Desde
principios del siglo XIX y a lo largo de más de 100 años, en un área localizada
de la provincia de Kwangtung o Guangdong, en el sur de China, un grupo de
mujeres trabajadoras en la industria de la seda organizaron asociaciones para
el cuidado mutuo, las Hermandades de la
Orquídea Dorada (chin-lan hui), y
decidieron vivir de espaldas a los hombres. Ello sucedía de dos formas
distintas: algunas jóvenes contraían entre sí un vínculo análogo al conyugal
mediante un ritual de peinado que se asemejaba al que precedía al matrimonio
heterosexual; otras mujeres, casadas, se negaban a convivir con el esposo y su
familia. El resultado, en la práctica, era el mismo: una organización social
casi utópica de mujeres que, gracias a sus salarios, podían prescindir de
matrimonios que consideraban opresores.
La historia oficial se escribe en género masculino. Pero hay una contrahistoria posible, la de tantas mujeres extraordinarias que realizaron una aportación fundamental para el devenir humano. Seguiremos aquí el rastro de sus huellas, para rendirles el homenaje que merecen. En el camino nos acompañarán las preciosas imágenes de fondo de una pintora genial, María Lorenzo.
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viernes, 2 de octubre de 2015
LAS HERMANDADES DE LA ORQUÍDEA DORADA. Una utopía de solidaridad femenina en la China del siglo XIX
domingo, 20 de septiembre de 2015
MARJORIE TOPLEY, UNA ANTROPÓLOGA EN EL LEJANO ORIENTE
Marjorie Topley examinando unos textos |
Un tortuoso camino hacia la Antropología
Marjorie Doreen Wills nació en Londres en 1.927. De pequeña quería ser arqueóloga y tal era su ilusión que hasta se atrevió a escribir a uno de los más famosos egiptólogos de la época, sir Flinders Petrie (1.853-1.942), para pedirle su consejo. El lord le contestó que sólo siendo hombre y rico podría dedicarse a la arqueología. Tras esa descorazonadora y disuasoria opinión, Marjorie se quedó durante un tiempo sin un objetivo claro en su vida. Tuvo también la mala suerte de vivir su adolescencia durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de su innegable inteligencia, no logró superar el examen de escolaridad y sólo encontró, como salida profesional, aprender taquigrafía y mecanografía. Aquel callejón sin salida le causaba tanta infelicidad que el director del centro donde cursaba sus estudios le ayudó a entrar en el City of London College. Allí obtuvo un premio con el que pudo pagar sus estudios superiores, lo cual le permitió preparar su examen de acceso a la prestigiosa London School of Economics (LSE), a la que consiguió entrar. Todo un éxito para alguien a quien se le había negado el certificado más básico.
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