1_ Preludio en re
menor
Cuenta la leyenda que cuando Goebbels enseñó a Hitler una
copia de Blancanieves y los siete
enanitos, el dictador lloraba de rabia mientras se lamentaba, “¿por qué
nosotros no podemos hacer esto?” (Hitlers Traum von Micky Maus,
Cuando Hitler soñaba con Mickey,
documental de Heinz Tischmeyer, 1999). A partir de entonces, ya comenzada la
Segunda Guerra Mundial, el ministro de propaganda tuvo el encargo de organizar
estudios de animación en Alemania que imitasen el estilo Disney, con el afán de
superar lo que Hitler había visto ese extraño día de 1937.
Sin embargo, desde el advenimiento del Tercer Reich en 1933,
los animadores más geniales de Alemania se habían visto forzados a dejar su
país, estigmatizados, como sucedía con los artistas de Vanguardia, con la
etiqueta de artistas degenerados:
Hans Richter y Oskar Fischinger, maestros de la animación abstracta, emigraron
a EEUU para continuar, no sin altibajos, sus respectivas carreras –Fischinger
llegó a ser una inspiración para la Fantasía
de Walt Disney, aunque jamás se le reconoció en créditos–. Lotte Reiniger,
animadora de siluetas, y su marido Carl Koch, también padecerían la suerte del
exilio después de haber dado a luz el primer largometraje de animación europeo,
y el más antiguo que se conserva: Las aventuras del príncipe Achmed (Die Abenteuer des Prinzen Achmed, 1926).
Título principal de la película Las aventuras del príncipe Achmed (1926)
En sintonía con esos seis
grados de separación en la cultura occidental que hacían de 1922 la
efeméride común del matrimonio de Fritz Lang con Thea Von Harbou (padres de Metrópolis), la denuncia de H.G. Wells
del nacionalismo exacerbado y sus peligros, la escritura del Ulises de Joyce y la muerte de Proust, o
la reunión de Dalí, Lorca y Buñuel en la madrileña Residencia de Estudiantes,
es también en torno a esa fecha mágica, bullente de actividad cultural,
descubrimientos científicos y tensión política, cuando la casualidad quiere que Lotte comience la
realización del mencionado filme, un icono del cine Art Decó –es imposible no
pensar en Erté al ver sus estilizadas imágenes–, pero también una muestra del triunfo de la voluntad de un
reducidísimo grupo de artistas que doblegaron la materia para darle duración en
el tiempo. Sin embargo, veamos antes cómo Lotte llegó a este punto crucial de
la historia de la animación.
La joven Lotte Reiniger
2_ Recortando el
comienzo
Lotte Reiniger nace el 2 de junio de 1899 en
Berlín-Charlottenburg, en el seno de una familia acomodada. Se dice que de
pequeña jugaba con un pequeño teatro de marionetas que le regalaron sus padres,
lo que pudo alimentar su imaginación desbordada y su gusto por los cuentos de
hadas. Pero, la fecha decisiva para su desarrollo artístico fue 1915, cuando
asiste a una conferencia del actor y director Paul Wegener, a quien
admiraba profundamente por películas como El Golem y
El estudiante de Praga.
La conferencia de Wegener, adalid del cine fantástico, trató precisamente sobre
las posibilidades de las películas de efectos. No debemos olvidar que el cine
expresionista alemán se anticipó a muchas de las formas narrativas y visuales
que utiliza el cine contemporáneo, desde el grafismo en el cine –los títulos animados
de El gabinete del Dr Caligari
(Robert Wiene, 1919)– hasta el más sofisticado uso de maquetas y matte paintings, que alcanzan su
perfección en Metrópolis (Fritz Lang,
1926) y que nada tienen que envidiar a los que veríamos después en Blade Runner (Ridley Scott, 1981).
Retrato de Paul Wegener
Tal como Lotte relata por carta a Gianalberto Bendazzi (110 años de cine de animación, pp.
32-35), Paul Wegener era actor en el teatro de Max Reinhardt, lo que
llevó a la joven a convencer a sus padres de que le dejaran a la escuela de
teatro independiente de esa compañía. Sin embargo, los aprendices no tenían
permitido asistir a los ensayos de las obras principales, y Lotte no encontró
mejor forma de atraer la atención de Wegener que realizando graciosas siluetas
que representaban a sus compañeros en sus respectivos papeles, como retratos en
negativo, tan bien hechas que en 1917 se llegó a editar un libro recopilatorio.
Tanto le gustaron a Reinhardt que le permitió subir al escenario para
participar en una obra junto a Wegener, de quien también recortó retratos.
Wegener la introdujo como figurante para sus películas, pero pronto pasaría a
aprovecharse de su talento artístico, haciéndole dibujar intertítulos y, lo que
fue más importante, permitiéndole animar marionetas de ratitas traviesas en su
filme El flautista de Hamelín (Der Rattenfänger von Hamelin, 1918).
3_ “Por el amor de
dios, libradme de esta loca de las siluetas”
En 1919, Wegener, acosado por su joven groupie, la presentó a un interesante grupo de jóvenes que estaban
a punto de abrir un estudio de animación experimental. Les dijo, “¿no
podéis hacer una película con esas siluetas, de la misma forma que se hacen
dibujos animados?”. Y lo hicieron.
En aquel grupo estaban, entre otros, Hans Cürlis, y Carl Koch, que se convertiría
en el amor de su vida. Carl Koch fue su cámara –oficio de enorme
responsabilidad para una técnica, la animación con siluetas, que se desarrolla
íntegramente bajo la cámara–, pero además era un interesante intelectual, amigo
de Jean Renoir y Bertolt Brecht, y autor de libros de arte especializados en
el Lejano Oriente. Por tanto, no es de extrañar que, en las propias palabras de
Lotte a Jayne Pilling (Women &
Animation, a Compedium), el “crush” que sintió por Wegener se transformase
en amor con mayúsculas por Carl Koch, su marido desde 1921, y permanente
colaborador hasta la muerte de éste en 1963.
Lotte Reiniger y Berthold Bartosch trabajando juntos
en Las aventuras del príncipe Achmed
Providencialmente, dentro de aquel grupo estaba Berthold Bartosch,
conocido por sus animaciones de recortables, y que en 1932 realizaría una de
las obras maestras de la animación: la adaptación del relato ilustrado de Frans
Masereel La idea (L’idée), una obra comprometida en un
momento políticamente convulso. Junto con Bartosch, Lotte realizaría su primera
película de siluetas, Das Ornament des
verliebten Herzens (1919), una coreografía de dos figuras que recibió el
aplauso del público, lo que animó a Lotte a seguir trabajando. De aquella época
es también su primera versión de Cenicienta (Ashenputtel, 1920), que volvería a
animar en 1954.
4_ Animando Las Mil y Una Noches
La gran oportunidad de Lotte llegó en 1923, cuando Louis
Hagen, un banquero de Berlín, a cuyas hijas Lotte impartía clases de arte, le
ofreció un impresionante stock de celuloide que había adquirido para combatir
la inflación. El estudio de grabación se instaló sobre su propio garaje, en
Postdam. Esta ocasión llenó de entusiasmo a aquel pequeño grupo de artistas de
vanguardia, que rara vez tenían la oportunidad de realizar trabajos comerciales.
Con la intención de realizar un largometraje, eligieron varios fragmentos de Las Mil y una Noches: la historia del
príncipe Achmed y el hada Pari Banu, y la historia de Aladino.
El príncipe Achmed con Pari Banu
El equipo estaba formado por el matrimonio Reiniger-Koch,
Bartosch, y el animador abstracto Walter Ruttmann, procedente
del grupo dadaísta de Zúrich y amigo de Hans Richter. El
fotógrafo Alexander Kardan y el creador de fondos Walter Türck completaban el
equipo de realización. Según confiesa
la propia Lotte a Gianalberto Bendazzi, Walter Ruttmann, más conocido posteriormente
por su filme experimental-documental Berlín, sinfonía de la gran
ciudad (Berlin, die Symphonie der
GroBstadt, 1927), se sentía algo avergonzado de participar en la
realización de aquel cuento de hadas: “¿Qué tiene esto que ver con el año 1923?”
“Nada”, le respondió Lotte.
A pesar de ello, la calidad estética del filme fue tan extraordinaria que hacía olvidar el presente. Lotte trató con exquisito detalle todas las animaciones de
personaje –animado, incluso, el reflejo en el agua de la bella Pari Banu,
moviendo fotograma a fotograma pequeñísimos fragmentos de cartulina–. Pero,
además, el talento conjunto de estos artistas dio lugar a memorables escenas,
como la aparición del genio de la lámpara, animado por Bartosch con pintura
blanca sobre multiplano –ensayando, quizá, su posterior aportación en La idea–; la batalla entre los demonios
de Wak Wak y los espíritus de la lámpara, dando lugar a insólitas imágenes con
profundidad de campo, variando el enfoque de los planos; o incluso los
graciosos títulos de crédito que nos presentan a los personajes, donde es
evidente la mano de Walter Ruttmann en la animación de formas geométricas.
Extraoficialmente, es también probable que utilizasen un invento de Oskar Fischinger, la
máquina para animar cortes de cera, con la que lograrían los efectos
abstractos y misteriosos del comienzo del filme, la impresión de bruma
cambiante de la cual surge el brujo africano, villano de la función.
Carl Koch en la cámara, con Walter Türck animando en
la parte superior. Alexander Kardan maneja la carta de rodaje, mientras Lotte
Reiniger mueve las siluetas.
Acabaron la película en 1926, deviniendo un gran éxito,
especialmente en Francia, donde René Clair y Jean Renoir la elogiaron
apasionadamente. Como observa Jordi Costa, Lotte Reiniger fundó en ella un
lenguaje sin referentes previos, resolviendo problemas a los que nunca antes se
había enfrentado otro director (Películas
clave del cine de animación, p. 35), dando lugar a escenas de incomparable
calidad onírica. A pesar de que Blancanieves
y los siete enanitos (Snow
White and the Seven Dwarfs, David Hand, 1937) la borró del imaginario
colectivo como primer largometraje de animación de la historia, su influencia
posterior es indiscutible: basta con ver el delirante duelo de transformaciones
entre el brujo africano y la bruja de la Montaña de Fuego, que se adelanta, con
mucho, a las metamorfosis de animales entre el esperpéntico Merlín y su
oponente, Madame Mim, en el filme de Disney Merlín,
el encantador (The Sword in the Stone, Wolfgang Reitherman, 1963). Merece la
pena leer el análisis del filme que David Flórez realizó para la publicación Tren de Sombras (http://encirculos.blogspot.com.es/2011/09/tds-files-xiv-die-abenteuer-des-pinzen.html).
Lucha de los brujos antes de su transformación en sucesivos
animales.
Aunque las copias originales de la película se perdieron, en
1954 se realizó una primera restauración, y en la actualidad se puede ver una
versión muy aproximada a lo que fue, en su origen Las aventuras del príncipe Achmed, incluyendo virados de color y la
banda sonora original de Wolfgang Zeller.
Lotte Reiniger llegó a realizar un segundo largometraje
animado, Dr Dolittle y sus animales (Doktor
Dolittle und seine Tiere, 1928), aunque la llegada del cine sonoro arruinó
sus posibilidades comerciales.
5_Vida en el exilio
Lotte Reiniger y Carl Koch se
identificaban con la política de izquierdas y deploraron la ascensión del
nazismo. En 1933 trataron de abandonar Alemania, pero no consiguieron visas
definitivas para poder instalarse en otros países de Europa. A pesar de ello, Lotte
y Carl realizaron casi una docena de cortometrajes en este estado precario,
aprovechando el tiempo y las posibilidades de que disponían en sus breves
estancias en Francia, Reino Unido, Italia o Grecia, con la ayuda de amigos como
Jean Renoir, que les empleó para algunos de sus filmes, como La marsellesa (La Marseillaise, 1937).
En este difícil caldo de cultivo,
Lotte dio a luz verdaderas obras maestras de la animación, como Carmen (1933), basada
en la ópera de Bizet; Galathea (1935), a
partir de la leyenda de Pigmalión; o Papageno (1937), que
adapta la famosa aria de La flauta mágica
de Mozart. La ópera fue siempre una inspiración indispensable para la sensibilidad de Reiniger, llegando incluso a intentar adaptar a Stravinski
(Pulcinella) y Donizetti (L'Elisir
D'Amore), aunque el comienzo de la guerra desbarató estos proyectos.
Papageno (1937)
Lotte y Carl consiguieron emigrar a Reino Unido en 1949. Allí fundaron Primrose Productions, donde realizaron decenas de filmes para niños y anuncios comerciales. En una entrevista a Walter Schobert, Reiniger admitía que le encantaba trabajar para los niños, porque son un público tan crítico como agradecido (William Moritz, Lotte Reiniger). A ellos dedicó cuentos de hadas e interpretaciones de música clásica, estrenados con éxito en cines, décadas antes de que la demanda comercial convirtiera la franja televisiva de audiencia infantil en pasto de la industria del juguete. De esta época datan filmes como La bella durmiente (The Sleeping Beauty, 1954), que condicionaría en gran medida la visión de Disney del mismo cuento; Pulgarcita (Thumbelina, 1955), y del mismo año, Jack y las habichuelas mágicas (Jack and the Beanstalk), la primera donde introdujo fondos de color. También se reciclaron algunas animaciones anteriores, como fragmentos de Las aventuras del príncipe Achmed, dando lugar a episodios como Aladdin y The Magic Horse (ambos de 1953).
Sleeping Beauty (1954)
Después de enviudar, Lotte Reiniger siguió trabajando incansablemente,
realizando su última película en Canadá en 1979: The Rose and the Ring.
6_ La singularidad
del cine de siluetas
Como señala Werner Nekes en su documental Film Before Film
(1986), el teatro de sombras asiático se popularizó en Europa bajo el nombre de
sombras chinescas, hacia el s. XVII, y muy pronto se convertiría en un recurso
del teatro occidental e incluso en un espectáculo por sí mismo, como el teatro
de sombras de Van Hoogstrassen (1678). Pero, en general, el tema de la sombra
en las artes crea una fascinación genuina, que se ha reflejado en multitud de
manifestaciones artísticas y obras literarias: por ejemplo, el famoso relato de
Adelbert von Chamisso La maravillosa historia de
Peter Schlemihl, donde un joven que vende su sombra al diablo a cambio
de fama y fortuna, termina huyendo de la sociedad y se refugia, finalmente, en
un teatro de sombras del Lejano Oriente, donde es capaz de manejar las
marionetas tras la pantalla gracias a su carencia de sombra –hay una adaptación
animada de este relato, muy sintética, realizada por Georges Schwizgebel: L’homme sans ombre,
(2004)–. A este respecto, es interesante leer la entrada de José Biedma en el
blog Tinieblas en el corazón. Pensar la
Antropología, sobre la transcendencia del lenguaje de las sombras en Oriente: “Bellas
tinieblas” (http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/04/bellas-tinieblas.html).
Sin embargo, es a Lotte Reiniger a quien se debe la
transferencia del lenguaje de las sombras chinescas a la pantalla
cinematográfica. Su técnica era sencilla y barata, y permitía animar con
velocidad, a pesar de que la acción de animar –variando las posiciones de las
siluetas directamente bajo cámara, sin registro previo de dibujos– no permitía
repetir dos tomas idénticas. En el reportaje The
Art of Lotte Reiniger (John Isaacs, 1953-1971) vemos a Lotte, ya
envejecida –pero llena de energía–, realizando croquis y bocetos de sus
personajes, que después reproduce en una cartulina negra y recorta con
facilidad pasmosa, como si fueran de plastilina… Cada personaje está integrado
por varias partes: cabeza, torso, miembros, que une hábilmente mediante
presillas metálicas. Una vez compuesta la marioneta, se coloca en
la mesa de grabación o truca, sobre un cristal translúcido que recibe luz por
debajo: de esta manera, la silueta se torna totalmente negra y no se notan
ninguna de sus juntas, como si fuera un todo integrado.
Modelos de figuras y cómo se descomponen en
fragmentos.
Lotte realiza varias demostraciones sobre cómo gira las
figuras para que puedan cambiar de dirección al caminar y moverse: dado que son
figuras planas, no puede imitar con ellas el realismo de los dibujos animados
ni efectos de escorzo, pero no lo necesita en absoluto, puesto que el perfil de
la figura expresa sobradamente la actitud del personaje. De hecho, en la propia
factoría Disney se dieron cuenta del valor intrínseco de la silueta como medio
de dar información, hasta tal punto que uno de sus principios al animar dibujo
consiste precisamente en lo que llaman “cheating”: que la silueta de un
personaje sea capaz de expresar elocuentemente lo que éste hace (Gesture Drawing for Animation, Walt
Stanchfield, p. 135).
Singular pose de perfil del príncipe Achmed.
La animación con siluetas permite, además, introducir
elementos de color, utilizando para ello acetatos coloreados, filtros, papeles
translúcidos y otros materiales iluminados desde abajo, en combinación con la
silueta opaca. Así se puede ver uno de los últimos filmes de Reiniger Aucassin et Nicolette
(1975), producido en Canadá por la National Film Board. Si la iluminación viene
desde arriba, en vez de por detrás de la silueta, la película puede ser
totalmente a color, como demuestra Lotte en The Frog Prince (1961).
Posteriormente, otros animadores relevantes, como Yuri
Norstein, heredaron el procedimiento de animar recortables con multiplano,
logrando efectos líricos. Pero, durante muchos años, el único continuador de la
técnica de siluetas de Lotte Reiniger ha sido Michel Ocelot, con filmes
tan delicados como Les trois inventeurs
(1979) o la serie Cine Si (AKA Princes et
princesses, 1989).
Cine Si (Michel Ocelot, 1989)
La animación con siluetas tiene un curioso auge en nuestros
días, con títulos como Anthony Lucas,
como Holding your Breath (2002) o,
sobre todo, la nominada al Oscar© The Mysterious Geographic
Explorations of Jasper Morello (2005), donde integra esta técnica
clásica con las nuevas tecnologías. También pudimos ver un bello ejemplo de
este lenguaje visual, aplicado al cine digital, en la fábula de los tres hermanos
en Harry Potter y las reliquias de la
muerte, parte 1 (Harry Potter and the
Deathly Hallows, part 1, David Yates, 2010).
The
Mysterious Geographic Explorations of Jasper Morello (Anthony Lucas, 2005)
La influencia capital del lenguaje de las sombras se puede
apreciar en multitud de otros filmes de la animación de autor, como la
oscarizada Father and Daughter (2000),
del holandés Michael Dudok de Wit, o el delicioso corto Chemin Faisant
(2012), del animador suizo Georges Schwizgebel (este último lo he visto
conteniendo la respiración).
7_ Lotte Reiniger y
la esfera femenina (y feminista)
Lotte regresó a su Alemania natal, entonces la RFA, donde
falleció en 1981. Con el paso del tiempo, Lotte Reiniger puede ser vista como
una musa del Art Decó, aunque nunca tan controvertida como Thea
Von Harbou, Leni
Riefenstahl, o más lejanamente, la pintora Tamara de Lempicka,
mujeres libres que se movieron en élites intelectuales heterogéneas y cuya
estética aún se asocia a la de los movimientos fascistas europeos. El cine de
Lotte Reiniger, como apreciaba Walter Ruttman, era ajeno a la contemporaneidad:
efectivamente, no pertenecía a aquel momento, sino que, como suele suceder en
momentos de opresión política –como han demostrado movimientos artísticos
alemanes tales como el Expresionismo o el Romanticismo–, el mundo de fantasía
que genera es un síntoma de su tiempo, destinado a dar cura mediante la evasión
y la fantasía.
Jack and the Beanstalk (1955), uno de los filmes
en color de Reiniger.
Aunque la mayoría de sus temas son cuentos de hadas, cabe
destacar en su narratología un trato preferente por los personajes femeninos,
que no siempre esperan que sea su príncipe azul quien las salve. De hecho, en
su bellísima recreación de Carmen, es la bella
gitana quien salta al ruedo y se pone a torear, ante la mirada atónita del
público y de sus pretendientes. Esta actitud de personaje femenino liberado
contrasta fuertemente con lo que hemos podido ver en filmes de la factoría
Disney, prácticamente hasta la actualidad, y ha carecido de parangón
prácticamente hasta la reciente Brave
(2012), de Pixar, que prefiere quedar soltera a casarse con ningún príncipe .
La brava Carmen haciendo frente al toro.
Lotte Reiniger también es considerada madrina de un
considerable número de directoras de animación que se mueven en el campo de la
animación independiente, cuyos filmes suelen contener algún tinte feminista:
autoras de filmes a medio camino entre lo cinematográfico y las Bellas Artes, Suzan Pitt, Joanna Quinn, Candy Guard, Alison de Vere, Joanna Priestley, o Michéle Cournoyer, todas
deben, de alguna forma, al titánico precedente que Lotte marcó como creadora.
Actualmente, las mujeres directoras de animación, y
especialmente de largometraje animado, aún son minoría, si bien cabe destacar
algún caso relevante como el de Brenda
Chapman –co-directora de Brave y
de El príncipe de Egipto (1998) –, y
otras directoras de largometraje europeo animado, desde la iraní Marjane
Satrapi (Persépolis, co-dirigida con Vincent Paronnaud, 2007) hasta
la israelita Tatia Rosenthal
(9.99$, 2008).
Lotte Reiniger hacia 1960.
8_ Postdata
De vuelta al sombrío preludio de esta entrada, el cine de
animación nazi, no necesariamente militante –aunque algunos de estos estudios
fueron instalados en escuelas judías desmanteladas–, dio irregulares frutos.
Desde luego, jamás se pudo competir con la perfección disneyana, aunque la
investigación técnica dio lugar a interesantes efectos escenográficos, cercanos
a los conseguidos por los hermanos Fleischer en
Popeye the Sailor Meets
Sinbad (1936), como puede verse en el corto Der
Schneeman (Hans Fischerkoesen, 1944), cuya tridimensionalidad y
explosión de color se puede considerar como un perfecto contrario de lo buscado
por Lotte Reiniger:
Dicho sea de paso, la columna de humo de los hornos de
Dachau podía verse desde el estudio que produjo este filme, donde aquellos
esforzados animadores también luchaban por olvidar la realidad inmediata.
PARA AMPLIAR:
Link de Las aventuras
del príncipe Achmed completa en Vimeo:
Reportaje The Art of Lotte Reiniger:
Panóramica sobre Lotte Reiniger, por Enrique
Martínez-Salanova:
Análisis de Las
aventuras del príncipe Achmed, por David Flórez (2005):
Artículo
sobre Lotte Reiniger por William Moritz:
Documental Hitlers Traum von Micky Maus:
http://www.youtube.com/watch?v=lGVkD8okXp8Artículo de Jose Biedma, "Bellas Tinieblas":
http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/04/bellas-tinieblas.html
NOTA de Encarna Lorenzo: Tenéis interesante información sobre la autora de este artículo en http://mujeresparalahistoria.blogspot.com.es/2013/11/pasion-por-animar-vampiros-gatos-y_8.html y http://mujeresparalahistoria.blogspot.com.es/2013/11/conversando-con-maria-lorenzo.html
Primero de todo, bienvenida, María, a este blog que es un poco también tu casa. Tus estupendas pinturas están repartidas por muchas de las entradas, además de recibir a los lectores en la presentación, así que es un lujo contar contigo igualmente como articulista. Un motivo más para congratularnos con tu trabajo es la posibilidad de publicar conjuntamente una trilogía sobre las cineastas alemanas de entreguerras: Thea von Harbou, Lotte Reiniger y, dentro de muy poco, Leni Riefensthal. Para mí es un lujo y un honor tenerte al lado en ese empeño. Mil gracias y espero que le cojas gusto a publicar aquí, porque tenemos gran afinidad de ideas y tú, además, una especialización envidiable. Un día no lejano tocará aquí hablar de tus excelencias artísticas, que bien que lo mereces.
ResponderEliminarHace unos cuantos veranos tuvimos la inmensa suerte de ver una gran exposición sobre Lotte Reiniger en la Fundación Barrier de la Maza, en Coruña. Pudimos ver películas, cuadros, dibujos y, lo más emocionante para mí, las propias marionetas que utilizaba esa artista genial para crear sus maravillosas animaciones. Era conmovedor ver que, por la parte trasera, aquellas siluetas preciosas eran de cartón reciclado de otros usos, incluso de colores diferentes. Para mí fue como entrar en la cocina de un gran chef, antes de que saliera al salón un plato irrepetible hecho con las materias primas más humildes. Hacía magia con elementos muy modestos. Esos recortes extremadamente exquisitos, los elegantísimos movimientos de los personajes, sus posturas manieristas, el acierto en la elección de sus temas: orientales, operísticos...Esta mujer debería ser conocida y reverenciada por el gran público, y no andar confinada en los reinos recónditos de los especialistas, así que enhorabuena por tu labor de divulgación, amena y rigurosa al mismo tiempo. Os animo a todos a no perderos, aunque solo veáis un ratito, Las aventuras del príncipe Achmed. La suerte es que tu artículo está repleto de enlaces para disfrutar al máximo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Encar, por tu respuesta entusiasta. En efecto, Lotte, dentro de lo residual de la animación de autor, es una luz mejor conocida. Hacia 2001 la Filmoteca de Valencia le dedicó una retrospectiva integral donde la pude descubrir, fue una gran experiencia. Asier Mensuro también comisionó una exposición sobre ella en Ciudad de las Artes y las Ciencias, aunque pasó un poco desapercibida. La misma muestra, ampliada, es la que viste tú en Galicia. Seguiremos colaborando en el blog. Un beso, M
ResponderEliminarMagnífica entrada, María, tanto por su contenido como por esas ilustraciones preciosas. Reconozco mi absoluta ignorancia en el tema, pero la lectura del artículo no ha hecho sino espolear mi curiosidad. Me parece que la labor de Lotte Reininger es absolutamente titánica, una obra de arte total, donde no solo tiene que pensar en aquello que quiere contar, sino también en crear un personaje y su "sombra", en un interesante juego de inversiones casi platónicas entre lo que es la realidad y lo que es una deformación de la misma.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que compartas tus amplios conocimientos con todos nosotros.
¡Olé tu comentario!
EliminarGracias Mª Ángeles. Es muy cierta esa apreciación sobre el juego de inversión platónica: tratar la sombra para que dé una imagen veraz de lo real implica cierta transformación de la misma, porque la sombra natural, sin más, transmite una imagen ambigua. Ayer volví a ver "Dumbo" con mi pequeña sin parar de canturrear; hay una secuencia donde los payasos del circo, vistos desde el exterior de su tienda, están hablando del próximo numero que van a hacer con el elefantito. Toda esa secuencia muestra las siluetas de los payasos, proyectadas en las paredes de la tienda, pero, como es animación dibujada, la puesta en escena no prescinde de ciertas licencias, como es mostrar sombras de diversa intensidad, diferenciando las pelucas y las cabezas, o resaltando los vestidos del cuerpo por medio de sombras semitransparentes. Es decir, en una sola escena de la película donde Disney opta por la economía de medios, en realidad necesita usar muchos más recursos que los que sabiamente elegía la Reiniger. En fin, es una prueba más de su maestría.
ResponderEliminar"Y, en medio, cerrando los ojos, aovillada, la verdad del instante, la preciosa certeza de la sombra que no tiene labios, de lo que va a decirse resbalando, expirando en espiras, deshaciéndose como un saludo incomprendido"
ResponderEliminarVicente Aleixandre. "La forma y no el infinito" en PASIÓN EN LA TIERRA.
Gracias por la alusión.
Qué bonito. Muchas gracias a ti por el comentario. Saludos.
EliminarUna pequeña adenda a esta entrada: este año, el festival de Annecy puso la siguiente cortinilla realizada por la escuela de Gobelins, y dedicada a Lotte Reiniger, no os la perdáis:
ResponderEliminarhttps://vimeo.com/131071673
Espectacular este corto, y un gran golpe de efecto su final. Gracias por compartir.
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