“Tuve la suerte de nacer con el lápiz en la mano. Para mí,
la ilustración es algo que se crea en la cabeza y, cuando llega a la punta de los
dedos, plasma lo que tienes dentro”.
Pasamos de una de las ilustradoras españolas más jóvenes a
una de las más veteranas, aunque siempre joven de mente y espíritu. Roser
Capdevila Valls nació en Barcelona en 1939. Ya interesada desde muy joven por
el dibujo, estudió en la Escola Massana de Bellas Artes. Durante 10 años se
dedicó a la docencia, actividad que marcaría su quehacer artístico posterior, y
que abandonó al casarse, como tuvieron que hacer la mayoría de las mujeres
trabajadoras de aquella época. Durante un tiempo esta mujer inquieta y emprendedora
se dedicó al diseño y la estampación textil
en una empresa familiar, actividad que dejó en 1980 para dedicarse de lleno a
los libros infantiles.
La cosidora (1981),
su primer libro ilustrado, cuenta la historia de una máquina de coser desde los
tiempos de su juventud hasta su vejez abandonada y sus días finales en el museo.
Resultaba enternecedor el enfoque del sentimiento en un objeto inanimado, algo
que explotaría largamente Pixar en la saga de Toy Story.
Poco a poco Roser va perfeccionando su estilo de trazo simple
pero muy dinámico, lleno de humor y de situaciones originales. En 1983 publica
el primer libro de las famosas tres mellizas, Som les tres bessones, inspirado en sus propias trillizas, Anna,
Teresa y Helena, nacidas en 1969.
A estas inquietas niñas, siempre acompañadas por sus
ratoncitos, la Bruja Aburrida las
castiga por sus travesuras encerrándolas con su sortilegio en un cuento clásico.
Fue el origen de una exitosa colección de 30 cuentos y una serie de dibujos
animados que ha dado la vuelta al mundo. Los libros han sido traducidos a 35
lenguas y la serie se ha podido ver en 158 países. Incluso se convirtió en
largometraje en 2002, Las tres mellizas y
Gaudí. En esta ocasión las niñas conocen al viejo y desengañado Gaudí y le
convencen para que construya la Sagrada Familia.
Incluso la Bruja Aburrida se
convirtió en estrella de una serie propia, en la que cuenta sus peripecias
vitales y sus viajes. Ya nació con gafas y sombrero puntiagudo.
Pero la prolífica
Roser Capdevila merece ser conocida también por sus muchas otras historias. Ha
publicado más de 300 libros de cuentos y
tiene otros personajes entrañables, como Palmira, una jirafa del Zoo de
Barcelona que es un poco su alter ego: apasionada por la música, lee el Avui,
camina por el Paseo de Gracia y monta en Vespa.
Roser, una mujer moderna y
desenvuelta, fue una de las primeras que lo hicieron en la ciudad Condal. Sus
obras siempre tienen ese sello autobiográfico que es tan característico de la
creación femenina.
En 2011 Capdevilla donó un legado de más de 3.500 dibujos, litografías, grabados y cuentos a la Biblioteca Nacional de Catalunya. Su ilusión siempre ha sido hacer un trabajo de calidad, para formar adecuadamente a niños que cada vez son más nerviosos, dispersos y descarados, sobre todo en las ciudades. De esa semilla depende la humanidad del futuro.
Uno de sus trabajos de denuncia contra el maltrato |
La artista, comprometida, feminista y solidaria, ha trabajado con Unicef en campañas en favor de los derechos de la infancia, y es defensora acérrima de una enseñanza pública de calidad. También ha tratado de transmitir un mensaje ecológico, apostando por el transporte público y por los valores de la naturaleza.
Esta gran artista
también tiene una faceta plástica. Roser recicla las humildes cajas de zapatos
y bandejas de porexpán en maravillosas obras de arte doméstico, como maletas,
casas, cocinas o teatros de títeres, en los que cuenta historias creadas por
ella misma.
Los teatrinos son uno de sus objetos preferidos en los últimos
tiempos. Para ellos crea, con la ayuda de su fiel esposo Joan Batet, los
decorados, las marionetas y todos los elementos de la escenografía en la que
representa sus propias narraciones.
En 2012 puso en marcha su (pen)última aventura,
El Cabaré, donde tiene lugar números de teatro, acrobacias…y se explican la
vida y milagros de sus personajes.
Uno de los aspectos esta original artista
que más me gustaron la exposición del Palau Robert fueron, precisamente, estos
dioramas ingenuos y encantadores, porque me hicieron darme cuenta que, para
Roser, la vida es inseparable de la creación en todos los momentos del día. De
hecho, lleva escritos 40 diarios, sembrados de dibujos que reflejan, con
sentido crítico pero también con mucho humor, todas sus reflexiones acerca de su
vida y de los acontecimientos sociales. También ilustra libretas con paisajes en
acuarelas y otros muchos dibujos. En 2002 escribió una autobiografía que
todavía está inédita, la cual no incluye
el grave accidente que sufrió tres años después, que le afectó a la vista.
En la "Casaca de los Premios",
Roser, siempre tan divertida, cuelga sus múltiples distinciones, entre las que
destacan el Premio Nacional Audiovisual de la Generalitat Catalana en 1999, la
Medalla de Oro al Mérito Cultural y Artístico del Ayuntamiento de Barcelona en
2006, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que le fue impuesta por
el Consejo de Ministros en 2009, o la Cruz de San Jorge en 2004.
Hasta finales de
abril aún podéis tener la gratísima experiencia de encontraros con ella en el
Palau Robert, mientras explica su maravilloso universo creativo a los
afortunados visitantes.
Fuentes consultadas:
-artículos en El País
digital de Belén Ginart, Paula Moltañà, Rosa Rivas, Silvia Marimón y Xavier
Moret
-biografía en el Museo de Ilustradores SOL y en Vikipèdia
-programa de mano de la exposición “Llapis y…acció. Roser
Capdevila dibuixa en el Palau Robert, Barcelona”
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