mujer se encontraba en una relación de superioridad frente al varón. Se cree que en el panteón de los dioses íberos, había una gran variedad de divinidades femeninas.
Los lugares donde se llevaban a cabo los ritos religiosos eran muy variados. Las ceremonias se realizaban en espacios naturales como cuevas o simas y en templos. En todos estos santuarios existían exvotos con forma de mujer. A veces eran representadas con pechos y otras veces como mujeres encintas. En el Cerro de Santos (Albacete) se encontraron grandes esculturas de sacerdotisas. La gran mayoría de estos espacios sagrados se han asociado con diosas de la naturaleza y de la fertilidad (algunas de ellas influenciadas por la cultura griega y fenicia).
La mujer también formaba parte del lenguaje iconográfico en torno a la muerte. Se cree que su papel en los rituales de tránsito hacia el más allá era esencial. Ejemplos son las imágenes que encontramos ciertos pilares-estela o los restos del santuario ibérico de Coímbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia).
Otro dato importante es que la prostitución sagrada estaba consentida. Esta práctica provenía de Oriente y las mujeres que la efectuaban tenían un gran prestigio en la sociedad.


Mujeres guerreras
A través de la arqueología, se ha llegado a la conclusión de que la civilización ibérica, por lo general, estaba muy jerarquizada y era conocida por su carácter belicoso. A pesar de que los ejércitos estaban formados principalmente por hombres, algunas mujeres también participaron en la guerra. Los historiadores clásicos consideraron "heroica" la participación de la mujer en las guerras contra los púnicos y contra los romanos.

Exvotos íberos con figuras femeninas
Matriarcados en la península ibérica
Los antiguos pueblos de nuestra península eran muy diversos. Los íberos, nombrados anteriormente, se encontraban en el sur y en el levante de la península y a pesar de no tener un origen Indo-Europeo, se vieron muy influenciados por estos pueblos (romanos, griegos…) y por otras civilizaciones del Mediterráneo como los cartagineses y los fenicios. Es por ello, que la sociedad íbera tiene aspectos en común con todos estos visitantes y colonizadores. Una de las características principales de estas sociedades es que eran patriarcales.
Al igual que ellos, los pueblos celtas del norte y del centro peninsular (cántabros, astures, galaicos, celtíberos…) también fueron regidos principalmente por los hombres.

Sin embargo, en el norte de Iberia, existía un pueblo de origen pre-Indo-Europeo de carácter matriarcal: el pueblo vascón.

El matriarcado consistía en una sociedad en la que la influencia predominante en el carácter colectivo del pueblo es la femenina. En las sociedades matriarcales, las madres y las ancianas encabezaban la familia y tomaban las decisiones más importantes. Sin embargo, estas antiguas sociedades no estaban dirigidas única y exclusivamente por mujeres, si no que reinaba la igualdad. La idea de la existencia de sociedades matriarcales en el norte durante la época prerromana se fundamenta, en parte, a las dudosas fuentes historiográficas de Estrabón.

Una religión de carácter matriarcal: la mitología de Vasconia

La mitología vasca se extiende por tres territorios: Euskadi, Navarra y el País Vasco francés. Tiene unas características que la convierten en una mitología única y apasionante:
  1. De origen matriarcal: la mitología vasca tiene una deidad suprema femenina, Mari. Mari es conocida como "la diosa madre". Las mujeres eran consideradas las creadoras de vida. Por eso, abundaban las deidades femeninas como Ilargi, la diosa luna.
  2. Tiene un carácter animista: las plantas, los animales y todos los elementos geográficos tienen su propia vida y su alma. Existe un antiguo proverbio vasco que dice: "Izena duenak,izana du", que significa: "Todo lo que tiene su nombre tiene su ser, existe".
  3. Los dioses no son ajenos a la creación, sino que forman parte de ella. Según la tradición, Mari representa a los fenómenos meteorológicos y a los animales (cuyas variadas formas adopta).  Se piensa que esta diosa podía ser la reencarnación de Ama-Lurra (madre tierra), creadora de nuestro entorno natural. Es por eso que en las religiones de carácter matriarcal no encontramos divinidades celestes. Todo proviene de la gran madre tierra.
  4. Es una religión pacífica: no existen los dioses de la guerra, ni batallas entre deidades ni más seres mitológicos. Solo existían seres malignos que causaban terror al pueblo. Estos seres eran la parte opuesta y complementaria de los seres benévolos.
  5. Es una mitología cercana a los seres humanos: muchos dioses vascos, a pesar de tener poderes sobrenaturales, se relacionaban con los mortales.