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domingo, 1 de junio de 2014

Emperatrices bizantinas

Teodora con sus siervos. Mosaico de Rávena. Siglo VI.

El Imperio Romano sobrevivió en oriente durante más de mil años. En 330, Constantino, primer emperador cristiano, funda una "Nueva Roma", Constantinopla, primer centro cultural hasta que en 1453 los turcos otomanos acaben definitivamente con el Imperio Bizantino. Entonces, según Gibbon, 120.000 manuscritos impropios de la fe de Mahoma fueron apilados y quedaron flotando en el mar hasta hundirse... ¡Y la mayoría de los libros fueron quemados! -aseguró Constantino Láscaris.

La historia del Imperio Bizantino nos resulta hoy tan misteriosa como extraña, a pesar de que salvaron gran parte del legado clásico del que nos nutrimos. Pero su papel fue decisivo, tanto en la supervivencia de la cultura pagana antigua, como en la del cristianismo, al que sirvió de escudo durante siglos, frente al Islam.

El imperio bizantino es nuestro vínculo con la cultura clásica, sin su aportación seguramente no tendríamos las obras de Platón, Aristóteles, Herodoto, Tucídides o Arquímedes... Los bizantinos fueron grandes y orgullosos bibliófilos... Temistio, en 357, elogiaba la posibilidad de la creación de una biblioteca imperial para conservar a los clásicos. Miguel Pselos, neoplatónico, se jactaba de la biblioteca de su madre... Cuando la Iglesia de Bizancio censuraba una obra, casi nunca era de autores clásicos. El caos vino con la cuarta cruzada y el saqueo de Constantinopla en 1204. Fue entonces cuando se perdió la obra de Safo y de otros clásicos.

Aunque las mujeres lo tenían más difícil para acceder a la sapiencia o el poder, no faltaron algunas con suficiente coraje y talento como para saber, escribir y gobernar. De un puñado de mujeres con imperio trata esta entrada.