miércoles, 26 de junio de 2024

CLEOBULINA (Eumetis)



Cleobulina de Lindos (VI-V a.C.) también llamada Eumetis es recordada como eximia creadora de enigmas y forma parte de la tradición de mujeres intelectuales de la Antigüedad griega. No obstante, su realidad histórica fue puesta en duda por Crusius, quien vinculó su figura a la transmisión de las fábulas de Esopo. Wilamowitz la pensó como personaje de comedia inventado por Cratino. Sin embargo, a la vista de la diversidad de testimonios sobre su ingenio y talento, resulta difícil rechazar su relevante existencia histórica.

Fue Cleóbulo, uno de los legendarios Siete sabios, soberano de Lindos, importante ciudad de la isla de Rodas, quien llamaba así a su hija, Cleobulina, cuyo verdadero nombre era Eumetis. Buffière pensaba que "Cleobulina" no era más que una personificación de las adivinanzas y acertijos formulados por Cleóbulo. Sin embargo, Diógenes Laercio, la Suda, Plutarco, Clemente de Alejandría, Jerónimo y Jorge Sincelo la nombran junto a otras mujeres sabias.

El testimonio más importante y brillante es el Banquete de los siete sabios de Plutarco de Queronea (c.50- c.120) en este simposio se asocia a Cleobulina con la tradición del enigma, del saber gnómico y de la fábula. No cabe duda que los enigmas planteados por la poetisa rodia fueron expresión original de una forma de mirar e interrogar el mundo. Lindos fue una de las ciudades helénicas en que las mujeres tenían acceso a la educación artística (mousiké) que además de la música incluía gramática, poesía y danza.

Cleobulina -o Eumetis- adquirió notoridad en la octogésimo segunda olimpiada (452-449 a. C.), junto a otras poetisas como Telesila y Praxila, pero la primera habría alcanzado su madurez (akmé) años antes, en el siglo VI. El nombre "Eumetis" es significativo (Metis fue la primera esposa de Zeus, rica en recursos). El sustantivo 'mêtis' significa una especie de astucia, de superioridad práctica. Así pues, "Eumetis" expresa el tipo de saber que posee Cleobulina.  

Según Plutarco, Cleóbulo se dejaba aconsejar políticamente por la hija, reconociendo así su sensatez y filantropía. Diógenes el doxógrafo refiere que Lindos fue ciudad gobernada democráticamente y al padre de Eumetis se atribuye la iniciativa de la construcción de un templo dedicado a Atenea Lindia.

La sophía encarnada por la tradición de los Siete Sabios integra tanto un saber teórico como práctico. Tal conocimiento se plasma en apotegmas como "nada en demasía" o "conócete a ti mismo" (gnôthi sautón), es decir, en máximas y frases breves dignas de recordar (gnômai), pero también en enigmas en las que el uso de la metáfora y la paradoja sirven de matriz al despegar de la filosofía y al agonismo intelectual o lucha de los hombres por el conocimiento. El enigma juega como simulacro verbal de una concepción del mundo que prevé su verdadera esencia o arcano (arjé) como algo oculto, esa armonía secreta a la que refiere Heráclito y que es más fuerte que la manifiesta. Paralelamente, otorga preminencia a la interioridad anímica sobre la ilusoria corporeidad.

En el Banquete de los siete sabios (1), Plutarco ofrece un bello retrato de Cleobulina. Narra Diocles el encuentro de los maestros (Plutarco los multiplica, aunque el protagonismo del diálogo corresponderá a los más renombrados). El evento se celebra con toda la liturgia de un simposio en la casa de Periandro, caudillo de Corinto. El humanista de Queronea presenta a Cleobulina como a una jovencita que con sus manos peinaba los cabellos del sabio Anacarsis. Se dirige hacia Tales con toda libertad y el de Mileto la abraza y, riéndose, dice:

"Embellece de tal forma a nuestro huesped (Anacarsis), para que no parezca, a pesar de ser muy civilizado, un hombre terrible y salvaje" (Moralia, 148C). 

Anacarsis será el director de la discusión, el simposiarca, ocupando Solón y Tales un lugar destacado en la misma. Anacarsis definirá la democracia o el gobierno igualitario como aquel en el que siendo consideradas las demás cosas iguales, lo mejor se define por la virtud y lo malo por el vicio. Sorprende este protagonismo de Anacarsis, que no era griego, sino "bárbaro", príncipe escita, lo cual queda claro cuando hablando del gobierno de la casa, Esopo alude al hecho de que Anarcarsis no la tiene en un lugar fijo, pues los escitas eran nómadas y usaban carros y tiendas, de lo que el escita hace gala por la libertad y autonomía que le brindan las ascéticas costumbres de su pueblo. También Diógenes el cínico, campeón de la autarquía, se vanagloriaba de no tener casa (154E-155A).

Diocles, el personaje que está contando lo conversado en el encuentro de los sabios en Corinto, pregunta quién es esa niña, y Tales responde: "¿no conoces a la sabia y famosa Eumetis?". A lo que Nilóxenos añade: "Tú alabas de la muchacha su sagacidad para los enigmas y su sabiduría, pues algunos de los problemas por ella planteados han llegado hasta Egipto". Tales aduce que ella emplea dichas cuestiones jugando con ellas como si fueran dados que lanza a aquellos con los que se encuentra. "Pero también posee una admirable sensatez, una inteligencia política y una forma de pensar filantrópica que ha hecho de su padre un gobernante más amable y solidario con sus súbditos" (148D). Nilóxeno confirma el juicio de Tales, completando la sensatez de Eumetis con las excelencias de su sencillez y franqueza, y pregunta por qué cuida con tanto cariño a Anacarsis. A lo que Tales contesta que porque el sabio escita es hombre prudente y porque, mientras conversa con él, Cleobulina está adquiriendo nuevos conocimientos.

Más adelante, en el capítulo 10 del Banquete plutarqueo, Cleodoro pone en cuestión que los enigmas de Eumetis valgan para que hombres sensatos los tomen en serio. Cleobulina está todavía presente, como Melisa, la mujer de Periandro, y -según el relator Diocles- hubiera contestado gustosamente al menosprecio de Cleodoro, pero "se contuvo por vergüenza y sus mejillas se colorearon de rubor" (154B). Sale Esopo en defensa del ingenio y talento de la joven: "¿No es acaso más ridículo no saber resolverlas? -pregunta, refiriendo a los enigmas que Cleobulina plantea. El hecho de que sea Esopo quien trae a colación uno de los enigmas de Eumetis indica la estrecha relación entre los géneros de la fábula y el enigma, igual que la importancia de la transmisión oral de la sabiduría gnómica. 

Si bien tanto Cleobulina como Melisa salen de la escena antes del fin de la discusión, sus presencias ponen en cuestión que los simposios estuviesen reservados exclusivamente a los varones y que las mujeres sólo participaran en ellos en su condición de heteras y flautistas. Hay evidencias de que la participación de mujeres en estos acontecimientos culturales y socializadores no era del todo inusual y que incluso existían banquetes sólo para mujeres (Joan Burton, citado por Mariana Gardella, (3)).

Edipo y la Esfinge, Gustave Moreau, detalle

Los enigmas podían caracterizarse por su carácter alusivo, humorístico, o por su intensidad trágica. Recordemos el formulado por la Esfinge a Edipo a las puertas de Tebas. Pueden agruparse junto con los acertijos, paradojas, acrósticos, anagramas, palíndromos y lipogramas en lo que ha dado en llamarse technopaígnia, técnica de elaborar juegos de lenguaje sorprendentes y desveladores. Aristóteles citará en su Poética a Cleobulina a la hora de definir qué sea el enigma y su relación con la metáfora. La función del enigma sería decir cosas reales juntando cosas imposibles. Como juntar cosas imposibles equivale a contradecirse, esto quiere decir que para Aristóteles el enigma es una contradicción que designa algo real (G. Colli). Los enigmas se presentan como paradojas que dan que pensar. Clearco de Solos definirá el enigma como un problema entretenido que moviliza la inteligencia. Algunos recuerdan el koan de la tradición zen oriental.

En griego se emplean dos palabrar para referir al enigma: 'aínigma' y 'grîphos'. "Aínigma" connota diversión; "grîphos", seriedad. El enigma encarna la impasse, el callejón sin salida o el compás de espera, del lenguaje con su carácter laberíntico, polisémico, y con su andar a la deriva y devenir indescifrable. Las expresiones enigmáticas ponen de manifiesto la escisión insalvable entre palabras y cosas o hechos. Sirven, a veces, para referir a aquello que existe sin nombre. En la Antigua Grecia, los enigmas se usaban con diferentes propósitos: simposial, pedagógico, agonístico, religioso (oracular) o filosófico. Heráclito usó del enigma, pues algunos de sus aforismos pueden interpretarse como acertijos. Giorgio Colli llega a decir que en el pensamiento del príncipe melancólico de Éfeso el enigma es central y ofrece la hipótesis de que "toda la sabiduría de Heráclito sea un tejido de enigmas que aluden a una naturaleza divina insondable", puesto que "todo par de contrarios es un enigma, cuya solución es la unidad, el dios que está tras ellos" (G. Colli, (2)): "El dios es día noche, invierno verano, guerra paz, saciedad hambre" -escribió Heráclito.

La tradición nos ha legado cuatro enigmas de Cleobulina: el de la ventosa, el del buen ladrón, el de la flauta y el del año. Y Plutarco le atribuye la autoría de una fábula, la del vestido de la luna. "Vi a hombre soldar con fuego bronce a hombre", refiere a la aplicación medicinal de la ventosas de bronce que se aplicaban calientes. Al parecer, el enigma del buen ladrón ponía de relieve el relativismo de las normas morales. El enigma de la flauta es citado en el simposio de los sabios por Esopo tras finalizar la comida, realizar las libaciones y recibir las coronas repartidas por Melisa (la anfitriona). En el acertijo de Cleobulina por metonimia se llama burro muerto a la flauta frigia hecha con los huesos de este animal y explota la idea paradójica de que un animal muerto pueda aún patear:

"Un asno muerto me golpeó los oídos con una tibia huesuda"

"Nos admiramos de que un asno, que por lo demás es el animal más obtuso y menos musical, proporcione el hueso más fino y musical" -comenta Esopo. En la fábula del vestido de la luna, esta personificada pedía a su madre que le tejiese una túnica a medida. Pero la madre le dijo: "¿Cómo te voy a tejer a tu medida? Ahora te estoy viendo llena, pero en otro momento en cuarto creciente y más tarde en cuarto menguante" (157A).

Al contrario que la tragedia, la comedia no pone en escena a mujeres míticas como Antígona, Medea, Fedra..., sino a mujeres comunes. En Aristófanes aparecen las mujeres como protagonistas en tres de sus once comedias. Las pinta lascivas, amigas del vino y muy capaces de asociarse para actuar colectivamente con el fin de someter a sus hombres. En Lisístrata, las esposas atenienses hacen una huelga sexual y las ancianas toman la acrópolis. Sin embargo, la utopía de la ginocracia en Lisistrata y Asambleístas está al servicio de la sátira cómica. 

Sobre Cleobulina se conservan dos menciones en la Comedia Antigua. Cratino escribió una pieza titulada Cleobulinas que pudo ser representada entre el 435 y el 420 a. C. Es posible que en dicha obra perdida se recitaran enigmas y se formularan acertijos de contenido erótico. Se conserva la expresión "lanzando peplos ardientes" que tal vez evoca la muerte de Heracles propiciada por su esposa Deyanira cuando viste al héroe adúltero con la túnica letal impregnada con la sangre de Neso. Zenobio interpreta la expresión en el sentido de la divulgación de injurias, como cuando los adversarios (y adversarias) de Pericles arremetieron contra su consejera y hetera Aspasia acusándola de impiedad. Cratino llama a Aspasia "prostituta (pallakeis) de ojos de perro".

Por su parte, Alexis de Turios, ya durante la Comedia Media, escribió también una pieza llamada Cleobulina, de cuyo contenido no queda resto alguno. Sabemos que en la Comedia Media las prostitutas adquirieron un valor protagonista como filones de comicidad.

No cabe duda de que Cleobulina formó parte de las mujeres artistas e intelectuales de la Antigüedad, como Téano de Crotona (s. VI a. C., pitagórica); Gorgo, espartana esposa de Leónidas I (s. VI-V); la tebana Timoclea (S. IV)... Curiosamente, dicha tradición está integrada por mujeres no atenienses. Por desgracia, sus legados se han perdido y sólo tenemos de sus talentos e ingenios noticias fragmentadas. En el cuarto libro de sus Stromata Clemente de Alejandría (c. 150 - c. 215) cita una extensa lista de mujeres ilustres con el objetivo de mostrar que son tan capaces (teleiótes) de perfeccionarse y cultivarse como los varones. De la tradición griega Clemente cita a Lisídica, Filotera, Telesila y Leona (amante de Aristogitón) por sus intervenciones políticas y, por sus meritos intelectuales, cita a las pitagóricas Téano y Arignota; a Temista de Lámpsaco, epicúrea; a Lastenia de Mantinea y Axiotea de Fliunte, académicas; a Menéxena y otras "hijas dialécticas" de Diodoro Crono; a Hiparquía de Maronea, filósofa cínica compañera de Crates de Tebas; y a Arete, hija de Aristipo de Cirene.

Clemente cita a Cleobulina junta a Aspasia, Corina, Telesila, Mía y Safo. Antífanes escribió una comedia titulada Safo en la que también atribuye a la poetisa lesbia un enigma. Giorgio Colli sostiene que el enigma es el equivalente en la esfera apolínea de lo que el Laberinto es en la esferea dionisíaca. La ambigüedad del oráculo lo convierte en un enigma y la pavorosa obscuridad de la respuesta indica la diferencia entre el mundo humano y el divino. 

La conexión entre adivinación y enigma es primigenia en la civilización arcaica de Grecia. Platón refiere a ello tanto en el Banquete como en el Timeo. Separándose de la adivinación y de la esfera divina de que procede, el enigma se humaniza y tiende a convertirse en objeto de una lucha humana por la sabiduría. En el Cármides platónico el enigma aparece cuando "el objeto del pensamiento no va expresado por el sonido de las palabras". En el Fedón se presupone su condición mística o mistérica, en la que cierta experiencia resulta inexpresable y en el enigma se manifiesta lo divino, lo oculto o una interioridad inefable. "Muchos son los que llevan el tirso, pero pocos los poseídos por Dionisos". Esta cita, de resonancia órfica, resulta también enigmática. 

Platón toca también el aspecto perverso y trágico del enigma cuando en la Apología de Sócrates compara la acusación lanzada por Meleto contra su maestro con un enigma. Y es perfectamente posible interpretar como enigma las últimas palabras de Sócrates antes de que hiciese su efecto la cicuta: "Debemos un gallo a Asclepio, pagad la deuda, no la olvidéis" (2).Estoy de acuerdo con Colli en que nuestra filosofía es continuación y desarrollo de la forma literaria inventada por Platón, que paradójicamente nace como un fenómeno de decadencia, ya que "el amor a la sabiduría" (philo-sophía) es inferior a la "sabiduría" (sophía), esa que Platón atribuye a los pitagóricos, y que resuena en sus diálogos, también como eco de los enigmas de Cleobulina de Lindos, la genial poetisa y consejera rodia.


Notas bibliográficas y fuentes

(1)  En Plutarco: Obras morales y de costumbres (Moralia) II, Gredos, Madrid 1986. Introducción, traducción y notas por Concepción Morales y José García López.

(2) Giorgio Colli. El nacimiento de la filosofía, Tusquets, Barcelona 1977.

(3) Mariana Gardella y Victoria Julián publicaron un librito, que puede leerse en Internet, sobre El enigma de Cleobulina, el cual incluye los principales testimonios sobre su vida y obra, así como un análisis de su lugar en la historia de la cultura griega antigua. A esta obra debe mucho esta entrada.




1 comentario:

  1. La filosofía de cuño “masculino” es sistemática, completa, globalizadora. Excluye todo otro sistema alternativo, como vemos en Platón, Hegel, Marx o Freud. El pensamiento “femenino,” por el contrario, es fragmentario, difuso, evanescente, incompleto. Se articula en torno a mitos, cuentos, fábulas, aforismos, acertijos… No excluye otras soluciones sino que, precisamente, parte de que varias interpretaciones son simultáneamente posibles. Cleobulina es posmoderna avant la lettre. Como muestra de la ética del cuidado, ahí la tenemos acicalando al sabio escita Anacarsis (ambos son dos rarezas en el simposio, tal para cual). Acepta silenciosa su posición subordinada y, en lugar de sacar a relucir a pasear su ingenio afilado para hacer callar al engreído Cleodoro, responde con un modesto silencio. Me temo que, en líneas generales, poco ha cambiado en la academia, pero ahora al menos sabemos reconocer el talento de las Cleobulinas. Gracias, José, por el enorme esfuerzo para difundir con amenidad y rigor la figura y obra de estas maravillosas Ateneas.
    Por cierto. Hace muchos años estuve en la acrópolis de Lindos, en Rodas. Si entonces hubiese sabido de Eutemis, la visita me habría gustado mucho más.

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