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jueves, 12 de junio de 2014

A LA SOMBRA DEL HOMBRE SALVAJE. REFLEXIONES EN NEGATIVO SOBRE EL PATRIARCADO OCCIDENTAL

Hace poco publiqué en el blog de Antropología Tinieblas en el corazón un texto acerca de una antiquísima tradición europea de pintorescas mascaradas de hombres salvajes, que desfilan en las festividades desde el nuevo año hasta la primavera. En ellas el protagonismo masculino es absoluto. En un mapa geográfico que abarca desde la península ibérica hasta los países del este, siempre en zonas donde la naturaleza boscosa y el medio de vida rural son predominantes, podemos asomarnos a un pasado arcaico donde la ausencia de la mujer es muy elocuente. Durante ese recorrido, en el "negativo" que se adivina en las espléndidas fotografías de Charles Fréger y en  los textos explicativos que acompañan su libro Wilder Mann, intuimos que la mujer de las zonas agrícolas se vio sometida históricamente a una violencia extrema. Era objeto de raptos y violaciones por tribus vecinas, a desfloraciones rituales, a jóvenes que esperan en las puertas de sus casas ser escogidas por varones que se identifican con la fuerza animal del oso, el macho cabrío...Cualquier desviación sobre la norma transformaba a la mujer en monstruo.Tal vez se pueda aprovechar en este blog sobre mujer ese texto escondido sobre la sumisión femenina detrás de la historia del hombre salvaje.
WILDER MANN. EL SALVAJE EUROPEO
Babugeri,  un hombre salvaje de Bulgaria


Tendemos a pensar en el salvaje como una figura que apareció en nuestro imaginario colectivo a   raiz del contacto de Occidente con otros pueblos, fundamentalmente tras el descubrimiento del Nuevo Mundo. Sin embargo, los estudios del antropólogo mexicano Roger Bartra sobre el mito del salvaje muestran que se trata de un arquetipo con un profundísimo calado histórico. En realidad, la identidad cultural de Grecia, Roma, el mundo cristiano medieval y el Renacimiento pudo definirse gracias a que existía un Otro imaginario, el Salvaje, que servía de referente negativo al hombre civilizado, como un espejo deformante en que este podía mirarse y reconocerse como miembro de su propia sociedad. Bartra evidencia que toda fase del progreso cultural y político en Occidente ha tenido un contrapunto salvaje, que moraba en las fronteras de la civilidad. Esa figura especular del salvaje se ha mantenido inalterable en sus rasgos básicos a lo largo de milenios, mientras que otras de sus características se han ido adaptando a los sucesivos cambios. Esa  identidad sustancial es lo que mantiene vigente la función del mito del salvaje como polo opuesto al hombre civilizado. Nos vamos a ocupar aquí de un momento concreto en esa larguísima trayectoria mítica, el de Wilder Mann, el hombre salvaje de los bosques europeos, examinando los antecedentes históricos que desembocaron en esa figura y profundizando en su increíble pervivencia hasta nuestros días.