viernes, 12 de julio de 2013

EURIDICE, LA MUJER AUSENTE




Todos conocemos a Orfeo, el mítico cantor tracio. Con su música era capaz de detener ríos y vientos o de hacer que las rocas y plantas lo siguieran. Hasta persuadió a los dioses del inframundo para que le devolvieran a su dulce esposa Eurídice, pero en un momento de inseguridad durante el camino de vuelta, la perdió para siempre.
Lo verdaderamente sorprendente de esta bonita y triste historia son sus incontables ramificaciones en los ámbitos de la filosofía, la religión y el arte, tejidas a lo largo de miles de años. No somos conscientes de ellas pero permanecen visibles, como capilares bajo la piel, si miramos con una mínima atención. Me propongo contaros una historia fascinante, que en ocasiones hasta provoca un cosquilleante vértigo, cuando se comprende cuán lejos podemos viajar hacia atrás en la historia sin abandonar el presente. A poco que profundices en ellos, algunos mitos se convierten en la auténtica máquina del tiempo.


jueves, 11 de julio de 2013

GÉNERO Y POLÍTICAS DE IDENTIDAD

Afrodita de Rodas

(Comentario en torno a La dominación masculina de Pierre Bordieu y La tercera mujer de Gilles Lipovetsky)                                                                                Encarna Lorenzo.

Desde la segunda mitad del siglo XX se aceleró, de manera significativa, el ritmo de transformación de la condición femenina en el mundo occidental, entre otros múltiples factores debido al acceso a la educación superior, la incorporación masiva al mercado de trabajo y el incremento de la presencia de la mujer en la esfera pública.

Se trata de un proceso de cambio extraordinariamente complejo por la acción de fuerzas económicas, sociales, políticas y culturales mutuamente interconectadas. Así sucede con los cambios sociales (contracepción, divorcio, reducción de la tasa de nupcialidad) que han motivado la ruptura del modelo tradicional de familia, lugar privilegiado de reproducción de los esquemas patriarcales (subordinación jerárquica de la mujer al varón y su papel reducido a labores domésticas); la formación y educación de la mujer, que permite el desempeño de trabajos cada vez más cualificados, y la tarea crítica del movimiento feminista en la denuncia de los clichés ideológicos que la habían esclavizado, en la sociedad burguesa, al trabajo en el ámbito del hogar y al rol meramente reproductivo; un mercado en constante expansión, que crea nuevas imágenes de productos y servicios y provoca, con ello, la necesidad de incrementar la capacidad económica de la unidad familiar mediante el trabajo remunerado de la mujer, hasta entonces confinada al papel de ángel tutelar de la casa, para satisfacer los apetitos de consumo generados …

101 interpretaciones, por María Lorenzo

SARA BAARTMAN : LA VENUS NEGRA Y LOS ZOOS HUMANOS



Desde la década de 1870, no por casualidad coincidiendo con una de las grandes olas de colonialismo del siglo XIX,  múltiples exposiciones etnológicas itinerantes  recorrieron las principales ciudades europeas con gran afluencia de público. Estos auténticos zoos humanos buscaban satisfacer la curiosidad, inevitablemente morbosa, de  las clases urbanas: indígenas de pueblos exóticos (lapones, fueguinos, mapuches o nubios) eran exhibidos en jaulas junto con la fauna procedente de sus respectivos hábitats naturales. Instalados en la creencia de su supremacía  racial, los europeos veían así legitimado moralmente su deber de “tutela” sobre estos “salvajes”. Esta oscura y poco divulgada “moda” de los circos etnológicos constituyó en su época un auténtico fenómeno de masas. Baste decir como ejemplo que, durante la Exposición Universal de París en 1889, las dos grandes sensaciones fueron la Torre Eiffel  y la exhibición de una tribu de 400 indígenas negros.



La triste historia que queremos contar aquí, sin embargo, es muy anterior. Se remonta a principios del siglo XIX y está en el origen de esas exposiciones étnicas. Es la de la Venus hotentote. La infeliz Sara Baartman nació en Sudáfrica en 1789, el año de la Revolución francesa, pero para ella no hubo libertad, igualdad y, menos que nada, fraternidad. Su exhibición en Londres en 1810 fue tan vergonzosa que una Asociación abolicionista intentó liberarla, pero está claro que el explotador había conseguido engañarla hasta el punto de que declarara que cobraba beneficios del ignominioso espectáculo. Cuando el interés del público decayó, su amo la vendió a un domador de fieras francés, y entonces continuó su calvario en París. Al final terminó ejerciendo la prostitución para poder sobrevivir. Murió muy joven, en   1815, a los 25 años. Pero no acabó ahí su martirio: en aras de la ciencia, fue desmembrada y conservada para su estudio. Científicos de prestigio, como Georges Cuvier, se ocuparon de hacerlo.
En 2002 Nelson Mandela consiguió repatriar sus restos en una ceremonia plenamente simbólica. En 2010 se estrenó una película que trata de su odisea vital, La Venus negra.

LA MUJER EN EL ANTIGUO EGIPTO



Resumen de la conferencia pronunciada por D. José Lull García 
 Alicante 16-11-2011

Por Encarnación Lorenzo Hernández

La información que proporciona la historia de las mujeres en una civilización, siempre escrita por hombres, evidentemente se presenta por ello sesgada, por lo que deben rastrearse las pistas de las condiciones subyacentes ocultas en una pluralidad de fuentes (iconografía, inscripciones, estatuaria, pintura…) para averiguar su situación real en los diferentes aspectos de la vida. Por otro lado, en cada fase de la prolongada historia del Egipto Antiguo, el papel de la mujer fue experimentando cambios, si bien para la época clásica (2.700-332 a.C. aproximadamente) es posible ofrecer una panorámica global.
El puesto de mayor relevancia que una mujer podía alcanzar en la sociedad era el de faraón. Muy pocas gobernaron como tal. Algunas son tan conocidas como Hatshepsut, Nefertiti (que gobernó bajo el nombre de Esmenkare) o Cleopatra, pero también Tausert, en la dinastía XIX, entre 1.188 a 1.186 a.C. Un número ínfimo de casos, si se advierte que los anales registran más de 350 faraones. Sí contamos con ejemplos más numerosos de su gobierno como reina, gran esposa real o regente durante la minoría del hijo ya nombrado faraón.
Especialmente en ciertas épocas, el papel de las mujeres de la realeza fue considerado fundamental para la transmisión del linaje regio. Con frecuencia se plasman en las tumbas reales escenas de teogamia, en las que la reina aparece emparejada con el dios Amón, simbolizando con ello la transmisión de la sangre divina a su heredero. Como era la principal esposa quien transfería el poder dinástico, quienes fuera de la línea sucesoria alcanzaban la dignidad de faraón, ansiaban legitimar su posición contrayendo matrimonio con hijas del faraón anterior y su gran esposa real.

PIES DE LOTO DORADO


Debo a Marisa Ayesta, amiga y mentora literaria, el descubrimiento de  Cisnes Salvajes (1995) de Jung Chang, un estupendo libro que entreteje la biografía novelada de tres generaciones de mujeres, incluyendo a la propia escritora, con la turbulenta historia de China durante el siglo XX. Confieso que lo que atrajo toda mi atención, desde las primeras páginas, fueron las referencias a los “pies de loto” de la abuela de la narradora. A quienes leísteis Viento del este, viento del oeste (1930) de Pearl S. Buck, no os pillará tan por sorpresa la crueldad del ritual de los pies vendados. La gravísima deformación del pie que producía tuvo  una enorme trascendencia en las vidas de millones de mujeres durante cientos de años. Por el evidente interés que presenta esta costumbre para la Antropología Social y Cultural, he realizado un pequeño estudio cuyos resultados quisiera contaros aquí.


1. El ritual de los pies vendados
Como sucede con tanta frecuencia, el origen de esta singular práctica está envuelto en una nebulosa de leyendas. Ya en el siglo X las bailarinas de la corte se vendaban los pies para hacer más gráciles sus movimientos. Pronto las imitaron las damas de alto rango y, en el siglo XVI, ya se había generalizado en todos los rincones del imperio y era usual entre todas las clases sociales. A fines del siglo XIX, tras la revuelta de los bóxers, la emperatriz Cixi realizó un tímido intento de prohibir la costumbre para contentar a las potencias occidentales, que clamaban contra su barbarie. Permaneció oficialmente en vigor hasta su prohibición por la República China en 1911, si bien su persistencia clandestina obligó a Mao a reiterarla en 1949.
El vendado de pies presenta características propias de un rito de paso, que comenzaba en la infancia y que tenía por objeto preparar a la mujer para su función de esposa, dejando una marca indeleble en el cuerpo. Como esa intervención corporal impedía caminar con normalidad, solo podía tener lugar en el seno de familias pudientes, que no necesitaban que sus hijas trabajaran para subsistir. Por ello, desde la función estética inicial, acabó siendo un signo distintivo de status social y riqueza, a lo que se añadió igualmente una dimensión ética: los valores de castidad y sumisión. Al dificultar hasta tal punto el movimiento, conllevaba la  reclusión de la mujer en el ámbito doméstico. Como tal situación estaba en perfecta consonancia con los valores del confucianismo, no es de extrañar que la costumbre obtuviese un respaldo social tan amplio y prolongado en el tiempo.

martes, 9 de julio de 2013

HAIRSTYLES, EL ARTE DEL PEINADO EN AFRICA


Viendo un reportaje sobre la  55 edición de la Bienal de Venecia, actualmente en curso, me dejaron deslumbrada las magníficas fotografías  del artista  nigeriano  J.D. ‘Okhai Ojeikere que están en exhibición en el Palacio Enciclopédico. Se trata de imágenes de peinados y tocados originalísimos que el autor viene documentando, desde 1968, con la curiosidad de un entomólogo. He pensado que este blog podría ser un lugar idóneo para compartir esos valiosos documentos. Además de su valor puramente estético, constituyen un auténtico tesoro para la antropología.
 












                 


































  
















Todas las fotografías tienen Copyright de D.J.Okhai  Ojeikere y cortesía de Fifty One Fine Art Photography








Ojeikere, también conocido como Ojomu Emai, nació en 1930 en un pueblecito rural al suroeste de 
Nigeria. En aquella época, la fotografía constituía un  lujo exótico en el país, con importantes carencias en los aspectos más básicos.  No obstante, siguiendo los consejos de un familiar, Ojeikere decidió comprar una modesta cámara y, desde 1954, se dedicó profesionalmente a esta actividad. A pesar de que apenas existían salidas para ella, con su empeño incansable  se fueron creando. Trabajó en publicidad, y la impronta de la visión publicitaria está siempre presente en sus espectaculares imágenes. Pero fue su incorporación al Consejo Nigeriano de las Artes, en 1967, lo que decidió el curso de su carrera. Desde entonces enfocó su mirada hacia  la cultura africana, con la que se siente hondamente implicado.


“Hairstyles” es su serie  de fotografías más  extensa y conocida. Reúne más de mil imágenes de peinados y tocados  que han logrado sorprender al artista en la calle, en el trabajo o en  fiestas. Podemos ver enfoques insólitos que, con frecuencia,  resaltan  el diseño abstracto del arreglo del cabello. Pero, sobre todo, el aspecto que más llama la atención es su carácter escultórico. Para Ojeikere se trata de un proyecto permanentemente abierto porque el peinado, como moda que es, está en constante cambio.
Todos estos peinados son efímeros. Quiero que mis fotografías constituyan un digno reflejo de ellos. Siempre quise plasmar momentos de belleza, momentos de conocimiento. El arte es vida. Sin el arte, la vida sería fría como el hielo.

Estas frases reflejan con gran claridad el ideario del artista: arte y comprensión van de la mano. Su magnífico trabajo nos habla de que la aspiración a la belleza es un universal cultural, algo que compartimos todos los seres humanos y que nos define como tales, con independencia de la variabilidad de  los gustos estéticos en cada momento y lugar.

POSTSCRIPTUM:

1.La verdad es que aquí se junta el enfoque de dos artistas, la persona que hace el peinado y la mirada fotográfica de Ojeikere. Si te fijas, él casi prescinde de la cara de la modelo. En la mayoría de las ocasiones la vemos de espaldas, desde arriba, de perfil. Objetualiza el diseño como una auténtica obra de arte en sí, separable de la persona que lo luce. Tal vez sea ese el secreto que hace su trabajo local, etnográfico, y al mismo tiempo universal. Para mí ha sido un grato descubrimiento.

2.Hay un libro cuyo título me hace mucha gracia:"Cómo sobrevivir con un cerebro y dos piedras". Parafraseando la idea en este contexto del peinado, yo diría:"Cómo hacer belleza con un cerebro y dos manos". A esas artistas anónimas del paseo de Torrevieja, o de cualquier otro lugar. les basta su imaginación, su destreza manual y poca cosa más para hacer ese arte efímero de la belleza corporal que tanto se ha esforzado Ojeikere en documentar. Unos somos patosos, otros tienen la suerte de ser la habilidad en persona, pero todos, activa o pasivamente, creando o sintiendo, tenemos pasión por lo bello. Está en el ADN de nuestra especie, aunque parece que también en el de nuestros primos los neandertales. Según las más recientes noticias, utilizaban plumas para adornarse.
Este artículo fue originariamente publicado en el blog Tinieblas en el corazón. Si queréis acceder a los comentarios, el enlace es: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/07/hairstyles-la-belleza-del-peinado-en.html
Me gustaría compartir aquí el precioso cuadro de María Lorenzo, en el que el peinado afro es protagonista:



lunes, 8 de julio de 2013

EL COLLAR DE MARÍA ANTONIETA Y LA REVOLUCIÓN FRANCESA


Conocemos algunas reinas con merecida fama de buenas, como nuestra Isabel de Castilla o la reina Victoria de Inglaterra. En cambio otras, como Cleopatra, han sido condenadas por la Historia más por la leyenda negra que siempre las  acompañó que por los hechos realmente sucedidos. Así podemos constatarlo también en el famoso asunto del collar de María Antonieta, que Napoleón llegó a calificar como el verdadero detonante de la Revolución Francesa. Se trata de una intriga inverosímil, en la que se vieron implicados el máximo prelado de Francia, unos joyeros arruinados y una aventurera con delirios de grandeza. La red de mentiras y de equívocos creada en torno a la reina fue de tal magnitud que acabó conduciéndola  hasta la guillotina, tras los pasos del  infausto  Luis XVI.
1. Una princesa  convertida en reina de la moda
María Antonieta Josefa Juana, archiduquesa de Habsburgo-Lorena, nacida en 1755, fue elegida por su madre, la poderosa emperatriz María Teresa, para sellar una alianza dinástica que pusiese fin a la sempiterna enemistad entre Austria y Francia. La bella princesa fue enviada a Versalles para contraer nupcias con solo catorce años, despertando una viva  admiración por su gracia y simpatía. Sin embargo, como otra afamada princesa de trágico destino, Lady Diana de Gales, intentó vivir según sus propias normas tras el fracaso inicial de su matrimonio. Por ello, pronto comenzó a recibir severas críticas desde todos los sectores de la sociedad, que circularon ampliamente por la enorme difusión de panfletos clandestinos en la época. La verdad es que María Antonieta, una niña mimada que carecía de la debida formación para el papel institucional que tenía encomendado, se ganó esa animadversión generalizada por negarse a asumir su función en el seno de una monarquía absolutista de derecho divino. Detestaba el rígido protocolo de Versalles, que era la pieza clave en el delicado equilibrio entre el rey y la aristocracia, a cuyos miembros más señalados ofendió con imperdonables desplantes y pueriles intrigas políticas. Su favoritismo hacia advenedizos los alzó hasta los estratos sociales superiores, con desprecio de las estrictas barreras que existían entre alta y baja nobleza y, mucho más aún, respecto del pueblo llano. La alocada princesa prefería escaparse a París, rodeada de una camarilla de juerguistas, seguramente para olvidar el desengaño causado por su unión conyugal, que permaneció sin consumar durante siete años debido a un problema físico del  esposo. Animada por sus favoritos,  María Antonieta se entregó a un frenético ritmo de vida, con enorme despilfarro para las arcas de un estado ya en decadencia, con lo que se ganó el sobrenombre de “Madame Déficit”. Lo mismo apostaba elevadas sumas en partidas de cartas, que acudía de incógnito a bailes de disfraces o se empeñaba en ver amanecer en el parque de Versalles rodeada de amigos de ambos sexos, comprometiendo con ello su reputación como mujer casada, como Delfina y, desde 1774, como  reina de Francia.

LA LEYENDA DE LA GIOCONDA


La restauración de una copia de la Gioconda, conservada en los sótanos del Museo del Prado y cuyo valor artístico había sido menospreciado, ha revolucionado el mundo del arte, proporcionando nuevos datos que acrecientan aún más, si cabe, el misterio y la fascinación que rodean toda la obra de Leonardo (en este enlace podis ver un interesante video sobre el proceso de restauración:https://www.youtube.com/watch?v=0iffdvalbJI).
Hay constancia de que dicha copia ya se encontraba en el Real Alcázar desde, al menos, 1.666, y se supone que pudo ingresar en las colecciones reales bien como regalo, bien por haberla adquirido Velázquez en Italia para Felipe IV, como hizo con otros muchos lienzos.
Antes de ser restaurada, la copia exhibía un fondo completamente negro- en contraste con el escenario que figura en la Gioconda original-, que se repintó en la segunda mitad del siglo XVIII, presumiblemente para darle un aspecto más “leonardesco”, asimilándolo al enigmático San Juan o a otros  conocidos retratos como la Dama del Armiño o, tal vez, para ocultar que el paisaje del fondo estaba inacabado.
Tras la meticulosa restauración de la copia madrileña,  pudo verificarse que la madera de la tabla no era roble, como se había creído, detalle que había llevado a atribuirla erróneamente   a un copista holandés, sino de nogal, material que utilizaban los pintores toscanos en el siglo XVI. Igualmente ha salido a la luz el esplendoroso paisaje, evocador del norte de Italia, escondido bajo el fondo negro, que es casi igual al que luce el cuadro del Louvre. El resultado es verdaderamente sensacional, puesto que nos ha devuelto, a los espectadores del siglo XXI, una Gioconda  más juvenil, colorista, con detalles en el vestido y tocado que son prácticamente  imperceptibles en el envejecido original, debido a las capas acumuladas de barniz que amarillean la pintura y le confieren su característico craquelado (cuarteado). Pero, sobre todo, son los parecidos y diferencias entre ambos cuadros los que nos revelan datos insospechados hasta ahora para los historiadores del arte.

jueves, 4 de julio de 2013

HÉLÈNE CIXOUS: LA RISA DE LA MEDUSA, NUEVAS LECTURAS DE UN MITO REINVENTADO

                                                                  Por  Encarna Lorenzo

ÍNDICE
I. Palimpsestos
II. El nacimiento de medusa
III. El sexo de medusa
IV. La medusa escritora
V. Algunas conclusiones
I. PALIMPSESTOS
Hélène Cixous (Orán, 1938) es una escritora de riqueza y complejidad extraordinarias, con una obra verdaderamente extensa (unos cincuenta títulos) pero muy poco conocida en España. Su relativa distancia frente al activismo feminista francés, cuyos presupuestos no obstante comparte, hace que su figura quede un tanto oscurecida frente a las más divulgadas de Julia Kristeva y Luce Irigaray, a las que con frecuencia se la asimila acríticamente.
Es de destacar también la gran proximidad entre Jacques Derrida y Cixous, su alter ego, como ella misma lo considera, pues además de los planteamientos filosóficos que ambos sustentan— la deconstrucción del pensamiento logocéntrico occidental, la differance, la preocupación por la escritura o la influencia del Psicoanálisis de Lacan—, poseen unas raíces étnicas, sociales y culturales comunes. Cixous es hija de padre sefardita y madre askhenaza,  nacida en la Argelia francesa y que vive en la metrópoli. Por tanto, experimenta en su persona profundamente el desarraigo, la escisión social del antisemitismo, el racismo, el colonialismo y el capitalismo con todas sus contradicciones. A todo ello, si no fuera bastante, debe añadirse su condición de mujer e intelectual que reconoce su naturaleza bisexual, todo lo cual tiñe con suficientes matices diferenciales su obra para que no pueda entenderse como una mera puesta en clave femenina de la filosofía derrideana.
El contexto histórico—doctrinal en que debe situarse La risa de la medusa es el de la división de las filas feministas tras el fracaso del mayo del 68, al excluirse a la mujer nuevamente del ámbito político, como ya ocurriera en la Ilustración, que zanjó la querelle des femmes con el reconocimiento de unos derechos universales pero insuficientes para abarcar las reivindicaciones femeninas de una manera efectiva. Desde el feminismo de la diferencia defiende entonces Cixous la deconstrucción genealógica de las imágenes patriarcales de la mujer, para mostrar como establecen y justifican culturalmente su subordinación.

miércoles, 3 de julio de 2013

LAS SIBILAS, ORÁCULOS DE SABIDURÍA



¿Quiénes fueron las Sibilas? Esas fascinantes mujeres vivieron en la Antigüedad y fueron reverenciadas por su capacidad para entrar en contacto con el más allá y vaticinar el futuro. Jugaron un papel decisivo para la política de ciudades e imperios, y cayeron en el descrédito y el olvido con el cristianismo. Los datos históricos que conservamos acerca de ellas son escasos y confusos. Su imagen está rodeada de mitos y leyendas extraordinarios, que nos hablan de una cosmovisión muy distinta a la nuestra. Intentaremos comprender por qué llegaron a ser tan importantes en el mundo antiguo. En un recorrido histórico, veremos cómo la figura de la sibila resurgió en la Edad Media como profetisa cristianizada, con un maravilloso canto que hoy está siendo recuperado como patrimonio de la humanidad, y examinaremos el auge y transformación de su imagen en el Renacimiento, como una expresión cualificada del eterno femenino del que hablaron Goethe y Nietzsche. Al final del viaje podremos disfrutar con un bonito montaje audiovisual, que espero que ilustre adecuadamente esas metamorfosis.


martes, 2 de julio de 2013

PASIÓN POR LOS FÓSILES: MARY ANNING Y ELIZABETH PHILPOT



Los  “cazadores de estrellas” viven de noche, escudriñando la inmensa oscuridad del firmamento, al acecho de nuevas luminarias que inmortalicen sus nombres; audaces biólogos persiguen incansablemente, hasta los lugares  más remotos, especies animales o vegetales hasta ahora desconocidas; los más intrépidos fotógrafos se adentran en el corazón de los tornados, en busca de una imagen verdaderamente inédita; las “reinas del barroco”, Cecilia Bartoli y Simone Kermes, rivalizan en presentar en primicia las más deslumbrantes arias, encontradas en geniales partituras dormidas, durante centurias, en polvorientos anaqueles … Los ejemplos podrían multiplicarse hasta el infinito y nos revelan, sin lugar a dudas, que al ser humano le apasiona la aventura de la búsqueda y el hallazgo.
A mi modesto nivel, lo que me atrae como un poderoso imán es  vislumbrar la figura de grandes  mujeres ocultas en la sombra, olvidadas por la historia oficial pero a cuyo desarrollo contribuyeron desde su forzosa oscuridad. A las pioneras que hoy os quiero presentar, consideradas como las mayores cazadoras de fósiles conocidas, también las arrastraba la locura por el descubrimiento, que les llevó a realizar significativas aportaciones científicas durante esa prodigiosa primera mitad del siglo XIX, cuando casi todo estaba por escribir en las nuevas disciplinas de la biología y geología.  Me sentiré dichosa si esta entrada sirve, en alguna medida, para que sus logros se abran un hueco en nuestro almacén de conocimientos.
1.Gabinetes de maravillas
Hasta el siglo XVIII, una lectura literal del Génesis y las genealogías bíblicas había forjado la incuestionable opinión de que la tierra  había sido creada por Dios tan solo unos 6.000 años antes. Para ser exactos, el atardecer del sábado 23 de octubre del año 4004 antes de Cristo, según el concienzudo cálculo realizado por el obispo irlandés James Ussher en 1650. Se creía que todas y cada una de las especies habían existido sin cambios desde la Creación, ordenadas jerárquicamente, según su grado de perfección respectiva, en la “Gran Cadena del Ser”, que se elevaba desde los organismos más simples en la base hasta la cúspide ocupada por el hombre, sin faltar ni un solo eslabón en el plan preconcebido por la divinidad. El hallazgo ocasional de fósiles no lograba perturbar esa tranquilizadora visión estática de la Naturaleza. Inicialmente fueron considerados ludus naturae, caprichosas cristalizaciones minerales, no restos de seres vivos. En los siglos XVI y XVII formaron parte de un exquisito coleccionismo por parte de nobles y estudiosos, exhibiéndose en los que se denominaban como “Gabinetes de Curiosidades” o, con el sugerente nombre alemán, Wunderkammern o “Cuartos de maravillas”. Antecedentes de nuestros museos, en ellos se atesoraban obras de arte e instrumentos científicos junto a raros insectos, conchas y fósiles, a veces asociados a seres mágicos como el dragón. Esa moda, extendida por toda Europa, propició un intercambio de conocimientos que sentaría las bases para el desarrollo posterior de la ciencia moderna.

LA PEQUEÑA BENJAMINA: SOLIDARIDAD EN LA EDAD DE PIEDRA



Benjamina fue una niña que nació en la Sierra de Atapuerca (Burgos), hace unos 530.000 años, aquejada de una gravísima malformación fetal. Pertenecía a la especie Homo heidelbergensis, un escalón evolutivo intermedio entre el Homo antecessor y los neandertales. Lo increíble de su caso es que, a pesar de las extremas condiciones de vida de estos homínidos, la discapacidad de la pequeña Benjamina no fue motivo para que la abandonaran a una muerte segura. Antes bien, cuidaron de ella hasta el final de sus tristes días. Esta es una historia emocionante de solidaridad en la era de las cavernas que nos cuenta la Paleoantropología.
1. El hallazgo de Benjamina



En el yacimiento de la Sima de los Huesos en Atapuerca se han encontrado restos bastantes completos de 32 individuos de la especie Homo heidelbergensis, que vivió en el Paleolítico medio. Entre ellos se cuenta un cráneo infantil, el nº 14, descubierto en las campañas de excavación de 2001 y 2002. Aunque inicialmente se pensó que correspondía a un chico, sus gráciles rasgos acabaron de convencer a los investigadores de que se trataba de una niña, que tendría alrededor de diez años cuando falleció. La reconstrucción de los fragmentos de su cráneo revela que padecía una rara enfermedad, la craneosinostosis. Consiste en que las fontanelas, las suturas entre las diferentes partes del cráneo, se cierran antes de tiempo, ocasionando tanto una asimetría de la cabeza como deformidades cerebrales y retraso psicomotor. Benjamina (nombre que, en hebreo, quiere decir “la más querida”), no podía valerse por sí misma y, a pesar de ello, logró sobrevivir más de diez años en unas condiciones medioambientales verdaderamente adversas. La conclusión no puede ser otra que, hace más de medio millón de años, los miembros de esta especie estaban dispuestos a cargar con sus congéneres discapacitados en sus continuos desplazamientos trashumantes, y a renunciar a parte de su escasa dieta para ayudar a los miembros  más desvalidos del grupo.

lunes, 1 de julio de 2013

MARIANNE NORTH: EL MUNDO ES UN INMENSO JARDÍN


Hacia mediados del siglo XIX nada hacía sospechar que esta inglesa de alta cuna, enamorada de la jardinería, la pintura y los viajes, iba a dejar atrás la discreta vida de dama victoriana a la que estaba destinada desde su nacimiento, para recorrer infatigablemente los más remotos rincones del planeta en busca de nuevas plantas. Marianne consiguió asombrar a sus contemporáneos con sus estampas botánicas, que sorprenden por igual por su extraordinaria belleza y por su precisión científica. Gracias a su pasión, el mundo occidental pudo vislumbrar tierras aún inexploradas antes de que la fotografía en color fuera posible. Marianne North es, verdaderamente, un caso único en la historia: fue una destacada artista, una remarcable investigadora y una arrojada exploradora pero, por encima de todo, un ser humano admirable por su estilo ético. Quizá por ser inclasificable es una figura poco conocida, que merece la pena descubrir.


1. La forja de una rebelde
Marianne nació en Hastings, Inglaterra, el 24 de octubre de 1830. Era la hija mayor de un parlamentario liberal, el rico terrateniente Frederick North. De acuerdo con el código social vigente, Marianne no recibió  una educación formal y siempre consideró su breve paso por la escuela un recuerdo particularmente odioso. Durante su juventud aspiró a ser cantante profesional y ensayaba de manera incansable pero, al perder la voz, acabó concentrándose en el dibujo como hobby.
Su familia disfrutaba de una intensa vida cultural, manteniendo contacto con las corrientes intelectuales más activas del momento. Por aquel entonces estaba cristalizando una nueva cosmovisión, el darwinismo, al mismo tiempo que algunos de los más famosos exploradores  de la historia conseguían dar los contornos definitivos al mapa del mundo. Todo ello tendría una influencia decisiva en el devenir vital de Marianne North.

ANNE FINCH CONWAY Y LA GENEALOGÍA DE LA "MÓNADA"






Me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones sobre Anne Finch Conway, una filósofa inglesa del siglo XVII injustamente olvidada.


Podría decirse, en el ámbito artístico, que lograr algo tan difícil como un estilo propio significa ser capaz de crear formas nuevas y distintas, esto es, de articular de manera inconfundible unos elementos arquitectónicos, melódicos, pictóricos, literarios…

En el campo filosófico, el equivalente vendría a ser la capacidad de elaborar un sistema coherente de pensamiento, formular un conjunto de conceptos o una metodología de investigación propios. Es obvio que ello sólo está al alcance de los pensadores más originales, esos que sientan época, hasta el punto de que la sola mención de ciertos elementos singulares de su obra se asocia automáticamente a su autor, incluso para quienes no están especialmente versados en filosofía. Así sucede con el mundo de las ideas, la duda metódica, el complejo de Edipo, la deconstrucción… Uno de esos conceptos que inmediatamente nos evocan a un autor determinado es, sin género de dudas, la mónada.



Leibniz (1646-1716) se refiere, con su doctrina monadológica, a las sustancias simples de la naturaleza, continuas, inextensas e indivisibles, entendidas como la representación formal o metafísica de los seres que van, en una jerarquía gradual, desde la mónadas inferiores a la mónada suprema que es Dios.

Leibniz utilizó esta construcción, esencial en su doctrina, como fundamento del principio de armonía preestablecida, que justificaría al nuestro como el mejor de los mundos posibles, y también para intentar solventar el, entonces, candente problema de las ideas innatas.

Sin embargo, lo que resulta verdaderamente sorprendente es descubrir que el concepto de mónada, en el específico sentido que le atribuye Leibniz -bien distinto de otras acepciones previas griegas, romanas, medievales y renacentistas-, trae causa directa de Anne Finch Conway (1631-1679), una de las muy meritorias scientific ladies del diecisiete, discípula del filósofo Henry More. Este la inició en el estudio del cartesianismo, que la autora criticó en la única obra que de ella se conserva: “Principios de la más antigua y más moderna filosofía”.

En la misma discute la dualidad mente vs. cuerpo inerte. Para Lady Conway, cuerpo y alma están hechos de la misma sustancia y sólo sus formas son diferentes. Mientras que el cuerpo es espíritu compacto, el espíritu puede concebirse como un cuerpo volátil. En la vida habita una sustancia primigenia que denominó “mónada”, inalterable, indivisible y que refleja la totalidad del universo. También para ella la mónada primera es Dios.

En 1670 -según relata la estudiosa alemana Ingeborg Gleichauf en “Mujeres filósofas en la historia”, editado por Icaria en febrero de este año, del que tomo la recensión del pensamiento de A. F. Conway-, la autora conoció al erudito y viajero Van Helmont (1618-1699), y fue éste quien, en 1696, transmitió a Leibniz, a la sazón en Hannover, la peculiar concepción de la mónada que aquélla le había confiado.

Ya en ese mismo año Leibniz utilizó el término en una carta, si bien sólo después elaboró una completa monadología tras explorar la riqueza de posibilidades del concepto, no publicando “Principios de la Naturaleza” y “Monadología” hasta 1714.

Afirma I. Gleichauf que Leibniz reconoció la influencia de Lady Conway en diversos lugares, extremo que he intentado corroborar personalmente sin éxito hojeando diferentes recensiones biográficas y diversos textos y correspondencia del filósofo. Pero lo cierto es que la historia de la filosofía se ha escrito con voz masculina y, por ello, sufre amnesia respecto de quienes se apartaron del patrón socialmente aceptado en cada momento.

Desconociendo tan brillante aportación previa, el por lo demás magnífico “Diccionario de Filosofía” de Ferrater Mora (voces “Mónada, monadología” y “Helmont”), atribuye a Van Helmont el carácter de precursor directo de Leibniz. Así se afirma literalmente que Leibniz tomó el término “mónada” (en el sentido más específico) de Van Helmont. Y, también, que dicho autor “llegó a la formulación de una doctrina monadológica en muchos aspectos parecida a la de Leibniz, por lo cual se supone que éste pudo haber recibido influencias para su obra”.

Por ello puede decirse que, en una típica reescritura de la historia desde la lógica patriarcal, Anne Finch Conway ha sido desposeída de su autoría, para serle adjudicada a un mero intermediario en su transmisión a Leibniz. Indudablemente, éste supo extraer de la idea todas sus virtualidades, hasta el punto de ser considerada la culminación de su pensamiento, y la insertó en un sistema completo y personal. Pero lo justo sería, como mínimo, una cita a pie de página y no el olvido más absoluto ni, mucho menos, la desposesión de su contribución.

He rastreado con interés noticias sobre Lady Conway en la red y en textos específicos. No figura en el libro “Las filósofas” de G. de Martino y Marina Bruzzese (Cátedra, 1996). Muy pocas noticias suyas pueden encontrarse en Internet. Carece de entrada en la Wikipedia, donde únicamente aparece su nombre y sus fechas de nacimiento y muerte en el listado alfabético de filósofos.
En Definition from answers.com, bajo el nombre equivocado de Anne C. Conway (quien es, en realidad, una juez federal norteamericana, un ejemplo más de la confusión existente alrededor de su figura), se recoge la escueta cita de que “she was an acknowledged influence on Leibniz, who may have adopted the term monad from her”. Es decir, que Leibniz reconoció su influencia pero que, en realidad- si mi traducción es correcta-, solo es posible que hubiese adoptado el término de ella (no necesariamente el concepto o idea de mónada).


Este artículo fue originariamente publicado en el Blog de Filosofía La Quinta del Mochuelo. Si tenéis interés en acceder a los comentarios realizados al mismo, podéis consultar el enlace siguiente:
http://quintadelmochuelo.blogspot.com.es/search/label/Anne%20Finch%20Conway