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Adrienne Mesurat, J. Green, KFK |
Carlos
Ferreiro Cota, Karlos, con K, como a él le gusta identificarse, es un artista
integral. Comenzó con el dibujo y recaló después en el coleccionismo de pintura
de jóvenes talentos. Vive inmerso en el cine, la música y la estética más
cuidada. Y escribe unos relatos extraordinarios, que dan cuenta de experiencias
humanas radicales. Como su obra gráfica, su escritura ha experimentado un sabio
proceso de maduración. Ha conseguido elaborar cuidadosamente su constante
disfrute de las artes visuales y la música, y sus extensas lecturas literarias
y acerca del Holocausto, en una síntesis original que traslada a sus
narraciones. Después de transitar por sus caminos artísticos previos, ha
encontrado su lugar definitivo en la literatura para dar rienda suelta a toda
su creatividad.
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Marie, Opiniones de un payaso, H. Böll, KFK |
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Anne, Moderato Cantabile, M. Duras, KFK |
Sinestesias artísticas
Contra
lo que podría sugerir ese sendero zizagueante, existe una fuerte coherencia en
las búsquedas artísticas de Karlos. En su período formativo solía condensar en
imágenes sus impresiones como lector. Sentía como una necesidad transformar los
personajes de sus novelas predilectas en caras o rasgos aislados. El rostro es,
para él, el grado máximo de la expresividad de la persona. Con esa idea ilustró
con sus dibujos El lobo estepario de Hermann Hesse, Molloy de Samuel Beckett, las heroínas
de la novela religiosa francesa (François Mauriac, Julien Green), y las obras
de Stephan Zweig o Heinrich Böll. Dibujaba en sanguina o con tonos negros-grisáceos,
que evocan las etapas del séptimo arte que más le interesan, el cine mudo y en
blanco y negro. Sin saber cómo, aquellos rostros fragmentarios se fueron estilizando
cada vez más, hasta transformarse en la simplicidad absoluta de la línea: unos
pájaros abstractos, nómadas del pensamiento. Pero se trató de una época fugaz,
puramente transicional. Mientras duró su primera época, aquellos personajes
dibujados apelaban a sus propias ideas, lo atrapaban en la maraña de sus
contradicciones. Y la forma que tenía de solucionarlas era capturando sobre el
papel esos “espejos narrativos” en que le gustaba abismarse. Como ofrenda de
gratitud, les concedía un plus de vida fuera de los libros. Pero,
afortunadamente, Karlos se encuentra ya en una fase de su vida en que no tiene que
recurrir a que otros creen por él, porque hace tiempo que encontró la salida
para su pasión creadora.
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Carmina Burana, C. Orff, KFK |
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Catulli Carmina, C. Orff, KFK |
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La Italiana, I. Murdoch, KFK |
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Harry Haller, El lobo estepario, H.Hesse, KFK |
Miniaturas
literarias
Cuando murió su padre, Karlos empezó a
escribir movido por una necesidad imperiosa: entender mejor su vida,
interpretar las enormes complejidades de nuestro mundo, aprovechando para ello
que su “maleta” ya estaba suficientemente cargada de experiencias vitales. Así
que cambió los carboncillos y los difuminos por el bolígrafo negro, fetichismo
de un artista enamorado de la caligrafía oriental, que persigue “dibujar” las
palabras. En su rincón favorito de la casa, en silencio absoluto y rodeado de
cierta oscuridad, Karlos crea mundos literarios en miniatura. Como hacía con
sus dibujos, sigue condensando sus intuiciones creativas en toques sutiles, pinceladas
sueltas que esbozan los rasgos de cada personaje. Deja a esos “hijos” suyos que
se adueñen de la situación, que se le impongan. Él se limita a tirar del hilo
para que se hagan presentes de todo. Pero no les da nombre, a veces solo les
pone apelativos refinados porque, como él mismo afirma, son “aristócratas de
sus sentimientos”.
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Marte, Los Planetas, Holst, KFK |
Niños
y mayores
Karlos no desdeña la literatura infantil.
Tiene escritos cuentos con títulos tan sugerentes como Historia de la línea recta que se bañó en el Danubio azul y se
convirtió en curva, o ¿A que sí que
sabes qué animal es? Pero son los
relatos para mayores los que ocupa la mayor parte de su producción. A mí sus
seres imaginarios me recuerdan las Ideas platónicas. Son encarnaciones del Bien,
la Belleza o la Verdad. Pero, confrontados con situaciones límite, se
transforman en personajes rotundos, capaces de demostrar su auténtica
humanidad.
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Sin título, M.Frairot |
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Conciencia, Señor Bordel |
Música
y sombras a la caída de la tarde
En
los relatos de Karlos, los personajes femeninos siempre tienen mucha más
expresividad. Con sus gestos y objetos característicos se dan a conocer al
lector de una manera más abierta. Los personajes masculinos, en cambio, son
esclavos de una tradición educativa de sentimientos contenidos, reprimidos,
estereotipados. La mujer escapa de sus estrechos márgenes con más libertad. En
el hombre, el sentimentalismo todavía nos resulta ridículo.
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Las carnes:El saltamontes, C. Marachian( Hamlet) |
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La divergente,C. Marachian(Hamlet) |
Por
el general, sus historias acontecen a la caída de la tarde, entre luces y
sombras. Como pensaba Chopin, el crepúsculo es una hora fértil para la
sensibilidad más exacerbada. El espíritu descansa entonces del ajetreo de las
tareas cotidianas. Los lieder son el
hilo conductor de sus sentimientos, la guía de viaje necesaria para que
personaje alcance el centro de su laberinto. Ese es otro de esos rasgos
minimalistas que le sirven eficazmente para delinear la identidad de sus protagonistas.
Así sucede con Sebe de Abades, una bailarina judía prisionera en Auschwitz que,
como la inmensa mayoría de sus compañeras de carne y hueso en ese infierno,
conscientemente escogió afrontar el destino de la cámara de gas antes que
abandonar a su hijo. Mientras espera desnuda que llegue el momento de la muerte,
con la Berceuse de Chopin de fondo,
rememora nostálgicamente para su pequeño todos los momentos felices de su vida:
sus triunfos en los escenarios, el amor correspondido, la dicha de la
maternidad… Es un monólogo casi sin pausas, como el flujo incesante de la
conciencia que nunca se detiene.
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Autorretrato, V.Otero |
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El sol, RFG |
Las
narraciones de Karlos siempre están llenas de hallazgos fonéticos, de palabras
aliteradas que se transforman unas en otras, produciendo audaces giros de
significado. El autor trabaja con especial esmero esos juegos de vocabulario,
que prefiguran las situaciones narrativas más importantes y que, junto con el lied, son una de las principales señas
que personalizan su quehacer literario.
A Karlos
Ferreiro no le interesan en sí las atrocidades del holocausto, tema en boga en
nuestros días, sino la forma tan extrema en que ese acontecimiento cuestionó
todos los grandes logros alcanzados hasta el siglo XX, hijo de la Ilustración, con
sus descubrimientos científicos y su arte excelso de los que tan orgullosos
estábamos. En realidad, apenas nos habíamos alejado unos metros de las
cavernas. Pese a esa triste conclusión, siempre hay en los cuentos de Karlos un
mensaje de esperanza. En Eternamente…,
lo trae la ilusión de una nueva tierra a la que Sebe quiere entrar alegre y
bella, triunfando sobre el mal, la fealdad y la muerte. El autor tiene publicado
este extraordinario relato en el blog que lleva ese mismo título, el cual evoca
la palabra final de la Canción de la
Tierra de Gustav Mahler. Os invito a todos a visitarlo y disfrutarlo en este enlace http://eternamentekfk.blogspot.com.es/2013/08/eternamente.html.
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Sin decir nada, M. Santorum |
Me alegra haber conocido nuevas facetas de nuestro amigo Karlos. Felicidades por tu obra, un abrazo,
ResponderEliminarM
Retratos con alma. Os enlazo en mis redes sociales. Habrá que leer a Karlos Ferreiro...
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