Busto de JULIA DOMNA |
Emesa, la ciudad Siria en la que nació la emperatriz Julia Domna hacia el 170 se llama hoy Homs. Fue la tercera ciudad más importante de la Siria moderna, después de Damasco y Alepo. Digo fue, porque hoy es un solar devastado desde 2011 por la guerra civil. Ciudad industrial con casi un millón de habitantes, su población ha disminuido en un tercio, unos muertos, la mayoría huidos, emigrados.
Hija del sumo sacerdote de Baal, Heliogábalo, Julia Martha (Señora) cambió su nombre a Julia Domna. Dicen que un horóscopo le vaticinó que se casaría con un hombre que llegaría a emperador. Tal vez eso favoreciera que Lucio Septimio Severo, procónsul y comandante de la Legión III se interesara aún más por ella, o mejor su excelente educación, juventud, inteligencia y belleza. El caso es que la tomó, viudo, como segunda esposa en 187. Severo tenía 40 años y Julia no había cumplido los veinte. Cuando marcharon a Roma a la flamante emperatriz le acompañó su hermana mayor, Julia Mesa.
Septimio Severo era africano de origen. No extraña que ampliara los derechos de ciudadanía a las provincias. Admiraba a Aníbal, enemigo histórico de Roma, erigiendo estatuas en su honor. Y eligió para sus segundas nupcias a una siria genial. Parecía como si el Imperio hubiera encontrado un salvador. Severo era un enérgico y rígido soldado de puño de hierro, un autócrata que consiguió durante su reinado (193-211) cierta estabilidad y consolidación de la autoridad imperial, enfrentando la tendencia a la disgregación del aparato estatal.
Cherchez la femme! Seguramente Septimio Severo no hubiera conseguido su objetivo sin el consejo y la gestión de su Señora, que fue capaz en medio de las crisis fronterizas e internas de crear una dinastía. El periodo ha sido llamado "la edad de los Severos y de las Mujeres Sirias". Julia Domna se convertirá en la emperatriz con más poder en la historia de Roma, consejera y acompañante del emperador en sus expediciones militares, Mater castrorum (Madre de los alcázares).
De aquel matrimonio nacieron dos hijos que se odiarían a muerte: Basiano y Geta. Después de que Severo muera combatiendo a los britanos, el primero asesinará al segundo en brazos de su madre y se proclamará emperador con el nombre de Caracalla (lo llamaron así porque al parecer puso de moda en Roma una capa con capuchón de origen galo). Caracalla era también un soldado, más cruel que severo purgó a los partidarios de su hermano y dejó las cuestiones de Estado en manos de su madre durante su imperio (211-217), por ello Julia Domna fue considerada "Madre de Augustos, madre del Senado y de la Patria". Tanto su esposo como su hijo acuñaron monedas con su figura y nombre.
Julia colmó a los soldados de privilegios y recompensas por sus servicios. En 212 concedió la ciudadanía a cualquier habitante libre del Imperio con tal de que estuviese empadronado. Una hábil solución para unificar impuestos y aumentar ingresos, especialmente por sucesiones (Constitutio Antoniniana). Esta universalización bajo el poder y culto al emperador y a la emperatriz (que adoptó el título de Diva, recogido de Livia, la esposa de Augusto) favorecerá la introducción de teologías monoteístas y ontologías monistas.
Áureo con el icono y el nombre de Julia Domna |
Caracalla era un energúmeno que entregó Alejandría al saqueo de los soldados en 215 por haberse mostrado en el conflicto sucesorio partidarios de Geta. Julia sabía lo poco de sí que daba el talento de su hijo, se adaptó e influyó en sus decisiones cuanto pudo. Adoptó el concepto de herencia y transmisión de linaje propio de los reyes helenísticos, de sucesión dentro de la Domus imperatoria. Julia Domna ya acarició el proyecto de dividir el Imperio entre sus dos hijos Caracalla y Geta. Pero el primero le salió sapo.
Difamada por el envidioso primo del emperador, el prefecto Cayo Fulvio Plauciano, la emperatriz se retiraría por un tiempo de la corte y la gestión del Imperio para dedicarse a la religión y a la filosofía. Formó un círculo de intelectuales y artistas del que formaron parte con seguridad el filósofo Filóstrato y el médico Galeno. Se discute si Julia Domna es la mujer para la que Diógenes Laercio, el gran doxógrafo, escribió sus famosas Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos... Lo seguro es que Julia encargó a Galeno una obra sobre dietética y estética femenina y a Filóstrato su famosa Vida de Apolonio. Y también se sabe que Julia dotó la cátedra imperial de retórica de Atenas que ocupó a petición suya Filisco de Tesalia y financió la restauración del tempo de Vesta. La emperatriz no actuaba solo como mecenas, sino que participaba activamente en las discusiones y proyectos de su círculo.
Denario de Julia Domna con el título de Augusta |
En 217 un complot acabó con Caracalla, dirigido por el prefecto pretoriano Macrino, un tipo muy popular pero que no pudiendo ampliar los derechos de la soldadesca, tuvo también que comprar a precio de oro la paz con los partos. Los motines no tardaron en estallar. El principado de Macrino fue sólo un paréntesis (217-218) en la dinastía de los Severos. En el santuario de Emesa, Julia Domna, que padecía cáncer de mama, se dejó morir ayunando según el historiador Dión Casio, pero antes de suicidarse había creado una especie de dinastía femenina con su hermana Julia Mesa, mujer autoritaria y ambiciosa, y sus hijas Julia Semia (o Soemias) y Julia Mammea. Fue en Siria donde se abrió paso la candidatura del hijo de Julia Semia y Vario Avito Basiano, llamado también Basiano, gran sacerdote de Baal, el dios solar de Emesa, y que gobernaría Roma a partir del 218 con el nombre de Heligábalo.
Pero Heliogábalo, orientalista y corrupto en extremo, convirtió la corte en un prostíbulo superando con creces a Calígula o Nerón en cuanto a orgías y bacanales organizadas en el Palatino. Además, su madre y amigos se permitían con el dinero del Estado excesos inauditos. En realidad, gobernaba Julia Mesa, que convenció a su sobrino nieto para que adoptase a su primo Alejandro, hijo de Mammea, y lo proclamara César. Poco después los pretorianos ejecutarían a Heliogábalo con toda su familia (222), siendo proclamado emperador Alejandro Severo, que tenía trece años y medio.
De los asuntos de Estado siguió ocupándose Julia Mesa y luego, cuando murió, Julia Mammea. El emperador, de refinada educación, estuvo hasta el final de sus días sometido a la influencia de su "Augusta madre", que afianzó de nuevo los poderes civiles frente a los militares. Será la época del gran jurisconsulto Domicio Ulpiano. Sin embargo, tanto Mammea como su hijo fracasaron en la campaña contra los persas, siendo destronado éste por Maximino. Sus mismos centurianos sacrificaron a Alejandro Severo sobre el pecho de su madre.
Paloma Aguado García ha escrito una biografía de la emperatriz Julia Domna, y Santiago Posteguillo se ha llevado el premio Planeta de este año con una novela Yo, Julia, que narra su juventud.
Fdez. Uriel, Pilar. Historia de Roma, UNED, Madrid, 2001.
Ferrer Valero, Sandra. "La emperatriz filósofa, Julia Domna (170-217)", en Mujeres en la Historia.
Kovaliov, J. I. Historia de Roma, Akal, 1979.
¡Cuántas mujeres grandes en la antigüedad y qué poco sabemos de ellas! Apenas sus nombres. Muchas gracias al autor por difundir estas figuras tan interesantes. Esa novela de Posteguillo sobre Julia Domna promete. Enhorabuena, José, por estas nuevas emperatrices. Seguro que quedan muchas otras por descubrir.¿Qué tal Oriente?
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