En nuestro blog Ateneas
tenemos el enorme privilegio de conversar con Carlos Ferreiro Cota (KFK),
un artista multidisciplinar y una persona con una sensibilidad extraordinaria
para la música. Sus conocimientos en materia de ópera son apabullantes y le hemos
pedido que los comparta en este foro. Nos vamos a centrar en un enfoque
cultural de las diferentes imágenes de la mujer en el género operístico.
Veremos imágenes liberadoras aunque otras fueron estereotipos opresores. Lo más
frecuente será su ambigüedad, hecho que evoca una larga historia de prejuicios
aunque, también, de posibilidades de subversión lo que, sin duda, dará mucho juego
a las reinterpretaciones contemporáneas.
Hechiceras y reinas
del barroco.
A: La historia de la ópera
se inaugura oficialmente en 1607 con el Orfeo
de Monteverdi. Para mí es muy significativo, desde un análisis de género, que
Eurídice, la amada de Orfeo que el músico tracio trata de rescatar del Hades, fuese
una figura muda en el mito que sirve de base a esta favola in música. Pero me gustaría que dejásemos pasar cien años desde
ese momento fundacional para mirar de cerca a las grandes damas de la ópera
barroca, brujas o reinas poderosas que George Friedrich Haendel presentó en
escena como nunca antes se había hecho: las seductoras hechiceras Armida en Rinaldo y Alcina en la ópera del mismo
nombre o gobernantes tan astutas como Cleopatra en Giulio Cesare o Agrippina, la madre de Nerón. Haendel escribió para
ellas algunas de sus mejores arias. Por cierto que estas figuras siempre se
interpretaban por cantantes femeninas, en contraposición a los papeles
masculinos para castrati. Háblanos de las grandes heroínas, buenas y pérfidas, que
Haendel nos regaló en la primera mitad del siglo XVIII.
KFK: Musicalmente
hablando estos personajes femeninos se caracterizan por sus “lamentos” que son
de un gran virtuosismo instrumental y vocal. Tanto Armida en Rinaldo como Alcina son hechiceras, su
magia sirve como artimaña de comunicación entre dioses y hombres. Alcina seduce
a los hombres y los transforma en bestias; es la imagen de la seductora que
utiliza la magia negra y a quien hay que abatir, pero al enamorarse se torna
vulnerable y humana. En cuanto a Agripina y Cleopatra, si bien la primera
representa la vileza y la falsedad para llevar a su hijo Nerón al poder, la
segunda ve en Julio Cesar un aliado ideal para tomar el poder en contra de
Tolomeo; el vocablo “poder” es una fijación para ambos personajes. Añadamos
también a Rodelinda a éstas dos últimas por sus ansias de mando.
La Reina de la Noche.
A: No quisiera abandonar
todavía el siglo XVIII sin hablar de una obra maravillosa e inclasificable de
Mozart, La flauta mágica (1791). ¿Qué
nos puedes decir de las figuras femeninas en esta ópera irrepetible (la Reina y
sus damas, Pamina) y su relación con los ritos masónicos?
KFK: Se considera La Flauta Mágica la primera gran ópera alemana, en ella se destacan
la naturaleza, argumentos fantásticos, el misterio que más adelante
desarrollarían Weber y Wagner en el siglo XIX. Esta ópera tiene muchas
lecturas: puede tener una simbología masónica, ser un cuento de hadas…lo cierto
es que es la lucha entre la luz: Papageno y la oscuridad: la Reina de la Noche.
Ésta es una madre terrible, diabólica, es la madre de Pamina. Es una mujer
fuerte. Representa un enfrentamiento entre matriarcado y patriarcado y el
conflicto entre madre e hija.
A: Sí, y al final
triunfa el amor. ¡Menos mal!
Las locas románticas.
Lucia de Lammermoor |
Vamos a dar un salto al siglo XIX para hablar de las locas en la ópera (Ophelia, Linda de Chamounix, la Dama del Lago, Elvira en I Puritani, la Sonnambula, Lucia de Lammermoor…), un tema que me apasiona y que tú conoces muy bien. Sin duda, los compositores decimonónicos utilizaron la locura femenina como pretexto para llevar a un límite casi sobrehumano las posibilidades vocales de las sopranos. Pero esa figura de mujer que enloquece por amor o desdén, siguiendo el criterio de Elaine Showalter, también reproducía en el escenario el estereotipo de un ser débil, incapaz de luchar contra la realidad y que se refugia en la locura para escapar del insoportable dolor. Háblanos esas grandes heroínas románticas, que yo pienso que todavía tienen muchas cosas que enseñarnos a los espectadores del siglo XXI.
KFK: Lucia de Lammermoor, Ana Bolena,
Linda de Chamounix…El abandono del hombre desencadena el delirio. Estas mujeres
son frágiles, consagradas a la pasión en todo lo que comporta de ceguera y
abandono. Las arias de esas escenas de locura poseen un gran virtuosismo; la
música está a la altura de la extrema tensión psíquica evocada. A través de los
mitos, las leyendas, los cuentos, los dramas históricos, la ópera nos hace
vivir situaciones en que, por personaje interpuesto, se canta la locura del
oyente espectador, que se reconoce en esos héroes y heroínas que son hermanos y
hermanas nuestros en la condición humana.
A: ¡Preciosas
reflexiones, Carlos!
La mujer exótica.
El siglo XIX también vivió la eclosión máxima del colonialismo. Por eso no debería extrañarnos que el encuentro entre Occidente y Oriente esté muy presente en la ópera de la segunda mitad del siglo. Curiosamente, Oriente está habitualmente representado en las óperas por figuras femeninas (en línea con la interpretación de Edward Said en Orientalismo, 1978, que entiende que el Oriente se feminiza para justificar su posesión y explotación). ¿Cómo ves tú a las mujeres exóticas que imaginan los compositores de ópera europeos: Aida, Madame Butterfly, Lakmé, Leila en Los pescadores de perlas de Bizet (arriba), Thaïs …
KFK: Es
muy interesante la relación entre Oriente y Occidente y los conceptos de
género, raza y cultura. La idea que tenemos los europeos de la mujer oriental
es: bella, sumisa, tradicional y bastante reservada; ejemplo de esto último es
Madame Butterfly: una joven japonesa que es obligada a casarse con un oficial
estadounidense y a quien trata de amar siguiendo unos valores de su tradición.
Él nunca la ha querido y la engaña hasta que al final ella se da cuenta de que
ese amor ha sido una fantasía y se suicida. Indudablemente de estas óperas nos
atraen sus exóticas localizaciones, el choque de culturas…pero siempre los
compositores dotan a sus protagonistas de las mismas elevadas emociones y en su
música aparece un toque de identidad musical con la tierra en donde se ambienta
la acción.
A: Sí, yo también creo
que esas mujeres orientales en la ópera están revestidas de una admirable
dignidad.
Malas y fuertes.
Turandot |
Carmen, Lulú, Salomé, Turandot, Manon, Norma… son mujeres fuertes que transgreden el límite de lo socialmente permitido. ¿Crees que ofrecen un mensaje emancipatorio para la mujer del siglo XXI?
KFK: El
personaje femenino en la ópera siempre ha estado enmarcado por los
convencionalismos sociales de su época, al menos externamente: se deja llevar,
pero no convencer; dentro de sí bulle ese deseo de libertad, de amar y odiar,
de poder y venganza y dispuesto a la indiferencia, al desprecio y hasta la
locura con tal de lograr el fin deseado. Y llega Carmen a finales del siglo
XIX, gitana, hermosa y provocativa, sin nada que perder, por su libertad muere,
su canto es fuerte, carece de sensiblería y ella y Don José son conscientes de
que nunca se entenderán. Primera mitad del siglo XX llegan Salomé, Electra,
Jenufa, Katia Kavanova, Lulú…el lenguaje de estas mujeres cambia, van a lo
concreto, se despojan de convencionalismos y expresan lo que sienten, sin
importarles su destino. Está claro que están transmitiendo ese mensaje
emancipador para la mujer del siglo XXI.
A: ¡Qué admirables
figuras!
La ambigüedad en Tosca (1901).
Me gustaría dedicar una
atención más detallada a este complejo personaje de Puccini. Floria Tosca es
una mujer libre, apasionada, rica, una artista admirada y deseada, y alguien con
tanta fuerza interior que no duda en matar a su violador. Pero, al mismo
tiempo, sus celos, su falta de compromiso político y su cobardía desencadenan
la tragedia para ella y su amado. ¿Cómo crees tú que podríamos salvar esas
tremendas contradicciones en esta figura femenina para que pueda seguir siendo
un referente positivo?
KFK: Las
características principales de la personalidad de Tosca son la religiosidad
inculcada por su educación y los celos extremos. Vive atormentada por dos
pecados: el de su profesión y el de su relación con Cavaradossi. El personaje
de Tosca está enmarcado en un contexto histórico muy determinado: la Roma del
año 1800, sumida en el enfrentamiento entre los partidarios del antiguo régimen
y los republicamos sobre los que se proyecta la sombra de Napoleón. Tosca ve vapulear
sus emociones: primero es acosada por un villano (Scarpia) y segundo su amor
por el heroico y desinteresado Mario Cavaradossi. En este caso se puede decir
que hay un paralelismo entre amor y política y lo que ésta última es capaz de
decir sobre nosotros.
A: Sí, hay muchos
factores a valorar. No podemos juzgar a Tosca
desde el presentismo.
Las mujeres wagnerianas.
Las Walquirias |
Bueno, Carlos, quiero que nos hables de esta tradición musical germánica que tanto te gusta. Desvélanos los secretos de la visión de las figuras femeninas, mitológicas o humanas, en las óperas de Richard Wagner.
KFK: Digamos que las figuras
femeninas de Wagner que más me atraen son las “terrenales”: Senta en El Holandés Errante, Elisabeth en Tannhäuser y Elsa en Lohengrin son mujeres “redentoras”,
están para salvar al “hombre”. Senta quiere ser el ángel protector del Holandés
que viene de un mar lejano, tormentoso y de un pasado oscuro; Elisabeth
encarrila a Tannhäuser que anda con malas compañías (Venus) y a Elsa se le
escapa Lohengrin, viene de lo desconocido, de un mundo lleno de luz y parece
que desea regresar a él. Todas estas figuras femeninas adquieren identidad
gracias al amor por un hombre y a la salvación de éste, a Isolda también la podríamos
incluir en el grupo. Dentro de El Anillo
del Nibelungo tenemos a las Valquirias, doncellas guerreras siempre muy
serviciales, las Hijas del Rin, Brunilda enamorada de Sigfrido…en fin, ya sabes
que las deidades, en cuestión de amoríos, andan un poco a su bola.
A: Sí, son libres y
poderosas.
Dibujando personajes
mediante la tesitura.
Madame Butterfly |
Siempre me pareció muy sugerente esa convención musical de ajustar la tesitura de la voz de la cantante a las características del personaje: la soprano, una joven; la mezzo, una mujer algo mayor o de personalidad oscura o contradictoria; la contralto, una mujer madura. También es interesante advertir que cada época histórica ha valorado más un tipo de voz sobre otro. En el siglo XX se vivió el apogeo de las sopranos pero en la primera mitad del s. XIX, recién salidos del reinado de los castrati, preferían a las mezzosopranos, como demuestra el caso de la maravillosa María Malibran. ¿En qué medida estas convenciones se mantuvieron en las óperas más innovadoras del siglo XX?
KFK: Tienes toda la razón, había como una
escala de valores según la tesitura de la voz; en el siglo XX se siguen respetando las voces para
acoplarlas al personaje: Electra (soprano), Chrysothemis (soprano) y
Klytaemnestra (mezzo); Salomé (soprano) y Herodías (mezzo); Katia Kabanova
(soprano) y su suegra Marfa (mezzo); Lulú (soprano) y la condesa Geschwitz
(mezzo)…Hay como un duelo de personajes, de voces entre sopranos y mezzosopranos,
ya Wagner había en el siglo XIX creado algo parecido en Lohengrin entre Elsa (soprano) y Ortrud (mezzo). Hoy en día hay
magníficas cantantes de todas las tesituras admiradas por la búsqueda de
personajes olvidados en óperas de siglos anteriores.
La hora del relevo.
A: ¿Crees que la ópera
como género está en declive y que el musical le ha arrebatado el favor de los
espectadores? ¿Tenemos grandes personajes femeninos en estas obras musicales para
todos los públicos?
KFK: Si
decimos que en la ópera encontramos la sublimación de nuestras emociones, ésta
nunca estará en declive; siempre buscaremos en ella el hechizo de la voz, de
esa voz lejana y materna. Admiramos a los cantantes de ópera por su
profundidad, su autenticidad ya que son capaces de despertar en nosotros los
sentimientos más poderosos, nos arrancan de la tierra para transportarnos a
otro mundo. Con relación al musical, si quieres, sus personajes femeninos y
masculinos también, son más “light”; están motivados por el espectáculo: un
texto contenido y asequible, una música pegadiza y facilona y en ocasiones un
baile que coordina a la perfección letra y música. Creo que son campos muy
distintos y cada cual tiene su propio público.
A: Pues sí, son
perfectamente compatibles. Y, de hecho, muchas adaptaciones escénicas tratan de utilizar escenarios contemporáneos, lo que en la práctica acerca a los géneros. Pero nos falta un Verdi, un Puccini para seguir
inventando óperas inolvidables.
Donde el corazón se
esconde.
Para finalizar, cuéntanos
con detalle cuál o cuáles son tus personajes femeninos favoritos en la ópera y
por qué. Estoy segura de que nos fascinará tu interpretación.
Roberto Deveraux |
KFK: A veces más que la historia en sí, siempre he admirado las diversas formas de expresar los sentimientos tanto de los personajes masculinos como femeninos de la ópera a través de los siglos, pero indudablemente los femeninos se llevan la palma. Si tengo que elegir y por orden cronológico me quedaría con las “desdichadas”, llamémoslas así, de Donizetti: su trilogía Tudor (Maria Stuarda, Ana Bolena y Elisabeth de Roberto Devereux), Lucia de Lammermoor, Lucrecia Borgia…Hay escenas que reflejan una gran tensión acumulada, recreándose en el lirismo y exponiendo el aspecto más interno del personaje en una melodía infinita, acompañada ésta por el coro hasta un estallido final en el que se liberan esos sentimientos contenidos. En el siglo XX tengo dos de mis óperas favoritas: Salomé y Electra de mi admirado R. Strauss. Si Salomé es la lujuria, Electra es la venganza. Salomé se expresa muy claramente: desea a Juan el Bautista y por ese capricho se deja llevar, arrastrando con ello a todos los que la rodean. La atonalidad está muy bien empleada por el compositor para exponer las asperezas anímicas de la protagonista. No puedo olvidarme de otras dos de mis protagonistas preferidas Jenufa y Katia Kabanova de Janacek.
Pues ya habéis visto, Carlos
Ferreiro nos ha deslumbrado con su sabiduría. Quisiera recomendaros su blog
Eternamente (http://eternamentekfk.blogspot.com/ ), una maravilla en la que conviven
relatos inteligentes y sensibles con la música o la danza que siempre acompañan
a sus entrañables personajes y, también, las extraordinarias imágenes con las
que ilustra sus historias. Igualmente en este enlace encontraréis información
sobre su trayectoria intelectual y artística:
Mientras leía se me ha ocurrido esta pregunta: ¿no ha habido compositoras femeninas de ópera?
ResponderEliminarSí, aunque no han sido objeto de la entrevista. A falta de lo que diga Carlos, yo mencionaría a Francesca Caccini, que en 1625, muy poco después de que el género se pusiese en marcha, compuso "La liberazione di Ruggiero". Me centro en autoras españolas: María Rodrigo, que en el siglo XIX escribió "Becqueriana", con libreto de los hermanos Álvarez Quintero, y hace poco ha sido noticia el hallazgo de la partitura "Schava e regina" de la barcelonesa Maria Luisa Casagemas, escrita a fines del s.XIX. Además, por supuesto, tenemos el insigne ejemplo de Pilar Jurado, la primera compositora en estrenar una ópera en el Teatro Real de Madrid, "La ´página en blanco". Pero es verdad que es un número muy reducido que no compite con el de los compositores. A las muchísimas dificultades para que una mujer pueda componer, de las que ya hablé en la entrada sobre Fanny Mendelssohn http://mujeresparalahistoria.blogspot.com/2014/01/he-admirado-felix-mendelssohn-el-genial.html
ResponderEliminarun tema que me gustaría ampliar a otros casos sangrantes, se añade que la ópera es una de las obras más difíciles de orquestar, añade voces, proyectar la composición para una puesta de escena factible y, una vez superados los mil y un obstáculos, era una operación comercial muy costosa y nadie apostaría su dinero por una mujer en aquella época de machismo rampante. Los empresarios iban a lo seguro. Ahora nos limitamos a realizar arqueología de lo que algunas compositoras escribieron con gran orgullo y, con triste resignación ante las circunstancias, tuvieron que guardar en un cajón.
Muy interesante. Es que no es lo mismo la visión de personajes femeninos cuyo libreto escribieron hombres, que lo que podían idear otras mujeres.
EliminarPues mira, es que hasta ahora no han tenido la menor oportunidad. Quizá podría rastrearse si entre las óperas del XIX hubo libretos basados en novelas u obras de teatro escritas por mujeres. Las inglesas fueron literatas muy activas en el XVII, XVII y XIX. Y casi seguro alguna novela de George Sand pudo haberse utilizado en cualquier ópera. Tenemos trabajo de investigación y rastreo.
ResponderEliminarCarlos contesta a tu primera pregunta lo siguiente: "casi se puede decir un "no" rotundo, pero en la corte de los Médicis estaba Francesca Caccini que compuso varias óperas sin mayor relevancia. Si nos retrotraemos a la Baja Edad Media está Hildegarda de Bingen, no como compositora de ópera claro está; ésta compuso cantos para voces femeninas de los servicios religiosos. Y en el Barroco nos encontramos con Bárbara Strozzi que compuso cantatas. En cuanto a compositoras de música clásica hubo unas cuantas..."