Proteo
Yo vi bajo la noche brotar como un relámpago
un cuerpo evanescente, una llaga de luz.
Me aproximé hasta ella, los árboles ardían,
el río crepitaba. Quedé paralizado,
no logré dar un paso. Un aroma, un perfume
de tiempo ya vivido, de eternidad sin mácula.
No fue un ave, ni el mar, no fue la dicha
de una mujer, su llamarada intacta,
fue el incendio de un dios inapresable.
De LLUVIAS (1995)